¿Han visto o escuchado a Kay Ivey? ¡Una mujer vieja y poderosa! Ella es la actual gobernadora de Alabama y ha promulgado recientemente el Alabama Human Life Protection Act (Acta de protección de la vida humana en Alabama). Proteger la vida humana parece una posición respetable, incluso si es incoherente no mirar más allá de su especie, y no proteger el planeta en el cual estos seres humanos pueden o no sobrevivir. Así, 25 hombres Republicanos decidieron proscribir el aborto en Alabama, sin excepciones, incluso en casos de violación o incesto. Se le ha dado prioridad a la reproducción de la vida por sobre uno de los fundamentos de lo Simbólico, la ley de prohibición del incesto, la base misma no sólo de la familia humana y por lo tanto del grupo humano, sino también de toda interacción entre los seres hablantes. La reproducción de la vida ha sido elegida también por sobre los derechos humanos ya que la violación es un crimen que reduce al ser hablante al lugar del objeto en contra de su voluntad o su deseo. Vida versus mujer, versus la ley de la familia, vida versus el ser hablante. Tengo buenas razones para estar afectada por esto. A lo largo de mi infancia escuché a mi abuela hablar acerca de sus amigas que habían muerto luego de abortos ilegales antes y después de la Segunda Guerra Mundial.
Sólo raramente el aborto es un síntoma en sí mismo. Puede pasar, pero no es habitual. La mayoría de las veces es el resultado de un conflicto entre la ley del deseo y las leyes humanas, o los semblantes que gobiernan una sociedad determinada. Es la manifestación en el ser hablante de la división o la separación entre una mujer y una madre. En pocas palabras, es generalmente una elección forzada que deja una marca y es traumática en el sentido que Lacan le da al término. Porque cuando los seres hablantes son mujeres, hay una característica particular: la Vida, a la que escribo con mayúscula para diferenciarla de las pequeñas vidas que son nuestras pequeñas historias, nuestras diminutas vidas – la fuerza de la Vida es del orden de lo Real. No muy accesible al poder de lo Simbólico, afectada sólo por la escritura matemática de las ciencias, la Vida a veces atraviesa el cuerpo de los seres hablantes femeninos en la forma de su específica función de reproducción, a saber embarazo y parto. Durante el alumbramiento, la Vida, ciega y muda, toma posesión del cuerpo del ser hablante de la mujer y se reproduce a sí misma a través de ella, más allá de si el individuo sobrevive o no. Esto es válido para todas las especies vivientes. El aborto demuestra ser una objeción a este poder, una objeción anudada a las fuerzas contrarias constituidas por lo Simbólico y lo Imaginario. El aborto es humano- profundamente humano. Deja marcas en los sujetos, que van desde el alivio al arrepentimiento, e incluso a la desesperación.
El actual movimiento anti- abortista es global. Está impulsado por el nuevo ascenso de poderes dictatoriales y autoritarios alrededor del mundo los cuales usan el discurso de la religión, esencialmente monoteísta, para imponerse. Como fue recientemente mencionado por Angelina Harari, Presidente dela Asociación Mundial de Psicoanálisis, en relación a las últimas elecciones en Brasil, la aparición de hombres reaccionarios está ocurriendo en todo el mundo.
Estas religiones, como todas las instituciones establecidas, son sistemas que modelan el lazo social y regulan la relación de un individuo con su cuerpo. Ellas usan el amor a Dios para manejar las masas, en el nombre del padre o del hermano -está asociado al macho. Para ir al centro de la cuestión, el discurso religioso vigila el cuerpo. Ellos dicen qué modalidades de goce están autorizadas para los seres hablantes de un grupo determinado en un determinado tiempo.
Controlar pequeñas vidas es útil para controlar la Vida con L mayúscula. Pero esto siempre sucede del mismo modo: vía el imperativo de reducir mujeres a madres. El aborto y la anticoncepción han sido prohibidos por siglos. Esta prohibición – la cual no entorpece la práctica- fue una gran causa de mortalidad en mujeres , agregándose a los riesgos inherentes a la especificidad del rol del organismo femenino en la reproducción.
La declinación del patriarcado en conjunción con la extensión del conocimiento científico y la dominación del discurso capitalista, produjeron en el siglo XX una notable mejora de la situación. El apoyo de las ciencias hoy, permite un manejo de la reproducción que pasa a través de los individuos, los que están totalmente solos, y escapa cada vez más al orden familiar tradicional. Esto concierne tanto a la esterilidad como a la fertilidad, y dado que el organismo femenino es aún hoy irremplazable, hemos sido testigos de una proliferación de soluciones alternativas al patriarcado: familias de padres solteros, madres solteras, alquiler de vientres, familias homosexuales, etc.
Pero el punto esencial del cambio de discurso actual es sin lugar a dudas el hecho de que la maternidad ya no cubre completamente lo femenino; la maternidad ya no lo agota. Ciertamente el slogan de los médicos higienistas del siglo XIX – » La mujer nació para ser madre »- nunca había convencido a nadie y además, siempre han habido destinos de mujeres por fuera de la maternidad tales como las viejas niñeras, las brujas, las santas, o las putas. Pero una separación se ha hecho no sólo visible sino sentida subjetivamente, entre el ser madre y el ser mujer. Esto tiene consecuencias.
La maternidad ha cesado de ser una obligación de la naturaleza y un destino del discurso, ha devenido una elección de goce, por la cual algunos sujetos del género hombre pueden optar. La diferencia entre género y la elección de goce se ha hecho por lo tanto evidente. Permitámonos plantear, además, que la noción de género no tiene nada que hacer, salvo hablar, y no tiene sustancia alguna más que la del semblante, el cual, obviamente, es algo. La degradación o incluso la segregación del discurso y de la palabra de la mujer en la madre ya no operan completamente.
