ADOLESCENTES, ELECCIÓN Y NORMA, por
Carmen Grifoll
Es en la pubertad cuando se asume una posición respecto a la elección del objeto y preferencia sexual. J. Lacan en su texto “El despertar de la Primavera” hablando de la pubertad, nos sitúa en la pregunta de que es para “los muchachos hacer el amor con las muchachas” y añade “se produce un descubrimiento, en la relación del sentido con el goce”.
En este descubrimiento el púber se servirá de lo que tiene a su disposición para dar una respuesta a lo que surge como nuevo. Así, en el paso de la sexualidad infantil a la sexualidad adulta se produce una reedición del encuentro con la pulsión sexual y, en este encuentro, algo nuevo, del orden del goce, pone a prueba la solución encontrada en la primera infancia.
Desde el inicio S. Freud , define la relación del sujeto con el Otro sexual como traumática. En el sentido de que no hay significante que de la formula de la relación sexual ,dirá mas adelante Lacan. En este sentido podemos entender la frase de Lacan, “no hay relación sexual”, es decir, no hay una norma que defina la relación entre los sexos, siempre hay algo del orden del malentendido.
Así el sujeto, apresado en las redes del lenguaje, del Otro del significante, se enfrenta con la cuestión de su identidad sexual no sin vacilaciones.Entonces, ¿cómo puede un adolescente responder a ese encuentro con lo sexual?
-El Síntoma, entendido como solución de compromiso, vendrá en el lugar de la respuesta del sujeto a este encuentro, siempre enigmático con un goce desconocido. Es lo que Lacan señala en el texto “El despertar de la primavera “como los sueños de los adolescentes.
-El pasaje al acto, cuando el sujeto no puede encontrar una respuesta fantasmatica que enmarque el despertar de su excitación sexual.
Dos breves ejemplos:
1-“No hi haurà mes festes per Sant Valentí”, es el titulo de una obra de teatro breve, escrita por el dramaturgo mallorquín Jaume Miro y basada en un hecho real ocurrido en EEUU.
La acción se desarrolla en el gimnasio de un Instituto. Dos jóvenes amigos discuten. Uno de ellos, A. le propone a B. que sea su pareja en la fiesta de San Valentín del Instituto.. B. rechaza la invitación y expresa su incomodidad ante el comportamiento de su amigo. Interroga sus gestos, su manera de vestir, su actitud y sus palabras. Que haces? Presenciamos su incomodidad por el acercamiento del amigo que, en un momento de la obra, le da un beso. Visiblemente alterado lo empuja.
Se intercambian palabras: “no aceptas la diferencia, yo solo te pido que seas mi pareja”, pueden haber parejas diferentes, donde esta escrito lo que hay que hacer”? Discuten, se produce una pelea entre ambos. B se encuentra sin palabras que vengan en su ayuda para entender lo que le ocurre y se produce el acto homicida.
¿Por qué el acto homicida, nos podemos preguntar?
Podemos decir que se trata de un encuentro, encuentro traumático (en palabras de S. Freud), donde no hay respuesta desde la norma, la norma en este caso no incluye la diferencia, aparece la mirada de los otros. Hay un encuentro con un goce que excede al saber “porque te vistes así, dirá con clara molestia, porque me pides que te acompañe, no son parejas de chico/chica las que tienen que ir a la fiesta”?. Son interrogaciones al amigo que velan sus propias dudas y preguntas y para las que no encuentra respuesta. Podemos hacer la siguiente hipótesis ; hay un encuentro con lo real y no hay significantes que vengan a nombrar la falta de relación sexual. El sujeto de este modo se encuentra ante el agujero, con angustia y desconcierto lo que le lleva al acto homicida.
2. ¿Soy gay?
Esta es la pregunta que dirige un adolescente a su analista después de su primer encuentro sexual con una chica, encuentro en el que se produce una eyaculación precoz.
Intervengo para poner en cuestión el “ser gay “y mostrar mi sorpresa, invitándole a seguir hablando. Esto abre nuestros próximos encuentros que muestran los significantes que anteceden a este encuentro y que le permitirán hablar de la pareja parental y de las identificaciones que para el han operado.
