1.- Los tres conceptos R-S-I, son equivalentes, ninguno predomina sobre el otro, lo cual, dicho sea de paso, es una lectura femenina del texto, bien por eso.
2.- El inconsciente freudiano, transferencial, está cargado de todo el sentido edípico y de la ley del padre.
3.- La pluralización de los Nombres del padre nos conduce a una clínica no estructural sino de nudos, una clínica de los goces. Delimitando aquello que del goce no pasa por la ley paterna.
4.- Cernir estos goces puede hacerse pensando en lo real del goce, y no en el sentido–gozado, es el goce en el cuerpo, fuera del goce simbolizado. Aquello que mortifica a la carne.
5.- La clínica de lo simbólico–imaginario es una clínica sintomática y fantasmática. La clínica de lo real es una clínica sinthomal, donde síntoma y fantasma van juntos, pero fuera del sentido–gozado. Es el núcleo real del inconsciente transferencial. Lo real del inconsciente es el cuerpo–hablante, dice Miller. Es lo real de lt;>a, que se lee: lo real del sujeto es posible que sea a.
Es interesante, puesto que esta fórmula lleva a pensar lo imposible de decir, es decir su par, y de nuevo estaríamos en RSI.
De donde cuerpo hablante=a, una letra que señala un agujero, sin par, estamos más cerca de lo real y de la letra, del hueco y la letra.
6.-Pero, se trata ahora de bordear el agujero, luego de visualizarlo hay que asirlo.
7.-Entonces, surge el concepto ya no de lo real del inconsciente transferencial, sino de Inconsciente Real, que sería parlêtre, o hablar-a-la-letra. Es el balbuceo inicial, antes del big-bang, el letrismo o neo-letrismo, letras que no remiten a ninguna significación ni diferencia.
No sería el cuerpo hablante sino: un cuerpo–letra, in–edito.