EL ESTADO ACTUAL DE LA POESÍA
Seminario de la Escuela sobre el estado de la civilización
Intervinieron: Mario Merlino. Poeta. Premio Nacional de traducción 2004: La voz vacilante,
Claudine Foos. Psicoanalista miembro de la ELP: Poética del tiempo,
Claudine Foos. Psicoanalista miembro de la ELP: Poética del tiempo,
Coordinación: Vilma Coccoz, Carmen Cuñat y Araceli Fuentes
Lacan, en la vía abierta por Freud, considera que en el psicoanálisis se trata de captar el deseo inconsciente y, como éste sólo puede ser captado a la letra, es deseable que el psicoanalista sea un letrado. Por ello trabajó incansablemente en el estudio del lenguaje, para que la experiencia de un análisis pudiera ofrecer, a quienes la concluyen, la conquista de un lugar nuevo en la relación con la palabra: una enunciación propia, inédita. Esta meta del análisis le vincula a la poesía, entendida como “la creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo.” (Seminario III, Las psicosis).
Pero no sólo el fin, también el corazón del trabajo del analizante tiene estrecha conexión con el hacer poético. Ahora, ¿qué pueden tener que ver los balbuceos del que intenta decir su malestar, sus inhibiciones, sus angustias, con el artífice de un soneto? Evidentemente se trata de una relación de homología, no de analogía. Ambos trabajan con el significante: uno para resolver el enigma de su inconsciente, el otro para producir enigmas y metáforas. Por eso no se trata del mismo sujeto, uno no sabe ni siquiera lo que dice, el otro es reconocido por su saber hacer con las palabras.
En su última enseñanza, ocupado por el estudio de la escritura, enfatiza Lacan la conexión del psicoanálisis y la poesía. Alarmado por el runrún del lenguaje, del discurso que gira sobre sí mismo como un disco rayado, valora el que la poesía consiga ejercer una violencia sobre la cristalización que produce el uso del lenguaje, de ahí que pueda obtener un efecto de verdad. Pero Lacan piensa que la poesía alcanza a producir, además de efectos verdaderos, un “efecto de agujero”. Y en ello asienta otra homología, esta vez con el decir del analista, con los efectos que debe producir su interpretación para que el análisis no se reduzca a un blablablá.
Seguimos a Jacques-Alain Miller cuando nos anima a acompañar, de forma reflexiva, las mutaciones de la civilización a las que estamos asistiendo en esta época post-paternalista, post-edípica de la práctica analítica. De esta manera podremos calcular los efectos de nuestra acción, en la medida en que la interpretación está estrechamente vinculada al valor de la palabra. De ahí que Miller haya llegado a decir en su seminario Un effort de poésie que “la suerte del psicoanálisis está vinculada al destino de la poesía.” En ese mismo seminario explica que la reconquista del Campo Freudiano por parte de Lacan no sólo fue posible gracias al “retorno a Freud” orientado por los aportes de Hegel y Kojéve, sino también por la influencia que tuvieron en él los poetas malditos. Baudelaire se hace eco de E.A.Poe cuando habla de “la gran herejía poética de los tiempos modernos”, la idea de la utilidad directa. Que la poesía sea útil, está fuera de duda, pero ése no es su fin, sino que adviene o se conquista por añadidura.
El psicoanálisis -continúa Miller- surgió como una objeción a las luces, a los pensamientos claros y distintos. El psicoanálisis es “el misterio de las luces.” Mallarmé, acusado de oscuro y hermético, elogia el “misterio de las letras.” En su texto advierte de los peligros de la comprensión, más bien, ruega a los lectores no comprender: Comprend pas!. El pensaba que el odio por lo oscuro tenía su origen en la parte oscura de todo ser humano que se intenta ocultar, velar con la conquista de la “utilidad directa”. Esta, dice, es la raíz de la intolerancia. A Lacan también se le tildó de oscuro, debido a lo que él mismo denomina su estilo “gongórico”. En su enseñanza la lógica no anula el enigma sino que le otorga su justo lugar. Los poetas malditos fueron “extraños en la ciudad”, porque clamaban ante los peligros de la modernidad, la “nueva harpía vestida de progreso”. Freud y Lacan también se alzaron contra las falsas creencias al destacar la importancia de la repetición frente a la exaltación ciega del progreso. Ahora la conocemos bajo la forma de la tiranía de la evaluación cuyo mensaje bien puede formularse: “déjennos calcular, por vuestro bien!”
Este desarrollo de Jacques-Alain Miller concluye con la observación de que el psicoanálisis demuestra la falsedad de las premisas de la evaluación, desbaratando el principio de la utilidad directa: el deseo no es conformista, es excéntrico, transgresivo, indómito. Al mismo tiempo, es radical e incomparable, no democrático. Y el goce es la objeción más fuerte a la utilidad directa, no sirve para nada, no hace bien, produce un jaque en la armonía de las funciones vitales.
