Comenzamos una nueva etapa en la andadura de
Letras Lacanianas. Un nuevo equipo de trabajo se ha conformado para continuar dando vida a la revista
de la Sede de Madrid de la ELP.
Empujados por el deseo y por lo singular de cada uno, nos hemos puesto con entusiasmo a
esta tarea común.
La paradoja entre lo singular y lo común sirve de motor a nuestro trabajo. Se
trata de una paradoja en la que es fundamental detenerse, y para eso contamos en este número con el desarrollo minucioso que nos ofrece Miquel
Bassols.
La paradoja, a su vez, nos empujó a la elección del tema a partir del cual
propusimos el trabajo de escritura de este número: Singularidades.
Una propuesta paradojal que, como nos dice Bassols, conlleva un abuso del lenguaje.
Abusamos de este al intentar escribir sobre lo que está por fuera de él.
Finalmente, bordear lo singular, ha sido la tarea que los autores de este número
asumieron, entregándonos cada uno una producción propia, fuera de lo común.
Lo singular… eso que hace a la marca de la existencia, como
encontraremos en el texto que nos ofrece Mercedes de Francisco acerca de Ingrid Bergman.
Lo singular… ese Uno del parlêtre que impide la identificación absoluta, que no hace grupo, que no se subsume en
ninguna comunidad, ¡ni tan siquiera en la analítica!, como nos dice Patrick Monribot.
Lo singular… esa constante sinthomática imposible de educar,
como ya nos enseñó Freud, y que desarrolla aquí Olga Montón.
Lo singular… goce por fuera del sentido que ex–siste a la horma
particular, y por lo tanto diagnóstica, tal como plantea Rodrigo Bilbao.
Orientarse por lo singular exige del analista un acogimiento único para
cada parlêtre, inventando, cada vez, las coordenadas que le permitirían a este su
invención propia. Esto nos muestra Vilma Coccoz en los distintos abordajes clínicos presentes en su texto.
Invenciones propias ahí donde lo real excede al lenguaje, como nos enseña
cada AE en su testimonio. Dalila Arpin, Fabián Fanjwaks, Silvia Nieto y Oscar Ventura testimonian, uno por uno, de su singular
invención ahí donde lo simbólico muestra su agujero.
Lo singular, lo propio, eso que hoy nos toca defender con la fuerza con la que se
defiende la vida, eso que nos toca hoy resguardar de los distintos intentos de apropiación a los que el parlêtre se ve expuesto desde su llegada al mundo, vía el empuje a lo igual y a la cifra
del sistema capitalista neo-liberal. Un sistema que, vía una ideología sólida que se está implantando en el mundo de
manera feroz, como plantea Gustavo Dessal, tras el velo de supuestas democracias, pone en peligro la vida, lo que plantea al psicoanálisis la
elección forzada de, en palabras de Ana Castaño, estar ahí para dar la batalla.
Porque la singularidad es un derecho -Javier Sáez nos trae su visión al
respecto- como lo es el psicoanálisis y el arte… el derecho a inventar la propia solución… la que puede encontrarse
vía el lenguaje, pero no solo… y ahí nos dejamos enseñar por los artistas, tal y como nos orientó Lacan, contando
en este número con lo que de Dylan nos trae José Alberto Raymondi, con la danza singular de Lucas Condró, y con la obra de
Antonio Ballester Moreno, que da cuerpo a nuestra portada.
Agradecemos el trabajo singular de cada uno de los autores, que escribiendo o hablando
nos ofrecen su texto, y deseamos el disfrute de los lectores, un disfrute a la manera de cada uno.
Celeste Stecco