Raquel Cors Ulloa: Éric, usted en su reciente reflexión sobre tres encuentros entre lo femenino y la no relación sexual[1], señalaba que los hombres no saben qué hacer con el cuerpo, y especificaba que no saben qué hacer con el cuerpo de la mujer. Sobre esta pregunta que usted planteaba recientemente en esa reflexión, me permito agregar algo que se articula al tema de nuestras jornadas y es: ¿Si los analistas sabrían hacer con el cuerpo del niño? En dos vertientes por lo menos, las que nos compete en tanto que psicoanalistas, que son en la práctica y en el niño que hay en cada uno.
Éric Laurent: Efectivamente, ponía en este artículo que usted cita, esta presencia del feminicidio y toda su clínica del lado de que hay en esta perspectiva, una resonancia con el dicho de Lacan de cómo los hombres no saben hacer con el cuerpo de las mujeres; entonces, tienen la tendencia a marcarlo. El gesto de amor o el de enamoramiento y también el de odioamoramiento[2] marca el cuerpo. Y esta marca se declina sobre un abanico que es al mismo tiempo, un abanico en la vertiente del placer y de un goce que puede ir hasta este goce absoluto de destrucción del cuerpo del otro, por esa marca que se deposita. Entonces, yo diría, que como analistas no tenemos, en general, que ocuparnos de los cuerpos. No hay un cuerpo a cuerpo en el análisis, pero lo que sí sería necesario, es que el analista pueda leer sobre el cuerpo del niño, cómo se depositan las marcas de goce que ha recibido, que ha encontrado, que ha atravesado, que fueron escritas. Leer estas marcas, esto sí hace parte de nuestra tarea con el niño, y, además, leerlas como marcas imaginarias, simbólicas o reales que se depositan en el cuerpo.
Raquel Cors Ulloa: Y esas marcas se espera que hayan sido previamente leídas por el analista practicante.
Éric Laurent: Por supuesto.
Raquel Cors Ulloa: Las de su propio caso.
Éric Laurent: Esto como analizante, antes de ser analista, por supuesto. Para acercarse a eso en el otro, primero tiene que haber podido tocar lo que fueron estas marcas depositadas y tener una idea de lo que hizo, de las distintas lecturas que el sujeto analista hizo él mismo, de estas marcas depositadas. Y muy importante también, para lo que me parece toda una clínica que insiste, de la misma manera que del lado del feminismo contemporáneo vemos surgir una clínica que insiste, que nos convoca a leer e interpretar. Igualmente, creo que ahora en la infancia, en relación a la sexuación, hay toda una renovación de la clínica. Por ejemplo, en países, como en la Argentina, en los cuales se aprobó una ley sobre la sexuación que autoriza a los niños a declarar su posición sexuada y a cambiar lo que aparecía como una identificación sexuada debido a lo orgánico, a lo biológico; pero más bien, se trata de poder declarar una orientación distinta, más allá del binarismo o de la norma heterosexual. Vemos surgir toda una clínica fundamental que nos convoca, y que, por supuesto, nos interroga en la insistencia que se ve en el número de casos que vienen a interrogar evidencias que hasta hace poco tiempo no eran abordadas de ese modo, en el campo de la clínica. No hace tanto tiempo que las investigaciones sobre la posición transexual se extendieron de manera importante en la infancia. Quedó algo más bien marginal desde los años 70 del siglo pasado, con Robert Stoller y la clínica norteamericana en la que había estos trabajos pioneros, pero que quedaban, aunque había pocos de ellos, más allá del hecho de que eran abordadas con algo muy distinto que el aparato lacaniano. Ahora hay mucho más y vienen mucho más, al consultorio de los analistas, este tipo de preguntas, y necesitamos estar a la altura, precisamente, sobre lo que la interpretación del goce de una época, convoca.
Transcripción de Alejandro Góngora (NEL-Santiago)
NOTAS
- Cf. Laurent, É., “Reflexiones sobre tres encuentros entre el feminismo y la no-relación sexual”, https://psicoanalisislacaniano.com/2019/12/13/tres-encuentros-feminismo-norelacionsexual-ericlaurent-20191213/
- Cf. Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Cap. VIII “El saber y la verdad”, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 109.