Mario Merlino nos deleitó con la lectura de poemas de sus libros Arte cisoria y Missa pedestres.
Claudine Foos, cuyo texto transcribimos a continuación, indagó en los bordes comunes de la poesía y el psicoanálisis.
Un interesante debate, en un clima de admiración por la excelencia del decir poético, puso fin a esta reunión en la que salimos con renovadas ganas de leer poesía y de leer a Jacques Lacan.
Lacan, en la vía abierta por Freud, considera que en el psicoanálisis se trata de captar el deseo inconsciente y, como éste sólo puede ser captado a la letra, es deseable que el psicoanalista sea un letrado. Por ello trabajó incansablemente en el estudio del lenguaje, para que la experiencia de un análisis pudiera ofrecer, a quienes la concluyen, la conquista de un lugar nuevo en la relación con la palabra: una enunciación propia, inédita. Esta meta del análisis le vincula a la poesía, entendida como “la creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo.” (Seminario III, Las psicosis).
Pero no sólo el fin, también el corazón del trabajo del analizante tiene estrecha conexión con el hacer poético. Ahora, ¿qué pueden tener que ver los balbuceos del que intenta decir su malestar, sus inhibiciones, sus angustias, con el artífice de un soneto? Evidentemente se trata de una relación de homología, no de analogía. Ambos trabajan con el significante: uno para resolver el enigma de su inconsciente, el otro para producir enigmas y metáforas. Por eso no se trata del mismo sujeto, uno no sabe ni siquiera lo que dice, el otro es reconocido por su saber hacer con las palabras.
En su última enseñanza, ocupado por el estudio de la escritura, enfatiza Lacan la conexión del psicoanálisis y la poesía. Alarmado por el runrún del lenguaje, del discurso que gira sobre sí mismo como un disco rayado, valora el que la poesía consiga ejercer una violencia sobre la cristalización que produce el uso del lenguaje, de ahí que pueda obtener un efecto de verdad. Pero Lacan piensa que la poesía alcanza a producir, además de efectos verdaderos, un “efecto de agujero”. Y en ello asienta otra homología, esta vez con el decir del analista, con los efectos que debe producir su interpretación para que el análisis no se reduzca a un blablablá.
Seguimos a Jacques-Alain Miller cuando nos anima a acompañar, de forma reflexiva, las mutaciones de la civilización a las que estamos asistiendo en esta época post-paternalista, post-edípica de la práctica analítica. De esta manera podremos calcular los efectos de nuestra acción, en la medida en que la interpretación está estrechamente vinculada al valor de la palabra. De ahí que Miller haya llegado a decir en su seminario Un effort de poésie que “la suerte del psicoanálisis está vinculada al destino de la poesía.” En ese mismo seminario explica que la reconquista del Campo Freudiano por parte de Lacan no sólo fue posible gracias al “retorno a Freud” orientado por los aportes de Hegel y Kojéve, sino también por la influencia que tuvieron en él los poetas malditos. Baudelaire se hace eco de E.A.Poe cuando habla de “la gran herejía poética de los tiempos modernos”, la idea de la utilidad directa. Que la poesía sea útil, está fuera de duda, pero ése no es su fin, sino que adviene o se conquista por añadidura.
El psicoanálisis -continúa Miller- surgió como una objeción a las luces, a los pensamientos claros y distintos. El psicoanálisis es “el misterio de las luces.” Mallarmé, acusado de oscuro y hermético, elogia el “misterio de las letras.” En su texto advierte de los peligros de la comprensión, más bien, ruega a los lectores no comprender: Comprend pas!. El pensaba que el odio por lo oscuro tenía su origen en la parte oscura de todo ser humano que se intenta ocultar, velar con la conquista de la “utilidad directa”. Esta, dice, es la raíz de la intolerancia. A Lacan también se le tildó de oscuro, debido a lo que él mismo denomina su estilo “gongórico”. En su enseñanza la lógica no anula el enigma sino que le otorga su justo lugar. Los poetas malditos fueron “extraños en la ciudad”, porque clamaban ante los peligros de la modernidad, la “nueva harpía vestida de progreso”. Freud y Lacan también se alzaron contra las falsas creencias al destacar la importancia de la repetición frente a la exaltación ciega del progreso. Ahora la conocemos bajo la forma de la tiranía de la evaluación cuyo mensaje bien puede formularse: “déjennos calcular, por vuestro bien!”
Este desarrollo de Jacques-Alain Miller concluye con la observación de que el psicoanálisis demuestra la falsedad de las premisas de la evaluación, desbaratando el principio de la utilidad directa: el deseo no es conformista, es excéntrico, transgresivo, indómito. Al mismo tiempo, es radical e incomparable, no democrático. Y el goce es la objeción más fuerte a la utilidad directa, no sirve para nada, no hace bien, produce un jaque en la armonía de las funciones vitales.
Mario Merlino nos deleitó con la lectura de poemas de sus libros Arte cisoria y Missa pedestres.
