– LITER-a-TULIA
20,45 hs.
El Espacio Madrileño de Psicoanálisis con Niños y el Departamento de Psicoanálisis con Niños (Nucep) le invitan a participar en este encuentro, donde podremos conversar sobre la necesidad y el interés de realizar este Foro que tiene como objetivo principal llamar la atención sobre el obstáculo mayor que supone el empuje de los métodos evaluativos actuales. La hipótesis a trabajar es que estos métodos están en el origen de los múlptiples síntomas que afectan a la subjetividad contemporánea por su empeño en querer silenciarla. El sujeto autista es aquel que nos muestra la máxima dificultad para acceder a esa subjetividad y aquel que padece de una manera devastadora los efectos de ese silencio.
Para continuar el debate contaremos con la siguiente contribucion:
SOBRE LA PRACTICA ENTRE VARIOS, por Marian Martín
Coordina: Ana Lía Gana
Antonio Di Ciaccia es el fundador en 1973 de Antenne 110, en Bruselas. Su apuesta fue pensar las condiciones de un dispositivo dentro de una institución que respondiera a la estructura del niño psicótico y autista, orientado fundamentalmente a producir la existencia del sujeto autista y psicótico.
Este dispositivo se orienta por el psicoanálisis y el discurso analítico y fue bautizado por J. Alain Miller como una “práctica entre varios”
En las instituciones donde se interviene con una práctica entre varios, los integrantes toman una posición de receptores dóciles de la particularidad de cada niño, promoviendo una atmósfera desangustiante y creando una red entre ellos para sostener el extraordinario trabajo que el niño y el adolescente autista y psicótico realizan, permitiendo de esta manera una posibilidad de una abertura hacia el Otro y los otros. Esto implica decir sí a su cuerpo, decir sí a su objeto complementario, decir sí a su saber y a sus construcciones en contraposición a todos los no y todas las consignas que escuchan desde las prácticas reeducadoras.
Además implica acoger a los padres en este proceso, dando un lugar privilegiado al saber que tienen de su hijo, este saber no se usa ni para mantenerlos alejados ni para decirle lo que no hacen bien ni para culpabilizarlos. No se trata de educar a los padres ni tampoco convertirlos en reeducadores de por vida. Se trata de darles un lugar de sujeto para que en algún momento del proceso ellos puedan dar ese lugar de sujeto a su hijo.
Mariam Martín
ENCUENTROS EN LA BIBLIOTECA
“La operación de la evaluación hace pasar un ser de su estado de ser único al estado de uno-entre-otros (…) significa conectar el goce único, el goce siempre solitario y autista del sujeto con el Otro, el gran Otro, el Otro universal del significante”*, en la medida en que el sujeto sometido a ella admite ser comparado con otros. La evaluación como método, aplicada inicialmente al management empresarial, y hoy extendida prácticamente a todos los ámbitos de la sociedad, ha desplegado su potencial a lomos del discurso de la ciencia, del que es tributaria. Dado que evaluar es comparar, medir, es simultáneamente hacer ver la falta, con la peculiaridad de que los evaluados consienten en ingresar al mundo de la estadística retratándose en una operación que supone ganancias y pérdidas.
En el camino hacia el Foro de Barcelona, que se celebrará el 19 de junio con el título “Lo que la evaluación silencia”, es pertinente interrogarse sobre lo que la evaluación silencia. Como las terapias psicológicas presuntamente basadas en la evidencia, las estadísticas proveen tan sólo probabilidades, no certezas. Y lo que la evaluación silencia es lo que le ocurre al sujeto en lo que podríamos llamar manifestaciones sintomáticas, que obedecen a la subjetividad y no al cálculo.
Participan:
Beatriz Soriano Muñío: Talent Manager en una empresa multinacional. Ha sido premiada por su artículo Retención del talento desde el primer día.
Jueves 10 de junio , 20,00 hs.
Entrada libre
LA BIBLIOTECA DE ORIENTACIÓN LACANIANA DE MADRID tiene el placer de invitar a la presentación del libro de: Alain Badiou *La filosofía, otra vez*, de Editorial Errata Naturae.
