Libro X. La angustia, de Jacques Lacan
15 de diciembre
Marie-Hélène Brousse (París)
SEMINARIO DE TEXTOS
Capítulos XIV y XV: Hombres y mujeres ante la angustia
En los capítulos XIV y XV del Seminario, libro X, La angustia, Lacan se replantea la consideración de lo masculino y lo femenino tal como hasta ese momento ha sido clásico en el psicoanálisis: a partir de la presencia o la ausencia del falo imaginario en uno u otro sexo con Freud, y tratando la cuestión desde el falo como significante por parte del propio Lacan. En dicho Seminario el peso de la cuestión va a recaer en el órgano y en el inicio del planteamiento de la diferencia sexual a partir del goce. Esta nueva perspectiva implica en los capítulos a tratar una distinción entre la angustia para el hombre y para la mujer.
La mujer se enfrenta al deseo del Otro y esa es la vía por la que le aparece un objeto de goce. Ahí puede surgir su angustia, mientras que el objeto fálico sólo ocupa un segundo lugar. En el hombre, en cambio, el objeto es la condición del deseo, pero sólo puede acceder a este desde su inscripción en lo negativo que la detumescencia del órgano le impone. La angustia, entonces, para el hombre está en relación con la posibilidad del no poder.
Referencia por Gloria Bladé
Lucy Tower, « La contratransferencia » (1957), en Referencias lacanianas 15, BCFB, 2007.
SEMINARIO DE CASOS
Presentan casos Margarita Álvarez y Ricardo Arranz
Horario: de 10 a 14:30 h.
Lugar: Casal del Metge
Via Laietana 31
08003 Barcelona
*** A continuación el punto vivo del seminario anterior ***
La angustia
Hacia lo real del inconsciente
Domenico Cosenza desarrolló las Lecciones XII y XIII en varios aspectos en tanto claves para entender al inconsciente como real. La primera tesis es que la angustia se manifiesta en la experiencia del sujeto bajo la forma de la aproximación, la segunda deberá permitir producir una nueva elaboración sobre la angustia. Había dos concepciones de ella en la época: la del sentido común y la del discurso epistémico-filosófico importado a la psiquiatría fenomenológico-existencial. La primera, de forma reduccionista, toma a la angustia como puro trastorno. La segunda lleva a Lacan a retomar a Kierkegaard, Heidegger y Hegel. Frente a la posición heideggeriana ante la angustia, experiencia clave del sujeto tomado como Dessein, diferente a la del hombre, en su relación con la nada, Lacan contrapone que la angustia no es sin objeto y eleva el problema al estatuto de dicho objeto.
A partir del texto freudiano “Inhibición, síntoma y angustia” Lacan se opone a la diferencia freudiana entre miedo y angustia, y es que el objeto que estaba adelante ahora está detrás, como en la literatura de Chejov donde el miedo estalla ante lo desconocido que se manifiesta. La angustia es el miedo que no se puede reconducir a un objeto exterior, introduce la idea de defensa y tiene estatuto de señal respecto a la manifestación de lo real, por eso no engaña.
En el esquema de la división por esta operación defensiva tenemos al sujeto del goce y al campo del Otro, y tres niveles: el del goce, el de la angustia y el del deseo. Esta operación deja un resto en el campo del goce que no cubre el campo significante del Otro y que es el objeto a. La angustia aparece ante el encuentro con dicho objeto y con el deseo del Otro. Si el sujeto no pasa de este nivel no se puede constituir como sujeto de deseo. “Pegan a un niño” es el texto freudiano que plantea ese momento de angustia como tiempo no vivido. Sófocles nos dice en Edipo en Colona que sólo él puede ver, ahora que es ciego. En su referencia a Zurbarán, Lacan se manifiesta más cercano al barroco, en tanto tentativa de formalizar lo informalizable, con la división del objeto más que la del sujeto. No es suficiente la automutilación para que aparezca el efecto de angustia, es necesaria la subjetivación de este acto.
En la pareja sadismo-masoquismo el punto de mira es producir la angustia del Otro, en tanto creen en la existencia de otro pleno y denuncian la posición del objeto en tanto que caído. En el deseo sádico el reducir al sujeto al grado cero como efecto de la angustia produce el encuentro con el goce del Otro a nivel fantasmático pero busca producir a nivel pulsional lo irrepresentable del goce del Otro. El masoquista también quiere hacer gozar al otro en el fantasma pero al punto de producir angustia a nivel libidinal. El sujeto anoréxico, por ejemplo, no se puede tratar hasta que no entra en relación con su propia angustia y no con la de los demás.
La angustia en relación a la separación recupera la dimensión biológica pero se trata de recuperar el cuerpo en sus características anatómicas y no según la ciencia natural. El sujeto constituido a partir de las zonas erógenas y la pérdida de los objetos. Esta recuperación biológica permite desvincular a la castración del complejo Edipo porque la pérdida resulta interior al funcionamiento del organismo. Lo particular y paradojal de la experiencia humana: el cenit del goce del hombre coincide con la castración en el fenómeno de la detumescencia, presentándose la angustia como verdad en la sexualidad.
La aserción freudiana: “La anatomía es el destino” resulta más complicada, a partir de lo que la anatomía implica en relación a lo caduco. El deseo orbita alrededor de los objeto caídos del cuerpo. Aporías propias de la vida en pareja: el amor es un hecho cultural, no existe sin relación con el Otro, el deseo del Otro simbólico coincide, paradójicamente, en el deseo con el Otro del objeto a, estar en posición de objeto produce angustia.
La tesis clave que seguirá: la modificación en relación al falo en su dimensión simbólica. A partir de este Seminario el falo como real reconduce al pene y la amenaza de castración es un límite interior para los fenómenos de goce en el cuerpo. El hombre tendrá a partir de ahora más problemas que la mujer con la amenaza en el complejo de castración.
Noviembre de 2007
Rosalba Zaidel
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