Claudine Foos, cuyo texto transcribimos a continuación, indagó en los bordes comunes de la poesía y el psicoanálisis.
Un interesante debate, en un clima de admiración por la excelencia del decir poético, puso fin a esta reunión en la que salimos con renovadas ganas de leer poesía y de leer a Jacques Lacan.
Vilma Coccoz. Psicoanalista miembro de la ELP. Coordinadora.
POETICA DEL TIEMPO
Por qué este título, ¿por qué poética del tiempo?, debo decir que no lo busqué, más vale, según un dicho muy querido por Lacan, lo encontré o mejor aún, me encontró. Podría haber sido por ejemplo alguno que hiciera referencia concreta al tema de la reunión, algo del orden de “ poesía e interpretación en psic.”, en ese caso, hubiera sido buscado, y apuntando al saber. Sin embargo, cuando Vilma me urgió a titular la conferencia, lo que surgió, sin pensarlo, fue éste. Y no es casual, pienso ahora, en tanto, como el poema, no remite a la literalidad, más vale, es ambiguo. Y debe su razón de ser a la prisa, justamente al tiempo, ese mismo que tardó en hacerlo “caer”. Podemos pensar el psicoanálisis como una poética del tiempo? , tal vez, si entendemos éste como la operación merced a la cual, el analista corta el discurso del paciente, no de cualquier modo, no en cualquier momento. Porqué “ poética”? , porque no es un uso cualquiera del tiempo, es un uso del tiempo que se corresponde con una lectura particular, con la brevedad y también con la verdad en juego. Lacan, en su Seminário Momento de Concluir, el 20 de Diciembre de 1997, comienza diciendo que
“ …el analizante habla, hace poesía….” . Asociación libre entre el sentido y el sin-sentido, el borde del sin-sentido y el sentido nuevo, tan parecido a la creación poética , y termina afirmando “la poeticidad no consiste en agregar una ornamentación retórica al discurso, sino en una revalorización total del discurso y de cualquiera de sus componentes”. El analista, desde su lugar, no sólo escucha, lee. El analista es entonces un lector de un texto no cualquiera.
Qué quiere decir que el analizante es poeta, hace poesía? : es una cualidad del uso del lenguaje , allí donde resuena, en lo breve que evoca vía la metáfora, via la entonación precisa, más allá del blá blá que Lacan denuncia, y más acá de la posible interpretación de aquél que escucha. El analizante dice y se escucha decir aquello que no sabía que sabía. Es un encantamiento que sólo posibilitan la transferencia y el clima del que aquellos que se analizan pueden testimoniar. Entonces, allí, el corte viene a abrochar un decir que da cuenta de un paso donde las palabras supieron atrapar el gesto de un momento, una apertura.
Hilda Doolitle fue una poeta americana que se analizó con Freud sobre los años 30. Hay varios libros de ella traducidos. H.D. , tal como fiirmaba, escribió también uno en prosa sobre su análisis con Freud . Lo tituló “ Tributo a Freud”.
Por qué este título, ¿por qué poética del tiempo?, debo decir que no lo busqué, más vale, según un dicho muy querido por Lacan, lo encontré o mejor aún, me encontró. Podría haber sido por ejemplo alguno que hiciera referencia concreta al tema de la reunión, algo del orden de “ poesía e interpretación en psic.”, en ese caso, hubiera sido buscado, y apuntando al saber. Sin embargo, cuando Vilma me urgió a titular la conferencia, lo que surgió, sin pensarlo, fue éste. Y no es casual, pienso ahora, en tanto, como el poema, no remite a la literalidad, más vale, es ambiguo. Y debe su razón de ser a la prisa, justamente al tiempo, ese mismo que tardó en hacerlo “caer”. Podemos pensar el psicoanálisis como una poética del tiempo? , tal vez, si entendemos éste como la operación merced a la cual, el analista corta el discurso del paciente, no de cualquier modo, no en cualquier momento. Porqué “ poética”? , porque no es un uso cualquiera del tiempo, es un uso del tiempo que se corresponde con una lectura particular, con la brevedad y también con la verdad en juego. Lacan, en su Seminário Momento de Concluir, el 20 de Diciembre de 1997, comienza diciendo que
“ …el analizante habla, hace poesía….” . Asociación libre entre el sentido y el sin-sentido, el borde del sin-sentido y el sentido nuevo, tan parecido a la creación poética , y termina afirmando “la poeticidad no consiste en agregar una ornamentación retórica al discurso, sino en una revalorización total del discurso y de cualquiera de sus componentes”. El analista, desde su lugar, no sólo escucha, lee. El analista es entonces un lector de un texto no cualquiera.
