La selección y traducción de nuevos textos que conforman la « Conferencia del Pase » realizada el 16 y 17 de enero en Paris, y que se publicó en el JJ N° 90 como brochure del pase, nos permite continuar de cerca el debate que se realizó entre colegas de la ECF. Algunos de ellos hacen referencia a cambios e impasses en la configuración del pase en la ECF, otros sobre el lugar y consideraciones tanto del cartel en la actualidad como sobre su posible porvenir. Estos textos llevan también la particularidad de su impronta testimonial. Este nuevo grupo de textos seleccionados tienen la finalidad de transmitir un debate que, si bien por un lado muestra un aspecto local de cuestiones propias de la ECF, sin duda traspasa la frontera mundial en su relación a la Escuela Una y al porvenir del psicoanálisis. Dudy Bleger Marzo de 2010 Sobre « la muerte del pase » Lilia Mahjoub Cf. El JJ n° 72 (11 de diciembre de 2009) o la brochure del debate sobre el pase n° 1 y el JJ n° 74 (12 de diciembre de 2009) o la brochure del debate sobre el pase n° VII. Quisiera en principio rectificar un error que se deslizó en el texto que escribí en el JJ n° 72. No es en noviembre de 2006 que se produjo la suspensión del tratamiento de las demandas de entrada en el dispositivo del pase, sino en noviembre de 2005. Es también en noviembre de 2005 que la Asamblea general aprobó, por unanimidad, una resolución concerniente al reglamento interior. En efecto, con la entrada en vigor de los nuevos estatutos de la ECF, el proyecto de reglamento interior que precedentemente había sido aprobado en 2003 no era ya aplicable, porque no estaba en conformidad con estos nuevos estatutos. La Asamblea general dio así todos los poderes al Consejo para poner el reglamento interior en conformidad con los estatutos. No fue pues sino en octubre de 2006, o sea después de que la Escuela obtuvo una respuesta favorable a su demanda de reconocimiento de utilidad pública, y en la Asamblea general cuando el reglamento fue votado. En lo concerniente a la Comisión de la formación psicoanalítica, dicho de otra manera la Comisión del pase, está estipulado en ese Reglamento interior, en el artículo 22, que « la composición y el funcionamiento de la comisión serán definidos como resultado de una reflexión que debe tener lugar en 2007 ». El reglamento interior no ha sido modificado desde entonces. Si las demandas fueron suspendidas, fue para dejarle lugar a una reflexión sobre el pase para la cual constatábamos que este no tenía fuerza, como lo escribí en el JJ n° 72. Le había parecido importante al Consejo no proceder a una renovación sistemática de carteles, haciendo elecciones prematuras, sino más bien interrogando lo que la Escuela buscaba para el pase. De ahí la organización de un nuevo seminario de reflexión, una jornada completa, el 21 de enero de 2007, precedida de una velada de preparación en la ECF, sobre el procedimiento del pase. Como resultado de esta reflexión, se anunció claramente que el Consejo haría o no las modificaciones necesarias en lo concerniente al reglamento interno del procedimiento del pase, a no confundir con el reglamento interior de la Escuela que, lo repito, sigue sin cambios al día de hoy, y desde 2006. En necesario tener en cuenta que toda modificación del mismo debe obtener la aprobación del ministerio del Interior. Por el momento, es el mínimum lo que ha sido redactado en lo concerniente a la Comisión del pase, como lo mencioné más arriba a propósito del artículo 22. Finalmente las elecciones para la constitución de los carteles debían estar organizadas como resultantes del seminario sobre el pase del 21 de enero de 2007. Lo que tuvo lugar en mayo de 2007. Los nuevos carteles se constituyeron a principios de julio de 2007. Para volver a « la muerte del pase », es verdad que algún aspecto del pase estaba petrificado, y esto desde hace un cierto tiempo. Esto se expresó tal vez a partir de la frase que François Leguil pronunció en una Jornada de los AE, y de la cual una significación ha sido difundida bajo el modo: el pase está muerto, e incluye a los AE entonces en función, lo que escribí ya en el JJ n° 72. El clima era mortífero, digámoslo así, pesado y no generando más que queja y decepción. Las últimas Jornadas