Si una de las indicaciones que hizo Jacques Lacan, es que el “psicoanalista debe estar a la altura de la subjetividad de su época” el psicoanálisis tiene que hablar de política: en la medida en la que seamos capaces de leer cómo el agujero se manifiesta en la época, estaremos mejor advertidos de cómo se organizan cada uno de esos goces singulares.
Kansuke Yamamoto. Reminiscence, 1953.
Ni el Estado ni la Jurídica se encarga de lo singular. Las leyes están hechas en base a un “para todos” en un intento de regular y ordenar un colectivo. Finalmente las leyes han ido surgiendo y cambiando como respuesta a diferentes emergencias de lo real, eso que no logra ser captado en el mecanismo de civilizatorio. Una de las principales funciones de un Estado, es precisamente ofrecer cierta garantía, que no agota ni domina ni amedranta las emergencias de lo real, pero establece posibles respuestas que a nivel de lo colectivo permiten un funcionamiento de una sociedad.
Ahora bien ¿que pasa cuando el Estado mismo deviene en el agente traumático? ¿Qué encontramos cuando el Estado presentifica el troumatismo?
Cuando un país supera los estándares internacionales de desnutrición infantil (Venezuela), cuando la política de inmigración genera que mas de 3000 niños sean separados de sus padres y localizados en jaulas, algunos de los cuales fueron dados en adopción a familias estadounidenses ya que no tenían como contactar a los padres (USA), si se trata de un Estado Comunista en el que cualquier gesto de privacidad es interpretado como una amenaza, un estado en el que el contenido de internet y tu participación en as redes sea traducido como “buena o mala conducta”, evaluación a partir de la cual podrás o no viajar, comprara ciertos insumos, etc. (China), o cuando una de las penas por adulterio incluye matar a pedradas… el psicoanálisis lacaniano no puede sino decir en voz alta su repudio a tales practicas.
Pero para poder tomar posición mas allá de nuestras oficinas y el espacio de la Escuela, es necesario contar con la coyuntura política donde eso sea posible. La existencia del psicoanálisis tiene como condición un sistema político que incluya la diferencia y respete el espacio privado. Hasta ahora la mejor versión que hemos conocido es la Democracia. Sistema que se encuentra atravesando un cambio de paradigma, donde sus principales fundamentos se ven cuestionados, no solamente al nivel de la retorica sino principalmente por los actores políticos que le habitan.
No se trata de ideologías se trata de hechos. Y si bien es cierto que los hechos son interpretables, también es cierto que hay una dimensión de los hechos que esta mas cerca de lo real que de la interpretación posible que se les pueda dar. En Venezuela por ejemplo hemos tenido de facto un genocidio sostenido y disfrazado detrás de esas supuestas ideologías de izquierda que ni son más ideologías ni son izquierda. En Estados Unidos, tenemos un a política de inmigración que secuestra niños y luego los entrega a cualquiera.
Si el psicoanálisis lacaniano toma como principio de su acción, el acto al nivel de la ética singular de lo que llamamos parlêtre, la participación en política de cada analista solo sería posible a partir de los principios que guían y sostienen a ese sujeto de la ética. Principio contrario al fundamento usual que conforma a un partido político, a saber: el empalme entre la alienación y la identificación que sostiene y se sostiene en el fenómeno de masas.
Se trataría entonces de hacer un estilo de política que no sostenga a un Otro: una política sin Otro; es lo que intentamos con la Escuela, un dispositivo que funcione como lazo y causa para sostener el discurso analítico a condición de que la Escuela no devenga otra versión del Otro.
Cada vez mas encontramos políticas de Estado que presentifica mas el troumatismo que la garantía. El orden simbólico que suponíamos al Estado tendrá que ser replanteado, la subjetividad de la época nos ha enseñado nuevas formas de lidiar con lo real, invenciones propias de lo contemporáneo. Políticamente hablando habrá que esperar qué respuesta vendrá, que se inventará una vez mas para lidiar con lo real.