Fundamentar el reto de problematizar el mundo capitalista basado en la presión de la especialización y la fragmentación, y en la anarquía que imponen los flujos intercambiables de mercancía, capital e información, supone sostenerse en la consistencia del deseo singular y particular de la filosofía. Alain Badiou propone una jugada esencial, un proceso de ralentización, el tiempo para un pensamiento sosegado que pueda construir un escenario en el que los seres humanos podamos reconocer algo que se nombre como libertad.
Ignacio Castro: Filósofo, ensayista, y crítico de cine y arte en diversos medios. Ha impartido masters en diversas instituciones nacionales y extranjeras. Es autor de Roxe de Sebes (2001), Trece ocasiones (2002), La explotación de los cuerpos (2002), Crítica de la razón sexual (2002), La sexualidad y su sombra (2004) y Votos de riqueza (2008) del que se está preparando su edición francesa.
Para esta ocasión especial, contaremos con la presencia de la escritora Clara Sánchez, la última ganadora del premio Nadal con su obra « Lo que esconde tu nombre » que será a la que dedicaremos esta reunión. Su presencia nos permitirá conversar acerca de esta historia, participarle nuestras reflexiones, dudas y comentarios sobre la misma. Será un verdadero privilegio poder escuchar, como en otras ocasiones, las palabras del propio creador de la ficción que nos ocupa.
El blog sigue siendo la referencia de nuestras actividades, además de un lugar de lectura muy recomendable www.liter-a-tulia.blogspot.com
por María Regina de Paiva Penna-Firme
En el campo de la educación estas cuestiones tienen diversas consecuencias, especialmente en los programas de intervención para los niños psicóticos y autistas. Ellas ponen en tela de juicio las estrategias de evaluación y control que, como saben, es el tema del Forum que se celebrará día 19 de junio.
Una institución para psicóticos es comúnmente vista como un lugar en que se acogen niños raros y difíciles que fracasan, muchas veces después de un largo recorrido por otras instituciones.
Estos niños son clasificados como portadores de déficits que se buscará compensar a través de las estrategias de distintos programas. El psicoanálisis de orientación lacaniana sostiene una visión muy distinta de estos niños, pues, contrariamente a la noción de déficit, piensa que lo que les pasa a estos sujetos es que tienen una forma singular de posicionarse con relación al lenguaje, al Otro y al mundo. En este sentido acoger un niño autista en un espacio institucional (o en consulta privada) no equivale a integrarlo a través de una rehabilitación psicológica, pedagógica, médica, sino a establecer una estrategia de trabajo en función de la propia lógica del sujeto, tomando en cuenta lo subjetivo de cada uno.
En un estudio reciente, Guía de buena práctica para la investigación de los trastornos del espectro autista, realizado por un Grupo de Estudios del Instituto de Salud Carlos III, podemos leer que: “Hasta el momento, las causas precisas del autismo (esto es, la etiología, la neuropatofisiologia y las bases neuropsicológicas de las conductas y funciones afectadas) no son aún totalmente conocidas. Sin embargo, las investigaciones de las últimas décadas permiten concluir de forma inequívoca que el autismo tiene un origen neurobiológico (para ser precisos, orígenes neurobiológicos múltiples, o multifactoriales, genéticamente determinados y que afectan a procesos de diferenciación neuronal y sináptica que tienen lugar en momentos muy tempranos de la ontogénesis cerebral (entre el tercero y el séptimo mes del desarrollo embrionario).” (p.1) [1]
Si me he detenido en esta cita es para marcar la diferencia que hay entre el enfoque neuropsicológico del autismo y el enfoque psicoanalítico. El psicoanálisis no localiza lo que podría ser el equivalente de la lesión en sistema nervioso central, sino en el lenguaje, o mejor, en la estructura simbólica que permite la constitución de la subjetividad.
