El VI Congreso de la AMP dedicó, una de sus mañanas de trabajo, la del martes 22 de abril, a los Cpcts, bajo el título: El lugar de los Centros de Consulta y de Tratamiento en el discurso Psicoanalítico.
La mesa constó de dos partes: una primera dedicada a ejemplos clínicos y la segunda que reflexionó sobre la transferencia y la salida del dispositivo. Segunda parte en la que participaron los directores de los Cpcts del conjunto de la AMP.
LGC quiere conocer la opinión de los Directores de los 4 Cpcts de la ELP y la Clínica del CF de la Coruña. A continuación les proponemos una reflexión sobre tres vectores que fueron destacados en dicha conversación y que consideramos fundamentales en este momento.
1. En la conversación se planteó la importancia de los Cpcts como base política para la conquista del lugar del psicoanálisis en la sociedad contemporánea. ¿Esta dimensión política de los Cpcts debiera suponer un evento inolvidable, un antes y un después, por sus efectos subjetivos y terapéuticos. para las personas que allí son atendidas?
2. Los Cpcts constituyen un eslabón muy importante en la formación de los analistas. ¿Cómo tratar y cuidar este aspecto en su funcionamiento interno?
3. Asimismo si los Cpcts han modificado la definición del psicoanalista al cambiar los estándares de la práctica, ¿se podría pensar que van a contribuir a la modificación del psicoanálisis mismo, tal como Jacques –Alain Miller lo explora en su curso?
¿Qué opina Ud. de la incidencia de los Cpcts sobre estos tres puntos que atañen a lo político, epistémico y clínico?
Esta segunda entrega de LGC 43 incluye las respuestas de Andrés Borderias, Director del Cpct-Madrid.
Respuesta a pregunta 1.
Efectivamente, el CPCT es un invento que rápidamente fue entendido por los analistas de las Escuelas de la AMP como una excelente respuesta política en un momento en el que se producen iniciativas concretas contra el psicoanálisis por parte de determinados poderes políticos, universitarios y estamentos corporativos, que proponen un modelo evaluador, normopráctico.
No debemos olvidar que es un momento –el de la política de las cosas- dentro de un movimiento mucho más amplio, una batalla que dura ya mas de cien años, parafraseando el título del libro de Roudinesco, contra el discurso psicoanalítico.
Creo que los CPCTs pueden jugar un papel excepcional en esta partida, si somos capaces de responder a una doble exigencia: hacer valer la eficacia del psicoanálisis en el tratamiento del malestar, para poder hacer valer que dicha eficacia es solidaria de una política con lo real, respetuosa con el sujeto y con el deseo, que denominamos política del síntoma.
La experiencia de dos años en el CPCT-Madrid nos demuestra que en esta tarea encontramos interlocutores nuevos, con responsabilidades importantes en múltiples ámbitos de la política social, sanitaria, educativa, de la gestión de lo público, y que a partir de nuestra experiencia pueden escuchar mejor el mensaje agridulce del psicoanálisis: hay lo real y hay una política del síntoma.
Por otro lado, no me cabe la menor duda de que para muchas de las personas que están siendo atendidas en los CPCTs el encuentro con un analista marca un antes y un después en sus vidas.
En lo que a nosotros respecta, las consecuencias políticas de dicho encuentro dependerán de que sepamos transmitir y perseverar en esta tarea.
Respuesta a pregunta 2.
Para empezar, emplazando al equipo ante el hecho de que la formación nos concierne a todos. En este sentido, el CPCT muestra que es parte de la Escuela, la formación implica a cada uno. De manera muy sencilla, la cuestión pasa por consentir a dos principios fundamentales para el psicoanálisis, hay lo real, y hay el agujero del saber.
Si el analista no se sitúa en esa posición como motor de su tarea, no puede subjetivar lo particular del dispositivo y eso repercute en el tratamiento, en la investigación, en la transferencia de trabajo y en mil y un aspectos del día a día del CPCT.
Los talleres de discusión, de supervisión, de investigación, en sus múltiples formas, se mantienen vivos a partir de ahí. Las jornadas, las reuniones de equipo. Las discusiones sobre las cuestiones de fondo del dispositivo. Y un etcétera que implica además el cuidado con lo particular de cada uno de los componentes del equipo.
Aquellos que se incorporan a los Stage de formación, por otra parte, podrán de esta manera encontrar una nueva vía hacia la Escuela.
Eso exige un esfuerzo, pero creo que se ve recompensado con creces por el hecho de que el CPCT nos coloca en la corriente vital de la ciudad de un modo inédito y nos ofrece posibilidades de trabajo, investigación, formación y conexión, variadísimas. Hay algo extraordinariamente vivo en la experiencia del CPCT.
Respuesta a pregunta 3.
Eso esperamos. Lo afirmo en plural, pues me consta que es una idea compartida. Es la apuesta desde su inicio mismo, “una cierta mutación” para mantener al psicoanálisis en el horizonte de su época.
Freud no cejó en ese empeño, Lacan tampoco. Los movimientos que se dan en la obra de ambos lo muestran y Lacan empujó a la reinvención del psicoanálisis. El dispositivo del pase y ahora los CPCTs se anudan en esta tarea y nosotros tratamos de perseverar en esa dirección.
De hecho, los temas que nos ocupan en nuestras discusiones van en ese camino. Apoyándonos en la última enseñanza de J. Lacan examinamos nuestra experiencia en el CPCT preguntándonos qué ocurre con la transferencia, con la interpretación, con la verdad, con el acto. Tratamos de inventar nuevas formas de transmisión de nuestra experiencia. Investigamos sobre la posibilidad de la demostración ante los poderes públicos sobre los efectos de nuestra intervención. Surgen cuestiones apasionantes en este sentido.