Opinión
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Jueves 11 enero de 2007 , Palencia, España.
VECINOS ILUSTRADOS
DOS MADRES Y UN PADRE
Fernando Martín Aduriz
La noticia data del pasado 5 de enero de 2007: « Un niño canadiense de cinco años es el primero del mundo que tiene reconocidos legalmente dos madres y un padre, en virtud de una sentencia de la semana pasada en un tribunal de Ontario ». El pequeño Hans, el famoso caso del niño de cinco años estudiado por Freud, se haría aún más lío del que se hizo; el mismo que nos hacemos nosotros al leer la noticia.
Tenemos una nueva demostración de lo que representa la Vida liquida de la que hablábamos en esta columna hace poco. Esta rapidez de los cambios sociales, estas formas sociales nada sólidas vienen a advertirnos de la necesidad de olvidarnos de la nostalgia y de ver qué hacemos en la época que nos toca vivir. Y es que las nuevas ficciones jurídicas no hacen sino ser eco de los movimientos de la sociedad, merced a lo cual el juez Marc Rosenberg no ha querido privar de « reconocimiento legal la paternidad del padre y la maternidad de sus madres ».
La cuestión es que el niño canadiense de cinco años tiene por un lado un padre biológico, y por el otro una madre biológica que a su vez ha contraído nupcias con una mujer, que ahora es su esposa. Hace unos años desearon tener un hijo, echaron mano de un amigo quien cede su semen a una de ellas y reconoce legalmente al niño cuando éste nace. Pero entonces, ¡oh maravilla!, una de las dos mujeres se queda en fuera de juego, dado que no hay inventado un vínculo legal, una ficción jurídica que dé respuesta adecuada a qué es ella para el niño. Por ello, y en « beneficio del menor », el juez Rosenberg decide otorgarle el título de madre.
Acabamos de dar por finalizada la etapa del refrán: ‘madre sólo hay una’. Hasta ahora sabíamos que podía darse el caso de que determinada tía, « era como una madre para mí », o incluso una hermana podía ser también una suerte de madre en determinadas circunstancias familiares. Pero ninguna de esas madres tenía el estatuto de madre reconocido por un juez. Eran simbólicamente madres. Pero realmente tías o hermanas.
Ontario, cuyo nombre se deriva del lago del mismo nombre, así bautizado por los indios iroqueses, y que significa « lago hermoso » es una provincia canadiense de habla mayoritaria inglesa aunque con una población francófona muy activa. Allí encontramos, entonces, al primer niño del mundo que al dirigirse a su madre, y exclamar, ¡mother! o ¡mère! recibirá dos respuestas.
Desconocemos el estilo de crianza de sus dos madres, no sabemos si son madres sobreprotectoras, que tanto abundan, o si están lo suficientemente enredadas en sus asuntos amorosos como para no hacer del hijo de ambas su único objeto de deseo y así permitirle escapar del estrago
materno. Tampoco sabemos si tienen muchas disputas entre sí o de qué forma se contradicen delante de su vástago.
Pero lo que será interesante de saber es si el niño se estructurará en un triángulo, y será síntoma de esa pareja, o si únicamente va a ser objeto de una de las dos madres, preso de sus fantasmas, si la otra madre no hace suficientemente de mediadora, es decir no cumple con la función de ley, es decir no hace ‘de padre’.
Por lo que se ve que, aún cuando ambas tengan título de madre, otorgado por el juez Rosenberg, necesariamente una de las dos no ha de jugar sino el papel simbólico de un padre. La nominación aquí no juega, importa de nuevo la función simbólica.
No habrá que retroceder ante las nuevas ficciones y los nuevos ordenamientos jurídicos, sino saber dar la mejor respuesta. Hans tuvo sus ‘impasses’, la infancia del siglo XXI tiene los suyos.