Lea aquí–> la primera parte
Ahora consideremos lo que Lacan dice sobre la otra sustancia
en juego en el dualismo cartesiano: “De la famosa sustancia extensa,
complemento de la otra, no podemos deshacernos así no más, ya que es el espacio moderno. Sustancia de puro espacio,
así como se dice puro espíritu. No se
puede decir que sea muy prometedor.”
(p. 32) La famosa sustancia
extensa no tiene así nada de empírico ni de objetivo, de hecho,
ni más ni menos que el puro espacio como
a priori, mediante el
cual nos representamos el mundo y por añadidura a nosotros mismos, y siempre
según las coordenadas simbólicas propias de cada momento.
en juego en el dualismo cartesiano: “De la famosa sustancia extensa,
complemento de la otra, no podemos deshacernos así no más, ya que es el espacio moderno. Sustancia de puro espacio,
así como se dice puro espíritu. No se
puede decir que sea muy prometedor.”
(p. 32) La famosa sustancia
extensa no tiene así nada de empírico ni de objetivo, de hecho,
ni más ni menos que el puro espacio como
a priori, mediante el
cual nos representamos el mundo y por añadidura a nosotros mismos, y siempre
según las coordenadas simbólicas propias de cada momento.
Hoy en día, es cierto, vivimos sumergidos en el
espacio de la ciencia moderna, fundado en un interior y un exterior, y cuyas
fronteras, sin embargo, son cada vez
más frágiles. Ahora bien, este espacio
extenso finalmente no es otro que una sugestión inducida por el propio
cuerpo, por el cuerpo imaginario, por el cuerpo del estadio del espejo(1) y sus dimensiones de res extensa.
espacio de la ciencia moderna, fundado en un interior y un exterior, y cuyas
fronteras, sin embargo, son cada vez
más frágiles. Ahora bien, este espacio
extenso finalmente no es otro que una sugestión inducida por el propio
cuerpo, por el cuerpo imaginario, por el cuerpo del estadio del espejo(1) y sus dimensiones de res extensa.
Freud lo había observado muy bien en 1923, en El
yo y el ello, escribe que el yo es una extensión de la superficie
del cuerpo (puramente): (2) “puro espíritu”, pero
también “puramente” por
así decirlo. De modo tal
que la
res extensa, a partir de
la cual Descartes quería sostener
la res cogitans supuestamente complementaria,
no es más que una extensión de la
superficie corporal del yo, fundada en
la especularidad de un interior/exterior que divide este espacio en partes. Es por eso que Lacan añade inmediatamente que: “Puro espacio se funda en la noción
de parte, con la condición de añadir que
todas a todas son externas:
partes extra partes.” Es decir, que
cada una de las partes que podemos delimitar en la supuesta res extensa
es siempre externa, exterior a cada una
de las otras partes circunscriptas en esta operación imaginaria.
yo y el ello, escribe que el yo es una extensión de la superficie
del cuerpo (puramente): (2) “puro espíritu”, pero
también “puramente” por
así decirlo. De modo tal
que la
res extensa, a partir de
la cual Descartes quería sostener
la res cogitans supuestamente complementaria,
no es más que una extensión de la
superficie corporal del yo, fundada en
la especularidad de un interior/exterior que divide este espacio en partes. Es por eso que Lacan añade inmediatamente que: “Puro espacio se funda en la noción
de parte, con la condición de añadir que
todas a todas son externas:
partes extra partes.” Es decir, que
cada una de las partes que podemos delimitar en la supuesta res extensa
es siempre externa, exterior a cada una
de las otras partes circunscriptas en esta operación imaginaria.
Señalemos aquí, por ejemplo, las paradojas en las cuales se enreda el neurocentrismo de hoy en día cuando no puede lograr situar con
certeza en qué parte, en qué lugar reside finalmente tal o cual función mental,
o hasta dónde se extiende el cerebro mismo en
tanto que órgano del sistema nervioso, e incluso, más allá de este sistema, puesto
que no se pueden definir tan fácilmente
los límites del cuerpo. A tal punto que es posible sostener, realizando un salto que tiene
todo su sentido, que sus funciones pueden hasta llegar a residir fuera
del cuerpo. En efecto, ¿no estudiamos
que hay un goce fuera de cuerpo que modifica de manera sustancial el goce del
propio cuerpo? La noción misma de extensión debe aquí todo su valor a la
dimensión (dit-mension) imaginaria del yo corporal y a lo que hay de
éxtimo en él.
certeza en qué parte, en qué lugar reside finalmente tal o cual función mental,
o hasta dónde se extiende el cerebro mismo en
tanto que órgano del sistema nervioso, e incluso, más allá de este sistema, puesto
que no se pueden definir tan fácilmente
los límites del cuerpo. A tal punto que es posible sostener, realizando un salto que tiene
todo su sentido, que sus funciones pueden hasta llegar a residir fuera
del cuerpo. En efecto, ¿no estudiamos
que hay un goce fuera de cuerpo que modifica de manera sustancial el goce del
propio cuerpo? La noción misma de extensión debe aquí todo su valor a la
dimensión (dit-mension) imaginaria del yo corporal y a lo que hay de
éxtimo en él.
