PARA UNA IZQUIERDA LACANIANA
Círculo de Bellas Artes- Sala Valle- Inclán
La Biblioteca del Campo Freudiano de Madrid invita a la presentación del libro de Jorge Alemán (EDITORIAL GRAMA) : Para una izquierda Lacaniana… Intervenciones y textos
Psicoanálisis y política, “Dos términos que parecen no confluir, la izquierda y la orientación lacaniana, hacen que este no sea un libro sobre psicoanálisis, ni un libro sobre política, sino sobre política del psicoanálisis, sobre la dimensión política y ética que el discurso del psicoanálisis tiene en la época que nos toca vivir, donde conceptos como neoliberalismo, dominación, hegemonía, capitalismo, izquierda, ideología, utopía, acontecimiento, contingencia, técnica, mercancía y revolución, son revisitados para clarificar y orientar lo que el psicoanálisis puede decir y el lugar que debería ocupar en esa praxis.”, ha escrito Alejandra Glaze en la presentación de este libro.
Mercedes de Francisco: Psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, y docente del Nuevo Centro de Estudios Psicoanalíticos (Madrid).
Javier Garmendia: Psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, y docente del Nuevo Centro de Estudios Psicoanalíticos (Madrid).
Miriam Chorne: . Psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, y docente del Nuevo Centro de Estudios Psicoanalíticos (Madrid).
Luis Seguí (moderador): Abogado, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Vocal de la Junta Directiva de la Sede de Madrid de la ELP, y responsable de la Biblioteca del Campo Freudiano de Madrid.
Entrada libre
EL NIÑO Y EL SEMBLANTE
Valencia, 13 de noviembre de 2009
Lugar: Colegio Mayor Rector Peset, Plaza del Horno de San Nicolas, 4. Valencia
Inscripción: 20 € ( a abonar in situ)
Plazas limitadas
Reserva de plazas: enviar correo a Magdalena Climent [email protected]
Resulta doblemente interesante observar a un niño teniendo en cuenta la categoría de semblante. Una niña de 9 meses que aun no habla, juega a esconder su chupete, a escondérselo al Otro y a sí misma, para luego mostrarlo con gran júbilo. Al verla actuar, parece que estuviéramos delante de una experta ilusionista. No sólo eso. Parecería también que maneja ya el “hacer como sí”, que se está ejercitando muy tempranamente en el engaño, pues el goce que poco después se muestra en la succión da testimonio de que es un objeto que no está dispuesta a perder en lo inmediato. Pero, mientras tanto, su aparente dominio del semblante nos deja fascinados: hace que esconde el chupete, hace que lo tira con una mirada desafiante, hace que te lo va a dar. No es banal ese juego. Más tarde, el juego del como sí, será también para el niño una manera de tratar el enigma de su sexo y de su existencia.
Y es que el semblante no es solamente engaño, ilusión o apariencia. En 1971[1], Lacan se ve llevado a subrayar la incidencia de esta categoría en los discursos, preguntándose si existiría uno que no fuera de semblante. Su respuesta será que no existe tal discurso. Que el significante mismo es un semblante y que el semblante es lo que domina el discurso. Otra cosa es que dentro de los elementos del discurso se contemple que uno de ellos no es significante, el objeto “a” plus de goce. No todo es significante. La categoría de semblante pone en cuestión la primacía del significante, de lo símbólico frente a lo imaginario y lo real. Esta categoría testimonia de la incapacidad de lo simbólico para reabsorber lo real del goce. Con el semblante, lo que se produce es una alianza entre lo simbólico y lo imaginario que juntos se oponen a lo real. La particularidad del discurso analítico es que apuesta por poner como agente del discurso no al significante sino al objeto “a” en tanto que semblante de lo real del goce. Con ello pretende poner de manifiesto la imposibilidad de asimilar el goce al significante.
En una época en la que se pretende justamente lo contrario, en la que se cree que la psicopedagogía, la farmacología, la educación del comportamiento, el estudio neurocientífico del cerebro, la detección precoz de supuestos trastornos neurológicos, todo ello va a permitir sojuzgar el goce del ser hablante, conviene más que nunca acercarse a esta categoría que está presente en la naturaleza, vean el arco iris, que no sólo sostiene nuestras creencias y nuestros mitos sino también y, a su pesar, el consabido discurso cientificista.
