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POLIFONÍAS EN PSICOANÁLISIS
Compilación de Johnny Gavlovski y Raquel Cors U. Una publicación de Mundo Psicoanalítico (Editorial Pomaire) con el apoyo de NEL Caracas – ACP Autores:
M. Bassols; D Cosenza; G Esperanza; M. Iglesias; C. Menghi; J. F. Pérez; M. Mitelman;
R. Portillo; L.D. Salamone; I. Ruiz; M. Termini; H. Tizio; I. Zavala
Dicen que a Freud no le gustaba la música. Su hijo desmiente ese decir. Parece que tarareaba de cuando en vez… ¿Qué significa eso? Nada, sólo que a veces tarareaba… Sin embargo, ¡Freud vivía en Viena! Su hijo nos desafía a que encontremos los nombres de Bizet y Mozart en sus escritos. Tal vez fue la influencia de Max Graf, el padre de Juanito y su continuo intercambio de ideas. Freud llamaba poesía a la manifestación artística. Bocklin, el pintor, no pasó desapercibido por su vida, como tampoco el romanticismo y tantas cosas que lo conmovieron y de las cuales prefirió callar. Freud, ante la muerte, reconoció el valor de las nuevas expresiones artísticas que se venían dando en Europa, a pesar de haber renegado de ello. Ante la muerte; ya no había nada de qué temer… Dicen que a Freud no le gustaba la música. Que atendió a Alban Berg aquejado de gripe en un hotel de los Dolomitas y analizó a Mahler, en tan sólo un encuentro. Para Reik, Freud habría elaborado un sistema de defensa para evitar el posible desequilibrio emocional que la música podría causar. Freud no cree en la sincronicidad jungiana, y hablar de esto puede ser mal visto, pero juguemos con el azar y encontremos a Freud y Schoenberg suspendidos sobre las ruedas de las parcas, uno con Moisés y la religión monoteísta, el otro con su ópera Moisés y Aarón. Moisés no entra a la tierra prometida. Schoenberg no ve su obra puesta en escena. Freud es más afortunado, al menos un mes antes de morir, puede ver la edición holandesa de su obra…. Extracto del prólogo de J. Gavlovski