Exsistencia y sujeto, de Jorge Alemán y Sergio Larriera
Penúltima muestra de la provechosa complicidad intelectual que sostienen desde hace muchos años los psicoanalistas de origen argentino Jorge Alemán y Sergio Larriera, Existencia y sujeto supone un paso más en la indagación de largo recorrido iniciada por ambos autores con Lacan: Heidegger: Un decir menos tonto (Ediciones C. T.P., Madrid,1989), obra inaugural de una nueva época en la relación entre filosofía y psicoanálisis en España, una relación que se remonta a las primeras décadas del siglo pasado, que fue interrumpida por la guerra civil y la dictadura franquista, y que ahora se retorna a través de un diálogo fecundo entre pensadores de ambas disciplinas. Como se sabe, las teorías de Freud tuvieron una introducción temprana en nuestro país, pero fueron casi unánimemente rechazadas por los psiquiatras de la época, y recibidas con muchos recaudos por filósofos como Ortega -aunque en 1922 las calificara como «la creación más original y sugestiva que ha cruzado en los últimos veinte años el horizonte de la psiquiatría»-. En realidad, fueron los médicos higienistas y los juristas quienes más se interesaron por aquellas y por su posible aplicación en sus respectivas especialidades, en el contexto de los acelerados cambios sociales que caracterizaron la vida española en los años de la Il República. De otro lado, hay que decir que Sigmund Freud mantuvo hasta el fin de sus días una actitud crítica hacia la filosofía, a la que excluía del campo de la ciencia por su «ilusión de poder brindar una imagen del universo coherente y sin lagunas (…) que por fuerza se resquebraja con cada nuevo progreso de nuestro sabeD>. Por su formación clásica y positivista, y en la pugna por obtener para el psicoanálisis el reconocimiento de su estatuto científico, Freud desconfiaba de las adherencias religiosas que arrastraba la filosofía, y es evidente que, pese a ser contemporáneos aunque de diferentes generaciones, un diálogo con Heidegger resultaba inviable. Hubo de ser la generación de la posguerra, representada en el psicoanálisis por el continuador de Freud, Jaques Lacan, la que hiciera comparecer a la filosofía ante el saber de la experiencia analítica. En esta obra, la homofonía entre existen-cia/exsistencia permite a los autores jugar con la doble acepción y sonido único, como ocurre en alemán con Dasein, el ser-ahí, que reúne el da (ahí) y el sein (ser).Ahora bien, ¿por qué Heidegger? En primer lugar, porque ha sido el filósofo más importante del siglo xx, pero fundamentalmente porque el autor de Ser y tiempo, al interrogarse sobre el ser desde el ángulo de una analítica existenciaria -que. no existencial, porque Heidegger se desmarcó del existencialismo-, percibe que ese ser adviene en el mundo contemporáneo signado por un defecto ontológico, estructural, como consecuencia de haber sido arrojado al mundo, a una existencia deudora y culpable. Si para Heidegger ese estar arrojado, ese estar-en-el-mundo es un estar caído -nada que ver con la llamada «naturaleza caída del hombre», consecuencia, para los cristianos, del pecado original-, muestra el carácter finito y negativo de la existencia, ello significa que esa exsistencia está construida desde la culpa y la deuda. y aquí es donde, precisamente, el pensamiento heideggeriano enlaza tangencialmente con el psicoanálisis, para el que el relato neurótico derivado del mito del asesinato del padre hace comparecer al sujeto como culpable, y donde Lacan sitúa la tachadura subjetiva padecida como falta de ser, en la estructura del lenguaje. «El ser deudor y culpable de Heidegger se encuentra y se reformula en la lógica de Jaques Lacan: ahora es el sujeto del inconsciente el que traduce su falta de ser en términos de culpa y deuda», nos dicen Alemán y Larriera. Pero frente a la hermenéutica del «yo soy» contenida en Ser y tiempo, nuestros autores dedican su esfuerzo a introducir lo que se ha dado en llamar la «página ausente» en la filosofía heideggariana, esto es, el concepto de castración, por cuya vía hacen acto de presencia, en el advenimiento de la subjetividad, la imposibilidad de la relación sexual y los diversos modos de gozar.
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