Boletín-6
El cartel-comisión de la NEL, en esta ocasión ofrece una entrega especial, se trata del Catálogo de Carteles.
Numeroso listado que da cuenta de una apuesta en el dispositivo inaugurado por Lacan y sostenido por todos aquellos que nos orientamos por su enseñanza.
Se accede consultando la página Web de la NEL, en Actividades; carteles; catálogo de carteles.
Numeroso listado que da cuenta de una apuesta en el dispositivo inaugurado por Lacan y sostenido por todos aquellos que nos orientamos por su enseñanza.
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O haciendo click en el siguiente link: http://www.nel-amp.org/index.php?option=com_content&view=article&id=831&Itemid=117
También hacemos la entrega de un trabajo en curso, apropósito de las versiones del pase.
¿Cuáles son las versiones del pase?
Se las puede indexar según sus fechas. La primera es la de 1967. Es la versión inicial. El pase tal como fue concebido por Lacan una vez concluido su Seminario « La lógica del fantasma » y antes de comenzar aquel sobre « El acto analítico ». Es el pase concebido por Lacan como una experiencia, destinada a ser verificada en un marco institucional y concebida antes que esta experiencia haya tenido lugar, como un proyecto.
Lo que se entiende como la segunda versión del pase es la de 1976. Es el pase aprés-coup, es la versión en términos de informe crítico, una vez que esta experiencia sólo concebida se hizo efectiva.
Para proponer esta segunda versión, el texto que sirve de referencia, es ese texto que lleva el título anodino de « Prefacio a la edición inglesa del seminario XI ». El texto que sirvió para lanzar la experiencia, es la « Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela ». Es un texto que ha sido puesto en evidencia por Lacan, propuesto a un voto, que ya en la época suscitó controversia, que no fue adoptado sino hasta enero de 1969 por su Escuela y que siguió haciendo olas. Y desde entonces, es notable que sea ese texto el que sirva de referencia para la experiencia del pase, en tanto que es el texto de un proyecto.
El segundo texto, el de 1976, no pone absolutamente en evidencia al pase. En primer lugar, Lacan hizo todo para que pase desapercibido, puesto que lo escribió para que sea traducido en otro idioma. Cuando se habla francés, no se va a mirar la edición del Seminario XI en inglés. Por otra parte, aun cuando se hable inglés, es mejor referirse a la versión francesa.
Miller agrega que Lacan iba a abstenerse de publicar esas tres páginas en francés, cuando él las toma en 1977 para publicarlas en la revista Ornicar?, hay que decir entonces que es con la autorización de Lacan pero con la iniciativa de Miller que se efectúa la publicación. Queda claro que no tiene la intención de someterlo al debate en su escuela. Ocurre que es un texto mucho más breve que el primero y que además, no se dirige explícitamente a la Escuela, a diferencia de la Proposición de 1967. El texto del 76 se dirige al lector, más específicamente al lector de lengua extranjera y en un dominio en el que la enseñanza de Lacan no había hecho escuela ni en Gran Bretaña ni en los Estados Unidos de América. Así, Lacan dirigió verdaderamente ese texto a un auditorio virgen de todo interés institucional al respecto. Y además, ese texto parece tratar sólo incidentalmente del pase.
El poner en paralelo el texto de 1967 y el de 1976 y deducir de allí que se trata de dos versiones del pase. El pase proyectado y el pase efectivo, es una construcción de Miller.
Los términos que empleó, la versión de 1967 pone el acento en el cálculo de la falla del sujeto supuesto saber, lo que constituye la revisión de una fórmula del propio Lacan en su resumen del Seminario « El acto analítico ». En tanto que la versión de 1976, según Marie-Heleen Roch, se inscribe en un contexto que muestra los límites de la magia de la palabra, de la potencia de lo simbólico.
La tercera versión, signo de pregunta, MH Roch la elabora a partir de un tercer texto de Lacan, la Nota italiana, fechada en 1973.
Miller nos dice que hay que tener presente que en 1976, en esas tres páginas de « Prefacio al seminario XI », Lacan ya ha comenzado eso que asignamos como su última enseñanza, aquella que parece ser la de los nudos, y ya dio en ese registro el Seminario R S I y el Seminario El Sinthome, en el que le da un lugar importante a su lectura de la obra de Joyce. Es al terminar este seminario, en el periodo final, que escribe este « Prefacio al Seminario XI ». Y Miller cree que en ese texto, Lacan saca conclusiones de esta experiencia de elaboración nueva, concerniendo el pase.
