A partir de un trozo de una obra literaria preciso y precioso, Mayra de Hanze nos lleva a pensar la articulación que puede o no hacer converger el síntoma con el escabel. ¡Buena lectura!
Lacan designa el sinthome madaquin y el sinthome roule, como el sinthome ortodoxo y el sinthome herético respectivamente, esto nos permite entender que la perspectiva llamada herética, implica que la ortodoxia (lo normal) no es más que un régimen particular del sinthome, del mismo modo que una secuencia, normada, regulada, no es otra cosa que una secuencia cuya ley de formación se dio al principio (con el Nombre del Padre) para evitar todo suspenso y toda sorpresa.
El sinthome roule es el síntoma desnudado en su estructura y en su real, el madaquin es el sinthome elevado al semblante, vuelto maniquí, y velado por las sublimaciones disponibles en la tienda de los accesorios: el ser y su esplendor, lo verdadero, lo bueno, lo bello, etc.
Lacan nombró el medio elevatorio de la sublimación como operación ascensional con el término hegeliano de Aufhebung, pero en su escrito “Joyce el Síntoma” le da el nombre más expresivo de “escabel”
El escabel hace hincapié en el cuerpo. Así mismo, Lacan designa el sinthome como acontecimiento corporal, que no es el síntoma freudiano como verdad. Joyce, hereje, partidario del sinthome roule, priva al sinthome de su madaquinismo, pero esto no le impide querer treparse con su sinthome al “l´SK beau” de la obra de arte.(1)
Si Lacan se apasionó por Joyce, es por haber sabido hacer converger el síntoma con el escabel. Hacer del síntoma un escabel tal vez sea lo que ocurre en un pase.
Lo que enseña Joyce al psicoanálisis es que el sinthome, es lo que ya está, es nuestro punto de partida, nuestro marco, nuestra boya (2).
Por ello dirá Stiglizt recordando a Elliot, “nuestro recorrido finalizará en nuestro punto de partida para reconocerlo por primera vez”
De este modo el sinthoma es una suplencia cuya finalidad es la de servir para salvarse de un naufragio, es decir, promover un saber hacer.
Juan José Millas, da cuenta en su obra “La mujer loca” del funcionamiento de un sinthome sin que se sepa de él. Millás se interesa por la asimetría corporal y mental de Julia, ha sido sensible a los agujeros abiertos en el yo de ésta, más allá del zurcido que ha realizado.
La joven le pregunta a Millás ¿es normal que se me aparezcan frases? Se me aparecen frases con problemas y pretenden que yo se los solucione. ¿Y tú qué haces? interroga Millás. Les pido que se quiten la ropa y que se tumben en la camilla, para examinarlas.
Julia le revela a Millas que está aprendiendo a meditar para conquistar el silencio, que es el único fenómeno de este mundo que carece de gramática, al carecer de sintaxis y morfología, podría echar de su mente el ruido y las personas imaginarias que la visitan en su cabeza.
Notas:
1-. J.A. Miller. Nota paso a paso, Seminario 23- Lacan, pg. 204, Editorial Paidós, Bs As, 2006.
2-. Gerardo Arenas. Sutilezas, pg. 141.