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PRENSA flashLA NACIONRevista
DOMINGO 26 DE ABRIL DE 2009 • PUBLICADO EN EDICIÓN IMPRESA
LAS MUJERES Y EL SEXO¿Qué sabe la ciencia sobre el placery el deseo femenino?Por María Eugenia Ludueña ([email protected])Meredith Chivers podría ser un personaje de Sex & the City . Científica, profesora de Psicología de la Queen´s University, vive a orillas del lago Ontario (Canadá) y es miembro del consejo editorial de Archives of Sexual Behavior, una de las publicaciones líderes en investigación sexual. Chivers -36 años, prestigio y una obsesión- es a la ciencia lo que Carrie Bradshaw (el personaje de la serie que interpreta Sarah Jesica Parker) a la televisión: alguien dispuesto a indagar en el deseo femenino desde adentro, pero con evidencia científica. Hace no mucho tiempo, Chivers realizó una experiencia en el laboratorio del Centro de Adicciones y Salud Mental de la Universidad de Toronto…Más información: http://www.lanacion.com.ar/diario-de-hoy/suplementos/revista/index.aspLa pregunta de FreudPor Germán García El autor es director de la Fundación Descartes, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Me llama la atención el hecho de que a veces usamos deseo y placer como la misma palabra. Se usa deseo para decir: « Me encanta », pero deseo no significa « lo que me gusta ». Casi todas las lenguas latinas tienen tres palabras: deseo, placer y goce. La mejor definición que encontré de deseo es: « la presencia de una ausencia ». Hacer presente de algún modo algo que está ausente. La frase de Freud -¿qué quieren las mujeres?- no se refiere exactamente a lo que se le adjudica tradicionalmente. En verdad, esa frase fue un chiste. Hace casi 80 años tal pregunta era casi una regla de cortesía: « Nunca sabemos lo que una mujer quiere », se decía. Eran tiempos en que sus discípulas se sublevaban para matar al padre viejo y castrado. Lo que hoy sí sabemos es que la sexualidad femenina es difusa, no está localizada, mientras que la sexualidad masculina está centrada en el pene. Lacan habla de la manera fetichista del deseo masculino y de la manera erotomaníaca del deseo femenino. Erotomanía quiere decir « la certeza de ser amada infinitamente por alguien ». Lo que está en juego en las mujeres tiene algo más del orden de ser amada. La tranquilidad de no tener que rendir examen, ni hacer ninguna performance, ni estar más bella ni menos bella. Una mujer quiere ser amada. Es una respuesta posible, no la única. Para el varón no hay sexualidad completa sin penetración. Eso no habla tanto de lo que una mujer quiere, como de lo que un hombre quiere: cifrar su potencia en su capacidad eréctil. Decía el rey Salomón que hay cuatro cosas que no dejan huella. El pájaro en el aire. El pez en el agua. La serpiente en la piedra. El hombre en la mujer. El hombre quiere dejar una huella. Por eso la retórica femenina incluye el « yo nunca sentí algo así » para sostener -si hay cariño- esa ilusión del varón. Decía Lacan: « La imagen que una mujer tiene de sí misma no difiere de las imágenes que una sociedad tiene de las mujeres ». Esa frase plantea algo que han discutido las feministas: que las identificaciones femeninas serían más lábiles y cambiantes que las masculinas. Si la sociedad tiene la imagen de que la mujer es libre, la mujer se hace libre según esa imagen. La moda funciona como ejemplo práctico de esas identificaciones. Las historias de la moda circulan más de mujer a mujer que de hombre a mujer. La que obliga a estar muchas horas en el gimnasio es otra mujer. Ciencia, deseo y hegemoníaPor Esther Díaz FINSTAFF PRENSA: WEB. GACETILLAResponsable Clarisa KicillofColaboradores Viviana Mozzi, Guillermo López, Edit Tendlarz, Silvia Bermúdez. |
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