Qué quiere decir que el analizante es poeta, hace poesía? : es una cualidad del uso del lenguaje , allí donde resuena, en lo breve que evoca vía la metáfora, via la entonación precisa, más allá del blá blá que Lacan denuncia, y más acá de la posible interpretación de aquél que escucha. El analizante dice y se escucha decir aquello que no sabía que sabía. Es un encantamiento que sólo posibilitan la transferencia y el clima del que aquellos que se analizan pueden testimoniar. Entonces, allí, el corte viene a abrochar un decir que da cuenta de un paso donde las palabras supieron atrapar el gesto de un momento, una apertura.
Hilda Doolitle fue una poeta americana que se analizó con Freud sobre los años 30. Hay varios libros de ella traducidos. H.D. , tal como fiirmaba, escribió también uno en prosa sobre su análisis con Freud . Lo tituló “ Tributo a Freud”.
También le dedicó un poema. Les leeré sólo algunos versos puntuales que me parecen ilustrativos sobre lo mencionado :
No, no vacilé,
Ví todo el milagro,
sabía que el viejo volvía esto soportable,
pero ¿cómo podía él ver, más allá,
lo imposible?
¿Cómo pudo saber
que cada gesto de esta bailarina
sería hierático?
Palabras fueron garabateadas en papiros
palabras fueron escritas cuidadosamente,
cada palabra fue separada
aún cada palabra dirigida a otra palabra,
y todo hizo ritmo
en el aire,
hasta ahora no adivinado,
ignorado.
Yo estaba enojada con el viejo,
quería una respuesta,
No, no vacilé,
Ví todo el milagro,
sabía que el viejo volvía esto soportable,
pero ¿cómo podía él ver, más allá,
lo imposible?
¿Cómo pudo saber
que cada gesto de esta bailarina
sería hierático?
Palabras fueron garabateadas en papiros
palabras fueron escritas cuidadosamente,
cada palabra fue separada
aún cada palabra dirigida a otra palabra,
y todo hizo ritmo
en el aire,
hasta ahora no adivinado,
ignorado.
Yo estaba enojada con el viejo,
quería una respuesta,
una pulcra respuesta,
cuando discutí y dije “bueno, dígame,
usted morirá pronto,
el secreto yacerá con usted”,
él dijo,
“eres poeta”;
Y más adelante :
Yo no sabía diferenciar
entre el deseo volcánico,
anémonas como ascuas
y fuego púrpura
de violetas
como calor rojo,
y la fría plata
de sus pies.
Y en otros versos :
su fama
será tan grande
que cualquiera que lo haya conocido
también será aclamado maestro,
profetizar,
interpretar.
Sólo yo,
yo escaparé.
Y fue él, él mismo, quien me liberó
de profetizar,
cuando discutí y dije “bueno, dígame,
usted morirá pronto,
el secreto yacerá con usted”,
él dijo,
“eres poeta”;
Y más adelante :
Yo no sabía diferenciar
entre el deseo volcánico,
anémonas como ascuas
y fuego púrpura
de violetas
como calor rojo,
y la fría plata
de sus pies.
Y en otros versos :
su fama
será tan grande
que cualquiera que lo haya conocido
también será aclamado maestro,
profetizar,
interpretar.
Sólo yo,
yo escaparé.
Y fue él, él mismo, quien me liberó
de profetizar,
él no dijo
“quédate,
“quédate,
mi discípula”,
no dijo,
“escribe,
cada palabra que yo diga será sagrada”,
no dijo “enseña”
no dijo,
“cura
no dijo,
“escribe,
cada palabra que yo diga será sagrada”,
no dijo “enseña”
no dijo,
“cura
o pon el sello
a documentos en mi nombre”.
No,
él era bastante indiferente,
“no discutiremos eso”
(dijo)
“eres poeta”.
Entonces me alejé
algo cegada por esa clase terrible de lágrimas
que no caen;
dije adiós
y ví su vieja cabeza
cuando se daba vuelta
mientras abandonaba la habitación
dejándome sola
a documentos en mi nombre”.
No,
él era bastante indiferente,
“no discutiremos eso”
(dijo)
“eres poeta”.
Entonces me alejé
algo cegada por esa clase terrible de lágrimas
que no caen;
dije adiós
y ví su vieja cabeza
cuando se daba vuelta
mientras abandonaba la habitación
dejándome sola
con sus viejos trofeos,
los mármoles, los vasos, la esfinge de piedra,
los mármoles, los vasos, la esfinge de piedra,
los viejos, viejos cántaros egipcios;
me dejó sola con esas cosas
y su vieja espalda estaba encorvada.
En el poema también hay corte. Es más, diría que el poema en sí mismo contiene, ES el corte, en tanto logra el máximo de sentido en la brevedad . ( “ Sueño con el silencio porque ya no suena”, dirá Szymborska) Basta pensar en el haiku como ejemplo paradigmático. Hay escritores que también hacen uso del corte, de la brevedad, como M. Durás, el argumento , en algunas de sus obras se desliza hacia casi la excusa para escribir, hilo conductor que deja traslucir que éste no comanda el escrito, sino la lengua desasida de ropajes . Es el goce de la letra despojado de todo artificio. Desnudo y crudo. Imprevisible como en el poema. Hasta en alguno de sus títulos hay corte, que es como decir , enigma :
“ Destruir, dice”.