En su libro Hay un fin de análisis para los niños, Eric Laurent deja claro que lo mejor no es forzosamente afirmar la psicogénesis contra la somatogénesis en todos los casos. El parto o el embarazo difícil, una enfermedad genética, un traumatismo somático producen una alienación del sujeto de todo el dominio posible de su cuerpo y pueden provocar el “dejar caer” cuando no se efectúa el apoyo del Otro y eso es lo que conduce a la psicosis. Laurent, siguiendo a Lacan, afirma que “el psicoanálisis no supone, en este sentido, la psicogénesis de las enfermedades mentales, supone la dimensión del sujeto y del parásito del lenguaje, que es otra cosa.”(p.163)[2]
Pero ¿qué quiere decir todo eso y que consecuencias tiene para la dirección del tratamiento del niño autista? El niño desde los albores de su nacimiento entra en un intercambio de vocalizaciones con el Otro (la madre). A sus gritos, llanto y primeros balbuceos, este Otro responde como entrando en un juego, un vaivén que comporta un intervalo. Este intervalo es la primera matriz simbólica que le va a permitir colocarse en una posición de dirigir una llamada al Otro. Esto es lo que Lacan llama demanda que tanto puede ser demanda al Otro o demanda del Otro. Ocurre que la demanda nunca pude ser totalmente satisfecha. Los cuidados maternos con que las necesidades de alimentación e higiene son atendidas, deben dejar un margen de insatisfacción, ya que la demanda es siempre demanda de otra cosa, es demanda de amor. Este margen funciona como un vacío, un vacío que constituye el deseo humano, condición de posibilidad para la satisfacción.
Esta circularidad de demanda a demanda es lo que instala lo que en psicoanálisis llamamos circuito pulsional. Al mismo tiempo que las respuestas del Otro vienen a dar significado a las vocalizaciones del niño, producen una experiencia de goce que escapa al propio lenguaje. Así el cuerpo del niño recibe marcas que hacen bordes en el cuerpo (las zonas erógenas). Estas marcas son huellas dejadas por el deseo del Otro, por su incompletud. Un deseo que se instaura como enigma: ¿Qué soy yo para el Otro? ¿qué quiere él de mí?
La imagen especular que el niño alcanza a una cierta edad es lo que viene a recubrir estas marcas del lenguaje en una identificación primera a un ideal de yo, una primera respuesta al enigma del deseo del Otro. De este modo, la imagen es efecto del lenguaje y no una reflexión óptica. Cuando la demanda no se establece, el deseo no se instaura como una falta en el Otro, no hay deseo, el niño no está representado en el Otro, queda como un objeto no simbolizado, un cuerpo real, sin imagen, delante de un Otro completo.
Por las determinaciones más diversas, el niño autista es aquél cuyo cuerpo no fue articulado a la demanda, él es un cuerpo no marcado, que no encuentra representación en el Otro. El autista posee un cuerpo sin pulsión; es la respuesta en lo real al desierto de deseo del Otro. Si la hiancia del deseo no se instaura, no hay registro de separación y pérdida. No se produce una extracción del objeto en el Otro que se presenta como Otro real, invasivo, devastador. Todo es real, no simbolizado en el mundo del niño autista. El circuito pulsional que no se organizó, le causa dificultades en lo que respecta a la orientación en el espacio y en el tiempo, su entorno no está impregnado de sentido, las palabras no se ligan a las cosas, él se siente bombardeado por ruidos. Su “caparazón” es la forma que encuentra de defenderse de un entorno que le es ajeno y hostil.
Pero un error sería ver en este niño un puro estado de pasividad. Lo que el psicoanálisis logró percibir en él, es que incluso sus defensas, su aislamiento, mutismo, evitación de la mirada del Otro, las ecolalias y conductas estereotipadas son manifestaciones de una actividad constante para separarse del Otro, para separarse del mundo, arreglándoselas con un goce mortal de que es prisionero, por no haber existido la operación simbólica.
Lacan los consideró como seres de lenguaje, más bien verbosos, aunque no hablen y parezcan estar sordos a los que se ocupan de ellos, aunque estén fuera del discurso, fuera del lazo social.
