NEL-Maracaibo
ARCHIPIÉLAGO VIRTUAL
N° 11
En el marco del estudio de las psicosis y las enseñanzas que se imparten en el CID Maracaibo, Vanna Gabriele ha preparado este trabajo cuyo extracto se presenta a continuación, en donde ahonda en la vida de la autora Virginia Woolf, sus escritos y novelas, las biografías, análisis, documentales y películas respecto a ella. Recientemente, en la clase VII de « Cosas de Finura », J. A. Miller mencionó a esta escritora ubicándola entre los autores que trataron de escribir acerca del flujo de conciencia, equiparándola a Joyce, cuando en su novela Mrs. Dalloway trató de hacer una « puesta en forma literaria del amorfo mental ». A este respecto J. A. Miller planteó que « lo que uno se dice conscientemente no aparece a menudo, sino bajo una forma esbozada, en su conjunto permanece amorfo, en el sentido propio: no está puesto en forma ». Entonces, es en este esfuerzo de poner en forma, de dar sentido y de dar cuenta de la conciencia que se aprecia en estos autores, donde se puede entrever la forma de suplencia que la escritura ha adquirido en sus vidas.
Carolina Hernández
Diana Montero
VIRGINIA WOOLF Por Vanna Gabriele. Interesada por la lectura de los libros de Virginia Woolf, a propósito de varias de las películas que contemplan sus novelas, me pregunté acerca de su vida, su padecimiento -la psicosis-, y por la función del lenguaje escrito como suplencia en las estructuras de este tipo. En el Seminario 3 Lacan utiliza, tomándolo de Freud, el término alemán verwerfung para designar el mecanismo causante de la psicosis: la verwerfung alude a una falla en la constitución misma de lo simbólico, a una carencia básica de un significante, pero no de cualquiera, sino del significante primordial en cuestión, el significante del Nombre del Padre (NP). Así, en la psicosis comanda la forclusión de este significante y en el lugar del gran Otro lo que deviene es un vacío por carencia metafórica. Cuando un Padre real es llamado a ocupar ese lugar y del lado de la simbolización no está inscrito el NP, adviene un vacío de significante y como consecuencia se activa la catarata del desencadenamiento en el individuo. Toda suplencia implica una elaboración de sustitución simbólica, un remiendo, que es una defensa contra los desencadenamientos y que funciona mucho mejor que las compensaciones imaginarias débiles que las psicosis hacen, llegando a funcionar incluso como el 4to redondel que viene a amarrar a los 3 registros (RSI) y a estabilizarlos. Sabido es que Virginia Woolf es considerada una de las escritoras más importantes del siglo XX. Respondía al nombre de Adeline Virginia Stephen y nació en Londres el 25 de enero de 1882. Sin duda, la más complicada de sus novelas fue su propia « Novela Familiar »: provenía de una familia donde abundaban la enfermedad mental, los literatos y las muertes tempranas. Para sus padres la vida había dejado de tener sentido hacía bastante tiempo pues la muerte estaba omnipresente en su casa, incluso antes de que ella naciera, existiendo además la prohibición explícita del padre, Sir Leslie Stephen, de dialogar, así como de expresar cualquier otro tipo de emoción. Ambos padres viudos aportaron hijos de sus anteriores matrimonios, por lo que el hogar estaba siempre abarrotado de gente y Virginia se quejaba de no haber tenido ni un solo recuerdo de haber estado a solas con su madre. Cuatro medio hermanos se reunieron: por parte de su padre Laura, una deficiente mental, y por el otro lado George, Stella y Gerald. Su madre, Julia Jackson, se encargó de aumentar el numero de hijos en escasos 4 años: Vanessa, Thoby, Virginia y Adrian. Al nacer Virginia, Vanessa y Thoby estaban ya muy unidos y a medida que los hermanos fueron creciendo, empezaron los celos, la rivalidad y la dependencia entre las hermanas por la atención de Thoby. Virginia desde muy pequeña tomó a su padre, un destacado biógrafo de la época, como punto de referencia en lo que a literatura se refería, de modo que, precoz e ingeniosa comenzó a escribir de manera ininterrumpida desde sus 3 años de edad hasta el día de su muerte. Tenía solo 9 años de edad cuando su primera obra de ficción fue publicada, en un periódico semanal llamado «Hyde Park Gate News», donde relataba sus peripecias familiares, en conjunto