de la Escuela han conocido un clima completamente diferente, lo que no vuelve al contraste sino más contundente. Este aspecto mortífero se concentraba pues sobre el pase, porque no era que todo el clima de la Escuela estuviera tocado. Otros acontecimientos le aportaron algunas alegrías, pero digamos que el pase muestra ser un verdadero barómetro y que no hay que descuidar su lectura. Cuando la libido no produce ese aspecto palpitante, entusiasta y gozoso, como lo hemos conocido en las últimas Jornadas de la Escuela, queda eso a lo que se puede reducir toda pulsión, es decir, su dimensión mortífera. Es pues la pulsión de muerte que estaba a la obra, silenciosa pero sin embargo destructiva. El psicoanálisis como tal, en intensión, estaba pues en caída libre. Ahora bien, solo la transferencia es susceptible de reanimar esta pérdida de vida. Se puede así comprender lo que pasó en las Jornadas. Es la transferencia la que, gracias a las iniciativas de Jacques-Alain Miller, ha operado y que volvió a poner en carrera la suposición de saber necesaria a toda acción en el campo del psicoanálisis. Esta suposición de saber, relativa al sujeto supuesto saber que vehiculiza la transferencia, estaba completamente caída, como efecto del hecho de la poca presencia de las enseñanzas sobre el pase en la ECF. Los carteles del pase no enseñaban más desde hacía mucho tiempo, salvo desde 2008, donde hubo una reposición con las « Tardes del pase », pero poco frecuentes y espaciadas, no fueron suficientes frente al mal que había ganado al pase en la Escuela, y no al pase como tal, aquel inventado por Lacan, y al cual como experiencia de la Escuela todo el mundo parece referirse. La Escuela que, desde hace algunos años ha salido de sus muros, para expresarse públicamente, comprendido ahí lo que concierne al testimonio de sus AE, en las Jornadas de la Escuela por ejemplo, o sobre otros temas, como sobre la plaga de las TCC, ha dejado entre sus muros enseñanzas que si bien no desaparecen, al menos se reducen a algo penoso. No es más posible, en mi humilde opinión, dar marcha atrás, sino que se trataría más bien de repensar todo, de innovar, de aligerar ese clima, y esto, no dejándolo solo librado al automatón que termina por alisar todo, incluso hastiar, y al final de cuentas por hacer caer a la Escuela en un aburrimiento mortal, como se dice. Si los carteles del pase han enseñado desde el comienzo, en 1983, su enseñanza estaba abierta a los invitados y no concernía a la clínica en juego en el pase ni, por lo tanto, a la doctrina que se podía elaborar de la misma. Se trataba más bien de exposiciones teóricas, con frecuencia crípticas, para no decir idiolécticas. No es sino en 1990, con las tardes de los carteles del pase, que ha sido cuestión de los testimonios propiamente dichos en esta enseñanza. Se trata pues de encontrar un modo que respondiera al aire de los tiempos, a semejanza de las Jornadas, para restituir un pase vivo, esto es, haciendo tabla rasa del pasado. Esto no sabría ser una enseñanza encerrada en la Escuela, incluso confidencial. Lo que no quiere decir que los carteles carecerían entonces de reserva sobre lo que escucharon en el curso de los testimonios. Estas enseñanzas deben vivir a la hora de la apertura de Escuela al mundo, como lo han iniciado los Foros aunque no hayan tratado del psicoanálisis puro. Pero a su manera las últimas Jornadas de la ECF realizaron esta confluencia, en el espíritu Foros. Comencé un trabajo sobre los elementos históricos relativos al funcionamiento del dispositivo del pase en la ECF, a los fines de recoger las informaciones necesarias, incluso de los puntos de referencia sobre ese funcionamiento y sobre lo que lo ha rodeado en la Escuela. Esto permitirá hacer una lectura más sintética sobre lo que se ha hecho a este nivel en la Escuela, sea para bien o para mal, no importa. No se trata de erigir esta lectura en requisitoria o en proceso del pasado. Es la experiencia de la Escuela la que permitirá juzgar, porque esta experiencia con sus agujeros, sus faltas, sus fracasos, no guarda menos su valor para la Escuela y para el lugar que la misma tiene hoy en día, y sobre todo para el psicoanálisis, a condición no obstante de que pueda prolongarse y que no nos sujetemos demasiado a lo que parece ser hoy, a través de la Escuela. ¿No decía Lacan que lo que iba contra el discurso analítico era la existencia del grupo psicoanalítico, o sea lo que él llamaba « las sociedades existentes »? Traducción: Viviana Fruchtnicht Pase y Foros: 9 señalamientos Agnès Aflalo 1- Un hecho: si la inversión en los Foros no hubiese tenido lugar, el psicoanálisis de orientación lacanianca y luego el pase no habrían sobrevivido en Francia. Habría devenido ilegal como en Inglaterra. 