Seminario del Campo Freudiano 2007-2008
Libro X. La angustia, de Jacques Lacan
7 de junio
Hugo Freda (París)
SEMINARIO DE TEXTOS
Capítulo XXIV: Del a a los Nombres del Padre
En dicho capítulo retoma la concepción freudiana de la angustia como señal para relacionarla con el carácter de cesión del momento constitutivo del objeto a, pero recuerda que la ha situado en el momento anterior a la cesión del objeto. Retorna a los cinco niveles de la constitución del sujeto en relación con el Otro e indica que que es en el cuarto, el escópico, donde adquiere carácter ejemplar la forma como el deseo es función del deseo del Otro, la alienación del deseo. En ese nivel el objeto a se encuentra más enmascarado y el sujeto se halla más protegido ante la angustia. Al mismo tiempo se refiere al duelo, en contraste con la melancolía, para señalar el trabajo del deseo para mantener su vínculo necesario con el objeto.
En el último apartado del capítulo, el cuarto, Lacan plantea la necesidad de ir más allá en su articulación para explicar lo que ocurre en el quinto nivel, el de la dimensión auditiva que implica la función del padre. El padre no es causa sui, sino aquel que ha ido lo suficientemente lejos en su deseo como para reintegrar a su causa lo irreductible de la función del a.
Esta nueva perspectiva afecta la del deseo del analista El deseo sólo puede liberarnos aquello en lo que nos reconocemos como objeto a situándolo en el campo del Otro, por la tranferencia. El analista, pues, conviene que “haya hecho volver a entrar su deseo en este a irreductible, lo suficiente como para ofrecer a la cuestión del concepto de la angustia una garantía real”.
Referencia por Montse Colilles
Winnicott, D. W., “Objetos y fenómenos transicionales (1951)”, en Escritos de pediatría y psicoanàlisis, en Obras escogidas Vol. I, Ed. RBA Coleccionables, Barcelona, 2006.
SEMINARIO DE CASOS
Presentan casos Eugenio Diaz y Gabriela Galarraga
Horario: de 10 a 14:30 h.
Lugar: Casal del Metge
Via Laietana 31
08003 Barcelona
– Se adjunta el Punto Vivo de mayo –
La angustia
Jacques Lacan
El superyó del obsesivo
Guy Briole tomó el capítulo XXIII a partir de la reformulación del cuadro de la angustia, pero para atender a “los oráculos de lamentos del obsesivo, los encantos de la impotencia y el enigma de la inhibición”. En esta reformulación el deseo viene al lugar de la inhibición, pero no sin la hiancia que lo hace circular.
La emoción, supone movimiento, la ida y vuelta alrededor del objeto, pero la e-moción en su etimología supone el fuera-de, lo que hacer perder fuerza, y recuerda al Otro que el sujeto está fuera de sí. La turbación, en su relación con el deseo se sitúa en el no saber y el no poder. En este Seminario hay una relación anterior a la castración que determina la separación entre objeto y deseo. Una pieza suelta que marcará siempre esta relación: el objeto a, como anterior a la ley del padre, del Edipo, y la angustia como vía para acceder a dicho objeto.
Lacan afirma que el sujeto no es causa de sí mismo, sino causado en el lugar del Otro. El resto de esta operación es una separación que se reúne en el fantasma, con el deseo como efecto y el síntoma como resultado. Sin embargo, si no hay diferencia entre causa y efecto, ningún gap, la función de la causa se desvanece, el deseo requiere de esta hiancia. Ahora, en lugar de la turbación encontramos el objeto a, con la angustia que implica su presencia. El hombre de los lobos, enfrentado a una situación traumática cede el objeto cesible. La primera angustia es la de vaciamiento, la angustia del destete: el niño y el seno separados y pegados sobre la madre. El objeto transicional de Winnicot es para Lacan el suplente del sujeto.
El objeto anal le da al deseo su estructura fundamental con el deseo de retener. La inhibición, defensa, acción para oponerse a un deseo que se sustituye en otro. La referencia a Inhibición, síntoma y angustia señala dos vertientes de la inhibición: 1) la del neurótico, donde el deseo está impedido: “quiero pero no sé lo que se opone”; y la del depresivo, donde el deseo está ausente: “eso ya no tiene interés para mí”. La inhibición se alía al goce para no enfrentarse al síntoma. Es así que para que haya acto es necesario un franqueamiento, que separa al sujeto del Otro, dado que ello hace surgir al deseo en el lugar de la demanda en el Otro. Acto dirigido contra la defensa que el obsesivo ilustra con el deslizamiento de un deseo a otro deseo, el de retener, centrado en el objeto anal, el cual está reprimido en relación con el deseo sexual. Donde el falo es esperado como sexual se revela como falla porque está llamado a funcionar como elemento de potencia pero bajo una forma enmascarada. El objeto predilecto es el objeto anal porque en él se trata de lo que se pide, la demanda en el Otro, y a nivel genital la función del objeto a como causa del deseo es -j, frente al deseo genital hay otro deseo que lo hace retornar al objeto anal.
La oblatividad está en el fantasma del obsesivo en el que el acto sexual sería un don, desplazamiento del objeto anal, que supone los movimientos sobre otros objetos como acting-out porque el obsesivo no puede dudar. En el acting-out siempre hay un hecho que tiene su causa en otro lugar. Desplazamiento del lugar en el que no se puede sostener el obsesivo: el deseo fálico. Así el don es la transposición en la imagen, amor idealizado dirigido a otro. El obsesivo es él mismo objeto amable, para el Otro, exigencia de que se ame una determinada imagen suya, sosteniendo así su deseo como imposible.
Mayo de 2008
Rosalba Zaidel