Juan Fernando Pérez destaca en su artículo el anudamiento que existe entre el delirio, la debilidad mental y la duperie (engaño) para situarlos en la dimensión del cuerpo hablante. Estas elaboraciones no son sin consecuencias teóricas y clínicas.
En su conferencia sobre el cuerpo hablante, J.-A. Miller expone algunas tesis sobre lo que designa como la trilogía de hierro, esto es sobre el conjunto formado por el delirio, la debilidad mental y la duperie(1) que caracteriza a los parlêtres.
Reúne así tres fenómenos que propone ser tratados en su mutua determinación, en tanto la “debilidad consagra al cuerpo hablante como tal al delirio”, a lo cual añade que de la “debilidad al delirio la consecuencia es buena. La única vía que se abre más allá es, para el parlêtre, hacerse un dupe (engañado) de un real”. Se reconoce así el anudamiento que existe entre los tres hechos, lo cual comporta consecuencias teóricas y clínicas. Como se aprecia, hay en ello una decantación de la tesis de Lacan de 1978 según la cual “todo el mundo es loco, es decir, delira”. Algunos puntos mínimos que es posible precisar al respecto son los siguientes:
1.- Lacan propone dos tipos de engaño para el parlêtre; y Miller recoge esa diferencia en su conferencia de París. El uno, como aquello que caracteriza al parlêtre en general (“el engaño por lo posible”) y otro, como objetivo de un análisis (“dejarse engañar por su real… la única lucidez que le está abierta al cuerpo hablante para orientarse”). Esa diferencia es indispensable tenerla en cuenta al referirse a la trilogía de hierro.
2.- Es importante en un análisis definir los mitos infantiles del analizante como forma primordial que adopta el delirio, si bien éste va más allá de los mismos; ello permite situar múltiples hechos tanto acerca de las lógicas del parlêtre ante sus modos de goce como para la dirección de un análisis.
3.- La debilidad es un concepto que tiene diversas definiciones en Lacan. La ubica inicialmente en la esquizofrenia para hacer finalmente de la debilidad un rasgo general del parlêtre. Por tanto conviene reconocer sus cambios en Lacan hasta situarla en la dimensión del cuerpo hablante, en lo cual la creencia es esencial.
4.- Ante la pregunta acerca de si el orden en el cual Miller agrupa los tres términos indica una secuencia causal, o está destinada a señalar un ordenamiento para la clínica, es posible afirmar que, en principio, causalmente el delirio determina la debilidad y ésta abre la posibilidad al engaño, si bien finalmente se produce una mutua determinación, un anudamiento. Por tanto, ya que el análisis del parlêtre implica la exigencia de “jugar la partida entre delirio, debilidad y duperie” conviene situar en cada caso las correlaciones que se establecen entre los tres elementos para considerar su función y su valor real en cada parlêtre.
Como se ve, las consecuencias que se pueden extraer de lo anterior son múltiples tanto en lo teórico como para la práctica analítica.
Nota: