Un Charlie de
excepción, por Luc García
excepción, por Luc García
Los atentados parisinos de enero pasado están perdidos en el revuelo de la opinión. Nos acordamos de cómo la huelga de los camioneros y la epidemia de gripe que tuvieron lugar a mitad de enero amortiguaron los acontecimientos.
Las consecuencias de
esta época podemos leerlas en los acontecimientos que están sucediendo y en los
que están por suceder. Probablemente, en aquél mismo momento, las conjugaciones
de esos efectos se desplegaron en Siria, en Turquía, en Afganistán. Algunos
hablan de la Tercera guerra mundial, otros establecen un paralelismo
entre el nivel de conflicto que nunca había sido tan bajo desde 1913, como en
la víspera de un verano cuando los días crecen. Una violencia muda y
desordenada triunfa. Y en Francia, Emmanuel Todd ha hecho la pregunta: “¿Quién
es Charlie?” título de un libro que sonó*.
La cuestión es
ambiciosa pues articula la búsqueda de una significación a la que unir un
significante solo, aislado, se trataría de interpretar para animarlo, y hacer
entender que fue encarnado en el malentendido. Reconozcámosle a E. Todd, que no
es tan frecuente la idea del malentendido. Durante las semanas siguientes a la
salida del libro, no ha ahorrado esfuerzos para apoyarlo, con una energía
considerable, pasando de un plató de televisión a un estudio de radio,
prácticamente todos los días y casi siempre enfadado.
¿Cómo se han hecho
las críticas del libro? De la manera más común del mundo, sin leer el libro.
Pero lo esencial no está ahí. Las críticas contra el libro generalmente se han
fijado en un silogismo de síntesis que nos enseña más sobre los aires que
corren que sobre el contenido del libro como tal y lo que en él se escribe.
Todd considera que
las manifestaciones del 11 de enero estaban dirigidas contra los más débiles, y
que si los más débiles pueden ser musulmanes; los musulmanes están pues
legitimados por E. Todd para cometer los atentados; que los atentados, según E.
Todd, es la revuelta legítima de los más débiles. Consecuencia: E. Todd está en
contra de la democracia, la libertad de expresión y la laicidad. Otra
consecuencia: E. Todd apoya el terrorismo pues la cólera justifica los medios.
En verdad ese
silogismo es que el autor en ocasiones presta consistencia en ciertas emisiones
en las que trata de resumir su tesis en un minuto y treinta, ejercicio para el
que, no es, manifiestamente, el más dotado y que debe relacionarse,
conversando, con esta otra construcción: mantienen, que lo que se escucha en el
momento del atentado, es que los musulmanes igualmente son víctimas de los
atentados, pues aunque estos han sido cometidos por musulmanes, sin embargo, no
todos los musulmanes son terroristas.
El silogismo
hipotéticamente Toddiano o su inclinación están ausentes del libro. De tal
manera que los malentendidos están condenados a suscitar otros.
E. Todd no se
interesa por la fábrica de los atentados, no justifica la causa para enfocar lo
que él llama “el episodio histérico” que le ha sucedido.
Esta repentina
referencia a la psicopatología no es la mejor cosa; ¿puede ser reenviada a esos
abrazos visibles de todos los partidos políticos, en Francia y en otros
países?
Pasemos. ¿Por qué,
sin embargo, el largo pasaje, probablemente el más convincente del libro, donde
el autor se esmera en desmontar la categoría de “musulmán” como un todo
consistente para reintegrar esta totalidad inoperante en el paisaje francés, es
ignorado por los críticos? ¿Por qué, igualmente esta idea, a menudo recalcada a
la largo del libro, según la cual la activación de la categoría de musulmán
sirve indirectamente al antisemitismo, no es resaltada por los críticos? ¿Más
aún, por qué la estructura segregativa del discurso presidencial, señalada como
dudosa, no ha sido estudiada? (En este último caso Todd es mucho más difícil y
no deja de ser obvia su “indecisión”, la cual sería el resultado de su
educación en un catolicismo mariano castrador). Es creer que una crítica del
euro y del Partido Socialista sólo puede ser zemmouriana o mélenchoniana en
Francia, en la que Todd no participa ».
La tesis de E. Todd
consiste en crear la categoría del “zombi católico” como origen de lo que él
llama de manera familiar Charlie, y a la que presta, en suma, un cuerpo
tambaleante de odio y mala fe.
Ahora bien, el autor
golpea fuerte poniendo la cuestión en estos términos: « ¿Por qué las
regiones que hoy día sostienen de forma vigorosa el proyecto europeo y la
laicidad proporcionaron al antidreyfusismo sus mejores batallones y al régimen
de Vichy sus mejores recursos? »(2).
Cabe dudar que para
él la cuestión sea únicamente un asunto territorial en el sentido regional. El
mismo hecho de plantear la cuestión produce malestar: en efecto, siempre hay en
la historia de Francia alguna cosa que suena a falso.
Permítase también al
autor aceptar que a veces las alianzas que se hacen, son, en algún sentido,
rechazadas por la intuición, que no siembre eligió a sus aliados en combate,
pero que los combates, sin embargo, merecen llevarse a cabo. ¿Cómo creer, a la
inversa, que el momento de la Resistencia puede, aún hoy día, ser un modelo ssss
a partir del cual se podría deducir e interpretar el periodo actual?.
Puede que la creación
del cuerpo crístico de Charlie sea un monstruo estadístico del que Todd no
puede pasar. Este método, por tanto, no tiene nada nuevo para los que siguen
sus trabajos y entonces no habría suscitado muchas de las críticas, si no es
porque a veces conduce al límite de lo incomprensible: el abuso de mapas
sutilmente coloreadas para suscitar la adhesión del lector, un conocimiento
profundo de los departamentos franceses en los que el autor distingue la parte
oriental, occidental o norte-occidental de un mismo departamento, sirven, a
menudo, para ocultar el argumento. Sin embargo, ¿No está E. Todd, con estos
artificios; señalando que Charlie es, ante todo una ilusión que se empeña en
traspasar antes incluso de que la esfera mediática, en general, eche de menos
designar con ese significante un todo unificado?
Ciertamente, el autor
llega a reunir a los pro-Charlie y a los escéptico-Charlie contra él.
Reconocemos a su libro el mérito de haber hecho surgir en la opinión un Charlie
fragmentado. Un Charlie menos glamuroso que el de la manifestación del 11 de
enero. Un Charlie que él sacaba de la debilidad en la que la opinión lo había
sumergido.
Un Charlie que nos
recuerda, como Rachid Benzine dijo en PIPOL VII en julio pasado, cuán
fácilmente, en principio, la laicidad puede ser desarmada pero no lo será
efectivamente si es trabajada y pensada(3).
Queda una paradoja.
Todd, es muy claro, no quiere el psicoanálisis al que atribuye una obstinación
constante en la defensa de las estructuras familiares rígidas, ya que él tiende
a mantenerlas móviles. Bien está. Pero esa lectura demográfica fabrica un
inconsciente departamental, sub-prefectoral, comunal. Por ello la portada del
libro llega a molestar.
Tomaremos entonces
esta frase de Lacan, emocionante por su simplicidad, pronunciada en el
Seminario II: “Para el pensamiento causal no existe la finalidad, pero el hecho
de tener que insistir en ello es prueba de que la noción es difícil de
manejar”(4).
Traducción de
Maricruz Alba
Notas:
1)Jacques-Alain Miller escribirá dos tweets consecutivos a propósito de eso (@jamplus), el 1 de mayo último:: “TODD la primera frase de su libro es para asimilar la manifestación Chalie a una crisis de histeria. Pero ¿qué sabe él de crisis histéricas? / ¿Una revolución es una crisis histérica? ¿Toda crisis es una crisis histérica? Todd hace una crisis de…”
2) Todd E., Quién es Charlie? Sociología de una crisis religiosa, Paris, Seuil, 2015, p. 84.
