El cuerpo del psicoanálisis nos dice Elena, es un cuerpo con una inscripción de goce, siempre contingente y traumático, que deja inscrita una marca primaria que se repite de manera vana y sin remedio, produciendo efectos en el cuerpo que deja una cierta percusión, una resonancia.
Nuestro congreso mundial que tendrá lugar en abril 2016 en Rio de Janeiro bajo el título « El cuerpo hablante” nos ha puesto a todos a pensar desde algunos ámbitos en lo tocante al cuerpo.
El cuerpo para el psicoanálisis, no es el mismo cuerpo de la ciencia. Para la ciencia el cuerpo está determinado por la biología, reduciéndolo a un puro organismo, no siendo lo mismo para el psicoanálisis, Lacan lo define como ese real inabordable al significante , ya que un cuerpo esta capturado por el lenguaje, por un decir, pero este decir no solamente produce en el cuerpo efectos semánticos, sino que tienen también efectos corpóreos que resuena en la sustancia gozante, son estos efectos corpóreos los que producen a las vez una cierta percusión, del latín percussio, es la acción y efecto de percutir (dar golpes repetidos). Esto sería lo más próximo a la iteración, la percusión atona del silencio pulsional que ha capturado el cuerpo.
El testimonio de Andrés Vieira da cuenta de esta percusión, cuando se refiere a una intervención de su analista que le dice: « Su corazón como un tambor ».(1) Una intervención que toca precisamente lo que en el cuerpo no sólo resuena, sino también de lo que ahí se agita, como nos indica Lacan cuando se refiere al cuerpo nos dice: » lo que a ustedes los agita y los agitara cada vez más , es el decir verdadero la « ranura » por donde pasa algo que suple la ausencia de relación sexual »(2), es decir que más allá de que lo real transite por la escritura, el agujero de lo real da cuenta de la imposibilidad lógica de escribir la relación sexual, pese a lo cual se goce sexualmente . Es justamente este goce que queda por fuera de la significación, pero mordiendo el cuerpo como el “sonido del trueno fuera de sentido” encarnado en el cuerpo como la pura fuerza de la naturaleza, lo real mismo.”. (3)
En el texto « Hablo a las paredes » Lacan toma el ejemplo del pez torpedo, que descarga electricidad en quien lo toca. (4) Es un ejemplo que ilustra muy bien como la descarga deja la traza, escribe el goce, y esto antes de que haya sujeto alguno. Fuimos alcanzados por un Uno real, absolutamente no subjetivable, que sin embargo produce una agitación, una percusión en el cuerpo de pura iteración.
Notas:
1.- Testimonio de Andrés Vieira
2.- Lacan, J. Seminario 21. “Los no incautos yerran”. Lección del 12 de febrero 1974.
3.- Testimonio de Andrés Vieira
4.- Lacan, J. “Hablo a las paredes”p.66