El salto del Seminario XX: sopesar el gozar
del cuerpo
del cuerpo
¿Cómo salir entonces de este embrollo donde vive y se
encuentra sumergido el sujeto de
nuestro tiempo con todos sus síntomas? ¿O cómo ingresar allí armado de algo más consistente que el supuesto dualismo cartesiano?
Decimos “supuesto” porque el propio
Descartes de hecho enunciaba, en lugar
de un dualismo, una tríada, tres sustancias en juego: res cogitans, res
extensa y res infinita. Eso siempre deja en suspenso la cuestión de
la consistencia o de la inconsistencia de esta tercera, res infinita,
divina o no, que daría paradojalmente y en último lugar su consistencia a las
otras dos.
encuentra sumergido el sujeto de
nuestro tiempo con todos sus síntomas? ¿O cómo ingresar allí armado de algo más consistente que el supuesto dualismo cartesiano?
Decimos “supuesto” porque el propio
Descartes de hecho enunciaba, en lugar
de un dualismo, una tríada, tres sustancias en juego: res cogitans, res
extensa y res infinita. Eso siempre deja en suspenso la cuestión de
la consistencia o de la inconsistencia de esta tercera, res infinita,
divina o no, que daría paradojalmente y en último lugar su consistencia a las
otras dos.
En efecto, es allí donde Lacan realiza un salto que
puede parecer inédito, pero que es consecuencia del giro fundamental de su
enseñanza cuando introduce en ella la
noción de goce, de cuerpo hablante y su
emparejamiento significante con el axioma Hay Uno. Adelanta entonces una nueva “suposición”, no menos supuesta que las precedentes, pero que
las modifica de manera radical.
Esta suposición proviene de su propia experiencia analítica, fundada en la suposición del sujeto supuesto
saber. Propone “sopesar […] el gozar de un cuerpo, de un cuerpo que simboliza al Otro, y que acaso consta de algo
que permite establecer otra forma de
sustancia, la sustancia gozante”. (p. 32) He aquí pues donde aparece la
expresión inédita que inventa. Lacan no da a esta “sustancia gozante” otra
condición que la de ser supuesta, es cierto, pero es una suposición en la cual
reposa la experiencia analítica del mismo modo que reposa en el sujeto supuesto saber inconsciente. “¿No es esto lo que
supone propiamente la experiencia
psicoanalítica?” (p. 32) –la suposición de que hay un goce del cuerpo, con todo
el equívoco del genitivo de la
expresión: que hay
un goce en
el propio cuerpo,
pero también que
hay un goce del cuerpo del Otro, ya sea yo quien goza del
cuerpo del Otro o que el Otro goce de su cuerpo. Volvemos a encontrar aquí la
paradoja partes extra partes.
puede parecer inédito, pero que es consecuencia del giro fundamental de su
enseñanza cuando introduce en ella la
noción de goce, de cuerpo hablante y su
emparejamiento significante con el axioma Hay Uno. Adelanta entonces una nueva “suposición”, no menos supuesta que las precedentes, pero que
las modifica de manera radical.
Esta suposición proviene de su propia experiencia analítica, fundada en la suposición del sujeto supuesto
saber. Propone “sopesar […] el gozar de un cuerpo, de un cuerpo que simboliza al Otro, y que acaso consta de algo
que permite establecer otra forma de
sustancia, la sustancia gozante”. (p. 32) He aquí pues donde aparece la
expresión inédita que inventa. Lacan no da a esta “sustancia gozante” otra
condición que la de ser supuesta, es cierto, pero es una suposición en la cual
reposa la experiencia analítica del mismo modo que reposa en el sujeto supuesto saber inconsciente. “¿No es esto lo que
supone propiamente la experiencia
psicoanalítica?” (p. 32) –la suposición de que hay un goce del cuerpo, con todo
el equívoco del genitivo de la
expresión: que hay
un goce en
el propio cuerpo,
pero también que
hay un goce del cuerpo del Otro, ya sea yo quien goza del
cuerpo del Otro o que el Otro goce de su cuerpo. Volvemos a encontrar aquí la
paradoja partes extra partes.