3) Referencia retomada y comentada por Eric Laurent, en Lacan Cotidiano n° 528.
4) Lacan J., El Seminario libro II, El yo enla teoría de Freud y en la técnica del psicoanálisis, texto establecido por Jacques-Alain Miller, Paris, Seuil, 1978, p. 41.
1)Jacques-Alain Miller escribirá dos tweets consecutivos a propósito de eso (@jamplus), el 1 de mayo último:: “TODD la primera frase de su libro es para asimilar la manifestación Chalie a una crisis de histeria. Pero ¿qué sabe él de crisis histéricas? / ¿Una revolución es una crisis histérica? ¿Toda crisis es una crisis histérica? Todd hace una crisis de…”
2) Todd E., Quién es Charlie? Sociología de una crisis religiosa, Paris, Seuil, 2015, p. 84.
3) Referencia retomada y comentada por Eric Laurent, en Lacan Cotidiano n° 528.
4) Lacan J., El Seminario libro II, El yo enla teoría de Freud y en la técnica del psicoanálisis, texto establecido por Jacques-Alain Miller, Paris, Seuil, 1978, p. 41.
Diario del día después, por Philippe de Georges
Esto que tengo en mis manos: libros –me ofrecen lo que pueden, aún si es poco. En mi vida no he conocido el consuelo- solamente la necesidad de avanzar paso a paso… contra el Uno, el rostro de toda tiranía. ¿Son estos libros una muralla para mí?
“A causa de la
muerte, los hombres habitamos una ciudad sin murallas” (Epicuro).
Entonces, no tengo muralla,
sino libros…
El vino que bebo
-ebrio, libre- y ni siquiera la joven mujer lactando a su hijo borra la
otra cara del mundo: “Así pues ni los movimientos destructores pueden
prevalecer continuamente, ni sepultar para siempre la vida, como tampoco los
movimientos generadores de las cosas e impulsores de su crecimiento pueden
conservar lo creado a perpetuidad. Así en justa lid, se lleva a cabo la guerra
entablada por los átomos desde tiempo infinito […] Tras la muerte todo te
seguirá. Ni la noche ha sucedido el día, ni la aurora a la noche, sin que se
oyeran, mezclados con los gritos plañideros de los recién nacidos, los lamentos
que acompañan la muerte y los funerales lúgubres”(Lucrecio).
Leo en internet el
editorial de un amigo, en su sitio de poesía contemporánea (Sitaudus.com).
Lo ha titulado “Salir de la oscuridad”. Leí el libro que lleva este nombre hace
apenas dos días… antes de. Y vuelvo a ver las cuatro fotos tomadas
disimuladamente- ¡para nosotros!- desde un horno crematorio de Auschwitz. Leí
lo que Georges Didi-Huberman dice sobre la película: Le fils de Saul -un
mensaje más allá de la desesperanza, escribe, de aquel que pudo “osar hablar
desde la muerte” (es decir, entre-dos-muertes, como dice Lacan). Esto
-¡para nosotros!- da cuenta de un “deseo obstinado de humanidad”.
Me pregunto -¿cómo se
sale de la oscuridad?
Y leo esta frase de
Blanchot: “El arte es el poder por el cual la noche se abre”.
No tengo muralla,
sino libros…
Y leo a Emily
Dickinson: “No hay prisionero -cuando la libertad- En persona –permanece
contigo » (1).
Entonces escucho a
Mozart: “¡Viva la Libertà! ¡Viva la Libertà!”
Traducido por
Ximena Castro
Notas:
1. Dickinson, E. Nous ne jouons pas sur les tombes, Editions Unes, Nice
2015.