Como dicen Rosine y Robert Lefort,”interrogar el niño y el semblante es, mutatis mutandis, interrogar también la relación del niño con el discurso analítico”, como lo quiere el principio del Cereda.[2]
La pregnancia de la imagen
En 1971, Lacan vuelve sobre esta idea de la cual da cuenta le etología, la incidencia de la imagen en el comportamiento sexual. La parada sexual está igualmente presente en el mundo animal que en el humano. “Para el muchacho se trata en la adultez de hacer de hombre…Un muchacho muestra que está en el camino de hacer de hombre sólo cuando hace signos a la muchacha de que lo es”[3]. “La única diferencia con el animal es que en el comportamiento sexual humano ese semblante está vehiculazo por un discurso”[4] Todo dependerá entonces de qué representación se hace ese discurso del semblante de ser un hombre.
En cualquier caso, la idea de que la pregnancia de la imagen tiene una incidencia esencial en la constitución psíquica del ser hablante, está presente en Lacan desde sus inicios. Sus desarrollos sobre el estadio del espejo lo certifican. El ser humano, que nace mucho más desvalido que el animal y debido al desarrollo prematuro de la visión, encuentra una primera consistencia en la imagen. Pero no se trata entonces de una imagen cualquiera, la que se va a constituir como semblante. El semblante no viene a promover lo imaginario. Se trata, en primer lugar, de la imagen del cuerpo propio. Luego se tratará de la imagen del semejante. El yo es primero una gestalt, cuya pregnancia está ligada a la especie. Intrusión narcisista que convoca al semblante de una unidad ficticia, estructurante y alienante a la vez. En los Complejos familiares[5], Lacan pone de relieve, al lado de la serie de los complejos, el concepto freudiano de Imago, sin duda un antecedente del semblante. El semblante de unidad de la imagen del cuerpo propio que el niño recibe del espejo bajo la mirada del Otro es formativo. De ahí en más, la realidad estará sostenida en la imagen.
La imagen esconderá siempre para el ser hablante su desarraigo pero será también siempre una trampa. La primera prueba de ello ocurre en el encuentro con el semejante (Complejo de intrusión). Lacan, en múltiples ocasiones, nos hará volver sobre la escena paradigmática que describe San Agustín, donde un niño observa a su hermano de leche satisfacerse del seno. Lo que podría ser de nuevo una imagen de completud para él, bajo la forma del transitivismo, se convierte en una experiencia bien amarga, de donde nacerán la agresividad, el odio, los celos y la envidia. Y es que el hermano, el semejante, le sustrae desde ese momento de un goce que deviene a su vez no especularizable, pues no se puede apropiar de él. Estamos en los prolegómenos de lo que luego será la característica mayor del objeto “a”, un objeto no especularizable. En cualquier caso, es el semejante, el igual, el que trae consigo la discordia. El semblante, entonces, que tiene su génesis en el complejo del semejante (en francés semblant y semblable tienen la misma raíz), nos acerca a una clínica de lo real también para el niño.
La clínica del niño engañador
Se diría que para salir del impasse en el que la teoría del narcisismo nos deja, Lacan va a poner el acento en la función del semblante fálico. Como J.-A. Miller señala[6], esta función no estará claramente presente hasta la llamada segunda enseñanza de Lacan que es, por otro lado, donde va a tomar todo su lugar la clínica del niño. La entrada del falo en la teoría lacaniana es “meteórica”. No es lo primero. En los Complejos familiares Lacan da cuenta de que sobre el debate que concierne a la fase fálica, muy presente entre los postfreudianos, él no quiere zanjar. Es en el Escrito sobre la psicosis[7] donde retoma su teoría sobre el estadio del espejo completada con la instancia del falo. En el capítulo XVIII del curso De la Naturaleza de los semblantes[8], J.-A. Miller plantea que “todo lo que se intenta elaborar sobre la clínica del niño respecto de un analista, Lacan lo introdujo a partir de la sexualidad femenina y en la más pura vena freudiana: hay entre el falo que no existe y el niño una relación de equivalencia o de sustitución”. “….tratándose del niño hay que orientarse por el deseo de la madre. Para todo niño hay una relación con el falo, ya que es deseado por una mujer que es la madre, y habrá que precisar en cada caso cómo se las arregló con eso”[9]. De ahí en más, el falo se constituye como el semblante por excelencia, pues “¿donde sería más semblante este falo que en la problemática de la sexualidad femenina?”
En el Seminario “La relación de objeto”[10], Lacan plantea que como el deseo de la madre, como todo deseo, no puede ser satisfecho, sólo se trata de engañarlo. “De modo que lo esencial de la clínica Lacaniana –al menos entorno al escrito sobre la psicosis- es una clínica del niño engañador, que se reparte según los modos de engaño que este es capaz de representar y los que pueden actuar sobre él respecto de ese deseo que no se satisface. Así, por ejemplo, el sujeto, como niño, puede confundirse con esta imagen fálica o encontrarse en déficit respecto a ella, o incluso asimilarse con la madre”[11].