2 – El rol y la función de los AE es la de hacer existir el DA. J. Lacan fundó su Escuela en respuesta a los desvíos de la IPA, quienes –encerrándose en un dogma religioso- perdieron el acceso al DA, lo que le valió la excomunión. La actualidad le ha dado una vez más la razón, porque los responsables de la IPA han vendido el DA a las TCC. Si se está de acuerdo sobre la idea de que la Escuela del pase tiene la responsabilidad de hacer existir el DA, entonces es importante darse los medios políticos, estratégicos y tácticos. ¿Quién mejor que un AE para encargarse de esto, que sea él el que decida hacerse responsable del DA y de sus consecuencias? 3 – Los tiempos modernos son los del Amo TCC o del Amo bajo la influencia de las TCC, que han declarado la guerra al DA. Octubre de 2003 ha sido el instante de ver. Enero de 2004: el momento de concluir y por ende de tomar la decisión de librar batalla. Hasta el presente el efecto Foros y LNA al que la Escuela se asoció han hecho retroceder al Molok. La cuestión se plantea sobre ¿cuánto puede durar todavía el tiempo para comprender que en esto se juega la sobrevida del psicoanálisis de orientación lacaniana sin tomar el riesgo de su desaparición? 4- El mundo ha cambiado sin que nos hayamos anoticiado. ¿Rechazo o defensa? Sin duda las dos. Sin la interpretación inmediata de Jacques-Alain Miller, quien ha hecho una demostración en acto de la eficacia de los conceptos del DA con los Foros y Le Nouvel Âne (N.de T.: El nuevo Asno), el psicoanálisis de orientación lacaniana no sólo habría ridiculizado su saber, habría sido borrado del mapa. ¿No se puede esperar legítimamente de los AE que sean la vanguardia que vigile para que esto no advenga, nunca más? 5 – La idea de que el AE serviría únicamente al psicoanálisis en intensión me parece un contrasentido y con riego de ser fatal al psicoanálisis y a su ética, incompatible con las TCC. 6 – J. Lacan tenía seguramente la idea de esto cuando escribe el « Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI » (Autres écrits, p. 571), del que J.A. Miller ha mostrado, en su curso, que se trata del último escrito sobre el pase. Selecciono aquí un breve pasaje centrado alrededor de la cuestión que plantea Lacan sobre el pasaje a analista que es el corazón del pase: « La cuestión sigue siendo lo que puede empujar a cualquiera, sobre todo después de un análisis, a hystorizarse de sí-mismo… Dicho de otra manera, hay casos en los que los empujar a ser analista otra razón que la de instalarse, es decir recibir lo que se llama corrientemente la guita (N.de T.: en Argentina el término usado habitualmente es: guita, en otros países de habla hispana: pasta). Es necesario reconocer que es exigible la cuestión de otra razón»[1] ¿Cómo comprender esta otra razón? Hipótesis: cuando opera, el analista está desabonado del inconsciente. Está entonces privado de un goce-sentido que retorna bajo la forma de la acumulación del plus-de-goce inherente al ejercicio de un trabajo y que es el de: « recibir eso que se llama corrientemente la guita (la pasta)»[2]. No alcanza pues con hacer existir en acto este discurso analítico para un otro analizante, aun en serie. Esto sería un singular « amor al prójimo », es decir un retorno al Discurso Amo religioso, incluso a los ídolos psicoanalíticos, pero no se trataría del DA digno de la Escuela y de los AE que han probado hasta sus últimas consecuencias que el A no existe. Se plantea pues la cuestión de saber qué otra razón puede empujar al acto analítico – acto en el sentido del AE. Este acto implica en efecto la reposición en función del Otro y su estructura de falta, al mismo tiempo en que se ha extraído de esta la consecuencia del discurso analítico, y que esta es irremediable