por Ana Vigano
La modificación en el título para el próximo Congreso ha sido una sutileza que no pasó inadvertida. Sus coordenadas refirieron un golpe, un cincel, un atrevimiento incluso que apunta a dos direcciones sobre las que quisiera detenerme:
- Un real separa lo que de lo real valdría para todos, destacando que el encuentro con Un real es contingente y por ello mismo singular, cada vez que sucede. Un real, cada vez. Un uno, que no adiciona.
- Para el siglo XXI evoca una oferta algo incierta. El siglo XXI no es solo una referencia temporal: es un aquí y ahora que conjuga modalidades muy diversas de habitarlo. Es también, para los herederos del siglo XX, un modo de nombrar lo que vendrá aunque vivamos en él. Cambio en la preposición que transforma una afirmación en una proposición abierta; una presencia, a futuro.
Este Congreso, el tercero de una serie que ha abierto sus puertas a no-miembros de la AMP, se inscribe en un devenir que ha incluido la creación de otras instancias que si bien no pertenecen a la AMP ni a la Escuela Una, tienen con ellas una articulación que se presume estrecha, pero cuya forma exige aún elucidación e invención [1].
El siglo XXI como noción, se multiplica en el para preposicional del Un real:
- para los analistas y su formación, pregunta esencial y esfuerzo de la Escuela;
- para los analizantes cuyos análisis estos analistas conduzcan;
- para aquellos quienes aún sin devenir necesariamente analizantes puedan beneficiarse de una experiencia con un analista;
- para la civilización en la que los analistas se insertan y en la que su acto y/o su acción –lacaniana- pueda tener alguna incidencia.
Un real no unreal [2]
Tomaré la vía que nuestros colegas de la NEL eligieron para su boletín preparatorio, porque me permite jugar con estas cuestiones. UnReal todo junto, con el matiz de las mayúsculas y las minúsculas, es la elección para el nombre de ese boletín. « Decimos UnReal para acercarnos a un significante rígido que inscribe un goce opaco al sentido »[3] ¿Cómo no evocar -para oponerlo-, el sentimiento unreal de la época, cuyo paradigma se arrulla en la industria del entretenimiento pero cuya propiedad no le es exclusiva?
Unreal es el nombre de un videojuego de disparos en primera persona, cuya aparición a finales del siglo pasado significó un intrépido avance debido a calidad de la inteligencia artificial de los enemigos y a los gráficos de los que hacía gala. Hace un par de semanas asistimos al debate público y a las voces de alarma -especialmente sobre el acceso de los niños y adolescentes a determinados videojuegos y sus efectos nocivos en la construcción, por ejemplo, de lo que es la realidad- a propósito del lanzamiento del Grand Theft Auto V, juego de acción-aventura de mundo abierto cuya calidad fue elogiosamente criticada por dar la sensación realística de un mundo viviente. Sólo que aquí no se trata únicamente de disparos: drogas, torturas, elementos de necrofilia, prostitución, narcotráfico, armas de electrochoque y una renovada amoralidad posible como opción de juego acompañaron el regreso de este atrapante entretenimiento interactivo en el que los jugadores son criminales en acción, sin elección, pero con paradójica libertad. Nada es más humano que el crimen[4] nos recordaba inteligentemente Miller poniendo de relieve el límite de los humanismos en tensión con lo inhumano y el deseo del analista. Los creadores de videojuegos parecen saberlo y los publicistas transforman ese saber en estrategia de marketing. Si el psicoanálisis sobrevive, es muy probable que los analizantes pero también los analistas del siglo XXI por venir estén ahora mismo, jugando estos juegos.
El juego, el azar, la determinación, la elección, la libertad son objeto de reiterados análisis por parte de Lacan a lo largo de su obra y tiene las mejores razones para ello puesto que son formas de acercarse a lo que se repite, lo que retorna, lo que insiste, lo que resiste, lo que cambia y lo que no es posible cambiar, para afinar su diferencia entre resistencia y defensa puesta sobre el tapete a partir de la indicación de Miller « para entrar en el siglo XXI nuestra clínica deberá centrarse sobre el desbaratar la defensa contra lo real ».[5] La relación causa-efecto no vale para lo real lacaniano sino como ruptura. Nuevos mundos abiertos se están conformando, no solo en los videojuegos.
¿Cómo ofrecer algo que en sí mismo es contingente? ¿Qué margen de libertad, de intervención, permite un programa –de videojuego, de planificación, de evaluación, de goce…?
« ¿Acaso hay una memoria? »[6] Miller recupera esta pregunta del Seminario XXIII en tanto la memoria implica un saber que está allí presente, es una instancia del saber y en ese sentido hay que colocarla del lado del Otro. El acontecimiento Freud renovó esta instancia del saber a partir del inconsciente, pero esta perspectiva no supone necesariamente lo real; el vector va de lo inconsciente a lo real.
Lacan se pregunta una y otra vez por la memoria porque está pensando en su relación con el lugar del Otro y la lengua común, pero también con cualquier idea de retorno y de causa. Miller lo sigue, precisando sus preguntas: ¿Nuestra memoria nos precede? ¿Podría hablarse sin memoria? Y contesta -siguiendo a Lacan- que hablar no tiene absolutamente nada que ver con ningún tipo de memoria. Al hablar, dice, uno crea la lengua. « Uno solamente habla su propia lengua y la recrea por retoquecitos […] es decir, se inventa con forzamiento »[7]
Los experimentos sobre la memoria no son ingenuos. El objetivo de recordarlo –archivarlo, guardarlo- todo o la intervención farmacológica sobre la ventana de fijación de los recuerdos –la píldora del olvido- son intentos de controlar la reproducción que anulan la posibilidad de recreación. Ambos apuntan a la evitación del trauma, por un esfuerzo de exclusión de los cuerpos afectados.
La jugada se revela fuerte.
Lacan que no se vence tanto -dice Miller en ese texto-, escribió lo real y lo nombró como su síntoma. Nosotros a veces nos vencemos al tratar de seguirlo a él. No dejarse vencer no es lo mismo que triunfar. Vencerse en nuestra época es tener fecha de caducidad programada: esto gritan los cuerpos sometidos al imperativo de salud, belleza, autodeterminación, diversión. No caducar, no volverse clasificado, de museo.
Un Real para el siglo XXI es una recreación con nombre propio, de la lengua que los analistas de la Orientación Lacaniana hablamos; entre nuestro made in Germany y lo que del decir se espera: retoquecitos. Es la invención de una escritura con la aspiración de que pueda servir, si recogemos el guante. Un forzamiento al trabajo, como toda sutileza… analítica.
- El Instituto Jacques Lacan y la Universidad Popular Jacques Lacan.
- Juego con el homónimo en inglés.
- UnReal Nº 0. Boletín de la NEL hacia el Congreso de la AMP www.nel-amp.org
- MILLER, J-A. Nada es más humano que el crimen. Virtualia 18 www.eol.org
- MILLER, J-A. Presentación del tema del IX Congreso AMP www.wapol.org
- MILLER, J-A. El ultimísimo Lacan. Bs. As: Paidós, 2013
- MILLER, J-A Op cit p 86.