A finales de septiembre aparecieron en Rosario (Argentina) tres cartas inéditas de Sigmund Freud, tras ser halladas y traducidas por investigadores que digitalizaban el archivo personal del psicoanalista español Ángel Garma. Con este hallazgo Freud nos vuelve a sorprender. Nos confirma que todavía quedan caminos desconocidos por recorrer en su obra y que a menudo la brújula de ese recorrido está donde menos se la espera.
El pasado viernes 9 de octubre el psicoanalista Vicente Palomera recordó, durante la presentación de su libro Pioneros de la psicosis en la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona, algo parecido a modo de invitación al trabajo: todavía queda mucho por descubrir e investigar en las tesis freudianas y los documentos están ahí para ser explorados.
Bastaba con tomar la brújula que el joven Lacan dejaba en su tesis del año 1932 sobre la psicosis paranoica. Palomera, partiendo de la lista que hace Lacan de los casos de psicosis más conocidos de la época freudiana, empieza a explorar el fondo de dos bibliotecas: la de la École de la Cause freudienne, en París, y la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona. Ahí encuentra un tesoro que conforma su tesis en el Département de Psychanalyse de la Université de Paris VIII primero, para publicar después el libro editado por Gredos: “esta tesis está dedicada a gente que había sido olvidada. Los pioneros son los olvidados. Los pioneros de la psicosis tiene que ver con las cartas que yo he recibido”.
En Pioneros de la psicosis encontramos un sin fin de referencias a psicoanalistas que trabajaron en casos de psicosis durante la época de Freud: Helene Deutsch, Paul Federn, Karl Landauer, Sandor Ferenczi, Sabina Spielrein, Otto Gross, Victor Tausk, Carl Gustav Jung, entre tantos otros pioneros. Sus casos nos ofrecen aportaciones ante las encrucijadas que el psicoanálisis debe resolver cuando se adentra en el terreno de la psicosis.
Lidia Ramírez, directora de la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona, destacó en su presentación que ante todo este es “un libro que da cuenta de la pasión de Vicente Palomera por el estudio de la psicosis”. Los acompañantes que el autor eligió para presentar su libro lo habían hecho también durante el largo trayecto de su tesis: Guy Briole -quien prologa el texto- formó parte de su tribunal de tesis y durante mucho tiempo fue “un aguijón que me animó y empujó a publicarla”; Miquel Bassols, con quien compartió momentos de estudio en la universidad parisina, le animó también en todo momento para que la llevara a su término.
Ambos subrayaron la figura del bricoleur -a la cual Palomera referencia en su libro de la mano de Lévi-Strauss- para apuntar a la posición de Freud y Lacan ante los pacientes psicóticos: “para cada paciente las fronteras no son infranqueables, hay que inventar en cada caso. El significante bricoleur supone una invención, una creación a partir de lo que hay”. Aludiendo lo que ya anuncia en el prólogo del libro, Guy Briole, afirmó que el interés por los pacientes psicóticos pasa de la nosología y la clasificación de Kraepelin al interés del psicoanálisis por lo que dice un sujeto: “lo que dice el paciente tiene un sentido, un valor que es atribuido a los enunciados. Eso es totalmente diferente a interpretar el delirio. Pasamos, pues, del paciente que desaparece en la contabilidad de la clasificación a un paciente que tiene su particularidad y un analista que tiene un deseo de saber”.
Prosiguió desgranando detalles de algunos de los casos de los psicoanalistas que Palomera reúne en su trabajo: “con los pioneros hay que pensar también en quienes fueron sus partenaires”. Si pensamos en el caso Schreber, Freud “no se hizo partenaire del paciente, sino de su obra”. En el caso Aimée, como nos recuerda el ‘Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11’, ella “era la partenaire de Lacan: L’Aimée de mathèse. Por un lado, L’Aimée en relación al riesgo que hay respecto al amor de transferencia, incluso la erotomanía; por otro, mathèse en el sentido de matesis: aprender de”. En este punto agregó que Lacan enfatiza que el teórico es el sujeto psicótico: “en la presentación de enfermos son los pacientes los que hacen la teoría”.
Guy Briole destacó también algunas de las enseñanzas que se trazan en Pioneros de la psicosis desde el punto de vista clínico. Entre ellas, “los pioneros no disponen de una clínica establecida. El interés es que son ellos los pioneros, los que dejándose enseñar por el paciente, generan un saber”. Una de las claves esenciales es lo que Palomera llama desabonarse de la interpretación. Para Briole: “un delirio no se interpreta. Si uno quiere interpretar un delirio, añade aún más sentido. Un segundo error es el de oponerse a las alucinaciones del psicótico. Cada construcción de un paciente se debe respetar: esa es una primera regla que olvidamos muy a menudo con los pacientes psicóticos”.
Miquel Bassols, por su parte, empezó su intervención diciendo que este era un “libro esperado, un buen ejemplo del fruto de investigación en el Campo Freudiano y las Secciones Clínicas”. Bassols comentó que el de Palomera no es un mero gusto de erudición, sino también “el de un explorador, un estudioso de campo del territorio de la psicosis”.
Por ello, precisó la conveniencia de ir a la primera clínica freudiana de la psicosis que “ante el declive de una clínica actual, reducida en muchos casos a una clínica de los marcadores biológicos, y que no tiene en cuenta el testimonio hablado del paciente, sigue teniendo toda la actualidad”.
Para Bassols no podría entenderse la experiencia analítica actualmente sin tener en cuenta las coordenadas de Freud: “la clínica de la psicosis no sólo no está ausente en la obra de Freud, sino que es uno de sus elementos fundamentales. Releyéndola a través del libro de Vicente Palomera, se revela como una rica cartografía de alto valor clínico, no únicamente por los casos, sino por el modo de leerla desde la actualidad”.