Hay por lo tanto una agenda reversible. Si, en el discurso tradicional, estuvo primero la madre y segundo la mujer, hoy hay antes que nada mujeres que pueden tomar la decisión acerca de la maternidad. Esto está duplicado por el hecho de que la misma posibilidad de elección es también reclamada para la elección de género.
Entonces, ¿cómo podemos dar cuenta de victorias recientes sobre actuales amenazas hacia el aborto y la anticoncepción, en un tiempo en el que el número de seres humanos en el planeta nunca ha sido ni tan grande ni tan preocupante? ¿Cómo podemos explicar el hecho de que hay muchas mujeres que apoyan esta orientación, desde Kay Ivey hasta las jóvenes mujeres convertidas que se unen a las filas de los jihadistas y toman el rol de poner huevos para la causa?
Si tomamos en cuenta el hecho de que el movimiento a gran escala desarrollándose ahora bajo el impulso de la economía globalizada es un movimiento hacia la universalidad que se opone a lo Real (entendido acá como sexual) como una modalidad, y que las luchas por la igualdad entre hombres y mujeres llevan a pensar a las mujeres como no diferentes a los hombres- mismos derechos, mismas funciones, mismos deseos_ ¿sería la maternidad un bastión de la segregación? ¿Haría eso en el modelo de los reclamos – los así llamados reclamos de las minorías – los cuales también defienden la diferencia segregativamente? La maternidad sería usada como una máquina en la guerra contra un feminismo universalista y masculino.
Enfrentados con un empuje a LOM, como seres hablantes, enfrentados con » la masculinización universalizante”, este movimiento reaccionario concerniente a los derechos de las mujeres, ¿mantendría que, cuando el padre se desvanece y la familia muta, ha llegado el momento para que la madre tome la batuta, es decir, tome el poder? Lacan anticipó esto en el Seminario « Les non-dupes errent”. (1)
Cuando la verdad tiene estructura de ficción
Tomemos un rodeo a través de una famosa serie de TV, The handmade ‘s tale, una adaptación del best seller de Margaret Atwood, un relato especulativo.
Hay mujeres que son estériles y mujeres que son fértiles. En este relato, una interpretación del giro reaccionario tomado por la modernidad, el orden de un estado religioso coloca este » hecho » (una extensión de la esterilidad femenina representa una amenaza para las especies) al servicio del principio del Amo y el esclavo de la organización social. Las mujeres son excluidas, sean amas o esclavas, de todo discurso público y de toda transmisión de saber. Este retorno al pasado coloca a los recursos técnicos de la modernidad al servicio de los Amos y se alía con las preocupaciones ecológicas. Las esposas deben dedicarse sólo a sus esposos y Amos, los hijos y la casa. La diferencia tradicional entre hombres y mujeres parece estar en su máximo esplendor. Aquellas que pueden reproducir la especie son puestas al servicio de las parejas de Amos. Ellas son reducidas a la función reproductiva y excluidas de la maternidad la cual es el territorio de las esposas de los Amos. El ser-madre está así asociado al
ser-esposa y separada de la cuestión de la fertilidad. Hay por lo tanto las madres-esposas y las sirvientas fértiles, en otras palabras, las que alquilan sus vientres. El sistema, sin embargo, ha sido concebido y producido por aquellos que dominan, tanto mujeres como hombres. Así ellos han trabajado para poner en práctica un sistema que coloca, como uno de sus pilares, la manufactura por parte de la cultura, de la diferencia hombre-mujer que es atribuida a la naturaleza, materializada como « tener o criar un niño ».
Ellos son todos Kay Ivey y evocan aquellas mujeres que están ahora votando para confinar a las mujeres al hogar del cual ellas son las garantes. La causa de las madres poderosas se opone a aquella de las reproductoras, que están privadas de todos los derechos humanos, privadas de sus hijos, es decir, privadas de su objeto a y reducidas a esclavitud sexual. Obviamente lo femenino regresa: el deseo sexual y el amor por las sirvientas reproductoras. Con respecto a las amantes, la llegada del ansiado objeto niño provoca una agitación que pronto reintroduce la causa de las mujeres y la búsqueda del poder político abandonado.
Si la heroína elige ser madre de una niña, es por un hombre que ella desea. Ella se rehúsa a ser un vientre alquilado, violada cada mes en un acto llamado « ceremonia ». Ella es así no toda madre, pero también una mujer deseante, una amante, una política. En cuanto a las amantes, el deseo de un hijo y la llegada de un niño las lleva a tomar el podio público, querer para su hija otro destino como mujer, diferente al que fue elegido para ella, con el costo de la separación.
Colocar a la madre en el lugar del padre (cuando la familia falla y resulta ser nada más que una manada de esclavos (2) liderados por dictadores) se paga con el sacrificio de lo femenino. Esta serie de televisión muestra que, con el fin de ser sacrificado por lo maternal, lo femenino persiste como un Real que es imposible de colmar. Lo femenino, no sin el Feminismo ciertamente, pero diferente, suplementario, se aprovecha de todas las contingencias que se le ofrecen. Se aloja, o incluso se refugia, en la práctica del silencio, ocultamiento, resistencia, clandestinidad, cálculo, estrategia, impulso, riesgo, incluso el asesinato o la muerte. Lo femenino no es el empuje a LOM, la masculinización por el género, sino una parte escondida que siempre sorprende al cuerpo hablante, como un Real desorientado, una ola gravitacional que resulta de la imposible fusión entre la Vida y el lenguaje.
(1) Lacan, J., Seminario XXI, Les non-dupes errent, clase del 19 de marzo de 1974, inédito.