En todo
caso, es solamente por esta vía, la del goce, que la experiencia psicoanalítica
puede establecer que hay “la sustancia
del cuerpo, a condición de que se defina sólo por lo que se goza.” (p. 32)
La única propiedad que puede especificar
lo viviente del cuerpo, para diferenciarlo de los otros, es el hecho de
que el cuerpo se goza. Sin duda, es por esta vía de la sustancia gozante que se
podría esclarecer lo que la biología dejó por siempre en la sombra de su
objeto, con la pregunta de Erwin
Schrödinger que siempre recuerdo: ¿Qué es la vida? Finalmente, no hay
otro signo de la vida que aquel que nos
hace suponer un goce del Otro, ya sea en el cuerpo propio o en el más ajeno que podamos imaginar,
tal como el mundo extraterrestre. La pregunta por lo viviente se resuelve por la siguiente
suposición: eso goza, o incluso mejor dicho: eso se goza.
caso, es solamente por esta vía, la del goce, que la experiencia psicoanalítica
puede establecer que hay “la sustancia
del cuerpo, a condición de que se defina sólo por lo que se goza.” (p. 32)
La única propiedad que puede especificar
lo viviente del cuerpo, para diferenciarlo de los otros, es el hecho de
que el cuerpo se goza. Sin duda, es por esta vía de la sustancia gozante que se
podría esclarecer lo que la biología dejó por siempre en la sombra de su
objeto, con la pregunta de Erwin
Schrödinger que siempre recuerdo: ¿Qué es la vida? Finalmente, no hay
otro signo de la vida que aquel que nos
hace suponer un goce del Otro, ya sea en el cuerpo propio o en el más ajeno que podamos imaginar,
tal como el mundo extraterrestre. La pregunta por lo viviente se resuelve por la siguiente
suposición: eso goza, o incluso mejor dicho: eso se goza.
Corporeizar con lalengua
Continúo
citando nuevamente a Lacan: “No se goza [un cuerpo] sino
corporeizándolo de manera significante.” (p. 32) No podemos más que
suponer la sustancia del cuerpo, pero ella se goza gracias al lenguaje,
gracias a lalengua cuyas resonancias afectan al cuerpo. Es un modo muy diferente a plantear la pregunta a partir de la res extensa,
modo que siempre quedará hundido en la paradojas del interior y del
exterior, de las “partes extra partes de la sustancia extensa”. Para
mostrar esta paradoja, Lacan, en lugar de evocar a la ciencia moderna,
menciona en este punto al marqués de Sade, “esa suerte de kantiano”,
para quien “no se puede gozar más que de una parte del cuerpo del Otro,
por la sencilla razón de que nunca se ha visto que un cuerpo se enrolle
completamente, hasta incluirlo y fagocitarlo, en torno al cuerpo del
Otro.” (p. 32)
citando nuevamente a Lacan: “No se goza [un cuerpo] sino
corporeizándolo de manera significante.” (p. 32) No podemos más que
suponer la sustancia del cuerpo, pero ella se goza gracias al lenguaje,
gracias a lalengua cuyas resonancias afectan al cuerpo. Es un modo muy diferente a plantear la pregunta a partir de la res extensa,
modo que siempre quedará hundido en la paradojas del interior y del
exterior, de las “partes extra partes de la sustancia extensa”. Para
mostrar esta paradoja, Lacan, en lugar de evocar a la ciencia moderna,
menciona en este punto al marqués de Sade, “esa suerte de kantiano”,
para quien “no se puede gozar más que de una parte del cuerpo del Otro,
por la sencilla razón de que nunca se ha visto que un cuerpo se enrolle
completamente, hasta incluirlo y fagocitarlo, en torno al cuerpo del
Otro.” (p. 32)
Cuando se trata de la sustancia gozante del cuerpo,
no hay medio de reducir la mirada
del Otro a una totalidad partes extra
partes. No hay otro goce que el de una parte del cuerpo, y esta parte, en
todo caso, no puede ser distinguida de otra parte que le es exterior para hacer de ella una totalidad. Lo cual nos conduce a la
necesidad del no-todo, del no-todo de la sustancia gozante del cuerpo. La expresión “gozar del cuerpo”
tendrá siempre esta ambigüedad del significante que implica que gozar del cuerpo del Otro es siempre gozar de una
parte de sí mismo y que esta parte de
sí mismo es también la parte del cuerpo propio de la cual el Otro goza. “No soy más que la mano con la que
palpas”, escribe el poeta,(3)
refiriéndose a la experiencia más elemental del goce del cuerpo del Otro. Se
trata, como lo dice Lacan, de un “nivel elemental” para abordar la
tercera sustancia, la sustancia gozante, verdadera novedad de la
experiencia analítica.
no hay medio de reducir la mirada
del Otro a una totalidad partes extra
partes. No hay otro goce que el de una parte del cuerpo, y esta parte, en
todo caso, no puede ser distinguida de otra parte que le es exterior para hacer de ella una totalidad. Lo cual nos conduce a la
necesidad del no-todo, del no-todo de la sustancia gozante del cuerpo. La expresión “gozar del cuerpo”
tendrá siempre esta ambigüedad del significante que implica que gozar del cuerpo del Otro es siempre gozar de una
parte de sí mismo y que esta parte de
sí mismo es también la parte del cuerpo propio de la cual el Otro goza. “No soy más que la mano con la que
palpas”, escribe el poeta,(3)
refiriéndose a la experiencia más elemental del goce del cuerpo del Otro. Se
trata, como lo dice Lacan, de un “nivel elemental” para abordar la
tercera sustancia, la sustancia gozante, verdadera novedad de la
experiencia analítica.
