[nel-debates] V Jornadas NEL-Lima – CID-Lima

Doctor en Psicología Clínica

Psicoanalista. AME de la EOL y de la AMP.

Docente del Instituto Clínico de Bs.As. (ICBA)

Responsable de la Unidad Clínica de Presentación de Enfermos del Hospital Gral. « T. Alvarez »

Coordinador del Hospital de Día del Servicio de Psicopatología del Hospital Gral. « T. Alvarez »

Graduado en la Formación Docente Pedagógica en Ciencias de la Salud de la Facultad de Medicina de la UBA

Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra « Hospital de Día » de la Facultad de Psicología de la UBA

El síntoma constituye la referencia clínica fundamental en nuestra práctica. Quién acude al analista espera que su síntoma encuentre una respuesta y el acto del analista concierne a la emergencia de la transferencia como amor, es decir, al componente libidinal de la suposición de saber. El acto del analista es inherente a ese “hacer creer en el síntoma” que implica suponer que el goce es saber y que se descifra.Sin embargo, como lo recuerda J.A. Miller: “El sujeto habla mucho de su síntoma para lamentarse de él. A través de su fantasma en cambio, obtiene placer, es un consuelo contra su síntoma, del cuál no se habla en el análisis” (1) La consideración del fantasma introduce una dimensión ética en la práctica analítica, porque si el síntoma se refiere a la terapéutica, el fantasma concierne al deseo del analista. Un análisis se orienta más allá de la homeostasis y del bienestar.
En esta encrucijada se juega la diferencia entre psicoterapia y psicoanálisis. La psicoterapia especula con la proliferación de sentido, busca la restauración de las identificaciones del sujeto, que sólo puede lograrse a partir del reforzamiento mismo de la represión y de la exclusión del goce del síntoma. La operación analítica no busca restaurar sino deshacer, intentando cernir en el ámbito más íntimo del sujeto el sin sentido de un goce vivido como extraño y ajeno. Se trata -dirá Lacan- “…de lograr a partir de una suposición, deshacer por la palabra lo que es hecho por la palabra”. El fantasma es una interpretación del deseo del Otro, a quién se le atribuye una voluntad de goce que sella las creencias mas arraigadas del sujeto. Un análisis pone en cuestión la fijeza de esta interpretación y por lo tanto la raíz misma de aquello que le brinda consistencia al Otro. Como señala Lacan al referirse al pasaje de analizante a analista: “En este vuelco donde el sujeto ve zozobrar la seguridad que le daba ese fantasma donde se constituye para cada quién su ventana sobre lo real, se percibe que el asidero del deseo no es más que el de un deser.” (2) Pero, ¿de qué seguridad se trata? ¿Qué es lo que cambia cuando el sujeto accede a su modo de goce, despojado ahora del escenario del fantasma y de la dimensión misma del sentido?
Proponemos en este seminario un recorrido que nos permitirá estudiar la función del fantasma, su relación con el síntoma y su incidencia en los diferentes momentos que se despliegan en la experiencia analítica. Tendremos la oportunidad también de interrogar el estatuto del síntoma al final del análisis, tomando como referencia la última enseñanza de Lacan, valiéndonos para ello de los aportes de Jacques Alain Miller.
Nos encontramos en una época en la que en nombre de la ciencia, el síntoma tiende a considerarse una conducta anómala, un trastorno que debe ser reducido a un orden ideal de funcionamiento y de adaptación a las normas instituidas. Como practicantes del psicoanálisis debemos demostrar que nuestra clínica se orienta por una exigencia de certeza ligada a un real que no es del de la ciencia y que si bien establece un orden, el mismo está signado por la ironía: es el que instaura el orden del síntoma.
Daniel Millas
1. J.A. Miller: “Dos Dimensiones Clínicas: Síntoma y Fantasma”, Edit. Manantial, Bs.As., 1986, pag. 14.
2. J. Lacan: “Seminario 25. El momento de concluir”, Clase del 15/11/77. Inédito.

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