Miller, respondiendo a la elaboración teórica de MH Roch, dirá:
Estoy de acuerdo con que haya tres versiones del pase, pero entonces diría que la primera es la de 1967, considero que la segunda es la de 1973 y guardaría la tercera para 1976.
Miller le asigna un destino, al punto de vista tomado por Lacan en 1973. En esta fecha, seis años después del lanzamiento de la experiencia, Lacan expone nuevamente el pase y, singularmente, también aquí lo hace en un texto muy lateral, ya que tampoco lo destina a su Escuela, no más que el de 1976. En 1973, entrega algunas hojas dactilografiadas a un analizante italiano, para que transmita ese texto a « algunos italianos »; es preciso decir que ese texto permanecerá desconocido hasta su muerte y no será publicado sino después. Es decir que suspendió como en 1976, la difusión de sus primeros informes críticos de experiencia y los desplazó hacia auditores extranjeros.
Expone el pase, ante todo, como el principio de una reestructuración de la Escuela Freudiana de París. Esto es, nos dice que en 1967, consideró proceder con el pase a una reestructuración de la Escuela fundada en 1964.
Cuando lo expone en 1973, repite la ruptura de 1967, lo dice así: « Mi tesis, es inaugurante porque rompe con la práctica en función de la cual pretendidas sociedades hacen del análisis un título de catedrático » Aquí es posible reconocer la manera según la cual, en 1973, Lacan evoca su proposición de 1967, en términos de ruptura respecto de una práctica consagrada. El término no parece excesivo, puesto que hasta entonces el analista era calificado por su propia práctica como analista.
Entonces es algo nuevo en el psicoanálisis, en la calificación del analista y algo nuevo que no está en continuidad con aquello recibido hasta entonces, de ahí el término de ruptura empleado.
Esta ruptura consiste en que de ahora en más, ya no será a título de su práctica que un analista será reconocido como tal. Y este reconocimiento hacía que ese analista fuera aceptado en la Sociedad de los analistas. Se puede decir que Lacan cuestiona simultáneamente la modalidad de admisión analítica y el estatuto de sociedad, puesto que habla de « pretendidas sociedades »
El pase confirma en efecto, el saber como eje del grupo analítico. Pero pudiera ser que, desde otro ángulo, el pase tienda también a invalidar esta función de saber.
Independientemente incluso de su inscripción institucional, el pase comporta un ex-siste, concerniendo lo analizado. El participio pasado tiene aquí todo su valor, dado que Lacan, por otras vías, habla del analizante. Entonces, el analizado quiere decir el analizante una vez vencido el plazo de aquello que lo califica como analizante. El analizado, es el analista como tal. Vemos bien, que hubiera sido posible definir el analizado sin por ello calificarlo de analista, invitar una institución a reconocer lo analizado como analista, si se quiere es un witz, un chiste concerniendo la ruptura, este, de calificar lo analizado de analista. Es allí donde se da cumplimiento a la ruptura respecto del modo de agregación tradicional de las sociedades psicoanalíticas.
Se puede decir que es también esta problemática la que está presente en el texto de 1976, puesto que la cuestión allí es explícitamente sobre la ex-sistencia del analista.
¿Cómo hacer para que esta ex-sistencia no sea sólo probable, sino segura? es la pregunta textual.
La construcción de Lacan a partir de 1967, establece un lazo entre represión y transferencia. Ese lazo es el que se llama precisamente, sujeto supuesto saber. Esta primera versión se sostiene en los términos de problema y solución y en la noción de una respuesta para la pregunta por el ser a nivel del deseo. Podemos recordar que Lacan va a distinguir las dos soluciones que el sujeto encuentra para el problema del deseo: una solución negativa y una solución positiva, correlativas una de otra. La solución negativa se inscribe, -phi y es situada en términos del espacio horadado por el complejo de castración, la solución positiva se inscribe como a y designa al objeto causa del deseo, en el texto Lacan dice causa del fantasma. El espacio horadado por el complejo de castración es el de la función fálica, en tanto el objeto a es el objeto obturador. Las dos soluciones son correlativas.
En el nivel de -phi, el sujeto descubre, o se le revela, que el deseo sólo toma un des-ser y que el ser se encuentra no en el nivel al que apunta el deseo, sino a nivel de su causa.
