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Ante la división estructural del sujeto, éste se pregunta ¿Quién – qué – soy?, es la pregunta por su identidad cuya respuesta estaría por el lado de las identificaciones. En la misma línea, cabría preguntarse ¿Quién – qué – es un analista? ¿Acaso su respuesta también provendría de las identificaciones? J-A Miller dice que “el concepto clásico de sociedad analítica está fundado sobre la noción o la creencia en la identidad del analista […] la Escuela, en el concepto de Lacan, está fundada de modo opuesto. Está fundada, voy a decirlo así, en la no identidad del psicoanalista. Su carta de identidad se ha perdido”.[1] A través del testimonio de Susana Dicker : – AME –, le invitamos a reflexionar sobre el camino en la formación de un analista y su inmersión en la Escuela como modo de hacer ante ese real que insiste: El analista no existe.