Volviendo al título de hoy, proponer “ poética del tiempo” podría tener relación con ese encuentro particular entre analista y analizante como así también con cualquier otra cosa, diferente en cada uno de los que lo leyeron. Esa es la virtud de la palabra poética, del poema , en tanto abre en cada uno un escenario diferente, resuena en cada quien de forma inédita y peculiar. Apunta a la historia, y apunta a la erótica, entendida ésta como el aparato del deseo, al decir de Miller. El aparato del deseo no es igual para todo el mundo, y la poesía, como el psicoanálisis, están así fuera de toda norma.
El analista lee, pero también habla, subraya o recoge, murmura, asiente, exclama. El poema tiene sus ancestros en la palabra hablada, en el sonido presente en el ritmo y la sonoridad que hacen que todo buen poema pida ser leído en voz alta , tal como Borges señaló. La ya mencionada Hilda Doolitle , recalcó en su libro la cualidad del tono en las palabras de su analista. Saber decir, así como saber leer, no son ajenos a un saber decir un poema : se trata del sonido y el sentido. En el Seminario XXIV Lacan homologa poesía con resonancia en el cuerpo y es a propósito de la escritura china que hace un comentario sobre ello:
“ Hay algo que da el sentimiento de que no están reducidos a eso (los poetas chinos respecto de la escritura), es que ellos canturrean. François Cheng enunció delante de mí un contrapunto tónico, una modulación que hace que eso se canturree- pues de la tonalidad a la modulación, hay un deslizamiento”.
Si la poesía es resonancia en el cuerpo, es claro entonces que si hay poesía , hay acotamiento de goce.
En su Seminario 24, Lacan les dice a sus alumnos:
“Yo quisiera llamar la atención sobre algo: el psicoanalista depende de la lectura que hace de lo que dice el paciente. Y lo que escucha no puede ser tomado al pie de la letra… ¿La verdad despierta o adormece?. Me gustaría que antes de responder, leyeran a François Cheng, ya que con la ayuda de lo que se llama escritura poética ustedes pueden tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica”…
Esto daría cuenta del lugar de privilegio que Lacan le otorga a la poesía. “Yo no llego más en mi técnica a lo que ella sostiene, y agrega: “¿Estar eventualmente inspirado por algo del orden de la poesía para intervenir en tanto que psicoanalista? Esto es precisamente eso hacia lo cual es necesario orientarlos. (…) La metáfora, la metonimia, no tienen alcance para la interpretación sino en tanto que son capaces de hacer función de otra cosa, para lo cual se unen estrechamente el sonido y el sentido. Es en tanto que una interpretación justa extingue un síntoma que la verdad se especifica por ser poética.”
A los analistas no se nos escapa el efecto de una interpretación o una sencilla indicación dicha en la tonalidad precisa. Y preciso es el no desligar la sesión del difícil y frágil equilibrio de ese clima inédito que algunas recrean y que tiene relación directa con el encantamiento del lenguaje. “El modesto hechicero hace lo que puede con sus modestos medios.Una connotación desdichada, un acento erróneo, un matiz, pueden quebrar el conjuro” ( JLB)
Poder crear es también saber decir qué nos aqueja haciendo un uso de la lengua fuera de las normas que la comunicación como tal sustenta. Así,“comunicarse” y “comunicar” nada tienen en común con una sesión de análisis y , por descontado, tampoco con la poesía. Poema es todo aquello que está a años luz de querer comunicar lo que fuere. El poema está allí como constancia del instante, por ello, acontece, no puede ser convocado. Lo poético no se entiende. Es por tanto imposible explicar un poema.
Cualquiera que haya tenido una relación sostenida con la poesía sabrá de qué manera algunos versos pueden resonar cada tanto como jaculatorias. No en cualquier momento, no de cualquier forma. Es como un reflejo : la insistencia del ste. y su estela de goce. Algo de esto es lo que sucede en el diván : un recuerdo, un olor, abre el escenario de un mundo donde las palabras para nombrarlo surgen de un sitio insospechado, inédito : he ahí el asombro. Analizarse es abrir las compuertas al conjuro, al enigma. No se trata de cifrarlo ni descifrarlo de antemano, es, ante todo, ese instante precioso e iluminador de ver. Y esos son los efectos de verdad que el psicoanálisis comparte con la poesía, porque, si algo contiene en si mismo el poema es la capacidad de promover efectos de verdad, que son siempre de deseo. Es la verdad de lo poético que Paul Valery nombra cuando dice
“ aquello que no existe sino en el olvido de aquello que existe”, es decir, se trata del golpe de sentido que sorprende al sujeto, sobre lo que Lacan nos habla cuando sostiene: «La astucia del hombre es atiborrar todo eso con la poesía, que es efecto de sentido, pero también efecto de agujero. No hay más que la poesía, se los he dicho, que permita la interpretación. Es por eso que yo no llego más, en mi técnica, a lo que ella sostiene. Yo no soy bastante poeta»
Lacan amaba la lengua y los poetas, Le deleitaba, sin duda, la proximidad que hay entre la poesía y el lenguaje del inconsciente. Podemos creer que, sobre todo, le encantaba, en el poeta la lalengua -lalangue-, la infiltración en la lengua de un goce propio del sujeto, estrictamente privado y que, sin embargo, se ofrece a la lectura, se transmite al vacío del sentido alterado.