“Las chicas no me ponen”, dirá, acompañado de una gran angustia. El quería formar una familia, tener hijos, tener una pareja y ahora ya no encuentra el sentido. “¿Qué haré? dirá”
No entiende como su madre no se ha separado de su padre. Figura que detesta pero que a la vez ejerce una gran influencia. Son las palabras del padre, en su niñez las que retornan “pareces un marica, siempre pegado a las faldas de tu madre” . En su encuentro con la chica podemos hacer la siguiente hipótesis: por una parte no esta a la altura de responder a lo que ella le pide, (algo aparece como enigmático del lado del goce de la mujer ) retornando las palabras del padre y su propia posición de goce como el niño protegido de la madre. Ambos encuentros dan como resultado su respuesta sintomática.
El tratamiento le va a permitir salir de este impasse y ,de momento, encontrar una nueva pareja esta vez del lado del amor. Pareja con la que comparte aficiones, charlas, comprensión. ”Ella me escucha, podemos hablar, lo que pone a distancia, de momento el encuentro sexual”. La interrogación por la pareja parental le abre a nuevos significantes. Determinara este encuentro sus elecciones en un futuro?
Que respuestas encontramos en adolescentes cuando la norma no sirve para dar respuesta a lo particular del encuentro sexual? No hay norma para todo, y mas si se trata del encuentro con la sexualidad. Quien dice lo que le corresponde hacer, vestir, jugar a un niño/niña, chico/chica.
DE LAS MUJERES, LO FEMENINO, por
Oriana Novau
Con
esta presentación pretendo dar cuenta del recorrido de mi trabajo en el
eje “Género y sexuación” bajo la modalidad de cartel exprés, dentro de
las sesiones preparatorias de las Jornadas de la ELP.
original, hay una frase de Gorostiza en una entrevista que le realizan
para “la Carta de Sao Paulo”. Publicación on-line de la EOL titulada “El
goce femenino en el siglo XXI” en donde exclama… “no hay que confundir
lo femenino con las mujeres”, en respuesta a la pregunta si en el
psicoanálisis hay alguna forma de idealización de lo femenino. Sin
querer entrar a contextualizar la frase y explicarla, me la adueñé para
poner nombre a la investigación que llevo a cabo.
Título para pensar
en esos dos términos mujer y femenino, no dar por supuesta su
continuidad y hasta poner en duda su relación. Porque aunque pareciera
que con la coma se unen los dos términos, yo no lo leo así, veo el paso
del todo a la parte, de todas las mujeres a la partícula-una.
Entendiendo lo femenino como lo más éxtimo, ese empaste entre lo más
íntimo y lo más extraño, en cada una de las mujeres.
Así como en la
sesión anterior las elaboraciones parten de ejemplos en la
transexualidad y los hombres, yo voy a partir de las mujeres, me remito a
la conferencia de clausura “El Otro sexo y la clínica de la posición
femenina” de 1992 en donde J.A.Miller apuesta en pensar justamente en
una clínica de la posición femenina en el discurso analítico más allá de
la histeria. Propone recoger fenómenos de la experiencia para ver si
indican que una parte de nuestra clínica podría ser una clínica
femenina. Habla de sensibilidad especial a la injusticia, de un
sentimiento de inferioridad que da a la clínica de la inhibición
femenina un acento distinto a la inhibición masculina. Un “no tener
derecho” a saber…
En mi experiencia
clínica escucho a diario mujeres que sufren, que acuden a la institución
por haber sido mal tratadas por sus parejas, donde el significante
“violencia de género o violencia contra la mujer” enmarca esa entrada.
Si una afina la escucha o mejor dicho, la suspende de sentido… ¿qué
resuena? ¿De qué hablan las mujeres?
Hay queja del
sacrificio (con todo lo que yo he dado… Darlo todo por los otros),
nostalgia del amor que ya no existe y en casos que nunca hubo, un querer
solo que la dejen en paz y nada más (lo que implica renuncia a todo lo
otro), hay la pena, hay los hijos (aguanté por mis hijos, es por ellos
que me separo…) hay un complacer al otro que esconde un goce propio
“con- placer”.
Sea de un modo o de
otro lo que resuena es goce. Pensarlo en términos de deseo, amor, goce y
la articulación que Lacan hace en el seminario X “Solo el amor permite
al goce condescender al deseo”, escucho relaciones donde el deseo está
aplastado o cuando surge justamente es motivo de discusión y de pelea,
porque el deseo no es de uno siempre es de otra cosa y eso separa.
Entonces que uno de los elementos de la tríada desaparezca hace que
amor-goce se fundan.