“Desde entonces la teoría del narcisismo, que Lacan reformuló como estadio del espejo sólo se concibe con el agregado de la instancia del falo, lo que supone una revisión. Ciertamente se observó la insuficiencia del estadio del espejo más el falo, y se consideró que este ternario, para equilibrarse, para estabilizarse, exigía la introducción de un cuarto elemento, la función normalizadora del padre. A este niño que no sabe si debe confundirse con esta imagen o con la madre y que vacila en este palacio de espejismos se lo precipito con alivio a la función paterna. Esta función que dicta la ley al falo imaginario, aportaría el alivio de sacarlo del soy o no soy, de esta problemática de identificación alternante, por la promesa de un tener. La función del padre parece proceder con un “tendrás” y promete de este modo al niño la investidura fálica o, en fin, autoriza un ejercicio legítimo del órgano al sujeto masculino…”[12]
El Nombre del padre como semblante
Es la categoría de semblante la que hace que pueda tener lugar la critica de Lacan al padre freudiano.
En el campo del psicoanálisis a Lacan se lo conoció sobre todo por su logificación del conflicto edípico. Su primera formulación es conocida, se trata de la metáfora paterna. El conflicto edípico para Lacan puede reducirse a una ecuación. El nombre del padre viene a sustituir al deseo de la madre, enigmático siempre para el niño y eso tiene a su vez un efecto de significación para el niño: lo que desea la madre es el falo, de ahí que el niño desee complacer a la madre identificándose con ese falo, engañando al deseo materno.
Lo que hizo resaltar Lacan al plantear esta operación fue la función del Nombre del padre. O, si se quiere, reintrodujo al padre entre la madre y el niño, cosa que era totalmente freudiana pero que para los postfreudianos empezaba a no ser tan evidente.
Como bien señala J.-A. Miller, a Lacan se le conoció al principio porque hablaba del padre, todo lo que dijo después no fue nunca tan bien recibido, y lo que dijo después es en verdad lo más interesante. Lo que dijo después estuvo en el origen de su excomunión o expulsión de la IPA. Tocar al padre lo pago con su persona pero también le impulso a crear la Escuela.
¿Con qué instrumentos Lacan toco al padre?:
1. Proponiendo la multiplicidad de los nombres del padre, o la relativización del nombre del padre, haciendo de él un semblante
2. Poniendo en cuestión los mitos freudianos sobre el padre y, ante todo, el mito del asesinato del padre Tótem y Tabú.
3. Proponiendo otra lógica en la sexuación que la lógica masculina que corresponde a la lógica de la excepción, a la lógica de la falta, oponiéndola a la lógica del no todo, de la serie, que para Lacan va a presidir el lado femenino de la sexuación.
4. Avanzando sobre la clínica del objeto, que nos abrirá todo una campo de reflexión sobre la clínica del niño y su condición de objeto para el Otro
5. Inventando el término de “sinthome” que viene definitivamente a relativizar la función del Nombre del Padre y que se constituye como suplencia de la no relación entre los sexos, cuyo precursor en la teoría es el semblante.
En el primer capítulo del seminario, Lacan señala que “No hay Nombre del padre que se sostenga sin el trueno…(que es el meteoro más característico)…que todos sabemos que es un signo, aunque no se sepa de qué es signo. Se trata de la figura misma del semblante” [13] Esta indicación puede muy bien articularse con la que nos da Lacan en al Seminario sobre el Sinthome: “Se puede pasar del padre a condición de servirse de él”[14]
La incidencia de la Sexualidad femenina en el desarrollo
La clínica psicoanalítica ha estado subsumida o ha sido abordada con un instrumento tremendamente eficaz como es la cuestión de la falta. Sin embargo, es la cuestión del goce y concretamente del goce femenino lo que llevó a Lacan a plantear la necesidad de abordar la cuestión del exceso, de lo ilimitado, de aquello precisamente que se hace intratable por medio de ese instrumento que es la falta y que nos remite también a la castración. Así, en L’etourdit[15] Lacan señalará que el goce de una mujer no calza del todo en el zapatito de la castración, no se acomoda del todo a la medida fálica.
Por otro lado, se descubre en el hacer de las mujeres una manera novedosa de tratar la falta, de tratar el no tener y es precisamente por medio del semblante. Las mujeres son afines al semblante, aunque, al mismo tiempo, muchas veces todo su juego consista en mostrar su descreencia y eso provoque, ciertamente, el desconcierto del otro lado.