Los analistas lacanianos hacen una apuesta decidida por el sujeto, todavía muy frágil, que pueda existir en estos niños, para que, de alguna manera, lleguen a construir un cuerpo y un yo. Eso solo es posible conformándose a una larga espera, a un silencio, a una atención cuidadosa a todas las manifestaciones de comportamiento que puedan surgir. Una de estas manifestaciones de extrema importancia es el objeto que muchas veces fue tomado del Otro, tomado del analista en un intento de descompletarlo (este objeto puede ser una cuerda, un trozo de papel, un juguete cualquiera, las gafas del analista, un colgante, etc.). Sería la extracción de objeto que no se dio primordialmente. Eric Laurent lo caracteriza como un “órgano” que, localizado fuera del cuerpo puede funcionar como un condensador de goce, goce que así deja de estar concentrado en el niño. El objeto sería un complemento para su cuerpo no constituido. Lo que muchas veces se observa en la clínica y de lo que la literatura psicoanalítica nos trae ejemplos, es que cuando el Otro fue agujereado, suele surgir un desplazamiento de un objeto a otro objeto alrededor de este agujero. El niño mueve su interés a otros objetos, empieza a nombrarlos, a hacer series y a montar actividades con ellos. El analista con su cuerpo está como una superficie de la cual se puede arrancar el objeto. Intentando construir una posición con el saber, el autista se alivia del Otro que era el agente de sus crisis imposibles.
En el tratamiento del niño autista es el Otro el que tiene que ser regulado en su totalidad y omnipotencia, no el niño.
Durante algún tiempo me dediqué a un trabajo voluntario en un centro especial para niños autistas que me permitió realizar observaciones a través de las cuales pude contrastar la diferencia entre el enfoque de orientación lacaniana y el enfoque conductual-cognitivista. Aunque la pedagogía adoptada preconizaba una atención individualizada, ésta se limitaba a proponer al niño actividades de acuerdo con la medida de su C.I., su nivel de comunicación verbal o sus “skills” (habilidades), teniendo siempre como meta la funcionalidad de la conducta (conducta considerada socialmente bien adaptada). Con rarísimas excepciones, las actividades eran todas estandarizadas e impuestas a los niños por los educadores.Los objetos preferidos solo eran permitidos en el momento del recreo. Eran también usados como recompensa ofrecida a las “buenas conductas” o retirados como castigo a “las malas”.
Algunas viñetas:
E. (niño de 14 años)- Su objeto favorito era un álbum fotográfico. Este niño se pasaba casi todo el tiempo de clase durmiendo sobre la mesa. Una sola vez en que le fue permitido llevar su álbum al colegio, E. pasó toda la mañana bien despierto, hojeando el álbum y diciéndome el nombre de sus familiares.
M. (niña de 14 años)- Tenía su colección de libros pequeños de plástico. Nunca los llevó al colegio. Un día en que fuimos de compras a una papelería, ella vio uno de estos libros e intentó cogerlo. La profesora se lo impidió bruscamente. Entonces M. tuvo una crisis, tirándose al suelo, dando gritos, pataleando. Pasó algún tiempo hasta que se calmó.
C. (niño de 16 años)- A este niño le encantaban los papeles. Un día en el vestuario de la piscina la educadora lo llevó al baño para que hiciese caca. El niño, ya sentado en la taza del water, se resistía a obedecer a la exigencia de la profesora. Ésta, para que el niño no tardase mucho, empezó a enseñarle un rollo de papel higiénico sin que el niño pudiera alcanzarlo, pero prometiéndole que se lo daría si él terminaba de hacer caca pronto. Sin embargo la estrategia no parecía funcionar. Con mucho cuidado, sugerí a la profesora que lo hiciese al revés, es decir, diese el papel higiénico para ver si así lo conseguía. La nueva estrategia funcionó.En algunos casos, cuando la profesora tenía algún lazo afectivo con el niño, terminaba cediendo a lo que llamaba “sus caprichos” y, ese consentimiento normalmente producía buenos resultados.
M. (niño de 12 años)- Tenía especial predilección por los dinosaurios. La profesora le permitió llevar al colegio su mochila llena de estos juguetes. M. montaba teatros con los dinosaurios, los ponía dentro de un belén y quedaba maravillado con el escenario. De los dinosaurios pasó a los libros con dibujos de otros animales y a tebeos de superhéroes. Con este nuevo estímulo empezó a interesarse por letras y pudo iniciarse en la lectoescritura.
En el enfoque conductual-cognitivista los objetos de “apego” del niño autista son más bien vistos como obstáculos a nuevos aprendizajes y no como parte del trabajo del niño.
