Organizadas por los:
Departamento de Estudios sobre el niño en el Discurso Analítico- Pequeño Hans – CICBA – Buenos Aires
ERINDA – Espacio rosarino de investigación del niño en el discurso analítico – Rosario
Departamento de investigación de psicoanálisis con niños- CIEC – Córdoba
Córdoba, 23 de agosto 2008
“Niños y jóvenes de última generación”
¿Imparables, consumidores, agresivos?
Los niños son la última generación, no los hay de otra época, pero ésta, bajo ningún modo, hoy es la misma. Los niños vienen, como nos enseñaba Freud, a renovar el porvenir para el deseo de los padres, sin embargo, en la actualidad, los encontramos en dificultad para engancharse a un sentido que les de el sentimiento de formar parte de su pequeña familia y de lo social. Cada vez menos sujetados al orden generacional y más considerados objetos de satisfacción, objetos de goce, objetos de consumo, objetos de pelea o chantaje entre padres divorciados, etc.
Así es que la primera apuesta en el encuentro de un niño o un adolescente, con un psicoanalista, va a ser la de permitirle ligarse con algo de la herencia familiar que pueda usar para reanudar su lazo social.
Lo cual declina la equivocidad del término “última”, desde ese anhelo tan contemporáneo por lo más nuevo, hacia lo residual, eso que vertiginosamente se vuelve obsoleto, pierde valor, queda fuera de uso, lo que revela ese lugar en el que quedan los niños de hoy. Pasan de ser objetos preciados, escasos y de lujo, a ser objetos segregados, de desecho, de lo familiar y lo social.
Embragando así inevitablemente su resonancia hacia su equivocidad con los objetos de la tecnología, esos que privilegiadamente aprecian los niños y adolescentes, en ésta época en la que ellos interpretan muy bien que para formar parte del grupo necesitan consumir los mismos objetos que sus pares. La búsqueda actual es satisfacerse por los gadgets que oferta el mercado. Pero que, por la precariedad simbólica y la declinación de la autoridad actual, los libra tanto al estilo adictivo del consumo presente como a ese funcionamiento anónimo y de evitación del cuerpo, que les facilita la conexión en red del encuentro virtual.
Trataremos de situar la buena manera, pragmática, de orientar a los niños a valerse de estos objetos de goce para enlazarse, enchufarse, podríamos decir, a los padres, a los compañeros y al saber de la colectividad escolar.
Hemos constatado como se presenta el malestar en las consultas, del modo en que los psicoanalistas alojan esa dialéctica entre el síntoma, lo social y la época. Así escuchamos la queja insistente de las familias, las escuelas y la sociedad, por los niños que no paran en una agitación incansable o en su imperativo de consumo, mandones y aburridos. También la preocupación por aquellos que se han desabrochado del saber dando lugar al llamado “fracaso escolar”. Escuchamos el descrédito por esos que con frecuencia pasan, de estar largas horas encerrados, a lastimar a otros, los llaman violentos, desde el discurso sociológico y del Estado. Eso que desde el psicoanálisis sabemos es la precipitación por la que el sujeto busca desembarazarse de la angustia que lo embarga, de la mala manera, vía el acto agresivo.
Esperamos que la actualidad y riqueza de los temas abiertos por el tema de la II Jornada Nacional de la Nueva Red Cereda -Centro de Investigación sobre el Niño en el Discurso Analítico (Centre d´Etude et de Recherche sur l´Enfant dans le Discours Analytique)- en Argentina, sean una excelente oportunidad para investigar sobre las variaciones sintomáticas del lazo social y demostrar cómo practica el psicoanálisis, qué hace ante lo imposible de tratar y de qué manera le posibilita encontrar al sujeto, un síntoma como solución única que pueda permitirle insertarse en lo social.
Beatriz Gregoret
Córdoba, mayo 2008