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Eje 1 – Más lejos del inconsciente, más cerca de los cuerpos
Contribuciones para el debate
Escriben Vera Gorali y Betty Abadi
Dos nuevos textos dan cuerpo a nuestro boletín de esta semana. Se trata de dos artículos teóricos que, sin dudas, tienen su horizonte en la práctica.
Vera Gorali en su « Imaginar lo real » nos propone un recorrido que nos hace « romper la cabeza ». Allí la geometría nodal permite considerar un nuevo uso del significante que haga resonar otra cosa que el sentido.
Betty Abadi, hace un recorrido que va de la lógica de la construcción del cuerpo y la articulación de ese cuerpo con el síntoma, a lo que puede obtenerse de la cura analítica.
Cada una, en su propio estilo, vibra en el diapasón de la orientación lacaniana, ¿nos dejarán escuchar el suyo, queridos lectores?
« Lo real de lo derecho es lo torcido » afirma Lacan y abandona el espacio euclidiano para sumergirnos en esa otra especie de espacio que nos funda el cuerpo: la topología nodal.
La geometría euclidiana es propia de los ángeles, no tiene cuerpo. Sus figuras se vuelven necesarias y eternas. Triángulos, esferas, líneas y puntos son abolidas en su realización efectiva para erigirse en conceptos abstractos e inmutables, atemporales.
La geometría nodal, en cambio, es contingente e incluye el tiempo. Esto es palpable cuando consideramos el despliegue sucesivo de sus dibujos. Sus figuras multiplicadas pueden replicar un mismo anudamiento pero lo que importa son las diferencias materiales de su reproducción. Es el modelo de una escritura sin sentido que no proviene del significante.
Este nudo deformable, una vez desplegado, está provisto de ex -sistencia. Por esta característica la topología queda definitivamente ligada a lo real y nos libera de « la música del ser » y de sus deshabitados horizontes. Hay lo Uno del significante sin estructura y su insistencia de goce encarnado en la consistencia material, en las diferentes formas en que se puede escribir una misma emisión de voz. « Ailouno » o « aailo uuno« , por ejemplo.
La intersección de lo simbólico con lo imaginario o sea del cuerpo con la palabra, que paradójicamente Lacan sostiene hasta el Seminario El Sinthome, es productora de sentido. Esta concepción está en sintonía con la idea de la pulsión como eco en el cuerpo de un decir. El problema que queda sin resolver en dicho Seminario es que en la clínica lo real del síntoma, ubicado por afuera de la conjunción simbólico-imaginaria, no puede entonces ser alcanzado por la interpretación simbólica aun si ésta utiliza el equívoco significante ‒que no deja de ser un uso particular del doble sentido.
Sobre esta construcción avanza Lacan sus renovadas propuestas respecto de la experiencia analítica, apoyado en la constatación de la disyunción de las palabras y las cosas.
A lo largo de los Seminarios 24 y 25, el psicoanálisis es definitivamente considerado como una práctica (y no una ciencia), en la que participan dos. Consiste en que el analizante dice lo que se le ocurre y Lacan propone rescatar esa palabra vacía de sus primeros Escritos, palabra agujereada, que materializa en el toro, dándole cuerpo. Y al analista le cabe la responsabilidad de un nuevo uso del significante que haga resonar otra cosa que el sentido. Recurre a la poesía para demostrar que la palabra puede tener efecto de sentido y también efecto de agujero, el de una significación vacía, el agujero en lo real de la relación sexual que no existe. La manipulación interpretativa borromeana implica eliminar un sentido, el sentido común, por un forzamiento del significante.
Es un viraje importante pues supone otorgarle primacía a lo imaginario que está incluido en lo real. No es el imaginario de la forma adorada del cuerpo, de lo bello sino un nuevo imaginario, carente de sentido. « Se recurre a lo imaginario para hacerse una idea de lo real ». [2]
Este imaginario rompe con el nombre del padre e introduce un nuevo problema: ¿cómo imaginar lo real? A esto responde un nuevo hecho clínico: la inhibición. En el nudo borromeo, ésta se ubica en la hiancia de lo imaginario y lo real. Somos inhibidos a la hora de imaginar lo real.