Y es que, el hecho de que no exista un significante que nombre a La mujer – de ahí que La mujer no sea más que un semblante – se alía con la falta en tener, de tal manera que una mujer puede obtener del no tener un goce ilimitado. Lo que descubrimos, en efecto, es que la falta misma que se proponía en la lógica edípica como límite puede llevar a lo ilimitado. De ahí se deducen las posiciones que una mujer toma frente a los semblantes y entramos en la clínica del postizo
En los cuatro últimos capítulos del curso de J.-A. Miller, vemos cómo la cuestión de la sexualidad femenina presidida por la privación real que es la falta de pene en la mujer llevó a Lacan a tener que revisar su primera enseñanza sostenida en la primacía del significante.
En efecto, si bien Lacan, en un primer momento, centro su interés en revisar la practica (Cf. Función y campo)[16], el mismo debate sobre la sexualidad femenina que había tenido lugar en los postfreudianos y que ponía en entredicho el falocentrismo freudiano, ello mismo le llevó a ocuparse no ya de la práctica sino de la clínica. Y en relación con la clínica tuvo que volver sobre la cuestión del desarrollo que podía ser descartada desde una concepción de la historicidad retomada únicamente desde la perspectiva del lenguaje.
En “Función y campo….”[17], Lacan toma en cuenta el tiempo con respecto a la práctica pero no con respecto a la clínica. Lacan se va a ver obligado entonces a retomar la clínica freudiana, pero también y sobre todo la clínica diferencial de las perversiones. En cualquier caso, se ve obligado a volver al desarrollo, no a la maduración, sino al desarrollo como discontinuidad, lo que J.-A. Miller llama una psicogénesis estructural.
La idea es que si bien con ayuda de la teoría estructural del lenguaje podemos descartar la hipótesis de un desarrollo madurativo, la posibilidad de que el ser hablante acceda a una posición sexuada o asuma su sexo, va a depender de su respuesta en un momento fecundo, en un momento genético, si se quiere, que es el encuentro con la castración en la mujer y primeramente en la madre.
De ahí Lacan deduce también la génesis de la clínica de las perversiones que habrían quedado subsumidas en la hipótesis de falta de maduración yoica, o la idea de que en las perversiones, el instinto funcionaría libremente. Las perversiones se articulan con la lógica edípica igual que las neurosis. Y es justamente en las perversiones donde encontramos la génesis del falo como semblante.
Lacan volverá concretamente sobre el caso de Freud “la Psicogénesis de la homosexualidad femenina” para dar cuenta de ello y también sobre la cuestión del fetichismo y la función del velo.
El semblante fálico no procede entonces de la ideología falocentrista de Freud, que puede que existiera, tampoco procede de la exhibición que la sexualidad masculina hace de él, y tampoco procede directamente de la metáfora paterna, sino, y esa es la sorpresa que nos trae la categoría de semblante, de esa experiencia de la falta en la mujer que es su encuentro con la castración. Esa es la naturaleza propia del semblante fálico, venir al lugar de lo que no hay.
El falo es un semblante de ese real y en tanto tal se erige como semblante o significante del deseo. No es tan importante entonces tenerlo o no tenerlo sino serlo y ahí los dos sexos se comportan de la misma manera respecto al semblante fálico, con el cual se intenta escribir la no relación entre los sexos.
La aparición sucesiva de los semblantes: el padre, La mujer, el objeto “a”, el falo, a los que hay que añadir sin duda la cuestión de la verdad y del Nombre propio, rectifican una clínica, también la del niño, que vía la supuesta bonanza de la imposición del principio de realidad, se había hundido en lo imaginario. Y, sin embargo, el semblante, es lo que nos permite acercarnos a lo real[18]
Carmen Cuñat
*Texto realizado como documento de trabajo para las VIII Jornadas de estudio de la Diagonal hispanohablante de la NRC que tendrán lugar en Valencia el 13 de noviembre de 2009
[1] Lacan, J., El Seminario, libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Buenos Aires 2009
[2] Lefor R. y R. , Du semblant et du «a», L’enfant et le semblant, Analytica nº 46, Navarin éditeur, París 1988
[3] Lacan, J., El Seminario, libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Buenos Aires 2009, p.32
[4] ibid, p.32
[5] Lacan, J., Los complejos familiares en la formación del individuo, Obras escogidas, Tomo 1, RBA, Barcelona 2006
[6] Miller, J.-A., De la naturaleza de los semblantes, Paidós, Buenos Aires 2001
[7] Lacan, J., De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, Obras escogidas, Tomo 1, RBA, Barcelona 2006
[8] obra citada
[9] obra citada, p.254
[10] Lacan, J., El Seminario, libro 4, La relación de objeto, Paidós, Buenos Aires
[11] obra citada, 254
[12] obra citada, p. 255
[13] Lacan, J., El Seminario, libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Buenos Aires 2009, p.15
[14] Lacan, J., El Seminario, libro 24, El sinthome, Paidós, Buenos Aires 2006
[15] Lacan, J., L’Étourdit
[16] Lacan, J., Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, Obras escogidas, Tomo 1, RBA, Barcelona 2006
[17] obra citada
[18] Ver el esquema de Lacan en El Seminario, libro XX, Aun, Paidós, Buenos Aires, que preside el capítulo VIII
realizada por Fernando Martín Aduriz
Acaba de aparecer un nuevo libro de la Colección ELP que dirige Vicente Palomera. Editado por Gredos, en la buena línea estética de anteriores números, se titula Las Ciencias Inhumanas. Se trata de una compilación de artículos efectuada por Gustavo Dessal, psicoanalista en Madrid, y escritor.
