Miércoles 17 de junio de 2009
Estimados colegas, a continuación difundimos un texto enviado por nuestra colega de la EOL, Flory Kruger, quien nos hace llegar un aporte, a propósito de las contribuciones difundidas por el Boletín ENAPaOL.
Tomando el tema de la vigencia del tipo clínico, enmarca el comentario en la discusión actual entre psicoanálisis puro y aplicado.
Vigencia del tipo clínico
Enmarco este comentario en la discusión actual entre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado, teniendo en cuenta que en el primer caso el efecto curativo se da por añadidura mientras que en el segundo, la cura es su finalidad misma. Es la gran diferencia entre pensar al psicoanálisis como terapéutica a pensarlo como el medio para la emergencia de un deseo inédito.
¿Cuál es hoy la vigencia del tipo clínico? Esta pregunta nos pone en el camino de una posible disyunción: ¿primera clínica versus segunda? Sabemos que de la última enseñanza de Lacan se desprende una nueva clínica, la clínica borromea, la pregunta que surge es si esta clínica es superadora de la clínica estructural que contempla los tipos clínicos, neurosis, psicosis y perversión. En el momento de la entrada en análisis, habitualmente preocupados por el diagnostico diferencial, solemos pensar en las categorías clásicas de neurosis o de psicosis, esto responde a la primera clínica llamada clínica estructural, en cambio, al final de la experiencia parece imponerse la referencia al sinthome, lo que nos hace presente la segunda clínica llamada clínica borromea. De esto se deduce que en la experiencia analítica quedarían conservadas las dos clínicas. ¿podríamos suponer que esta es la forma de dialectizarlas, de encontrar un entrelazamiento entre ambas?
La clínica psicoanalítica no se orienta por ningún criterio de normalidad en la medida en que ese no es el objetivo de una cura. Si partimos del principio lacaniano: « todo el mundo está loco, es decir, delirante », es imposible llegar de la mano del psicoanálisis a ninguna normalidad. La clínica borromea invalida mucho más que la primera, la idea de cura y por lo tanto relativiza el efecto terapéutico. Pero además, en la última enseñanza nos encontramos con una nueva concepción del síntoma. Lo que Freud tardíamente llamó los restos sintomáticos, eso que según él hacía el análisis interminable, es lo que Lacan recorta al final de su enseñanza, ubicando en ese lugar su invención, el sínthome, como nombre de lo incurable.
Flory Kruger
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