En efecto, nadie mejor que los poetas pueden conducirnos a esa región donde el sentido vacila, desfallece, tropieza, se derrama o encalla, donde el goce de la lengua aflora, donde la lengua finalmente aparece en su dimensión de órgano.
Su obra, sus Seminarios, están jalonados de referencias poéticas y de poemas. Así, nos dice : « No soy un poeta, sino un poema. Y que se escribe pese a que tiene aires de ser sujeto », o « Las jaculaciones místicas y los Escritos de Jacques Lacan son del mismo registro » otras, pronunciándose maliciosamente contra las ilusiones de la comunicación « Estos Escritos, ya se sabe, no se leen fácilmente … y a lo mejor la cosa llega hasta el punto de que no son para leer ».
Hay dos poemas de Jacques Lacan publicados. Uno, “ Hiatus Irrationalis” lo transcribió Victoriia Ocampo, amiga de Lacan a su hermana con la siguiente aclaración : “ Odia a a Paul Valéry y escribe versos valéricos. Estos, por ejemplo” :
Cosas, corra adentro el sudor o la savia,
formas, nazcan de la fragua o de la sangre,
su torrente no es más denso que mi sueño;
si no les mido con deseo incesante,
cruzo su agua, caigo hacia la orilla donde
atráeme el peso de mi demonio pensante.
Da con el suelo duro donde el ser se alza,
con el mal viejo y sordo, el dios sin sentido.
Pero, apenas muere el verbo en mi garganta,
cosas, nazcan de la fragua o de la sangre.
Naturaleza, -me pierdo en el flujo
de un elemento que hierve en mi y les subleva,
formas, corra adentro el sudor o la savia,
el fuego es quien me hace su inmortal amante.
Jacques Lacan (agosto 1929). Traducción de Annick Duny.
Esta versión es la de 1933, que contiene pequeñas modificaciones a la original de 1929.
Su segundo poema se esconde en los cuatro versos alejandrinos que guarda el cierre de La Cosa Freudiana.
Acotaremos también que Lacan fue un gran admirador de TS Elliot de quien comenzó a traducir sus poemas, y a cuyo libro La Tierra baldía rindió homenaje en “Función y campo de la palabra y del lenguaje”.
Poco antes de su muerte se preguntaba y dirigía su inquietud a las orejas de los analistas que lo escuchaban: « ¿Ser inspirado eventualmente por algo del orden de la poesía para intervenir en tanto psicoanalista? Es esto, en efecto, hacia lo que tienen que volverse… »
Para finalizar, les leeré unos fragmentos de un Seminario de JA Miller de hace pocos años. Se titula “ Un esfuerzo de poesía”.
“Una sesión de análisis es siempre un esfuerzo de poesía, una playa de poesía que el sujeto se procura en su existencia, la suya, gobernada por la utilidad directa. La poesía que acontece bajo la forma de una sesión de análisis quiere decir que yo no me preocupo de la exactitud, de la conformidad de lo que digo o de lo que quiero transmitir.
La sesión de análisis es un lugar donde el sujeto puede descuidar la búsqueda de lo que es común y concentrarse sobre lo que le es propio y sólo le ocurre a él. El sujeto no habla al analista, sino a « mi analista ». A ese, a uno extraído de la multitud. Tiene con él ese vínculo que es la lengua. Si la lengua es de todos, el destinatario es único.
Una sesión de análisis es como un paréntesis, nada más, pero nada menos. Un paréntesis en la experiencia minutada del sujeto contemporáneo, ese sujeto destinado a la utilidad directa.
La sesión analítica es una playa de goce sustraída a la ley del mundo, que también permite a esa ley del mundo ejercer su reino, procurándola un relevo, un respiro, un salto en el camino, mientras que prosigue esa extracción incansable de plusvalía que justifica, eso creemos, que existimos.”
Claudine Foos (Madrid).
me dejó sola con esas cosas
y su vieja espalda estaba encorvada.
