Caros amigos, Dear friends, chers amis,
Aqui está a apresentação das próximas jornadas da EOL
Here is the presentation of the next EOL annual meeting
Voici l’argument des prochaines Journées de l’EOL
Argumento completo
El título de nuestras Jornadas nos invita a una elaboración colectiva sobre la relación del psicoanálisis con las identificaciones y a una actualización de sus problemas y paradojas.
Identificaciones y Discordia
Comencemos interrogando la relación entre identificaciones y discordia. Jacques Lacan nos orienta sobre el lugar de la discordia en 1953 como una elección forzada del analista, no solo en la cura sino también en la ciudad: « Que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel y que sepa su función de interprete en la discordia de los lenguajes. »[1] Es decir que no solo indica que el analista se sitúe en su época conociendo el espiral de su tiempo, sino que sea intérprete de la discordia, ya que lo discordante anida en la imposible identidad del ser hablante que las identificaciones no resuelven.
Comencemos interrogando la relación entre identificaciones y discordia. Jacques Lacan nos orienta sobre el lugar de la discordia en 1953 como una elección forzada del analista, no solo en la cura sino también en la ciudad: « Que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel y que sepa su función de interprete en la discordia de los lenguajes. »[1] Es decir que no solo indica que el analista se sitúe en su época conociendo el espiral de su tiempo, sino que sea intérprete de la discordia, ya que lo discordante anida en la imposible identidad del ser hablante que las identificaciones no resuelven.
Podemos preguntarnos entonces si será el vacío de identidad y su réplica en los vínculos, la espiral implacable para un analista. De este modo, dejarse arrastrar por la obra de Babel, puede ser leído con Jacques-Alain Miller[2] como la pérdida de la ilusión de una lengua sin malentendidos. Es por eso que su referencia no será la concordia sino la discordia estructural de las lenguas múltiples, públicas y privadas, que habitan el lenguaje y aún, en un mismo sujeto promoviendo su división.
Desde esta perspectiva, la dialéctica vacío-discordia lenguajera es el par que nos permitirá indagar las identificaciones, los vínculos, las creencias y las nominaciones, tanto en una cura analítica como en los discursos que agitan la polis.
Las identificaciones comenzaron a ser elucidadas por Lacan como discordia fundamental entre prematuración y la imagen unificada del semejante. Pasión narcisista de « yo soy el otro », que se distingue de la causalidad significante como fundamento de toda identificación.[3]
Así, partiendo de la lógica imaginaria con su dialéctica de exclusión, « o él o yo », el núcleo discordante entre la imagen y el ser se desplazó a la incidencia perturbadora del falo, y luego, en el Seminario de La Ética, al prójimo como núcleo éxtimo de « esa insondable agresividad »[4]. Resultaría interesante examinar esta raíz agresiva del proceso identificatorio, que a posteriori nos conduce a estudiar la vecindad amenazante de un goce Otro como fuente segregativa.
Frente a esta dimensión de la discordia de las identificaciones, ¿cuál debe ser la orientación analítica? ¿Solamente la de « guardián de lo simbólico »? ¿O es necesario el paso que implica conjeturar que la identificación al sinthome sería el único reaseguro frente a la aspiración de reducir al Otro a uno mismo?
Vínculos
Miquel Bassols[5] nos ofrece una vía para interrogar de manera radical la naturaleza del vínculo social más allá del análisis freudiano en « Psicología de las masas.. », revitalizando una pregunta trabajada en « El banquete de los psicoanalistas »[6]: ¿Es la identificación la base de todo lazo social? ¿Es posible un lazo social fundado en otro principio que las tres identificaciones clásicas de Freud?
Miquel Bassols[5] nos ofrece una vía para interrogar de manera radical la naturaleza del vínculo social más allá del análisis freudiano en « Psicología de las masas.. », revitalizando una pregunta trabajada en « El banquete de los psicoanalistas »[6]: ¿Es la identificación la base de todo lazo social? ¿Es posible un lazo social fundado en otro principio que las tres identificaciones clásicas de Freud?
