« De lo que nos vamos a ocupar es de la relación entre el inconsciente y el síntoma, y cómo esta relación va cambiando a lo largo de toda la enseñanza de Lacan. El último Lacan, el del Seminario 24, « L’insu que sait de l’une-bevue s’aile à mourre », hace un juego de palabras con el título de este seminario. Si uno toma una de las acepciones posibles del mismo, hace alusión a lo que podemos llamar « el fracaso del inconsciente » .
En ese seminario Lacan introduce conceptos fundamentales sobre este problema. Por ejemplo, introduce el neologismo varité que condensa verdad y variedad (…), las verdades comienzan a tornarse variables. Entonces ya no tenemos la verdad del síntoma, tenemos la varité del síntoma, las verdades variables de los síntomas. ¿Por qué digo los síntomas? Porque cuando hablemos del síntoma (sinthome) estaremos tocando lo real, no la verdad sino lo real ».
« …lo que queda realmente claro es que hay un inconsciente que podríamos llamar verdadero, un inconsciente que tiene estructura de ficción (…), y lo que queda en discusión es si se puede hablar de un inconsciente real que se opondría al inconsciente verdadero o no. O sea, si la oposición es entre inconsciente y real o entre inconsciente verdadero e inconsciente real (…) Esta discusión es una especie de investigación que nosotros vamos a hacer porque no hay sobre eso una respuesta definitiva ».
« Si en el último Lacan no quedara nada del inconsciente, no habría solución para el problema de cómo incidir desde lo simbólico en lo real y estaríamos a nivel de la estafa psicoanalítica. La noción de inconsciente es importante y necesaria para la política del psicoanálisis que nos toca ejercer en nuestro tiempo (…) A la vez, hablar de este oxímoron –el inconsciente real–, permite encontrar la vigencia del psicoanálisis en intensión, más allá, o por mejor decir, más acá de las intenciones referidas al Otro. O sea, salir del atolladero de las ficciones y tocar lo real ».
« El analista se hace partenaire de esa nueva clínica que nuestra época exige. Nuestro discurso es siempre subversivo y no puede estar a la retaguardia de la época que lo conmina. Lo conmina a dar respuestas nuevas, pragmáticas y decididas ».