En el poema también hay corte. Es más, diría que el poema en sí mismo contiene, ES el corte, en tanto logra el máximo de sentido en la brevedad . ( “ Sueño con el silencio porque ya no suena”, dirá Szymborska) Basta pensar en el haiku como ejemplo paradigmático. Hay escritores que también hacen uso del corte, de la brevedad, como M. Durás, el argumento , en algunas de sus obras se desliza hacia casi la excusa para escribir, hilo conductor que deja traslucir que éste no comanda el escrito, sino la lengua desasida de ropajes . Es el goce de la letra despojado de todo artificio. Desnudo y crudo. Imprevisible como en el poema. Hasta en alguno de sus títulos hay corte, que es como decir , enigma :
“ Destruir, dice”.
Volviendo al título de hoy, proponer “ poética del tiempo” podría tener relación con ese encuentro particular entre analista y analizante como así también con cualquier otra cosa, diferente en cada uno de los que lo leyeron. Esa es la virtud de la palabra poética, del poema , en tanto abre en cada uno un escenario diferente, resuena en cada quien de forma inédita y peculiar. Apunta a la historia, y apunta a la erótica, entendida ésta como el aparato del deseo, al decir de Miller. El aparato del deseo no es igual para todo el mundo, y la poesía, como el psicoanálisis, están así fuera de toda norma.
El analista lee, pero también habla, subraya o recoge, murmura, asiente, exclama. El poema tiene sus ancestros en la palabra hablada, en el sonido presente en el ritmo y la sonoridad que hacen que todo buen poema pida ser leído en voz alta , tal como Borges señaló. La ya mencionada Hilda Doolitle , recalcó en su libro la cualidad del tono en las palabras de su analista. Saber decir, así como saber leer, no son ajenos a un saber decir un poema : se trata del sonido y el sentido. En el Seminario XXIV Lacan homologa poesía con resonancia en el cuerpo y es a propósito de la escritura china que hace un comentario sobre ello:
“ Hay algo que da el sentimiento de que no están reducidos a eso (los poetas chinos respecto de la escritura), es que ellos canturrean. François Cheng enunció delante de mí un contrapunto tónico, una modulación que hace que eso se canturree- pues de la tonalidad a la modulación, hay un deslizamiento”.
Si la poesía es resonancia en el cuerpo, es claro entonces que si hay poesía , hay acotamiento de goce.
En su Seminario 24, Lacan les dice a sus alumnos:
“Yo quisiera llamar la atención sobre algo: el psicoanalista depende de la lectura que hace de lo que dice el paciente. Y lo que escucha no puede ser tomado al pie de la letra… ¿La verdad despierta o adormece?. Me gustaría que antes de responder, leyeran a François Cheng, ya que con la ayuda de lo que se llama escritura poética ustedes pueden tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica”…
Esto daría cuenta del lugar de privilegio que Lacan le otorga a la poesía. “Yo no llego más en mi técnica a lo que ella sostiene, y agrega: “¿Estar eventualmente inspirado por algo del orden de la poesía para intervenir en tanto que psicoanalista? Esto es precisamente eso hacia lo cual es necesario orientarlos. (…) La metáfora, la metonimia, no tienen alcance para la interpretación sino en tanto que son capaces de hacer función de otra cosa, para lo cual se unen estrechamente el sonido y el sentido. Es en tanto que una interpretación justa extingue un síntoma que la verdad se especifica por ser poética.”
A los analistas no se nos escapa el efecto de una interpretación o una sencilla indicación dicha en la tonalidad precisa. Y preciso es el no desligar la sesión del difícil y frágil equilibrio de ese clima inédito que algunas recrean y que tiene relación directa con el encantamiento del lenguaje. “El modesto hechicero hace lo que puede con sus modestos medios.Una connotación desdichada, un acento erróneo, un matiz, pueden quebrar el conjuro” ( JLB)
Poder crear es también saber decir qué nos aqueja haciendo un uso de la lengua fuera de las normas que la comunicación como tal sustenta. Así,“comunicarse” y “comunicar” nada tienen en común con una sesión de análisis y , por descontado, tampoco con la poesía. Poema es todo aquello que está a años luz de querer comunicar lo que fuere. El poema está allí como constancia del instante, por ello, acontece, no puede ser convocado. Lo poético no se entiende. Es por tanto imposible explicar un poema.
Cualquiera que haya tenido una relación sostenida con la poesía sabrá de qué manera algunos versos pueden resonar cada tanto como jaculatorias. No en cualquier momento, no de cualquier forma. Es como un reflejo : la insistencia del ste. y su estela de goce. Algo de esto es lo que sucede en el diván : un recuerdo, un olor, abre el escenario de un mundo donde las palabras para nombrarlo surgen de un sitio insospechado, inédito : he ahí el asombro. Analizarse es abrir las compuertas al conjuro, al enigma. No se trata de cifrarlo ni descifrarlo de antemano, es, ante todo, ese instante precioso e iluminador de ver. Y esos son los efectos de verdad que el psicoanálisis comparte con la poesía, porque, si algo contiene en si mismo el poema es la capacidad de promover efectos de verdad, que son siempre de deseo. Es la verdad de lo poético que Paul Valery nombra cuando dice
“ aquello que no existe sino en el olvido de aquello que existe”, es decir, se trata del golpe de sentido que sorprende al sujeto, sobre lo que Lacan nos habla cuando sostiene: «La astucia del hombre es atiborrar todo eso con la poesía, que es efecto de sentido, pero también efecto de agujero. No hay más que la poesía, se los he dicho, que permita la interpretación. Es por eso que yo no llego más, en mi técnica, a lo que ella sostiene. Yo no soy bastante poeta»
Lacan amaba la lengua y los poetas, Le deleitaba, sin duda, la proximidad que hay entre la poesía y el lenguaje del inconsciente. Podemos creer que, sobre todo, le encantaba, en el poeta la lalengua -lalangue-, la infiltración en la lengua de un goce propio del sujeto, estrictamente privado y que, sin embargo, se ofrece a la lectura, se transmite al vacío del sentido alterado.