A su vez, Palomera destacó que Lacan en una entrevista de 1979 ya anunció: “estamos lejos de haber llegado al límite de Freud”. En palabras de Palomera “ser lacaniano no es una invitación a abandonar a Freud. Los textos de Freud hacen pensar en la manera que Lacan aborda la psicosis”.
Miquel Bassols se centró en presentar las tres contradicciones o antinomias que plantea la clínica de la psicosis y que Vicente Palomera desarrolla en su estudio de acuerdo con las paradojas elaboradas por Lacan.
La primera, tiene que ver con la dificultad que Freud encuentra en aplicar la clínica psicoanalítica a la psicosis y se centra en “la antinomia del narcisismo, de la libido del yo que no se deriva a ningún objeto”. Ante esta antinomia Bassols matizó una observación según la idea de Lacan del narcisismo secundario: “Lacan introduce la noción del goce del Otro del que el sujeto sería objeto. El sujeto parte de una posición en la que encontrará esa certeza del goce del Otro en su posición de objeto”.
La segunda antinomia hace referencia a la transferencia: “esta no va del sujeto psicótico al psicoanalista, sino que lo hace del analista al sujeto. Así es como la percibe el sujeto psicótico. Él es quien interpreta”. Bassols enfatizó una observación, y es que en el caso de la psicosis “el analista no toma en la transferencia la posición de semblante de objeto, sino que toma la posición de sujeto: sujeto supuesto interesado”.
La tercera paradoja es la de la interpretación. Miquel Bassols distinguió que ya Lacan subraya que “el delirio adivina de tal manera el inconsciente que puede integrar las propias interpretaciones del analista. No se interpreta al psicótico. El sujeto psicótico no cree, lo sabe con certeza”. ¿Cómo tratar, pues, la certeza del sujeto psicótico? Ante esta tercera paradoja Miquel Bassols se planteó otra pregunta: ¿Cómo leer desde esta antinomia lo más actual: todo el mundo delira?
Vicente Palomera tomó la palabra diciendo que el suyo “no es un libro de corsarios aunque uno encuentra algunos tesoros. Me doy cuenta de que este libro nunca se cierra, se abre”. Expuso que gran parte de los casos de Freud que componen el volumen “se pueden leer en función de que modo la carta/lettre llega a cada sujeto en su recorrido”.
Destacó como empezó su interés por la psicosis, así como la importancia y la enseñanza que para él ha tenido el encuentro con la clínica: “con la pluma y la escucha me he encontrado con las fieras del goce del Otro invadiendo al sujeto. Para mí ha sido una gran enseñanza cómo uno se ha enfrentado a lo real de la clínica, a lo imposible de soportar”. Comentó la importancia que para Lacan supuso resolver las contradicciones que plantea la aplicación del psicoanálisis a la psicosis pues, como ya advertía en su tesis ‘De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad’, de no ser resueltas el porvenir del psicoanálisis se vería en entredicho.
Palomera adelantó también que su libro se podría leer entorno a la idea “de qué manera habla en cada sujeto el ello”. En este punto se refirió a como Lacan define el ello en ‘Observación sobre el informe de Daniel Lagache’ “donde compara el ello freudiano con un buzón de cartas, con la bocca di leone de Venecia, una boca abierta”.
Aclaró que en el caso de la paranoia, el ello habla de manera injuriosa, mientras que en el caso de la esquizofrenia eso habla de él: “el ello habla siempre, de manera que estas letras no tienen una escritura que les permita hacer de ese enjambre de significantes un marco localizado bajo un fantasma, como puede ser en el caso de la neurosis”.
Durante el debate que cerró la presentación se hizo alusión a otro de los importantes pioneros de la psicosis: Francesc Tosquelles, a quien algunos asistentes como Francesc Vilà o Estela Paskvan rememoraron con anécdotas de sus rasgos más singulares. Miquel Bassols recordó también que fue precisamente Tosquelles quien hizo llegar, a través de la frontera, la tesis de Lacan a Salvador Dalí. Palomera evocó una conversación alrededor del psiquiatra catalán en un acto de reciente celebración en Barcelona: La Vida i els seus esdeveniments traumàtics, en homenaje a Neus Català y reconoció que “en esta tesis, debería agregar un capítulo más para sumar a otros autores. Tosquelles se podría añadir también como pionero, entre otras cosas, por las enormes contribuciones que hizo sobre los problemas de cómo atender a sujetos psicóticos en períodos de guerra”.
La presentación de Pioneros de la psicosis terminó con el recuerdo de otra carta, la de la imagen de la cubierta del libro: un fragmento del Mapa de la Ternura (Carte du Tendre, citado por Lacan en el Seminario III). La metáfora del mapa está muy presente en la creación de Palomera: “detrás de todo mapa hay siempre la experiencia que se hace del territorio. Lo vivido que se hace con el cuerpo y la distancia que se tiene que recorrer”.
A este efecto, Enric Berenguer señaló que “el DSM ha fracasado en su intención de hacer un mapa perfecto de la psicosis. No existe un instituto cartográfico para eso. A lo sumo, habría un mapa para cada sujeto y a crear cada vez”.
Para terminar, el recuerdo de Palomera ante una última carta que quedaba en su bolsillo, aquella que emulando a Lacan siempre llega a su destinatario: “como en el buzón de cartas que evoca Lacan, los psicoanalistas se hacen receptores de esas cartas que el sujeto ha recibido”. Unas cartas que también pueden ser las de una baraja: “en esa partida de la vida, el psicoanalista está llamado también a ser un partenaire del psicótico”.