Aquí presento una
viñeta. De una mujer que a pesar del maltrato recibido por su marido
durante años se presenta al servicio no por ella sino por su hija. Una
mujer que se queja constante y gozosamente de la NADA de su no soy
nadie, no sirvo para nada y no sé nada… Y que consulta en el momento en
que la relación con su hija adolescente toma un giro inesperado para
ella, donde la joven a base de insultos y empujones trata de medir
cierta separación entre las dos.
“La definición
lacaniana de sujeto es una definición de la nada, pero en el caso de las
mujeres se trata de sujetos que tienen una relación aun más esencial
con la nada. Para Freud se trata de una relación esencial con una nada
corporal, más bien con un menos corporal, por un “no tener” y esa
subjetivación del menos según Freud, se llama Penisneid. Freud pone el
acento de la solución femenina por el lado del tener, y habría que
investigar por el lado del ser. La solución no es colmar el agujero sino
metabolizarlo, dialectizarlo o convertirse en el agujero mismo.
Otra cuestión que se
escucha de modo recurrente y a la que quiero hacer mención es a la
maternidad como polo opuesto a la feminidad. Con palabras de Miller “El
carácter verdadero de la feminidad solo se mide por su distancia con la
madre. Tanto menos madre, más mujer.” Y en relación al “no tener” añade
que la maternidad forma parte de la patología femenina: casos en que por
no poder transformar-se en mujer, transformar-se en madre, es decir en
el Otro de la demanda, en la que tiene.
Presento una Viñeta
de una mujer que en el momento en que se casa y aparece en ella la idea
de crear su propia “familia”, la mujer cede terreno a la madre . Su vida
hasta el momento la describe con sus propias palabras como la de una
“familia feliz”, ella con todo: la casa, los niños, el trabajo…eso se ve
truncado por una denuncia por acoso sexual en el trabajo. Desde ese día
coge la baja laboral y queda sumida en una angustia que al poco
tiempo pone a hablar en el dispositivo en el que trabajo.
Poder leer los
hechos no desde el maltrato sufrido por el agresor sino dar un
tratamiento a lo que ha quedado desvelado y ponerlo a trabajar, permite a
esta mujer a iniciar un recorrido, preguntándose por su propia
sexualidad y feminidad que quedó taponada bajo el significante “familia”
y madre.
ELLAS ELIGEN, por José Ramón Ubieto
época tiene su erótica con sus objetos y sus ficciones acerca de la
pasión amorosa. La erótica cumple una función básica: ocultar que la
armonía de los sexos es imposible, llenando ese vacío con palabras,
imágenes y objetos que lo cubran.
El amor cortés o el romanticismo son
hitos en esta historia, ficciones donde el protagonismo de la mujer,
como señora a servir o como mujer atrevida y apasionada, se opondrá al
posterior conservadurismo que la relega, en el matrimonio burgués, a
madre y ama de casa. Hoy la erótica es múltiple, se sirve a la carta y a
la medida de la fantasía de cada uno. Hay tantas como fantasmas
sexuales: voyeristas, masoquistas, sádicos, inclusosexless, aquellos que
exigen precisamente la ausencia del acto sexual. Dentro de esta
diversidad hay una característica común: la incidencia de la lógica
capitalista confiere hoy a toda erótica su carácter de producto, su
condición de mercancía existente en el mercado. El oficio más antiguo
del mundo se disfraza para ello con eufemismos como el beneficio mutuo (www.seekingarrangement.com/) o bajo lemas pseudo masoquistas como el exitoso Grey o la web /manservants.co/
donde el hombre-criado sirve a la señora con su código de caballero
moderno.
Como todo producto, su acceso debe regularse por un contrato y
tanto si se trata de prostitución encubierta como simplemente de web de
citas, la clave está en eliminar la sorpresa, minimizar el riesgo del
encuentro sexual, que cada uno sepa exactamente qué puede esperar del
otro y limitar así el rechazo. En cierto modo “limpiar” lo sexual de sus
impurezas, convertir lo que podría ser deseo oscuro en una transparente
voluntad.
La app Good2go, creada por una
madre de estudiantes, se propone como una herramienta para tener
relaciones sexuales consensuadas “previniendo o reduciendo así el abuso
sexual”, lo que incluye un test de sobriedad y el “sí quiero” explícito.
Una de las webs más exitosas llega de Francia, donde tiene más de 5
millones de usuarios registrados y ahora ya en versión española: www.adoptauntio.es.
El concepto es simple: “El cliente manda y, en este caso, las clientas.