Antes, el sujeto era un ser que no sabía la causa, después se transforma en el ser que sabe la causa. De ahí la fórmula romántica para calificar ese deseo último: « El saber vano de un ser que se oculta ». Entonces, la conexión establecida allí entre el saber y el ser tiene esta consecuencia paradójica: sabemos perfectamente lo que ya no somos. Por esa razón el pase, en tanto procedimiento institucional, supuestamente capta ese viraje, esa metamorfosis, ese duelo, in fraganti, en el momento mismo en el que viene a producirse, por consiguiente, es sobre el filo de la navaja, justo en el momento en el que ese saber de un ser que se esconde y que por eso mismo se hará vano, ese saber que está todavía en el momento preciso en que se prepara a desaparecer, a evacuarse como una vanidad, es sobre el borde de la desaparición que lo recaptura.
Hay en Lacan un valor acordado a esta frescura, puesto que todos los valores que le acuerda luego a la experiencia del analista en el curso de los años, todos esos valores aparecen, por el contrario, como negativos, marcados por la rutina e introduciendo el olvido.
Encontramos en el texto de 1973, el de la Nota italiana, retraducida esta problemática, mediante el término ex-sistencia. Hay dos ocasiones donde figura esta célebre ex-sistencia que corresponden muy bien a las dos soluciones, positiva y negativa, que habían sido despejadas, señaladas en el texto de 1967, mediante estos giros: la ex-sistencia del objeto a y correlativamente, en otro sitio del texto; la inex-sistencia de la relación sexual.
a—————ex-sistencia de (a)
-phi————inex-sistencia de la relación sexual.
Podemos reconocer en esas dos expresiones una nueva versión de la oposición que Lacan había introducido entre la negatividad castradora del falo y la positividad de la causa del deseo. Esos dos términos expresados de otro modo, vuelven a encontrarse.
El saber que está en juego entonces allí, es la razón por la cual puede resultar justificado decir que se trata de una segunda versión del pase, ya no es sólo el del ser que no sabía la causa de su deseo, como en 1967. Se trata ahora del saber acerca de la inex-sistencia de la relación sexual, es decir, un saber que va mucho más allá de la verdad del ser del deseo.
Es un saber que Lacan ubica en el registro de lo real.
La consecuencia patente en el texto de 1973, es que comienza la gran desvalorización de la verdad, con la que abrirá la última enseñanza de Lacan. Mientras en 1967, no se trata para nada de esto, por el contrario se trata entonces de la verdad de un saber acerca del ser del sujeto.
Por otro lado, también en 1973, a través de un ejemplo positivo, es lo que Lacan procura hacernos captar cuando se propone igualar el psicoanálisis a la ciencia y dice: La ciencia prescinde muy bien de ser verdadera. La ciencia no tiene nada que ver con la verdad, tiene que vérselas con lo real, se ocupa de un saber acerca de lo real.
Dicho de otro modo, lo que se esboza ya en 1973, es la noción según la cual pudiera ser que el fin de análisis consista en desprenderse de la verdad y que de hecho, creer en la verdad constituye un obstáculo para tener acceso a un saber acerca de lo real.
verdad//real
En 1977, llegará a formular, después del texto del 76 que tenemos como referencia, que no hay verdad acerca de lo real, puesto que lo real se dibuja como excluyendo el sentido. Dicho de otro modo, ese deslizamiento es el de renunciar al saber acerca de la verdad, para apuntar a un saber sobre lo real. Es lo que permite hablar de invención de saber y no se podría decir invención de saber si se seguiría creyendo en la verdad. Lo único que acuerda su sentido a la invención de saber, de un saber que se inventa, es que cesamos de estar retenidos en las redes de la verdad, porque si hay verdad, entonces se trata de descubrirla. Si se trata de inventar saber es porque ya no estamos en el régimen del descubrimiento de la verdad.
Entonces podemos dar todo su valor de ironía a la tercera versión, la de 1976, cuando Lacan subraya que el pase es una prueba/experiencia de verdad. Podríamos pensar ligeramente que eso ya está muy claro, que ya lo sabíamos desde siempre, si pero cuando se dice en 1976 sobre un fondo de desconfianza sobre la verdad, elaborado anteriormente, entendemos el contexto irónico de poner en este pase el peso en que sea una prueba/experiencia de verdad.