Para concluir, una indicación de Lacan: no hay que pensar sin el cuerpo y para eso hay que « romperse la cabeza ». [3]
1. Desarrollo inspirado en el Curso de la Orientación Lacaniana impartido por J.-A. Miller en 2006-2007.
2. Lacan, J., Seminario 24, « L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre », (1976-1977), Clase del 16 de noviembre de 1976, inédito.
3. Lacan, J., Seminario 25, « El momento de concluir, seminario », (1977-1978), Clase del 15 de noviembre de 1977, inédito.
Cuerpo y síntoma
Betty Abadi – Nel Caracas
El síntoma tiene su origen desde el momento en que el sujeto se encuentra con la castración, con la prohibición del Edipo. Esta prohibición toma la forma de una negativización que lleva al sujeto a buscar una recuperación que, según el momento de su enseñanza, Lacan va a designar como falo o como objeto a. El plus-de-goce vendría a ser la ganancia de goce que obtiene el sujeto en este intento de recuperación.
En un primer momento lógico el sujeto se encuentra con su imagen especular. Sin embargo, es necesario un segundo momento lógico en el que la presencia del Otro va a determinar la construcción de la imagen a partir de la cual el sujeto se responde cómo es visto por el Otro. Construcción imaginaria que pasa por la palabra. La respuesta que el sujeto da a la prohibición que introduce la castración es por vía de este encuentro con el Otro.
Un cuerpo es lo que goza de sí mismo, es lo que decía Freud cuando hablaba del autoerotismo, [1] la diferencia es que el cuerpo del ser hablante sufre las incidencias de la palabra, por tanto ese sufrimiento se transforma en goce.
Un síntoma testimonia que ha habido un acontecimiento, un evento que marcó una huella en el hablante ser. Para Freud esta huella da cuenta de una sustitución, un Ersatz, [2] que determinará una respuesta en el cuerpo. Es esta incidencia del significante, lo que ejerce a la vez un acontecimiento [3] y un desplazamiento. Este acontecimiento, al ser una sustitución, Miller lo llama « goce metafórico ». Y este goce metafórico supone la acción de un significante fuera de sentido, S1. Pero hay también un goce metonímico que se desplaza a partir de una dialéctica de los objetos y se dota de una significación simbólica, Bedeutung.
El viraje que nos presenta Lacan parte de que el significante no tiene un efecto de mortificación sobre el cuerpo, pero sí es causa de goce. [4] El significante tiene una incidencia de goce sobre el cuerpo. Esto es lo que lo lleva a definir el sinthome, que no es otra cosa que eso imposible de negativizar, es decir aquello que no pasó por la prohibición. Lacan lo llamó fi mayúscula, que no es otra cosa que la respuesta de lo simbólico ante lo real, de lo que no se puede simbolizar. [5]
Si la cura daba cuenta en un primer momento de la verdad del síntoma, de esa negativización, ahora la cura está dirigida a dar cuenta de ese goce pulsional que viene desde lo real.
El síntoma viene a ocupar el mismo lugar que ha ocupado para Freud la pulsión, viene de lo real, es lo que plantea en « Inhibición, síntoma y angustia ».
La pulsión freudiana es la interfaz todavía mítica entre lo psíquico y lo somático, mientras que el síntoma lacaniano es la conexión real del significante y el cuerpo. [6]
El final de la cura marcará no solo el encuentro del goce como acontecimiento del cuerpo, sino también el encuentro con la castración como una negación lógica. [7]
1. Freud, S., « Introducción al Narcisismo » (1914), Obras Completas, Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, p. 2017.
2. Freud, S., « El yo y el ello », op. cit., p. 2731.
3. Miller, J.-A., « Leer un síntoma », en http://ampblog2006.blogspot.com/2011/07/leer-un-sintoma-por-jacques-alain.html
4. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, cap. 17, Paidós, Bs. As., 2008, p. 385.
5. Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, cap. 14, Paidós, Bs. As., p. 230.
6. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, op. cit, p.387
7. Miller, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana, « El ser y el Uno », lección del 2 de marzo de 2011, Revista Freudiana, Nº 61, Barcelona, enero-abril 2011.
Eixo 1 – Mais longe do inconsciente, mais perto dos corpos
Contribuições para o debate
Escrevem Vera Gorali y Betty Abadi
Dois textos dão corpo ao nosso boletim desta semana. Trata-se de dois artigos teóricos que, certamente, têm seu horizonte na prática.
Vera Gorali, em seu « Imaginar o real », nos propõe um percurso que nos faz « quebrar a cabeça ». Nele, a geometria nodal permite considerar um novo uso do significante que faça ressoar outra coisa que o sentido.
Betty Abadi faz um percurso que vai da lógica da construção do corpo e da articulação desse corpo com o sintoma ao que se pode obter do tratamento analítico.
Cada uma, com seu próprio estilo, vibra no diapasão da orientação lacaniana. E vocês, queridos leitores, nos deixarão escutar o seu?
« O real do direito é o torto », afirma Lacan, e abandona o espaço euclidiano para nos submergir nessa outra espécie de espaço que nos edifica o corpo: a topologia nodal.
A geometria euclidiana é própria dos anjos, não tem corpo. Suas figuras se tornam necessárias e eternas. Triângulos, esferas, linhas e pontos são abolidos em sua realização efetiva, de forma a se constituírem em conceitos abstratos e imutáveis, atemporais.
A geometria nodal, por outro lado, é contingente e inclui o tempo. Isto é palpável quando consideramos o desdobramento sucessivo de seus desenhos. Suas figuras multiplicadas podem replicar um mesmo enlaçamento, mas, o que importa são as diferenças materiais de sua reprodução. É o modelo de uma escrita sem sentido que não provém do significante.
Este nó deformável, uma vez desdobrado está provido de ex-sitência. Por esta característica a topologia permanece definitivamente ligada ao real e nos libera da « música do ser » e de seus horizontes desabitados. Há o Um do significante sem estrutura, e sua insistência de gozo encarnado na consistência material, nas diferentes formas em que se pode escrever a mesma emissão de voz: « Ailouno » ou « aailo uuno« , por exemplo.
A interseção do simbólico com o imaginário, ou seja, do corpo com a palavra, que Lacan paradoxalmente sustenta até o Seminário O Sinthome, é produtora de sentido. Esta concepção está em sintonia com a ideia da pulsão como eco no corpo de um dizer. O problema que permanece, no mencionado Seminário, é que na clínica o real do sintoma, localizado fora da conjunção simbólico-imaginária, não pode ser atingido pela interpretação simbólica. Isso, ainda que ela utilize o equívoco significante – que não deixa de ser um uso particular do duplo sentido.
Lacan, a partir desta construção, avança suas renovadas propostas em relação à experiência analítica, apoiado na constatação da disjunção das palavras e coisas.
A psicanálise, ao longo dos Seminários 24 e 25, é definitivamente considerada uma prática na qual dois participam, e não uma ciência. Ela consiste em que o analisante diga o que lhe acontece e, Lacan propõe resgatar essa palavra vazia de seus primeiros Escritos, palavra esburacada que se se materializa no toro, dando-lhe corpo. E, ao analista cabe a responsabilidade de um novo uso do significante que faça ressoar outra coisa que o sentido. Recorre à poesia para demonstrar que a palavra pode ter efeito de sentido e, também, efeito de buraco, na significação vazia, o buraco no real da relação sexual que não existe. A manipulação interpretativa, borromeana, implica eliminar um sentido, o sentido comum, pelo forçamento do significante.
Trata-se de uma mudança importante, pois supõe outorgar primazia ao imaginário que está incluído no real. Não é o imaginário da forma adorada do corpo, do belo, mas, um novo imaginário, carente de sentido. « Recorre-se ao imaginário para ir ao real » [2].
Este imaginário rompe com o Nome-do-Pai e introduz um novo problema: Como imaginar o real? A isto responde um novo fato clínico: a inibição. No nó borromeano a inibição se coloca no hiato entre imaginário e real. Somos inibidos na hora de imaginar o real.
