Lorena Greñas acoge al desafío con el que Lacan inicia el texto de 1967,
cuando éste se pregunta: “¿Extraeremos la consecuencia de un término
como el del niño generalizado?” Y parte de ella y de la afirmación de
Lacan: “Soy un chiquilín, me divierto”, para poner en contrapunto el
empuje a la diversión de la época y su consecuencia del “todos iguales”
en el goce, y la vía del psicoanalista que apuesta a los arreglos del
parlêtre en su singularidad, respecto a su goce y la asunción de su
posición sexuada.
Susana Dicker
“Situando al niño generalizado…”, Por Lorena Greñas – NEL – Guatemala
“No se discierne la convergencia de lo que he dicho hoy? ¿Extraeremos la
consecuencia de un término como el del niño generalizado?”, dice Lacan,
cercano a concluir su Alocución sobre la psicosis del niño. Inmediatamente hace referencia a las Antimemorias
de André Malraux y señala que su autor las abre con una confidencia
con que un religioso lo despidió: “Termino por creer, vea usted, en la
declinación de mi vida, que no hay personas mayores”.
Unas página atrás y luego de haber planteado que por la incidencia del
progreso de la ciencia tendremos que vérnoslas, de un modo cada vez más
apremiante, con procesos de segregación, dice algo que quisiera
articular a lo anterior: “Todos saben que soy alegre, hasta dicen que
chiquilín: me divierto”. Hay, por lo tanto, un primer punto sobre el
que conviene reflexionar: la correlación entre la segregación y el niño
generalizado.
Relacionado a lo anterior, también conviene reflexionar sobre las
consecuencias de plantear que un niño [un chiquilín], se divierte. En
esta línea, si hablamos del niño generalizado, apuntamos a una
característica de la época: su empuje a la diversión. Sabemos que la
diversión o entretenimiento están del lado del no querer saber.
Siguiendo el texto de Lacan podemos afirmar que se trata de un no querer
saber sobre la castración que es consustancial a asumir la posición
de ser-para-el-sexo, es decir, una posición adulta.
Asistimos al crecimiento exponencial de la industria del entretenimiento
y la diversión que nos empuja a consumir [objetos] y nos consume [como
objetos], condensadores de goce, pasivos e inanimados. La propuesta de
la ciencia y del mercado implica un “todos iguales” en el goce, que está
del lado de la segregación de lo hétero que es siempre el Otro goce, el
goce femenino. Se trata de una salida idónea que obtura la castración y
es una defensa contra la angustia y que también desresponsabiliza.
No hay que perder de vista que inmediatamente después del desarrollo
que venía haciendo, Lacan se refiere a la importancia de la obra
freudiana y el impacto de introducir la figura del psicoanalista – en
lugar del alienista o el psiquiatra – para poder plantear las cuestiones
en esos términos; pero añade, que ante las carencias de cierto grupo,
él se tuvo que poner a hacer preguntas – junto con los que podían
escucharle – respecto a su práctica. Concluye: “Parece en efecto que
corremos el riesgo de olvidar en el campo de nuestra función, que en su
principio está una ética…”
De esta manera, la experiencia de un análisis y por ende, la formación,
constituyen la vía del psicoanalista. Considero que los testimonios de
los AE nos enseñan cómo cada uno de ellos se las arregló para “hacerse
adulto”, asumiendo su posición sexuada que implica identificarse al
autismo de su goce para inventar una manera de hacer lazo con el otro y
que sus testimonios dan razones de su alegría… cuando las tienen.