¡Las damas primero! En el supermercado de las citas, las mujeres
encuentran buenos chollos”. Su símbolo, presente ya en muchas estaciones
de metro, es un carrito de supermercado donde las mujeres van tirando
los chicos “chollos”.
La metáfora de la compra no es sólo –como
pretenden- una broma ingeniosa, sitúa la relación bajo la lógica del
mercado. La novedad es que aquí, como en la web de Manservants, son
ellas quienes eligen aunque paguen ellos. Sus promotores no dudan en
presentar como uno de sus objetivos fundamentales “la igualdad de
género” (sic).
Ahora ellas dan el primer paso:
“deja a un lado los prejuicios, complejos, miedos y saca ese poder de
seducción que todas las mujeres poseemos. Tú eres quien lleva las
riendas”. La cuestión es saber qué eligen realmente, porque como explica
una paciente, usuaria de la app de encuentros Tinder, “lo que me gusta
es que me puntúen, saber a cuantos gusto, lo del sexo no me interesa”.
La popularidad contabilizada es un rasgo común a todas estas propuestas.
Esta nueva erótica parece concebir la relación sexual como una
transacción comercial: fácil, rápido y seguro. Ya Lacan describió al
capitalismo como contrario al amor por el hecho de que no deja ningún
margen para la falta, que todo en él, sexo y ternura incluidos, aparecen
reciclados en mercancías-fetiches.
DESEO, AMOR Y OTREDAD, por Patricia Tassara
“El amor es impotente, aunque sea recíproco,porque ignora que no es más que el deseo de ser Uno” J. Lacan Seminario 20
Cada
uno testimonia de su encuentro con la ausencia de relación sexual, lo
hace con el síntoma y la modalidad de goce. Al psicoanálisis, le
interesa la posición que el sujeto hablante asume ante lo imposible de
la no relación, imposible que también puede tomar el nombre de horror a
la feminidad. El amor-síntoma puede hacer pantalla a ese real en un
esfuerzo de hacer encarnar al Otro el partenaire fantasmático creando
una versión propia y particular de relación hombre-mujer. Esto sería,
pretender hacer del amor un Uno, que indefectiblemente siempre irá
contra el deseo del sujeto. Sería un amor, pasión de la ignorancia, que
hace olvidar la hiancia. Será con los significantes, con los que el
sujeto intentará escribir esa posición, en tanto los sujetos se sexúan
como significantes.
La
histérica, llamada hommosexuada por Lacan, al hacer el hombre, escapa
de asumirse en la posición femenina, dejando el sexo fuera.Fuerasexo (1)
es no querer saber nada del encuentro sexual con el Otro, con lo
hétero. Ella prefiere dejar la posición femenina, a “la otra” mujer en
su fantasma.
La armateur (armadura) al padre,
hace obstáculo a servirse del hombre como relevo para convertirse en ese
Otro para sí misma. El amor al padre, hace de pantalla a la no relación
sexual. De allí, que una cura analítica posibilite a un sujeto ir más
allá del amor al padre a fin de saber servirse de él, cuestión
fundamental en la clínica de analizantes mujeres. El testimonio de
Anaëlle Lebovits-Quenehen es esclarecedor en este punto.
L’amour, viene a señalar el muro,
la falla de comunicación que inevitablemente se produce entre los sexos.
Lo que cada hombre y mujer le demanda al amor, siempre es distinto.
Para la mujer, en primer lugar, el amor es inconcebible sin la palabra,
“para amar es preciso hablar” (2) de allí la conocida dificultad
femenina para hacer hablar al hombre. En segundo lugar, para gozar, es
preciso amar, porque del lado femenino, no se puede gozar sino del
habla, preferentemente, del habla de amor. Por el contrario, el goce
masculino, puede sostenerse en el silencio. Lo importante para el goce
del hombre, es que la pareja responda a la invención de su objeto de
rasgo fetichista (3).
La sexualidad está muy presente en
el discurso amoroso del hombre, la mujer debe atraerle sexualmente para
poder enamorarse de ella. En cambio para la mujer, la atracción sexual
no es condición necesaria para amar, en tanto un hombre puede gustarle
por su saber, por su posición, por el lugar que ocupa o incluso por la
forma en la que habla de ella. Es la vertiente erotómana del amor
femenino. Ellas quieren ser amadas para poder amar o consentir al amor
del otro. Sabemos que el amor crece a la distancia, con la dificultad o
incluso con su imposibilidad y siempre está cargado de fantasía. En
ellos, también hay fantasía, aunque ésta, esté más vinculada a la
fantasía sexual.