Para concluir, uma indicação de Lacan: « não se pode pensar sem o corpo e, para isso, há que se quebrar a cabeça » [3].
Tradução: Ilka Franco Ferrari
1. Desenvolvimento inspirado no Curso de Orientação Lacaniana, ministrado por J.- A. Miller em 2006-2007.
2. Lacan, J., Seminário 24, « L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre », (1976-1977), Aula de 16 de novembro de 1976, inédito.
3. Lacan, J. Seminário 25, « O momento de concluir », (1977-1978), Aula de 15 de novembro de 1977, inédito.
Corpo e sintoma
Betty Abadi – Nel Caracas
O sintoma tem sua origem desde o momento em que o sujeito se confronta com a castração, com a proibição do Édipo. Esta proibição toma forma de uma negativação que conduz o sujeito a buscar uma recuperação que, segundo o momento de seu ensino, Lacan irá designar como falo ou como objeto a. O mais-de-gozar veria a ser o ganho de gozo obtido pelo sujeito nessa tentativa de recuperação.
Em um primeiro momento lógico, o sujeito se encontra com sua imagem especular. No entanto, é necessário um segundo momento lógico no qual a presença do Outro irá determinar a construção da imagem a partir da qual o sujeito se responde como é visto pelo Outro. Construção imaginária que passa pela palavra. A resposta que o sujeito dá à proibição que a castração introduz é pela via deste encontro com o Outro.
Um corpo é o que goza de si mesmo, é o que dizia Freud ao falar do autoerotismo, [1] a diferença é que o corpo do falasser sofre as incidências da palavra, portanto esse sofrimento se transforma em gozo.
Um sintoma testemunha que houve um acontecimento, um evento que deixou uma marca no falasser. Para Freud esta marca dá conta de uma substituição, um Ersatz, [2] que determinará uma resposta no corpo. É esta incidência do significante, o que acarreta ao mesmo tempo um acontecimento [3] e um deslocamento. Miller chama este acontecimento, por ser uma substituição, « gozo metafórico ». E este gozo metafórico supõe a ação de um significante fora-do-sentido, S1. Porém, há também um gozo metonímico que se desloca a partir de uma dialética dos objetos e é dotado de uma significação simbólica, Bedeutung.
A virada que Lacan nos apresenta parte de que o significante não tem um efeito de mortificação sobre o corpo, mas é ao contrário causa de gozo. [4] O significante tem uma incidência de gozo sobre o corpo. É isto o que o leva a definir o sinthoma, que não é senão esse impossível de negativar, ou seja, aquilo que não passou pela proibição. Lacan o chamou fi maiúsculo, que não é outra coisa senão a resposta do simbólico diante do real, daquilo que não é possível simbolizar. [5]
Se o tratamento dava conta, em um primeiro momento, da verdade do sintoma, dessa negativação, agora o tratamento está dirigido para dar conta desse gozo pulsional que vem do real.
O sintoma vem a ocupar o mesmo lugar que a pulsão havia ocupado para Freud, vem do real, é o que ele propõe em « Inibição, sintoma e angústia ».
A pulsão freudiana é a interface, todavia mítica, entre o psíquico e o somático, enquanto o sintoma lacaniano é a conexão real do significante com o corpo. [6]
O final da análise marcará não apenas o encontro do gozo como acontecimento de corpo, mas também o encontro com a castração como uma negação lógica. [7]
Tradução: Elisa Monteiro
1. Freud, S., « Introducción al Narcisismo » (1914), Obras Completas, Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, p. 2017
2. Freud, S., « El yo y el ello », op. cit., p. 2731.
3. Miller, J.-A., « Leer un síntoma », en http://ampblog2006.blogspot.com/2011/07/leer-un-sintoma-por-jacques-alain.html
4. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, cap. 17, Paidós, Bs. As., 2008, p. 385.
5. Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, cap. 14, Paidós, Bs. As., p. 230.
6. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, op. cit, p. 387.
7. Miller, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana, « El ser y el Uno », aula de 2 de março de 2011, Revista Freudiana, Nº 61, Barcelona, janeiro-abril 2011.
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