Son 23 artículos de otros tantos autores, en su mayor parte psicoanalistas, aunque también filósofos y científicos. Es un libro para desmentir que la ciencia se equivoque con el cientificismo. O que el psicoanálisis como disciplina pueda dejar de tener interés, incluso para los científicos, comprometidos ellos mismos con su subjetividad en las investigaciones que emprenden, en la razón de su empresa, en la verificación de sus efectos. Científicos a quienes les importe que el significante científico pueda sobrevivir a todo fracaso.
Hemos entrevistado para dar a conocer este libro a su compilador, Gustavo Dessal.
FMA-En primer lugar, enhorabuena por este acierto. ¿De quién fue la idea de publicar este libro?
FMA-Rosa López hace un relato extraordinario sobre un hecho histórico que pudo cambiar la historia, el encuentro de Heisenberg y Bohr. Quizá algunos puedan ver en este encuentro el momento álgido del libro: dos científicos frente a frente ¿se detendrán ante los avances científicos y las posteriores consecuencias? Dejemos que el lector lo descubra, pero no le parece Dessal que esta entrevista es muy actual…
FMA-Jacques-Alain Miller en “El futuro del Mycoplasma Laboratorium” define sorprendentemente al psicoanálisis como “una nueva forma de discurso, el producto artificial de la logotecnología más avanzada”. Y añade que no es seguro que sus practicantes aún se hayan dado cuenta del discurso inédito al que sirven. ¿Está de acuerdo?
FMA-Vd. mismo dice en el Prefacio que “el querer de la ciencia, su pasión y su deseo de saber, está causado por una ignorancia que le es inherente”.
FMA-Guy Briole se pregunta por el lugar del médico cuando sabe que el paciente sólo quiere obtener de él un objeto-medicamento….
Muchas gracias Gustavo y mucho éxito de ventas. Y de lecturas.
VIII JORNADAS DE LA ESCUELA LACANIANA DE PSICOANÁLISIS LA SOLEDAD DEL PSICOANALISTA. LA PRÁCTICA ANALÍTICA 14 y 15 DE NOVIEMBRE DE 2009 PALAU DE LA MÚSICA I CONGRESSOS DE VALENCIA PASEO DE LA ALAMEDA, 30
BOLETÍN DE INSCRIPCIÓN Nombre……………………………………………………………………………………………… Apellido…………………………………………………………….……………………………….. Dirección…………………………………………………………..………………………………. Código postal……………………………………………………………………………………… Ciudad……………………………………………………………….……………………………… País………………………………………………………………….………………………………… Télefono…………………………………………………………………………………………….. e-mail ……………………………………………………………..………………………………… Miembro, socio, participante del ICF-NUCEP, estudiante, otros (tachar lo que corresponda) CUOTA DE INSCRIPCIÓN: 150 euros (miembros, socios y otros) 80 euros ( Alumnos ICF-NUCEP, estudiantes con acreditación) FORMA DE PAGO:
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La Caixa: Cta. Nº 2100 3359 12 2200072988. Se hará constar nombre y apellidos de la persona que se inscribe. NO OLVIDAR. Así como VIII Jornadas de la ELP Imprescindible enviar justificante de la transferencia, junto con el boletín de inscripción a la Comisión organizadora por una de las siguientes opciones:
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Para explorar la íntima relación entre Eros y Tánatos, nuestra exposición dispone las figuras mitológicas en un itinerario casi narrativo que avanza desde la inocencia a la tentación, de la tentación a los suplicios de la pasión, hasta la expiación y la muerte.