lacaniana decidida*, por Patricia Bosquin-Caroz
A propósito de Historias saladas en psicoanálisis, de Philippe Hellebois
En el dossier de la Revista Literaria del mes de junio titulada “Ficciones en Psicoanálisis”, se podía leer, a guisa de introducción a uno de los artículos, las siguientes proposiciones: “Informe del Inserm (Instituto nacional de Salud) sobre las psicoterapias, Libro Negro del psicoanálisis, brulote anti Freud de Michel Onfray… Lo que se escribe sobre el psicoanálisis le es, de ahora en más, cada vez más hostil. Las grandes editoriales de literatura general publican cada vez menos psicoanálisis, etc.”
Sin embargo, es inevitable constatar que en estos últimos años las plumas del Campo Freudiano no han cesado de desatarse. Cada vez más colegas publican sus libros. Algunos son editados por la editorial Navarin/El Campo Freudiano, de total afinidad con la Escuela de la Causa Freudiana. Es el caso de Historias saladas en psicoanálisis, libro de Philippe Hellebois, al que la ACF-Bélgica acaba de dedicarle una velada de debate.
¿No leyeron aún el libro? ¿Saben qué es el psicoanálisis laico y su diferencia con la psicoterapia? No duden en llevarlo en el equipaje para saborearlo en la playa, como se lo haría con una antología de cuentos, recomienda el autor.
La función del síntoma en un análisis
¿Cuentos? Sí, pero de un género particular ya que, en cada uno, el personaje principal no es otro que el analizante mismo y el escritor el psicoanalista. También picantes, sin ser osados -el pudor es conveniente-, pero lo son sobre todo por ser sazonados por el estilo singular de Ph. Hellebois. Si no, qué más corriente que la miseria de cada uno -miseria neurótica, decía Freud, de la cual sólo puede esperarse que se transforme en un malestar banal al final de un análisis.
Pero entonces, ¿cómo hacer de la banalidad una historia salada? ¿Y en quién recaerá él mérito? En el analista devenido en la ocasión escritor, si tiene talento; pero antes en el analizante mismo, sujeto de la experiencia analítica, que tiene la posibilidad de contar su hystoria, mejor que cualquiera. Es así como Lacan aporta su grano de sal al psicoanálisis dado que abre para cada uno que arriba al término de su recorrido analítico, la posibilidad de testimoniar sobre la ficción singular al principio de su existencia, lo que se denomina el fantasma fundamental.
Lejos de contentarse del pasaje de la miseria a la banalidad del malestar, él permite, gracias al pase, que el analizante- pasante pueda hacer de su síntoma una obra singular. Sabrosa aleación en la obra de Ph. Hellebois entre el síntoma del analizante-analista y el síntoma del lado del analizante, que es el asunto de que trata cada historia relatada. La reducción de uno al servicio de la depuración del otro.
Del lado del analista, lo que Ph. Hellebois demuestra claramente es que esas curas no hubieran podido ser llevadas a cabo sin un trabajo analítico muy a fondo que permitiera el vaciado de goce del síntoma para hacer lugar neto al modo de gozar singular de otro parlètre.
Es así que Abel, “zelote de la causa femenina, que adora tanto más a las mujeres en cuanto las desea”, que sostiene por largo tiempo una “devoción singular por el seno”, fue finalmente expulsado del supuesto paraíso femenino. Sabiéndose Abel expulsado y el analizante finalmente desilusionado, pudo entonces el analista, al presente advertido y alivianado, prestar su cuerpo a otra vocación. Soporte de la función de deseo del analista, abre para otros sujetos el acceso a su diferencia absoluta, de lo que estas historias “saladas” testimonian.
La práctica del control y su atravesamiento
Pero, destaca Ph. Hellebois, no es en tanto analista que se escribe, sino en tanto analizante. Aquí entra en juego otra dimensión de la formación del analista: el control de la práctica. El autor subraya en un texto aparecido en Lacan Quotidien, que ese ha sido el disparador de sus Historias saladas.
En este texto titulado “Una subjetividad segunda”(1) , precisa, a propósito de la especificidad del campo de la palabra que se instaura una vez atravesada la dimensión clínica del control, que se trata de una zona ya no más regida por el saber sino por la asociación libre. “El control es eso también: la asociación libre a propósito de otro que uno”, que favorece la sorpresa y el hallazgo.
Jacques -Alain Miller ha dicho al respecto que el control resubjetiva al analista, lo que se distingue de la posición de objeto que ocupa en la experiencia analítica, objeto vaciado de toda subjetividad. En cuanto al controlador, él puede también ponerse a asociar. Como Ph. Hellebois lo precisa, se trata de una partida de a cuatro: el analista, el analizante, el control y el psicoanálisis; es a partir de este nuevo punto de vista que estas Historias saladas fueron escritas.
¿Pero cómo hacer historia o ficción a partir de la asociación libre? La ficción se entiende aquí como la aborda Lacan en “La Tercera”(2) , cuando califica de ficción el procedimiento mismo de la asociación libre, y cuando precisa que es de la puesta a prueba de esta libertad de la ficción de decir no importa qué, que puede resultar una reducción de lalangue, su precipitación en letra, con la marca de goce.
¿No es esto también aquello de lo que Ph. Hellebois nos participa, a partir de su práctica del control y más particularmente de su atravesamiento, como él lo llama? Con talento, supo con su obra hacer pasar al público la sal de algunos análisis reducidos a uno u otro rasgo singular, o al hueso de un modo aislado de gozar. La ficción aquí no sigue siendo deriva asociativa, sino que circunscribe lo que causa el decir para cada uno de los analizantes cuyo retrato se traza, y que la práctica del control permite devenir un auténtico ejercicio de decapado (décapage). En esto, Historias saladas en psicoanálisis constituye un alegato a favor de la especificidad del psicoanálisis de orientación lacaniana respecto al abordaje del síntoma en el siglo XXI.
Demuestra en qué ofrece una alternativa al solitario consumismo contemporáneo y cómo, gracias al discurso analítico, los modos de gozar de los Unos-todo-solos pueden articularse al Otro o arrimarse, anclarse a él.
El objeto es entonces capturado en una historia singular, una ficción, una verdad mentirosa ciertamente, pero a medida, contrarrestando así los efectos devastadores de identificaciones a normas de tonalidades cada vez más segregativas.
Notas:
1-. Cf. Lacan quotidien nº 371.
2-. Lacan. J., “La troisième”, La Cause freudienne, nº 79, Lacan aumiroir des sorcières, ECF-Navarin, octubre 2011 (disponible en ecf-echoppe.com)
* From Lacan quotidien nº 409.
saladas en psicoanálisis de Phillipe Hellebois