Una respuesta a esta pregunta es lo que se puede constatar en los vínculos actuales pasibles de ser leídos no solo como fundados en la identificación a un rasgo Unario idealizado o al « pequeño bigote » como insignia de goce que congrega. En este sentido, el Seminario 17 nos induce a estudiar toda forma de vínculo ya no solo desde la identificación al Otro, sino desde el propio cuerpo como sesgo discordante. Porque el germen de toda articulación discursiva con el Otro no es el conocimiento del mundo ni la armonía representativa sino que es la marca de goce singular en el cuerpo. A su vez el cuerpo hablante testimonia sobre el discurso como lazo social que se inscribe en el.
Se desprende de ello otra elección forzada para el analista: la que se sitúa « entre la debilidad de la creencia en el acontecimiento de cuerpo o el delirio, perspectiva clínica y política ya que limita en ambos campos las pretensiones del Amo. »[7] Es decir, o se orienta por la referencia de lo imposible de dominar (en el inconsciente o en lo social) o delira. Por lo tanto, ¿habrá otra elección posible para el analista y su lectura de los vínculos de su mundo? Porque se trata ahora de vínculos afectados por nuevas discordias entre cuerpo e imagen, así como nuevas formas de identidad sexuada, de parentalidades y de amores líquidos.
Asímismo la relación analizante-analista tomada como vínculo puede ser un terreno propicio, como Lacan lo señalaba ya en « La dirección de la cura. »[8] para su deslizamiento al ejercicio de un poder. El lugar de los Ideales y las discordias identificatorias entre analizante y analista, ¿siguen siendo cuestiones vigentes para orientarnos en la práctica analítica de hoy?. En otros términos, ¿sigue siendo una elección ética inexorable del acto analítico el desapego de las propias identificaciones para operar sobre el goce singular? Y por otro lado, cuando el analista debe decidir cada vez si conmover o no las identificaciones que sostienen para un sujeto los « vínculos del inconsciente », ya sea con el Otro fantasmático o con el partenaire síntoma, ¿cómo afecta esto a « su juicio más íntimo »?[9]
Creencias
La discordia es tanto un efecto como la fuerza propulsora de las creencias. Es la enseñanza de Freud a partir de « Moisés y la religión monoteísta », lo que Lacan llama su último mensaje. Último mensaje que pone en tela de juicio la idea freudiana de la religión como una ilusión que finalmente caería ante la fuerza de la razón (« El porvenir de una ilusión »). Allí Freud demuestra cómo la religión del Uno, de Un Dios que no deja de escribirse como traumatismo[10], como acontecimiento inasimilable del asesinato del gran hombre, se funda en un asesinato que podemos leer como operador estructural. Se trata de una mortificación de goce necesaria para la vida, pero que al mismo tiempo da lugar a un goce imposible de simbolizar que constituye el fundamento de toda creencia. Detrás del único Dios hay lo múltiple, un Dios del significante y un Dios del goce. ¿Podrá esta lectura permitirnos despejar los fundamentos de los fanatismos y sus efectos? El Credo quia absurdum[1]1 de Tertuliano que Freud recuerda en su texto puede ser una clave para ello y para pensar de dónde extraen su fuerza las discordias políticas.
La discordia es tanto un efecto como la fuerza propulsora de las creencias. Es la enseñanza de Freud a partir de « Moisés y la religión monoteísta », lo que Lacan llama su último mensaje. Último mensaje que pone en tela de juicio la idea freudiana de la religión como una ilusión que finalmente caería ante la fuerza de la razón (« El porvenir de una ilusión »). Allí Freud demuestra cómo la religión del Uno, de Un Dios que no deja de escribirse como traumatismo[10], como acontecimiento inasimilable del asesinato del gran hombre, se funda en un asesinato que podemos leer como operador estructural. Se trata de una mortificación de goce necesaria para la vida, pero que al mismo tiempo da lugar a un goce imposible de simbolizar que constituye el fundamento de toda creencia. Detrás del único Dios hay lo múltiple, un Dios del significante y un Dios del goce. ¿Podrá esta lectura permitirnos despejar los fundamentos de los fanatismos y sus efectos? El Credo quia absurdum[1]1 de Tertuliano que Freud recuerda en su texto puede ser una clave para ello y para pensar de dónde extraen su fuerza las discordias políticas.