Lacan dice exactamente: Consiste en someter la profesión analítica a la prueba/experiencia de la verdad. Pues bien, lo que podemos pescar en ese texto del 76, es que Lacan no retrocede ante la alternativa de decir que esta verdad es sólo un sueño. Y si la verdad, no es más que un sueño (songe), se la puede llamar por su nombre: mentira (mensonge), palabra en la cual está presente el sueño.
Lacan dice exactamente: La verdad es aquello con lo que sueña la función llamada inconsciente.
Ocurre que la tesis según la cual la verdad es sólo un sueño, no deja intacto el concepto de inconsciente, en la medida en que el inconsciente quiere decir: no sabes la verdad. Y precisamente saber la verdad se hizo sospechoso. Es la razón por la cual Lacan puede hablar de espejismo de la verdad, pero este espejismo no es otra cosa que el sujeto supuesto saber. Así es como, para definir el fin de análisis, ya no es en términos de saber o de verdad que Lacan lo aborda en ese pequeño texto alusivo, hecho incluso para que no prestemos demasiada atención.
Lacan dice: la satisfacción que marca este fin de análisis. Ya no es en términos de verdad, sino de satisfacción, que aborda el fin de análisis.
En ese término de satisfacción, se reconoce, de algún modo, bajo una forma atenuada, el término de goce, queda esbozado así el fin de análisis por el goce y ya no por el deseo.
Lacan propone aquí algo más moderado, en cuanto al pase habla de dar testimonio, en el mejor de los casos, de la verdad mentirosa.
Dar testimonio en las mejores condiciones ya es relativizar aquello de lo que se trata y en efecto, es relativo, puesto que se trata de obtener la satisfacción de los colegas.
Se desprende de ahí la fórmula según la cual el pase consiste en hystorizarse/histerizarse, a si mismo, con una y de auto-historia.
Es preciso escuchar allí los dos términos que están condensados, historia e histeria.
Podríamos poner frente a frente hystorización e histerización. La histerización del sujeto la ubica Lacan como una condición del análisis. Se trata, vía el dispositivo analítico, de histerizar al sujeto y empujarlo a buscar la verdad de su ser de deseo. La hystorización respondería muy bien a esa perspectiva, consiste precisamente en hacer de esta búsqueda de la verdad, una historia que se cuenta. Se abriría entonces la cuestión de distinguir con tanta exactitud como sea posible, captar, cernir lo que distingue la hysterización de la hystorización. La diferencia podría ser una pizca de cinismo, que introduciría justamente el viraje del ser hacia lo real. ¿Y cómo novelar el propio análisis sin una pizca de cinismo? Miller plantea aquí, que los más honestos no llegan a hacer el pase. Los más honestos que permanecen cautivos de sus amores con la verdad, los más honestos no tienen esta distancia que les permita hacer del análisis una hystoria. Entonces, la diferencia habría que buscarla pese a todo en una pizca, un toque de cinismo. Esto dejaría pensar que, en efecto, tuvieron acceso al fuera de sentido de lo real, lo bastante como para tener algunas libertades en el pase, para volver a darle sentido.
En el registro de esta libertad habría un cierto saber-hacer con las ruinas, los pedazos, los residuos de su vida apasionada en análisis.
Si vamos hasta allí, no salimos indemnes-y es preciso aun ir más allá. Si vamos hasta allí, no queda en absoluto indemne una creencia inocente en el inconsciente. Y es allí donde se da todo su valor a la manera en que Lacan comienza ese pequeño texto del 76.
Estamos seguros de estar en el inconsciente, cuando estamos en el fuera de sentido, pero a partir del momento en que ponemos atención, ya salimos. De allí la fórmula: no hay verdad que, al pasar por la atención, no mienta. Poner atención, evidentemente, otorga un sentido. Esta fórmula de mayo del 76, donde está incluido un ¡atención con la atención! Y que acuerda un lugar nuevo a esta función que parece psicológica, la de la atención, pero que Freud situará en su trabajo a propósito del witz, es allí donde vemos precisamente entablarse lo que será la búsqueda al límite de Lacan en su elaboración de lo no-sabido que se sabe del error/inconsciente…”L´insu que sait de l´Unbewust…” es decir una nueva definición del inconsciente, un cuestionamiento de la definición freudiana de inconsciente.
Jacques Allain Miller. El lugar y el lazo, sesión décimo-novena 23.05.01.
Compiladora
Mayra de Hanze
Comisión de carteles de la NEL:
Elida Ganoza, Beatriz García, Mayra de Hanze, Piedad de Spurrier, Ana Viganó.