para sí-mismo. Lo que empuj-a al acto analítico está en relación con el objeto que no es más tapón. Lo que empuja es pues el encuentro con la Causa analítica. Ella implica una renovación de la práctica de la escritura (la otra razón no está más sujeta a la escritura de la letra ligada al objeto a, la otra razón está sujeta a la otra escritura de nudos porque lo imposible de la relación sexual ha sido alcanzado. La otra razón genera otra satisfacción, la de extraer de lo real un nuevo saber. Más allá del pase extraordinario, pase conclusivo del análisis que produce el AE, podría tratarse de aislar otros momentos de pase ordinario y que consisten en cogitar lo suficiente para extraer trozos de saber que puedan asegurar el relanzamiento del discurso analítico en el mundo. En este sentido enseñar es no cesar de hacer el pase, nunca más. 7- En una Escuela de psicoanálisis en el S XXI, es por la enseñanza que se opera ese retorno de la transferencia, que es también un retorno a la posición analizante. La escritura y su otra satisfacción toca a lo real, pero no a lo verdadero. Es también necesario volver a pasar por el dicho analizante, la palabra, porque construir y transmitir un saber que haga enseñanza está sometido a la condición de que el efecto de verdad y de real estén articulados, ergo en la palabra únicamente. Esto es verdad del pase conclusivo, extraordinario, y es también verdad del pase ordinario. Por poco que sea que ese deseo de extraer un nuevo saber flaquee, lo que queda entonces, es el deseo puesto en función en las curas y que se impone con su plus-de-gozar, que es el dinero ganado en el trabajo. 8- Los Foros han comenzado el análisis del malestar que venía de cristalizar. No tuvieron lugar solamente en Paris, han tenido lugar también en provincia. Cada uno de los miembros del pueblo analítico que se ha expresado ha intentado explicar, explicarse, de rendir las cuentas porque cada uno ha percibido que el discurso analítico podía desaparecer. ¿La enseñanza de los AE no debe también inscribirse en esta dimensión política del análisis del discurso del Otro, único acceso posible para alcanzar su reverso que es el DA con la Causa analítica a la que sirve? ¿El servicio de la Causa analítica en acto no es esta otra razón a la que J. Lacan se refiere en este escrito? ¿No es haberlo desconocido lo que ha conducido a los impasses del pase? Los analistas se han dejado sorprender en parte porque ellos han dejado de analizar al amo contemporáneo. No han tomado en serio las recomendaciones de J. Lacan de comentar y de interpretar los campos conexos al psicoanálisis: psiquiatría, psicología, pero también el psicoanálisis de otras asociaciones (IPA). La consecuencia de esta ignorancia, más o menos menospreciante, es que estas disciplinas han tomado el poder ante la indiferencia hasta octubre de 2003. 9 – La Escuela del pase, en Europa y en el nuevo mundo, no puede existir más en adelante si no comprende que deberá defender activamente el DA, que no es más beneficiario de los privilegios de otra época. Lo real no cesará jamás de engendrar su propio desconocimiento. Es verdad tanto del síntoma como del malestar en la civilización. Será siempre necesario un esfuerzo más para extraer un saber que no los desanude, un saber que pase por un testimonio directo para ser digno de una enseñanza en general y ergo también de un AE de la Escuela. ¿No es esta dimensión la que se manifestó con agudeza en los Foros y que ha sabido así aliarse masivamente a nuevos deseos? Traducción: Viviana Fruchtnicht El jurado de consentimiento Bernard Lecoeur La Conferencia ha permitido que algunos ojos se abrieran, incluso los míos, sobre un punto capital: los carteles habiendo oficiado en tanto que jurado del pase no han podido escapar, -¿a veces? , ¿frecuentemente? -, a lo que Lacan ha llamado « el efecto de grupo ». En grados diversos y según una frecuencia variable, esos efectos han existido, se han vuelto sensibles con una evidencia más o menos marcada. Una cosa es segura, no han faltado a la cita. Nada de esto es muy sorprendente porque, como tal, el cartel es un grupo, aun siendo pequeño. El efecto de grupo es el producto de una desorientación, de una suerte de cambio de rumbo en el orden del