Para el psicoanálisis, acoger a un niño autista es captarlo con todo lo que él traiga: su silencio, sus ecolalias, su sinsentido, sus objetos. Es, según la feliz expresión de Antonio di Ciaccia, saber-no saber, para que el niño construya el suyo.
Trabajo presentado en la reunión preparatoria para el Fórum de Barcelona (“Lo que la evaluación silencia”) en la Sede de Madrid.
[1] Guía de buena práctica para la investigación de los trastornos del espectro autista. Mercedes Belinchón-Carmona et al. (Grupo de Estudio de postrastornos del Espectro Autista del Instituto de Salud Carlos III. Ministerio de Sanidad y Consumo. España). Rev Neurol 2005;41 (6): 371-377
[2] Laurent,E. Hay un fin de análisis para los niños. Buenos Aires: Colección Diva, 1999.
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LOS HOMBRES Y SUS SEMBLANTES
Formas contemporáneas de la sexualidad masculina
Presentación
Desde la afirmación de lo masculino y lo femenino como irreductible « polaridad cósmica », hasta la tesis del inconsciente como una escritura donde la relación sexual no puede alojarse, la enseñanza de Jacques Lacan prolonga y re-elabora la deconstrucción freudiana de la sexualidad en el ser hablante. A partir de los años treinta, siguiendo las primeras conclusiones de Freud, los analistas coinciden en enfocar y promover la sexualidad femenina como un capítulo destacado del psicoanálisis, en un intento de sondear mediante los instrumentos conceptuales del inconsciente y del Edipo en la proverbial extrañeza que supone el deseo de la mujer.
¿Por qué el psicoanálisis no ha hecho prosperar hasta ahora un desarrollo específico de la sexualidad masculina? Tal vez por considerar que el binario del falo y la castración son suficientes para ordenar los mecanismos libidinales del varón, y que la docilidad de su goce al significante amo parece asegurar un grado máximo de representabilidad en su deseo. De este modo, los psicoanalistas hemos contribuido a perpetuar el patrimonio femenino del enigma, la sombra y lo Otro, reservando a los hombres la abarcable sencillez del Uno. Sin duda, existen sólidas razones de estructura que respaldan esta distribución de la problemática de los sexos, pero no podemos soslayar el hecho de que los conceptos lacanianos de semblante y de síntoma vuelven perentoria la continuación del debate.
La posición del psicoanálisis, al estudiar la vida amorosa desde la perspectiva del malentendido y la disarmonía originaria del deseo, inaugura un campo de inteligibilidad capaz de dar una razón para la contemporaneidad « líquida » de las identidades sexuales, afectadas por las profundas transformaciones del discurso y la decadencia de la « moral sexual cultural » que durante siglos puso música al gran baile de máscaras de los hombres y las mujeres.
Asediado por el vertiginoso ascenso de sus nuevas competidoras, el hombre moderno oscila entre la resistencia desesperada (que en ocasiones alcanza el dramatismo de la violencia criminal) y el sometimiento a las imágenes que lo « invitan » a abdicar de sus tradicionales insignias. Cuestionado en los estereotipos sobre los que se ha apoyado durante siglos para practicar el simulacro de una identidad sin interrogantes, el varón acusa el golpe en el fantasma de su potencia, y tantea a menudo a ciegas en búsqueda de otros semblantes y en la producción de otros síntomas con los que recomponer su maltrecha ilusión de saberse ser.
¿Cómo fundar desde el psicoanálisis una nueva Historia de la Sexualidad que contemple a la vez la variabilidad de la cultura, las mutaciones del discurso del amo y la lógica del inconsciente? Es el desafío que estas próximas Jornadas nos prometen.
Comisión de organización:
Rosa López (responsable), Pilar Berben, Carmen Bermudez, Ana Castaño, Santiago Castellanos, Joaquín Caretti, Marta Davidovich, Gustavo Dessal, Alberto Estevez, Emilio Faire, Beatriz García, Ariane Husson, Esperanza Molleda, Silvia Nieto, Luis Seguí, Mónica Unterberger.
Comisión Científica:
Jorge Alemán, Jesús Ambel, Marta Serra, Oscar Ventura, Lucia D’Angelo (más Uno)