Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano /CdMx
Editorial
El motor de este número —lo han mirado ya en la portada— es el asunto de los jóvenes, que hace una tensión productiva con lo joven, tensión que luego se enlaza a la Escuela; todo ello no sin tener como provocación la puerta que abrió Jacques-Alain Miller hace algunos meses. Podemos decir que mucho de su relevancia está en una pregunta acerca del futuro del psicoanálisis: ¿quiénes sostendrán el psicoanálisis en los siguientes años y de qué psicoa- nálisis se tratará? Es su transmisión lo que producirá lo joven y a los jóvenes, si se considera que éste acto íntimamente entramado en la formación de los analistas y sus propios análisis, su praxis, su su- pervisión, viene al lugar de su política. Los recorridos epistémicos, clínicos y políticos son animados por un deseo: que el psicoanálisis persista a través de otros que también lo encuentren vivaz y exci- tante, entonces lo que se transmite es un deseo.
Hay un breve tránsito de Lacan por el asunto de los jóvenes en el Seminario 16, De un Otro al otro, ahí le dice a su público que nada era más difícil que situar en la experiencia anunciadora y denunciadora que es el psicoanálisis, a los que ya estaban for- mados, es decir, atrapados en una relación con el saber, y agrega: “Por eso lo que hoy intento articular, lo hago con cierta esperanza de que lo que se me ofrece en la atención de las generaciones más jóvenes, se conjugue con lo que se presenta efectivamente como un discurso”.1 Y es que este discurso tiene en el núcleo lo inacabado, lo fallido, ¿quiénes pueden soportar el producir para un discurso que no prometa lo absoluto? Es genial Lacan al señalar en esa mis- ma ocasión: “No diré que a los veinticuatro años todo el mundo es lacaniano […] pero las dificultades no se producen, por lo menos no en el mismo lugar, cuando trato con alguien que […] tiene una apertura hacia el dominio de la lógica”.2 Hoy podemos decir que esa lógica —por lo que avanzó un joven que en ese momento tenía esa edad aproximada— es la del cuerpo hablante.
Por supuesto, habrá que poder precisar que esa convocatoria no es un llamado a la romantización de lo joven, será preciso evitar el furor de promover su uso y que a fuerza de reiteración devenga en frase hueca y lugar común, porque su valor radica en que se trata de una orientación de trabajo que apunta a la revisión exhaustiva y permanente que asegure la vigencia de la práctica analítica, de los principios que la sostienen y los medios por los que opera. Para extraer consecuencias y enseñanzas de aquel sintagma propuesto por Miller, podríamos servirnos de la estructura de las frases de La- can que Laurent llama poéticas, por ejemplo: “el inconsciente es Bal- timore al amanecer”, en ella hay algo por definir —precisamente el inconsciente— porque no se sabe qué es, pero a pesar de eso: “Tú que me escuchas, sabes que estás embarcado, estás en el lugar mismo del inconsciente”.3 Tenemos entonces un horizonte de trabajo acorde con el psicoanálisis tal como nos lo mostró Freud, que no es una cosmovisión, no es una concepción predeterminada de la estructura del mundo, ni crea un marco para la producción de ideas en conformidad con este, sino que consiste en una práctica que se sostiene de la potencia de la palabra para fundar nuevos hechos.
Esta apuesta por lo joven puede también entenderse como una apuesta por el work in progress, por ese saber que, en lugar de cerrarse en posturas fijas e inamovibles, nos relanza siempre al trabajo alrededor del agujero de lo que no hay. Una Escuela sexi es la que invita a ese trabajo.
En este extenso número encontraremos distintos acercamien- tos al tema de lo joven, manteniendo una tensión fecunda entre los que se acercan a la Escuela y los que pertenecen desde hace un tiempo, lo que posibilita un encuentro entre la novedad de lo joven —que permite leer aquello que en la época resuena— y la exigen- cia de rigor conceptual que se va transmitiendo en la formación. Cuando estos encuentros se suscitan podemos esperar un aggior- namento que hace avanzar el psicoanálisis.
Finalmente les invitamos a leer esta edición preparada con mucho gusto y deseo de juventud por el Comité Editorial que con este número se retira: que el trabajo de publicación se sostenga con fuerza para llevar a cabo la difusión del psicoanálisis.
Edna Elena Gómez Murillo, Edgar Vázquez, José Juan Ruiz Reyes, Raúl Sabbagh Mancilla.