discurso. Es un despistaje que conduce a esterilizar los efectos de circulación, de desplazamiento. Esta traba del movimiento se produce cuando se instala sobre la escena un objeto extraño, por supuesto no desconocido, llamémosle con Lacan lo obsceno. Lo obsceno tiene tendencia a presentarse siempre con un mismo perfil, el de un « se dice que… », el de un saber propagado, arrancado de sus raíces, y que por esta razón no tiene que rendir cuentas a nadie. Es bajo esta forma que lo imaginario viene a amalgamarse al trabajo engendrado por el discurso, como una máscara que no se ve. Tal efecto de grupo aplicado al recibimiento que un jurado del pase debe reservar al decir del pasante es mucho más que una distracción. La denominación cartel no es suficiente para asegurar un funcionamiento en el que el trabajo propio de cada uno iría a converger en una decisión de conjunto. La ausencia de enseñanza del jurado, desde hace más de diez años, ha sido ciertamente un factor determinante en la deserción de la que el pase ha sido objeto. Remarquemos cuánto esta carencia remite a esas « puestas a cielo abierto periódicas », a las que Lacan invitaba al cartel. No dejar plantados a los progresos del trabajo ni tampoco a sus estancamientos. ¿La fórmula del cartel le conviene todavía al dispositivo del pase? ¿No está hoy en día reducida a engañar, proporcionando una falsa garantía? A propósito del jurado de consentimiento: la « Proposición sobre el pase », desde su primera versión, no indica de qué estructura debería proceder sino que detalla su composición, la cual es puesta en relación con la diversidad de las funciones: tres AE, tres « psicoanalizantes en el pase » (pasadores), más el director de la Escuela. Ausencia, entonces, de cualquier modelo de grupo sobre el cual se debería regular el jurado de consentimiento salvo, tal vez, aquel que permitiera no extraviarse demasiado sobre la cuestión del cero. Mantener esto siempre en alerta a fin de que no vengan a sustituirlo ahí los « semblantes de un barcaje » (N.de T.: del francés batelage: barcaje: transporte de una carga en una barca) es, en efecto, una de las tareas a la cual debe buscar igualarse el jurado de consentimiento. Para esto, nada menos que no engañarse sobre lo vacío y la nada, sobre lo que diferencia una marca para la medida y el elemento neutro, o aun llegar a discernir la incompetencia de lo no-marcado de la inocencia. Sin duda este es el momento de repensar el dispositivo del pase, a partir de su aptitud para acoger la diversidad bajo la cual se presentan los hechos de pase hoy. No olvidar que las condiciones de recibimiento, de la oferta, no son sin consecuencias sobre las formas que puede tomar un relato. Para recordar, se puede releer la conclusión del informe de 2003 del cartel del pase (A6): « Hoy, el rasgo remarcable es el de la variedad. Cada pase pone por adelantado que su primer interés es en principio el de no parecerse a ningún otro. De donde se desprende que una interrogación sobre la transmisión misma de esta experiencia no es parecida a ninguna otra. Si la certidumbre de que existe un momento del pase en la cura – designado como « pase 1 »- es ampliamente compartida, las condiciones de transmisión de este momento no dejan de estar menos planteadas desde que la demostración y la argumentación no representan ya los modos de exposición mejor adaptados para rendir cuenta del mismo». Traducción: Viviana Fruchtnicht ¿Qué quiere del pase la Escuela? Françoise Labridy La insistencia de Lacan en instaurar un dispositivo que rinda cuenta de la experiencia analítica empujada hasta su punto más extremo para un analizante, signa el « deseo del analista » en la necesidad de que la orientación lacaniana del psicoanálisis continúe viviendo en el mundo. Él ha querido instituir ahí un dispositivo en su Escuela, sin estar siempre satisfecho de sus resultados. Nada nos asegura que el psicoanálisis no pueda desaparecer si las condiciones de renovación no tienen en cuenta las transformaciones del mundo contemporáneo, y que las nuevas coordenadas de lo que es vivible de la experiencia analítica no puedan ser anticipadas. Los intercambios en la Conferencia del pase del 16 y 17 de enero de 2010, han señalado a la vez la importancia del dispositivo, la necesidad de vigilancia de cada uno a cada uno de los lugares de este y su fragilidad en cuando a una cierta inercia que se apodera del mismo. Este « deseo de pasar » que revoluciona a un sujeto en su experiencia analítica empuja a transformar lo instituido. Es más fuerte que los reglamentos. En las Jornadas de noviembre, este deseo de decir encontró el llamado hecho por J.