La familia y la época Gustavo Stiglitz De un padre que no sea del semblante
Observación: lo clásico aún vive Partamos de la siguiente observación realizada por Guillermo Belaga
[i]: la mayoría de las familias actualmente en Argentina tienen una conformación tradicional. Esto es, un padre, una madre, el o los hijos. Incluso en el caso de las familias recompuestas, en los que se agregan otros personajes al paisaje familiar (abuelos/as de más, otros partenaires del padre o de la madre) esta configuración se mantiene.
Si bien están apareciendo las familias mono u homo parentales no es la mayoría, ni mucho menos, de los casos que llegan a nuestros consultorios.
Estas apariciones llaman nuestra atención y abren campos de investigación en los que aún no sabemos las consecuencias clínicas sobre los niños. Apariciones que en ocasiones rompen las fronteras de lo que imaginábamos como posible y tocan lo que creíamos imposible.
La configuración familiar clásica aún existe en la mayoría de las familias, lo que no impide que sí aparezcan nuevas sintomatologías en los niños, nuevas presentaciones del conflicto familiar.
Ni fobias, ni obsesiones ni histerias al menos a la entrada, sino sujetos casi desabonados del inconsciente, con trastornos del humor, de conducta, con demandas insaciables o con un inquebrantable rechazo al Otro. Sujetos que se presentan como lo que Adela Fryd llama « Niños amo », que son verdaderos tiranos ineducables.
Esto, que sí es palpable en forma creciente en la clínica, indica que en el seno de esa configuración clásica, a pesar de la apariencia, algo ha cambiado.
Dónde situarlo?
Lo que no hay dentro de esa conformación tradicional, continuaba la observación de la que partimos, es una autoridad que encarne cierta ley.
Deconstrucción del padre
Estaríamos entonces, ante una variación en lo clásico. Variación señalada ya por Freud que intentó por la vía del mito edípico, reestablecer el lugar del padre. También señalada por Lacan desde su trabajo sobre la familia, pero definida con todas sus letras en el seminario 18 –
De un discurso que no fuera de semblante – : « Si lo que se nombra padre, el Nombre-del-Padre, es un nombre que tiene su eficacia, es precisamente porque alguien se levanta para responder. »
Primera conclusión: en esta nueva clínica de las familias casi clásicas, encontramos, en los extremos, una disyunción entre semblante y real, Un semblante vacío del referente que se levante para responder en lo real, esto es, sin una verdadera autoridad que encarne la ley.
Es esta articulación entre semblante y real, la que está conmovida tanto en la configuración clásica como en las más modernas.
No son los semblantes los que están en decadencia, más bien al contrario, es ese alguien que se levanta para responder el que no comparece. Del lado del semblante, asistimos a una exacerbación. Puro semblante, lo que conlleva efectos más devastadores.
Hay que destacar que el ya trillado Complejo de Edipo muestra algo de esta disyunción – que es de estructura – pero es una disyunción más articulación.
El Complejo es vehículo del Padre como nombre, el padre muerto que está del lado del semblante, y del Padre que se levanta para responder en lo real. Este es el padre de la prohibición, el que dice « con esta no » – pero también dice « con las otras sí ». Es el que responde con su pére-version, con una versión sobre el goce. Es el verdadero operador de la castración, que vuelve eficaz al semblante.
Un laboratorio sobre el Padre
Aquí la clínica de la adopción se presenta como un laboratorio al alcance de la mano.
La adopción muestra que la biología sola no hace lazo. En la adopción en el sentido legal del término (a los hijos propios también se los adopta o no), al hacerse patente la hiancia entre biología y semblante, se trasluce el hecho de que el niño llega al mundo como resto de la relación sexual entre partenaires. Incluso en las familias monoparentales.
Esta constelación previa a la adopción – la de los padres biológicos – resta como un inefable en la historia del sujeto a la vez que demuestra que aquel que se levanta para responder – si existe – puede no tener nada que ver con la biología.
Pero no este real biológico el que nos interesa a los analistas. Nos servimos de él para mostrar que el padre es una función ad hoc, pero deseamos algo más.
Deseamos abordar la articulación entre los semblantes paternos que se ofrecen al sujeto para la transmisión de la castración – única función que se espera del operador Nombre del Padre – y lo real que queda señalado por las marcas que deje ese « alguien que se levanta para responder ».
Nos interesa el real como consecuencia del encuentro del sujeto con la respuesta del Otro.
Las respuestas del Otro, hoy
Para abordar esta cuestión, debemos tener claro que lo irreductible de la No Relación Sexual (NRS) tiene consecuencias que se manifiestan en los desórdenes del lazo social, amorosos y familiares.
¿Y cómo respondemos los seres hablantes a esos desórdenes?
Con un tratamiento del campo de la relación sexual – que no hay – , por medio de semblantes. ¿Y esto en que se diferencia de lo que hacen los animales? En nada. Ellos también usan de semblantes en el cortejo previo al apareamiento.
La diferencia está en que en los seres hablantes esos semblantes son vehiculizados por el discurso. Ahí sí que se abre un abismo.
Entre los semblantes que vehiculizan los discursos destacan en la actualidad, por ejemplo:
– los Derechos del Hombre. La NRS puede ser reducida por los derechos del hombre, que son convención.
– la familia
– las identidades sexuales según los estudios de género
– la oferta del mercado de fantasmas que empujan a un goce desprovisto de singularidad. Incluímos aquí las categorías diagnósticas y la industria farmacéutica.
Dentro de los semblantes familiares, lo que Lacan observa desde su trabajo sobre la familia, es que ésta no se orienta más por la línea patriarcal, sino por las distintas formas de conjugo, de la alianza. (Eric Laurent:
Siglo XXI: no relación generalizada e igualdad de los términos.)
Lacan se orienta por la « familia conyugal » de Durkheim.
La etimología está de nuestro lado, conjugo, conjugar. En la familia, se trata de la conjugación entre los sexos.
Unica conjugación posible, según Lacan: « la relación sexual solo existe en la familia ». (citado por J.A.Miller en Sobre padres y causas. Introducción al método psicoanalítico).
Conjugar es enlazar, atar. Conjugación es combinación, coordinación, hacer compatibles dos o más cosas.
Obviamente, el discurso es incapaz de una conjugación sin resto y ninguna ficción – jurídica, familiar, ofertas del mercado – reduce lo imposible de escribir la relación sexual (NRS).
Le toca al psicoanalista cuidar esa falla (lo imposible de escribir…) de la tentación de querer cubrir lo real detrás de las ficciones.
Eso sería burlarse de lo real, engañarlo. Francois Leguil muestra que lo real se venga del engaño « ridículoengañándonos », refiriéndose a los retornos del mismo.
Qué quiere decir esto?
Que,
Si lo que aparece como la posibilidad de escribir la proporción sexual, es en realidad la conjugación entre dos semblantes: madre y padre…
…Entonces solamente si a éstos se agrega ese « alguien que se levanta para responder », podrá la familia – incluyendo la variedad de semblantes que la modifiquen, o como se llame lo que venga a su lugar – transmitir el nudo de la castración, única posibilidad para el sujeto de orientarse por lo real de la NRS.
[i] Relizada en el transcurso de una conversación sobre políticas del psicoanálisis de próxima publicación.