PRENSA flash
Ernesto Sinatra
LUNES 26 DE JULIO DE 2010
La química de las emociones
En el libro Escuchando al Prozac , el psiquiatra estadounidense Peter Kramer deja deslizar un sueño que ha trastornado desde siempre a los científicos enrolados en las ciencias exactas y naturales: encontrar una localización neuronal que pueda considerarse la causa de cada padecimiento subjetivo. En este caso, nuestros afectos disruptivos serían efectos mecánicos de un trauma a nivel neuronal -patrimonio común con los animales- y en consecuencia una píldora correctiva de la serotonina liberaría a la humanidad del flagelo de esos estados.
El poder del Prozac es curiosamente contrastado por Kramer con « la disminución del poder del psicoanálisis » a partir de una escisión que realiza entre creer y saber. La creencia queda del lado de lo que ha devenido -gracias a la construcción de Kramer- un humanismo psicoanalítico. El saber se sostendría ahora del lado de las ciencias de los neurohumores.
El Prozac constituiría el arma más poderosa de las ciencias neoneuronales para pregonar la disminución del poder del psicoanálisis y ofrecerse para sustituirlo. « Escuchar al Prozac -dice Kramer- me ha hecho tan atento a los orígenes filogenéticos y a los soportes biológicos de la ansiedad y de la melancolía carentes de causa concreta, que me ha costado interpretarlos como comunicaciones especiales que hacen a los humanos distintos de las bestias. » Y agrega: « El Prozac nos ha convencido, por su capacidad para modificar la personalidad, de que esas emociones (angustia, sentimiento de culpa, vergüenza, pena, timidez) no son sólo humanas ».
[…]
© LA NACION
El poder del Prozac es curiosamente contrastado por Kramer con « la disminución del poder del psicoanálisis » a partir de una escisión que realiza entre creer y saber. La creencia queda del lado de lo que ha devenido -gracias a la construcción de Kramer- un humanismo psicoanalítico. El saber se sostendría ahora del lado de las ciencias de los neurohumores.
El Prozac constituiría el arma más poderosa de las ciencias neoneuronales para pregonar la disminución del poder del psicoanálisis y ofrecerse para sustituirlo. « Escuchar al Prozac -dice Kramer- me ha hecho tan atento a los orígenes filogenéticos y a los soportes biológicos de la ansiedad y de la melancolía carentes de causa concreta, que me ha costado interpretarlos como comunicaciones especiales que hacen a los humanos distintos de las bestias. » Y agrega: « El Prozac nos ha convencido, por su capacidad para modificar la personalidad, de que esas emociones (angustia, sentimiento de culpa, vergüenza, pena, timidez) no son sólo humanas ».
[…]
© LA NACION
Artículo completo en:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1288175
NOTA GESTIONADA POR PRENSA