-A. Miller. Es en varios, y de horizontes diferentes, de generaciones y formaciones diferentes, en sitios variados de la experiencia de la cura, que la apertura de los recursos más íntimos del análisis de cada uno se ha hecho pública. Deviniendo pasante-pasador sin saberlo, en esta prisa por decir algo cuyo lugar legítimo era anteriormente el dispositivo del pase, volví a encontrar preparando la intervención el entusiasmo encontrado siendo pasante. Al hablar de él mismo, el pasante no habla de sí, él deviene causa de algo que en parte lo supera, eso lo causa. Antes de ser nominado y de que lo sea o no, está el pasaje a una palabra que se decide a decir que lo que ha sido tocado de la « juntura más íntima de su ser » puede ser escuchado por otros, puede pasar al bien común. La efectividad de ese pasaje, él lo ofrece a la Escuela, sea cual sea el nivel de recepción. ¿Cómo puede la Escuela acoger los efectos de entusiasmo creados y prolongarlos? El conjunto del dispositivo del pase mantiene la apertura a lo real que el discurso del amo rechaza, incluso forcluye. ¿Cómo favorecer la entrada de un número más grande en el dispositivo manteniendo una elucidación de esta relación a lo real? La enseñanza de los carteles del pase es indispensable para desprender la clínica del pase. Poner en perspectiva las diferentes funciones en el dispositivo y extraer de ahí las enseñanzas sería necesario para aclararlo de otra manera, la de los pasadores, que quedan con frecuencia en la sombra, mientras que son placa sensible; la de los pasantes instituyéndose de una palabra marcada por una experiencia analítica íntima; la de los AE que después de un tiempo más restringido consagrado a la elaboración de su cura, podrían dedicarse, con otros, a los problemas cruciales del psicoanálisis y a la elucidación del mundo contemporáneo. Tareas que la Escuela tendría que poner en marcha. Traducción: Viviana Fruchtnicht Momentos de pase Ahmed Degachi Decir momentos – en plural- de pase – en singular- pone el acento sobre lo múltiple para calificar los atravesamientos que escanden el curso de un análisis. Son acontecimientos de pase. El momento conclusivo es ciertamente uno más pero no el único. Los atravesamientos pueden presentarse como los belvederes (N.de T.: miradores), puntos desde donde considerar y reordenar el camino recorrido para volver a partir y proseguir el trabajo analizante. Se podría estar tentado a inscribir esos momentos sobre una línea que tendría el pase conclusivo en su horizonte, salvo que de un solo golpe se lo idealice proyectándolo al infinito. Al contrario, tengo la idea de que tener en cuenta los momentos de pase articulados a un dispositivo de verificación subvierte el punto al infinito, que de único deviene múltiple y de exterior se encuentra incluido, alojado en el corazón del trabajo analizante. ¿En qué interesa esto a la Escuela? Puede ocurrir que en el decurso de tal o tal de esos momentos, el analizante se autorice a recibir una demanda de análisis. El se autoriza de sí mismo, ¿pero exactamente de qué? En mi caso, es un insight lo que resulta estar al principio de la autorización: «una nada detrás de la puerta », que lejos de presentarse como la fulguración del relámpago no ha tomado su valor sino bastante más tarde, en el après-coup del encuentro del deseo del analista, de mi analista. Es ahí que lo que yo puedo ahora llamar momento de pase ha encontrado su alcance de transmisión en la Escuela, en mi Escuela y más allá. ¿Qué lección? Que sea cual sea la modalidad del testimonio, indirecto –hice la experiencia en 1998 para entrar a la Escuela – o directo tomando la palabra en estas Jornadas de la Escuela tan particulares, el dispositivo debe ser verdaderamente ponderado para tener chance de ser verdadero. Traducción: Viviana Fruchtnicht
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