« Para los globalizadores, hay demasiada democracia »
La cuestión. ¿Es justificable suspender reglas democráticas para lidiar con el terrorismo o las crisis financieras?
La respuesta / Irak. La tetera prestada
Slavoj Zizek
Su producción es tan voluminosa que ya no queda casi nadie que pueda enfrentarlo en el debate. Cuando los analistas terminan de leer y se preparan para rebatir o coincidir, lo más probable es que el esloveno Slavoj Zizek ya tenga pronto un nuevo libro, con sus intricadas y febriles argumentaciones. Lo último traducido al castellano es este ensayo editado por Losada (distribuye Océano $580), y que va de la crisis en Medio Oriente a la tragedia griega, con referencias a Jacques Lacan, el « thriller » Los sospechosos de siempre, Franz Kafka y mucho más. No es un libro sobre Irak, porque, como él dice, « ni la guerra de Irak trataba sobre Irak ».
Todos los izquierdistas veteranos recuerdan la réplica de Marx en El manifiesto comunista a todos los que critican a los comunistas por minar la familia, la propiedad y demás: es la dinámica económica del propio orden familiar tradicional (por cierto, esto es incluso más cierto hoy de lo que lo era en los tiempos de Marx) al mismo tiempo que expropia a la gran mayoría de la población. En la misma línea, ¿no son precisamente quienes actualmente hacen pose de defensores globales de la democracia quienes la están minando? Hace más de un año, Jonathan Alter y Alan Derschowitz propusieron que se « reconsiderasen » los derechos humanos para que permitiesen la tortura (de terroristas sospechosos). En El futuro de la libertad, Fareed Zakaria, el columnista favorito de Bush, llega a una conclusión más general: señala que la amenaza a la libertad procede de « pasarse con la democracia », esto es, en el aumento de « la democracia iliberal en el país y en el extranjero » (el subtítulo del libro).
Esta limitación gradual de la democracia es claramente perceptible en los intentos de « reconsiderar » la situación actual: por supuesto que se está a favor de la democracia y los derechos humanos, pero hay que « reconsiderarlos », y una serie de intervenciones directas en el debate público hacen que podamos comprender la dirección de esta « reconsideración ». Volvamos a Fareed Zakaria: la lección inmediata de su libro en cuanto a Irak es clara y carece de ambigüedades: debería haber primero un período de unos cinco años durante los cuales un régimen benevolentemente autoritario dominado por Estados Unidos crearía las condiciones apropiadas para el funcionamiento eficaz de la democracia.
Una paradoja del argumento de Zakaria es que hay un caso que debería servir como su ejemplo perfecto: el de China. ¿Acaso no es precisamente la oposición entre China y la difunta Unión Soviética la oposición entre el régimen autoritario destinado a crear las condiciones para el desarrollo capitalista y una transición a la democracia demasiado rápida y que salió mal? Por lo tanto, ¿no debería haber apoyado Zakaria la tristemente conocida represión de la Plaza de Tiananmen?
En cuanto a los Estados Unidos, el diagnóstico de Zakaria es que « Norteamérica cada vez adopta más un populismo simple que valora la popularidad y la franqueza como las medidas clave de la legitimidad (…) El resultado es un profundo desequilibrio en el sistema norteamericano, más democracia pero menos libertad ». El remedio es por tanto contrarrestar esta excesiva « democratización de la democracia » (o « de MAScracia ») delegando más poder a expertos imparciales apartados de la refriega democrática, como por ejemplo los grandes bancos. Tal diagnóstico no puede dejar de provocar una risa irónica: hoy día, en la época de la supuesta « sobredemocratización », Estados Unidos e Inglaterra comenzaron una guerra contra Irak en contra de la voluntad de la mayoría de sus pueblos, por no hablar de la comunidad internacional. ¿Y acaso no vemos constantemente la imposición de decisiones clave acerca de la economía global (acuerdos de comercio, entre otros) por parte de organismos « imparciales » exentos de control democrático? La idea de que, en nuestra era post-ideológica, la economía deberá estar despolitizada y dirigida por expertos en común y la comparten todos los participantes. Lo que era más importante, ¿no es ridículo quejarse de la « sobredemocratización » en un momento en el que las decisiones económicas y geopolíticas vitales no son por lo general una cuestión que se discuta en las elecciones?: desde hace al menos tres décadas, lo que Zakaria solicita ya se ha hecho una realidad. Lo que estamos presenciando hoy día es una división entre cuestiones de estilo de vida ideológicas, en la que se producen debates encarnizados y se solicitan opciones (aborto, matrimonios homosexuales, etcétera), y la política económica básica, que se presenta como el dominio despolitizado de las decisiones de los expertos, como la proliferación de « sobredemocratización », con sus « excesos » de discriminación positiva, la « cultura de la queja » y las peticiones de ayuda económica y de otro tipo por parte de las víctimas, es la parte delantera cuya parte trasera es el tejido silencioso de la lógica económica.
Fenómeno filosófico
« Zizek viaja por el mundo como una estrella de rock intelectual y suma muchísimos fans. Como un típico pensador posmoderno, salta imprudentemente sobre las barreras que separan la alta de la baja cultura » (del perfil de Zizek en el London Times, de Terry Eagleton).
http://www.elpais.com.uy/Suple/QuePasa/08/06/21/quepasa_353293.asp