Vivimos en una época en la que convive la declinación de los semblantes tradicionales junto con ideologías e ideales sostenidos en el nombre del padre. Esto da lugar al ascenso de creencias fundamentalistas religiosas de todo tipo, de segregación y racismo, cuyos efectos podemos rastrear en nuestra clínica cotidiana.
En este sentido, Lacan nos advirtió de otra discordia: ciencia-religión. Ante el avance mortífero de los algoritmos sinsentido de la ciencia, la religión ofrece una potente promesa de bienestar y salvación por medio del sentido y la renuncia al goce. La simple creencia en un poder absoluto es terapéutica. Sin embargo, ¿dicha discordia es real o aparente? Jacques-Alain Miller llamó una vez « bioteología »[12] al modo en que donde la religión y la ciencia pueden darse la mano.
No obstante, entre la religiosidad narcotizante y la ilusión científica de dominar lo real, el psicoanálisis incita a un efecto de despertar. del sentido, del « Un real » del parlêtre. Aunque el acto de fe está en el principio de su acción, ha sido siempre la apuesta de Lacan no ritualizar la experiencia analítica e ir más allá del padre, es decir, de la religión. Eso implica dejarse engañar por lo real pero haciéndose incauto del padre: etre dupe.seguir creyendo en el inconsciente. Es lo que propone hasta el final de la experiencia analítica, haciendo la prueba del encuentro con lo imposible de la relación -la discordia- entre los sexos. Es crucial para los analistas poder captar las consecuencias que pueden advenir hoy de una elección ética de sostenimiento de la creencia en el síntoma, en lo que no anda, en el inconsciente, es decir en las condiciones subjetivas para ser « analizante ». Y por otro lado, interrogar otras declinaciones de la creencia en nuestra practica: ¿qué estatuto tiene hoy creer en el padre o increer en él? o ¿creer en La mujer o creer en ella como síntoma? ¿Y qué implicancias puede tener « creer en elsinthome »?
Nominaciones
La nominación esta soportada en el acto de decir y será más allá de su condición de semblante, lo que anude sentido y real. Se trata siempre de una nominación fallida que no alcanza a nombrar todo lo real y que a su vez traza un borde de vacío, produce un agujero en la dimensión del sentido.
La nominación esta soportada en el acto de decir y será más allá de su condición de semblante, lo que anude sentido y real. Se trata siempre de una nominación fallida que no alcanza a nombrar todo lo real y que a su vez traza un borde de vacío, produce un agujero en la dimensión del sentido.
La discordia de las identificaciones expresa esta impotencia de lo simbólico para fijar lo real. De este irreductible proviene la función de nominación, que Jacques Lacan relaciona no solo con el anudamiento de las consistencias del hablante sino a los individuos entre si ejemplificando con la serie: pareja sexual, nominaciones de la Escuela y el Cartel.[13]
Esta relación entre simbólico y agujero nos invita así a indagar diversas modulaciones de nominación en el discurso imperante: paternas y no paternas, así como el « ser nombrados para » que deviene de un orden de hierro, desamorado y catastrófico.[14] Ésta última, junto con « hacerse un nombre » podrá ser interpelada en algunos casos, en su función de estabilización.
Podemos explorar entonces los distintos nombres de la singularidad de goce que produce el recorrido de un análisis: nombre de síntoma, de fantasma, de goce, o de sinthome, así como estudiar las relaciones y diferencias entre la función de nominación y el anudamiento.