En efecto, nadie mejor que los poetas pueden conducirnos a esa región donde el sentido vacila, desfallece, tropieza, se derrama o encalla, donde el goce de la lengua aflora, donde la lengua finalmente aparece en su dimensión de órgano.
Su obra, sus Seminarios, están jalonados de referencias poéticas y de poemas. Así, nos dice : « No soy un poeta, sino un poema. Y que se escribe pese a que tiene aires de ser sujeto », o « Las jaculaciones místicas y los Escritos de Jacques Lacan son del mismo registro » otras, pronunciándose maliciosamente contra las ilusiones de la comunicación « Estos Escritos, ya se sabe, no se leen fácilmente … y a lo mejor la cosa llega hasta el punto de que no son para leer ».
Hay dos poemas de Jacques Lacan publicados. Uno, “ Hiatus Irrationalis” lo transcribió Victoriia Ocampo, amiga de Lacan a su hermana con la siguiente aclaración : “ Odia a a Paul Valéry y escribe versos valéricos. Estos, por ejemplo” :
Cosas, corra adentro el sudor o la savia,
formas, nazcan de la fragua o de la sangre,
su torrente no es más denso que mi sueño;
si no les mido con deseo incesante,
cruzo su agua, caigo hacia la orilla donde
atráeme el peso de mi demonio pensante.
Da con el suelo duro donde el ser se alza,
con el mal viejo y sordo, el dios sin sentido.
Pero, apenas muere el verbo en mi garganta,
cosas, nazcan de la fragua o de la sangre.
Naturaleza, -me pierdo en el flujo
de un elemento que hierve en mi y les subleva,
formas, corra adentro el sudor o la savia,
el fuego es quien me hace su inmortal amante.
Jacques Lacan (agosto 1929). Traducción de Annick Duny.
Esta versión es la de 1933, que contiene pequeñas modificaciones a la original de 1929.
Su segundo poema se esconde en los cuatro versos alejandrinos que guarda el cierre de La Cosa Freudiana.
Acotaremos también que Lacan fue un gran admirador de TS Elliot de quien comenzó a traducir sus poemas, y a cuyo libro La Tierra baldía rindió homenaje en “Función y campo de la palabra y del lenguaje”.
Poco antes de su muerte se preguntaba y dirigía su inquietud a las orejas de los analistas que lo escuchaban: « ¿Ser inspirado eventualmente por algo del orden de la poesía para intervenir en tanto psicoanalista? Es esto, en efecto, hacia lo que tienen que volverse… »
Para finalizar, les leeré unos fragmentos de un Seminario de JA Miller de hace pocos años. Se titula “ Un esfuerzo de poesía”.
“Una sesión de análisis es siempre un esfuerzo de poesía, una playa de poesía que el sujeto se procura en su existencia, la suya, gobernada por la utilidad directa. La poesía que acontece bajo la forma de una sesión de análisis quiere decir que yo no me preocupo de la exactitud, de la conformidad de lo que digo o de lo que quiero transmitir.
La sesión de análisis es un lugar donde el sujeto puede descuidar la búsqueda de lo que es común y concentrarse sobre lo que le es propio y sólo le ocurre a él. El sujeto no habla al analista, sino a « mi analista ». A ese, a uno extraído de la multitud. Tiene con él ese vínculo que es la lengua. Si la lengua es de todos, el destinatario es único.
Una sesión de análisis es como un paréntesis, nada más, pero nada menos. Un paréntesis en la experiencia minutada del sujeto contemporáneo, ese sujeto destinado a la utilidad directa.
La sesión analítica es una playa de goce sustraída a la ley del mundo, que también permite a esa ley del mundo ejercer su reino, procurándola un relevo, un respiro, un salto en el camino, mientras que prosigue esa extracción incansable de plusvalía que justifica, eso creemos, que existimos.”
Claudine Foos (Madrid).
Extraído de LA BRÚJULA. Semanario de la Comunidad Madrileña de la ELP. Nº 135 En Madrid, a 11 de enero 2009. Directora: Marta Davidovich.