El inconsciente forma pareja con la interpretación y el goce con el acto
Volvamos entonces al punto de partida de este comentario del texto lacaniano. Después del ternario de lo simbólico del lenguaje (que motivó el congreso de la AMP en Buenos Aires en 2012), de lo real del Uno (París, 2014), y de lo imaginario del cuerpo hablante (Rio de Janeiro, 2016), ¿hacia dónde somos conducimos? Somos llevados a considerar al cuerpo hablante afectado por una nueva sustancia, la sustancia gozante, que modifica el dualismo cartesiano tradicional (sobre el cual se funda la ciencia moderna, lo queramos o no, y el mundo psi con ella) para convertirlo, a partir de la orientación lacaniana, en una nueva tríada: sustancia pensante (ya modificada por el psicoanálisis con el inconsciente freudiano), sustancia extensa (el espacio tal como fue fundado a partir de la noción de partes extra partes) y la sustancia gozante, novedad de la última enseñanza de Lacan, destacada por Jacques-Alain Miller en su conferencia de clausura del Congreso de Paris de 2014.
Siguiendo esta vía, podríamos también releer y
reformular el partenaire-síntoma, que fue el tema del X Encuentro Internacional del Campo Freudiano en
Barcelona en 1998, titulado: “El partenaire síntoma. Cómo se anudan, se
mantienen y se desanudan las parejas contemporáneas”, y esto, a partir de un nuevo ternario: inconsciente, cuerpo y sinthome. Es
la tríada que Lacan debía introducir en
su intervención en el congreso de Roma en 1974, titulada “La Tercera”. En
efecto, se trata para nosotros de
abordar esta tercera sustancia con todas las consecuencias clínicas que se deducen de la experiencia analítica. ¿Cómo abordarla sino por la dimensión del
acto, siempre distinta de la del inconsciente? Si el inconsciente forma pareja con la interpretación, el
goce forma pareja con el acto. Para
decirlo de otro modo: no hay
introducción al acto sino por medio de la suposición de una sustancia gozante
en el cuerpo del ser viviente. El acto
analítico, especialmente bajo su aspecto de ruptura y de suspensión del sentido
en la cadena significante, es sin duda
el mejor modo de articular ambas parejas, inconsciente e interpretación, por un
lado, y goce y acto, por el otro. Cuatro términos con los cuales se juega el
futuro del psicoanálisis.
Traducción:
Lorena Buchner.
Lorena Buchner.
*Texto
original publicado en
francés en Lacan Quotidien, N° 585,
el 2 de junio de
2016, disponible en: http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2016/06/LQ585-R%C3%A9par%C3%A9.pdf
original publicado en
francés en Lacan Quotidien, N° 585,
el 2 de junio de
2016, disponible en: http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2016/06/LQ585-R%C3%A9par%C3%A9.pdf
Notas:
1
Cf. Lacan, J., “El estadio del espejo como formador de la función del Yo…”,
Escritos 1, Siglo XXI Editores,
Cf. Lacan, J., “El estadio del espejo como formador de la función del Yo…”,
Escritos 1, Siglo XXI Editores,
México,
2009, pp. 99-105.
2009, pp. 99-105.
2
El castellano permite el juego palabras entre puramente y pura mente en el sentido
de puro espíritu (pure mind) que equivoca también pura mentira.
El castellano permite el juego palabras entre puramente y pura mente en el sentido
de puro espíritu (pure mind) que equivoca también pura mentira.
3-.
Gabriel Ferrater, extracto de “Posseït”, traducido del catalán: “No sóc sinó la
mà amb què tu palpeges”.
Gabriel Ferrater, extracto de “Posseït”, traducido del catalán: “No sóc sinó la
mà amb què tu palpeges”.
PDF: Parte
1 y 2
https://dl.dropboxusercontent.com/u/36624810/Miquel%20Bassols%20-%20La%20sustancia%20gozante%20%28I%20y%20II%29%20%2828.4.2016%29.pdf
1 y 2
https://dl.dropboxusercontent.com/u/36624810/Miquel%20Bassols%20-%20La%20sustancia%20gozante%20%28I%20y%20II%29%20%2828.4.2016%29.pdf