Queridos colegas, esperamos que a partir del affectio societatis de nuestra comunidad podamos reconstruir juntos el hilo de Ariadna del título de nuestras jornadas que aquí apenas esbozamos.
Para ello, ubicar la etimología del término discordia puede orientarnos: « dis »: separación, « cordia »: corazón, incitación a « separar corazones ».
La separación es desalienante, y para la Orientación Lacaniana es esencialmente un lazo, un nuevo lazo, en este caso al deseo del Otro, no a sus significantes o sus Ideales. Durante las próximas Jornadas podremos escuchar de qué manera los practicantes de nuestra Escuela orientan las curas que « separan » a los analizantes de sus identificaciones, nominaciones y creencias, al tiempo que demuestran aquellos obstáculos con los que se encuentran y con los que se orientan. Y a los AE, en sus enseñanzas sobre lo que resta de las identificaciones una vez pasadas por la experiencia analítica.
Como bien sabemos, « . el psicoanálisis va contra las identificaciones del sujeto, las deshace una a una, las hace caer como las capas de una cebolla. Por ello, restituye el sujeto a su vacuidad primordial. »[15] Lo que sin embargo no implica una renuncia absoluta, porque siempre es mejor alguna identificacion para protegernos de la locura.
¡Esperamos sus contribuciones!
Irene Kuperwajs y Gabriel Racki
Dirección Jornadas
Dirección Jornadas
NOTAS
- Lacan J, « Función y Campo de la palabra », Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires,1985, p. 309
- Miller J-A., Curso 24-6-2017 , Publicaciones on line EOL
- Lacan J, « Acerca de la causalidad psíquica », Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 1985, p.178 (la cita textual es « Le da fundamento una forma de causalidad, que es la causalidad psíquica misma: la identificación; ésta es un fenómeno irreductible »)
- Lacan J, El Seminario 7, La Ética del psicoanálisis, Paidós, Bs As, 1990, p. 225
- Bassols M., « La imposible identificación del analista », El Caldero de la Escuela Nro 26, EOL, 2017
- Miller J-A., Curso 1989-1990, El Banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2000, p. 181.
- Laurent Eric, « El inconsciente es la política hoy », LQ n° 518
- Lacan J, « La dirección de la cura. », Escritos 2, Siglo XXI, 1985, Buenos Aires, p.566
- Íbid , p.567
- Miller J-A., Curso 2002-2003 , Un esfuerzo de poesía, Paidós, 2016, Buenos Aires, p.286-287
- « Creo porque es absurdo ». Freud S, Moises y el Monoteísmo,vol XXIII, Amorrortu, Bs As, 1976, p.81
- Miller J-A., Curso del 28/01/04.
- Lacan J, El seminario 22, RSI, en la lección del 15-4-75.(inédito)
- Lacan J, El seminario 21, Los no incautos Yerran, anunciado en clase del 19-3- 74. (inédito)
- « Entretien avec Jacques-Alain Miller », Cités, n°16, PUF, 2003, p. 112 citado en LQ cero-644 por E. Laurent.
Dirección de Jornadas
Irene Kuperwajs y Gabriel Racki
Irene Kuperwajs y Gabriel Racki
Responsable Ejecutiva
Graciela González Horowitz
Graciela González Horowitz
Comisiones
Secretaría: Lisa Erbin
Tesorería: Enrique Prego
Prensa y Difusión: Gabriela Basz
Web y Contenidos: Claudio Spivak y Laura Valcarce
Imágenes y Videos: Marcela Molinari
Locaciones y Sonido: Leticia Varga
Comisión de Lectura de presentación de trabajos: Virginia Notenson
Secretaría: Lisa Erbin
Tesorería: Enrique Prego
Prensa y Difusión: Gabriela Basz
Web y Contenidos: Claudio Spivak y Laura Valcarce
Imágenes y Videos: Marcela Molinari
Locaciones y Sonido: Leticia Varga
Comisión de Lectura de presentación de trabajos: Virginia Notenson