Amor y deseo están ligados en un
debate permanente. No es una ligazón necesariamente sexual, sino que se
trata de una ligazón a la ausencia que todo deseo señala, ausencia e
insatisfacción. En la histeria, ella puede privarse del objeto
justamente para desearlo y así mantener su deseo siempre insatisfecho.
Es la estructura del deseo histérico. Podrá pretender ser todo para él,
es decir, ser lo que a él le falta. Es el modo de asegurarse un lugar en
su fantasma, pero es una solución falsa en tanto la verdadera posición
femenina es ser Otro para un hombre, como para sí misma, cuestión
siempre misteriosa.
Por otra parte, podemos ubicar la
llamada femenina, esa voz de las sirenas que seduce, pero su canto, no
es otro que el de solicitar allí al padre muerto o al amante castrado.
Es la vertiente de estrago que en los peores casos, se oculta tras la
demanda de amor que conduce a la devastación que no conoce límites.
Jacques-Alain Miller, en su
Seminario Los Divinos Detalles, nos indica que el amor está emparentado
con la insatisfacción. Es justamente ella la que crea el amor. Mientras
que la satisfacción, tiene por el contrario, un efecto deprimente sobre
la libido, la vacía. Es conocido que la libido aumenta en la
abstinencia. De allí que la transferencia analítica sea amor, justamente
porque no es satisfacción.
Por otra parte, en su texto La
erótica del tiempo, J-A. Miller indica una diferencia temporal entre el
hombre y la mujer respecto de la satisfacción. En el hombre, el valor
erótico del objeto disminuye tras el acontecimiento. Gozar del objeto,
implica un rebajamiento de su valor erótico. El goce, tiene una
temporalidad de tensión en la insatisfacción y resolución en la
satisfacción. Mientras que del lado femenino, esta cuestión no es tan
marcada sino que se caracteriza más por la exigencia de que el amor tome
allí su lugar, tome el relevo temporal del goce. Para ellas, una vez
que el goce del hombre ocurrió, es preciso que el amor tome su lugar
porque “el goce del Otro, del cuerpo del otro que lo simboliza, no es
signo de amor” (4).
Sabemos que el amor, adviene como
suplencia, amarre, nudo de la imposibilidad de ajuste armónico entre un
hombre y una mujer, porque lo real, es lo que retorna cada vez como
desencuentro. No obstante, si al amor siempre le espera lo real, al
final de un análisis podemos verificar cómo se las arregla cada sujeto
con eso. Tal como indica Miller en El banquete de los analistas, es en
el Pase donde emerge la relación con un saber que ya no tendría efecto
de amor. Ya no se trata de un amor al saber sino de un verdadero deseo
de saber, en tanto el sujeto atravesó el horror a saber sobre el agujero
de lo real permitiéndole otra relación con la falta. Es hacer de la
falta, una certeza positiva al final de la experiencia analítica,
pudiendo posicionarse y vivir mejor la soledad estructural sin el
recurso del fantasma.
Guy Briole, AE de la Escuela, en
las Jornadas de la ELP en Coruña, planteaba que de lo que se trata es de
hacer del amor un nudo flexible. Podríamos pensar que, si bien Lacan
dice que el amor es siempre recíproco, dicha flexibilidad sería posible
por la separación de la exigenciade reciprocidad que un amor puede
llevar consigo (5).
Consideramos que el nuevo amor del
que habla Lacan será aquél, que pueda consentir a la infidelidad
estructural de ella como no-toda, en tanto la mujer siempre está
vinculada a Otra cosa. “La mujer es lo que tiene relación con ese Otro”
dice Lacan (6), por lo tanto, no toda para él.
