Los primeros pasos de la psiquiatría infantil moderna se sitúan a principios del siglo XIX y surgieron por influencia de la Ilustración, los avances de la ciencia y la medicina clínica. Este siglo, que corresponde al nacimiento del hombre moderno, está dominado por un proceso de medicalización de las posturas, de civilización de las costumbres, de educación generalizada, todo eso a fin de hacer al hombre ilustrado y dotado de razón. La chusma, los enfermos, los locos, los idiotas, etc., están directamente concernidos por este movimiento de culturización. Fue durante este periodo que el médico Jean-Marc-Gaspard Itard emprendió el tratamiento de Víctor, el niño salvaje del Aveyron. Para los historiadores franceses, es a partir de este caso, que se ha hecho famoso, que emerge la psiquiatría infantil. En efecto, los grandes alienistas de la época, Pinel y luego Esquirol, evocan, en sus diversos tratados de medicina, las categorías de idiotas, cretinos e imbéciles. Todos ellos, incluido J.-M.-G. Itard, atestiguan que estos niños, presos de una masturbación frenética y de conductas sexuales aberrantes, son incurables. Aunque están dentro del lenguaje, aprenden pocas cosas, no adquieren el habla y no civilizan sus pulsiones sexuales. A pesar de ello, la idiotez – y en consecuencia el idiota: término que proviene del griego antiguo idios, y que significa « propio, particular, a uno mismo », es decir, el hombre privado, en su soledad, en contraposición al hombre público, que tiene un papel en la ciudad – deviene la categoría diferencial de referencia respecto a la locura. Siguiendo a la escuela alemana, y sobretodo a Emil Kraepelin y su término demencia precoz, los médicos europeos, que trataban niños, empezaron a hablar de demencia precoz en el niño. Incluso si la locura del niño es desde entonces aceptada, ésta se establece sin embargo en oposición a la idiotez. A partir de esta primera categoría aestructural, que agrupa a los niños y a los adolescentes retraídos en sí mismos, que rechazan el lenguaje y el control pulsional, se ha desarrollado, a lo largo de los siglos, una clínica diferencial que va de la demencia precoz a la acepción reciente del autismo, pasando por la esquizofrenia infantil. Estos avances sólo fueron posibles con el progreso de la psiquiatría de adultos y gracias a la influencia de Freud. Eugen Bleuler, el inventor del término esquizofrenia, no deja de apoyarse en las obras de la teoría freudiana del síntoma, del inconsciente y de la escisión del yo.
Estrictamente hablando, Freud no aborda la idiotez en los niños, pero sus desarrollos, por ejemplo sobre la neurosis infantil, tienen indirectamente efectos en el tratamiento de los “idiotas”. En efecto, sus Tres ensayos de teoría sexual subvierten las opiniones populares, sobre todo cuando escribe que las aberraciones sexuales afectan a todos en cierta medida y que las pulsiones sexuales están presentes desde la infancia [1]. Freud, desde el principio de su obra, contradijo las teorías dominantes de la época que explicaban la anormalidad, y por tanto la idiotez, en términos de herencia, de degeneración y de frenología.
A diferencia de Freud, Lacan se interesó explícitamente en la clínica de estos niños, desde entonces llamados retrasados o débiles mentales. Con las escalas métricas de Binet y Simon, y las investigaciones en psicología experimental, los términos de debilidad y de retraso mentales remplazaron a los de idiotez e imbecilidad en el discurso de la época. Es en Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis donde Lacan hace referencia, por primera vez, al niño débil. Apoyándose en el libro de Maud Mannoni, El niño retrasado y su madre [2], afirma que en estos niños, el primer par de significantes, S1 – S2, se solidifica, se holofrasea, y que, al no poder ser sujetos y representados en el campo del lenguaje, se reducen a no ser más que el soporte del deseo de la madre [3]. En 1964, lo que sigue predominando en la enseñanza de Lacan es la dimensión del Otro y la estructura significante. Esto explica que M. Mannoni, su alumno, centre sus desarrollos en la relación fantasmática del niño y su madre. Su tesis principal es considerar que el niño retrasado y su madre forman un solo cuerpo – de ahí que el tratamiento debe ayudar al niño a asumir su historia en nombre propio. En el resto de sus seminarios, Lacan regresa abundantemente a la debilidad mental para hacer de ella, en su última y más reciente enseñanza, un concepto fundamental del psicoanálisis [4]. En …o peor, ella sigue siendo específica del niño débil, de ese ser hablante que no está sólidamente instalado en un discurso, que flota entre dos discursos [5], mientras que en « L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre« , afecta a todos los así llamados parlêtres. Lacan generaliza la debilidad mental a partir del momento en que excluye lo real del sentido, es decir, cuando indica que lo real ex-siste a la estructura. « Lo mental, es decir, el discurso » [6], se convierte para él en algo fundamentalmente débil, porque no tiene relación con lo real del cuerpo y del goce. El concepto de debilidad mental, que se ha convertido en transclínico y aestructural, suprime la dimensión universal del lenguaje en favor de lalengua y del acontecimiento de cuerpo. Desde entonces es el goce del Uno que existe, sobre el fondo de la inexistencia del Otro.
Así, en su Seminario, Lacan se apoyó ampliamente en la clínica del niño retrasado para aprehender el más allá del lenguaje. Gracias a ella pudo aislar un real fuera de la estructura del lenguaje, es decir, el Uno-solo que preside y condiciona la estructura del lenguaje. Y por una buena razón, en la práctica con estos niños conocidos hoy como deficientes intelectuales, el Uno domina. Estos idios, sumidos en la soledad, no tienen el recurso del Otro, de lo mental. Están confrontados a la vivo de la lengua y del cuerpo, sin posibilidad de sintomatizar o agujerar este real a través del lenguaje. Un trozo de lengua escuchado de un pequeño otro, fuera de toda relación fantasmática, agita, golpea su cuerpo, hace acontecimiento. Ellos están luchando con estos significantes fuera de sentido para el sujeto, y a veces pueden consagrarse a estos en lo real. Estos seres, más hablados que hablantes, son también afectados por lo sexual, por lo vivo de un cuerpo que hace lo que le da la gana, porque no se ajusta a ninguna teoría sexual, a ninguna brújula fálica. Su sexo es un enigma, y la sexualidad es un agujero negro. Estos niños testimonian y revelan que la sexualidad depende del discurso del Otro y de sus variaciones civilizatorias, y que por debajo de eso, está el reino del Uno, es decir, de lo vivo que resulta del encuentro entre el cuerpo y la lengua.
Texto publicado en el Hebdo-blog n°234. Traducido por José Altamirano y Barbara Bertoni.
[1] Freud S., Trois essais sur la théorie de la sexualité, Paris, Points, 2012, p. 112.
[2] Mannoni M., L’Enfant arriéré et sa mère, Paris, Seuil, 1964.
[3] Lacan J., Le Séminaire, livre XI, Les Quatre Concepts fondamentaux de la psychanalyse, texte établi par J.-A. Miller, Paris, Seuil, 1973, p. 264.
[4] Miller J.-A., « L’orientation lacanienne. Le lieu et le lien », enseignement prononcé dans le cadre du département de psychanalyse de l’université Paris 8, cours du 24 janvier 2001, inédit.
[5] Lacan J., Le Séminaire, livre XIX, …ou pire, texte établi par J.-A. Miller, Paris, Seuil, 2011, p. 131.
[6] Lacan J., Le Séminaire, livre XXIV, « L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre », leçon du 19 avril 1977, inédit.