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“Lo importante no radica en que el inconsciente determina la neurosis… Pues el inconsciente nos muestra la hiancia por donde la neurosis se empalma con algo real- real que muy bien puede no estar determinado. En esa hiancia ocurre algo. / entre la causa y lo que afecta, hay siempre cojera.
(Seminario 11 p. 34)
La puesta al día de los conceptos fundamentales del psicoanálisis, a la altura del seminario XI, incluye el agregado de dos términos: El sujeto y Lo real.
Inconsciente y Lo real son entramados en este seminario, de manera que ninguno, en adelante, puede prescindir del otro. En esa dirección, la experiencia del psicoanálisis introduce un más allá de la articulación significante.
En la clase del 22 de enero del ‘64, Lacan señala que Freud no está interesado en el determinismo, sino en la búsqueda del inconsciente en el tropiezo, la falla, la fisura.
Estructurado como un lenguaje que falla, por lo tanto, el inconsciente-lenguaje y los mecanismos que lo constituyen como tal, no pueden dar cuenta de lo que, a esta altura de su enseñanza, Lacan quiere priorizar.
Se trata del estatuto ético del inconsciente que lo liga a la causa, inherente al cálculo infinitesimal, al salto al límite que implica el concepto (begriff). Se trata de la causa que instituye Lacan en tanto “se distingue de lo que hay de determinante en una cadena o, dicho de otra manera, de la ley”[1].
Entonces, el tropiezo que es el inconsciente, introduce al uno en la experiencia del análisis; una forma del uno que Lacan articula al Unbewusste, cuyo límite es el concepto de falta.
Entre la causa y lo que ésta afecta, está siempre lo que cojea, y el inconsciente “nos muestra la hiancia por donde la neurosis empalma con un real”[2]. Allí, en ese hueco, se encuentra algo que es del orden de lo no realizado y que es brújula de la acción del analista.
Lacan retoma el problema del uno del inconsciente, situando que “no hay amistad alguna que ese inconsciente soporte”[3], salvo cuando se le presta atención, lo que implica la verdad mentirosa. Ésta es la que se ofrece al análisis para poner en causa lo imposible de decir, dado que, si bien “no hay matema de la interpretación”[4], no es menos cierto que“La interpretación no está abierta en todos los sentidos”[5].
NOTAS
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Lacan, J. El seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, 1964. Paidós.
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Ob. cit, p. 30.
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Lacan, J. Prefacio a la edición inglesa del seminario 11, en Intervenciones y textos 2, ed. Manantial, p. 59.
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Miller, J-A. La palabra que hiere, en Lacaniana, número 25, Ed. Grama.
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Lacan, J. El seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, 1964. Paidós, p. 258.