Esto nos acerca a la vertiente real
del amor, a su carácter contingente. Anteriormente señalábamos que al
amor, siempre le espera lo real, su desencuentro. Como dice J.A.Miller,
“el amor, se prende con las mentiras de lo simbólico” (7). Si el amor es
recíproco, el goce no lo es, por el contrario, es lo más singular de
cada uno. Por lo tanto, al final de un análisis, se trata de un amor que
sabe de sus condiciones de goce, lo que permitirá una mejor relación
con el partenaire amoroso. La sabiduría en esta cuestión, será consentir
a cierto engaño, haciendo que éste sea operativo, “Saber hacerse
incauto, lo que en palabras de Lacan quiere decir ajustarse a la
estructura sinthomaticamente, es decir, saber hacer con ella” (8)
Es conocida la frase de Lacan que
dice “El hombre sirve de relevo a la mujer para que se convierta en Otra
para sí misma” (9). Pues bien, en la histeria la mujer sólo puede amar a
través de otra mujer por ejemplo con los celos en una exigencia de ser
reconocida como la única. De allí se puede desprender una vertiente de
la exigencia de amor que antes mencionábamos. Ser la única no permite
ser una entre otras. Lacan incluso indica que aunque esta exigencia de
ser única fuese satisfecha bajo el tú eres mi mujer, eso no impediría
que el goce que se obtiene de una mujer la divide convirtiendo su
soledad en su pareja. Por más esfuerzo que haga por intentar inscribir
su goce en el Otro, ello no la liberaría de esa soledad que comporta el
goce suplementario. En la relación sexual, lo sepa o no, la mujer es
siempre Otra para sí misma. Busca a otra mujer, para introducir la
otredad en la relación con el hombre, en su fantasma o a veces con los
celos. Ahora bien, ser una entre otras, abre en ella una relación más
liviana con la alteridad.
¿Qué sucede con el deseo y el amor
en el final de análisis? Lacan invita al hombre a no ceder a esa voz
proveniente del superyó femenino, indicando que lo que conviene es:
refutar, inconsistir, indemostrar o indecidir esos dichos que provienen
del superyo. En definitiva,, apuntar a la inconsistencia del Otro, a su
incompletud S(A barrado). Sólo así podrá un hombre hacerse de relevo. Eric
Laurent indica que se trata de saber descifrar, adivinar el goce desde
donde se origina el llamado amenazador, para responderle: “nadie tiene
la última palabra” (10). Saber responder al superyó femenino es
denunciar los semblantes que apuntan a la consistencia del Otro. Es la
operación analítica misma, en la que se atraviesan los semblantes de
ser.
En cuanto a la posición femenina,
se trata de consentir a presentarse con la mascarada fálica, soportar
ser falicizada, pero sin adherirse al falo, sin creerse la mascarada, es
decir, no ser embaucadas por el propio semblante. El analista, es aquel
que sabe operar con nada al hacerse semblante de objeto.
Tomando la posición femenina, una
respuesta a la pregunta planteada exigirá la particularidad una por una.
No obstante, diremos que un análisis, puede curar al sujeto de hacer
del amor el recubrimiento a la no relación, curándolo de la creencia de
garantía y eternidad amorosa. Puede curar la forma particular-ficcional
de exigencia de reciprocidad, posibilitando una mayor apertura al
encuentro contingente sin los condicionantes fantasmáticos. Pero esto no
será sin el consentimiento a su propia soledad. De esta forma,
descompletará y a su vez dignificará el amor, permitiéndole desear lo
que la hace gozar, haciendo surgir otro tipo de satisfacción, una
satisfacción correlativa con un plus-de -vida (11).
J-A. Miller, nos dice claramente que
el amor, no es el último término al que habría que apuntar en la
realización del sujeto. Es más, indica que Lacan evoca con comillas
irónicas el criterio o la capacidad de amar al final del análisis. Es
cierto, el amor, no es el nec plus ultra. De lo que se trata es del hay
Uno frente al no hay de la relación sexual. Es el Uno lo que se
relaciona con la soledad, el cuerpo y el goce, ahora sin Otro. Hiancia
donde el cuerpo se goza a sí mismo, cuerpo marcado por la huella
significante que trou-matiza. Huella de la que al final del recorrido
analítico, se obtiene un goce opaco con el que el sujeto podrá
arreglárselas mejor.
objeto sexual. Blog de las XIII Jornadas de la ELP. Tiresias.
http://jornadaselp.com/acerca-de-tiresias/
decir que basta con amar a alguien para que él lo ame. Eso sería
absurdo. Quiere decir: “Si yo te amo, es que tú eres amable. Soy yo
quien ama, pero tú, también estás implicado puesto que hay en ti algo
que hace que te ame. Es recíproco porque hay un ir y venir: el amor que
tengo por ti es el efecto de retorno de la causa de amor que tú eres
para mí. Por lo tanto, algo tú tienes que ver Mi amor por ti no es sólo
asunto mío, sino también tuyo”. Entrevista a J. A. Miller Amamos a aquel
que responde a nuestra pregunta ¿quién soy yo?
5-. Revista digital:
Consecuencias Nº 6.