“En el hospital podemos escuchar al que sufre”. “Hay nuevas formas de la angustia que el hospital salteño puede atender muy bien por la calidad de sus recursos humanos”, dijo.
La cátedra de Psicología Clínica I de la Universidad Católica de Salta e el Servicio de Psicología y Psiquiatría del Hospital San Bernardo finalizaron una capacitación a 150 profesionales sobre la atención de las urgencias subjetivas en las instituciones públicas de salud. La enseñanza estuvo a cargo del director de la Escuela de la Orientación Lacaniana , Oscar Zack. El psicoanalista dijo que “hay nuevas formas de la angustia que el hospital salteño puede atender muy bien por la calidad de sus recursos humanos”.
¿Qué atención puede dar la salud pública al sufrimiento mental?
El hospital público puede “escuchar” perfectamente al que sufre la urgencia subjetiva. En el mundo y en la ciudad de Salta existen esas urgencias. Son patologías que llamamos “neurosis actuales” y llegan a los servicios de salud.
¿Y qué problemas tiene la gente que las lleva a la consulta?
Son problemas de bulimias, anorexias, consumo de drogas permitidas o prohibidas, intentos de suicidio, ataques de pánico, llamados trastornos obsesivos compulsivos, en fin, toda una gama de padeceres llamados las “nuevas formas del síntoma”. Son patologías que el avance de las tecnociencias intenta darles una respuesta por fuera de la particularidad de cada sujeto; entonces hoy uno se encuentra con que las tecnociencias intentan volver a los antidepresivos usados para los trastornos obsesivos compulsivos, para los ataques de pánico, para las drogas, para todo tipo de sufrimiento humano.
Es como que hay una “farmacia” para cualquier tipo de urgencia subjetiva.
Exactamente. Se cree que el paciente no es un humano que sufre sino que es un órgano, por ejemplo un hígado. Hay un parámetro de lo normal de ese hígado, la medicina lo sabe. Entonces cuando se tiene un problema orgánico uno va al médico y éste intenta ubicar la situación en un tipo de enfermedad. Pero el psiquismo no se maneja de esa manera, con esas coordenadas. Nosotros decimos que el sufrimiento mental aparece en un momento de explosión subjetiva del que consulta.
¿Y eso que desborda al sujeto puede atenderse en el hospital público?
Nosotros pensamos que sí y es justamente eso que excede ala persona, la hace llegar al hospital en forma urgente. La urgencia se da cuando el paciente está, por ejemplo, sobrepasado de drogas o al borde de la muerte. Todo eso no es un pedido de ayuda sino un grito. El paciente de la urgencia subjetiva grita y grita con el cuerpo, no con la palabra.
Que vaya al hospital está bien ¿pero quién recepciona ese “grito”?
Ese es el tema: quién lo va a recepcionar. En nuestra capacitación tratamos de transmitir a los colegas que la gente debe formarse en la práctica de la escucha, es decir que sepa que ese sujeto que viene es un ser sufriente y eso puede ser la gran diferencia con las neurociencias, las psiquiatrías y psicoterapias en general. Al tomar contacto con el paciente sabemos que es un hombre sufriente, lo que ignoramos es el por qué de su padecimiento, qué lo lleva a sufrir. La gente que llega a esa posición es porque no tiene una buena preocupación de sí misma. Si es un adicto, por ejemplo, llega a ese borde porque no se dio cuenta que primero empezó con una línea de la sustancia, después con un gramo, después empezó a comprar, después no podía dejar de consumir una línea por día sino que quería más, con la idea de que “yo voy a manejar la situación, en síntesis, esa actitud constituye la teoría fantasmática del toxicómano.
¿Entonces desde qué perspectiva se puede escuchar al paciente?
Desde nuestra perspectiva, no escuchamos al que sufre como si fuéramos un amigo, ni como una madre buena y ni como un padre generoso. Escuchamos para abrir el espacio a un dialogo atípico, a algo que no se experimenta en ningún otro espacio que no sea el espacio terapéutico analítico, y no hace falta que sea en el consultorio privado de un analista. Lacan diría que hay una forma distinta de escuchar a la gente. Es la oferta más digna que le puede dar el hospital público a una persona.
¿Por qué usa el adjetivo “digno” para calificar a esa atención?
Digno significa hacer hablar al sujeto para restituirle la palabra. Tenemos que preguntarnos qué le pasa, por qué sufre, por qué recurre al consumo de una sustancia para mitigar su angustia, etcétera. Necesitamos saber por qué hace lo que hace. Ese es el punto de la dignidad, hacer hablar al sujeto. Algunos sufrimientos no expresan síntomas para el paciente, sólo se muestran para el otro. Entonces el primer paso a lograr es que llegue a consulta por su propia voluntad y que encuentre una escucha diferente.
¿Un efector público ayudaría, entonces, a recuperar la palabra del paciente?
Siempre que así lo desee el paciente. Pensemos que el ser humano para arruinarse la vida no necesita ayuda, se las arregla muy bien él sólo. Con los colegas salteños trabajamos un caso clínico del hospital, una entrevista de guardia. Y me voy gratamente sorprendido porque el San Bernardo alberga gente capacitada. Espero que prosigan los cursos de formación en urgencia, supervisiones psicoanalíticas de los casos complicados, orientación a los practicantes para que sepan cómo se va formando una oreja psicoanalítica. Desde el hospital podemos aplicar las ofertas terapéuticas actuales a los síntomas contemporáneos. Hoy el avance del gozar subjetivo a toda costa desenfrenado genera esas patologías graves.
Oscar Zack en