con sus 2 hermanos, Vanessa y Thoby. Pero por aquellas fechas sus medios hermanos George y Gerald ya habían emprendido avances sexuales sostenidos hacia las 2 niñas, de los que Virginia daba cuenta en sus diarios. A partir de sus 13 años de edad y por el lapso de los próximos 9 años Virginia sufrió sus mayores pérdidas: su madre, Julia, murió en 1895. Fue este evento el inicio de sus múltiples derrumbes mentales y de 2 intentos suicidas, pues en sucesión murió Stella, su padre y finalmente su apreciado Thoby. Virginia, decide casarse en 1912 con uno de los amigos de Thoby, el escritor y editor judío Leonard Woolf. El marido concernido por el estado salud cada vez más precario de su esposa, quien ya atravesaba su 4ta crisis, procuró habitar con ella en las afueras de Londres, en Hogarth House, instalando una imprenta que inauguraría la editorial Hogarth Press. Leonard Woolf fue el editor en lengua inglesa de las obras de Sigmund Freud. Leonard, que estaba siendo entrenado por los psiquiatras de la época para cuidar de su esposa, llevaba diario sobre los fenómenos de la enfermedad: sus crisis iniciaban con depresión, presentaba lentitud del pensamiento, ideas recurrentes de suicidio, horror a la soledad y aislamiento, desamparo, imposibilidad de concentrarse en la lectura y escritura, amenorrea, jaquecas, insomnio pertinaz. Era invadida por la certeza de ser culpable de su estado y meritoria de un apropiado castigo, así como la certeza inconmovible de que su cuerpo era monstruoso con «una sórdida boca y una sórdida tripa que pedían comida, algo repulsivo que debía evacuarse de manera repulsiva. Creía, que no estaba enferma, que sus síntomas se debían exclusivamente a sus “faltas” y su poder de argumentar deductivamente a partir de premisas falsas era terrorífico. Por tanto, era inútil intentar argumentar con ella». Eran frecuentes las experiencias en que se sentía alejada de su cuerpo y tenía que golpear los nudillos de sus manos contra algo duro para volver a él, «su identidad no estaba», más bien su cuerpo permanecía “guardado en una milagrosa vitrina impenetrable a cualquier sonido, y la mente, libre de todo contacto con los hechos”. Su cuerpo le producía tanta vergüenza que no podía soportar el verse contemplada en un espejo y relacionaba esto con su temor a las relaciones sexuales y la repulsión que su cuerpo le producía ante los abusos sexuales sufridos. Así advino la pérdida de la intimidad con su marido, lo que llamaba una frigidez invencible, reforzada por los severos consejos médicos que la urgían a su cese. Pero ella más allá del terror por la intimidad, estaba sumida en una incomprensión por lo erótico. Después de padecer aproximadamente por 6 meses ese estado, se imponía la fase maníaca, ella se decía entonces que era “una loca furiosa” pero escribía mucho más, pues “las ideas manaban como un volcán”, Virginia solía preguntarse por qué algunos momentos en apariencia insignificantes permanecían nítidos en su cabeza y sin embargo, era capaz de ignorar años enteros. A los primeros, los llamaba «momentos de existencia». A pesar de su larga historia de padecimientos, la producción literaria de Virginia y su lucha feminista no se interrumpieron nunca. Más aún, después de cada derrumbe Virginia iniciaba un nuevo libro. En sus obras ella diserta sobre la muerte, la locura, la relación con sus padres, el amor, la sexualidad, la omnisexualidad y la feminidad. Para Virginia hilvanar palabras era remontar el tiempo, reparar heridas, un intento por borrar el sufrimiento y acceder a una plenitud por la letra, su goce. En particular, su intento de simbolizar la separación, decir algo de eso a través de la escritura- ese esfuerzo por traducir lo indecible en palabras- fue lo que le permitió mantenerse con vida, hasta que un día no pudo más. El 28 de marzo de 1941, Virginia, experta nadadora desde su infancia, confrontada con su imposibilidad de escribir por una nueva crisis que la invadía y no dispuesta a subsistir en el mundo sin eso, plantó, en su pesado y viejo abrigo, grandes piedras para forzarse a sucumbir bajo las frías aguas del río Houdson. Para ella la escritura fue el lazo que la unía al mundo.
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Nueva Escuela Lacaniana Sede Maracaibo
(NEL-Maracaibo)