por Ruth Gorenberg
Un principio, un hilo
“Al principio no está el origen, está el lugar. […] Se trata simplemente del lugar al que he llegado y que me ubica en una posición favorable para enseñar, puesto que enseñanza hay”.[1]
Jacques Lacan
En 1966 se publican los Escritos y Jacques Lacan comienza a ser solicitado para dar algunas conferencias ante nuevos auditorios interesados por esa enseñanza, pero no formados en ella. Algunas de esas conferencias Jacques-Alain Miller las reunió en un tomo al que llamó Mi enseñanza. Allí Lacan subraya –en más de una oportunidad– que en todos los años que lleva enseñando nunca se repitió,[2] incluso refiriéndose a los Escritos dice: “me impuse como regla, como imperativo, no volver a decir nunca las mismas cosas”.[3]
Este imperativo no sólo abarcó su propia enseñanza, sino todo lo que la antecedió: “me vi llevado a ubicarme en una posición de enseñanza muy particular que consiste en partir otra vez desde cierto punto, cierto terreno, como si nada se hubiera hecho. El psicoanálisis significa eso”.[4]
Intuyo que en esta posición, en este “lugar” tan radical de Lacan hay un hilo del cual tirar para entrar en el tema al que me invita este número de El escabel, invitación que agradezco.
Caminos trillados
“Bendigo a aquellos que me comentan por enfrentar a la tormenta que sostiene un pensamiento digno, es decir: no conforme con ser vencido por los caminos trillados”.[5]
Jacques Lacan
Para tirar de ese hilo vuelvo sobre algunos caminos recorridos, pero para intentar abrir otros que no he transitado.
Hace unos años y en otro lugar[6] partí, en relación a este tema –progresos, fracasos, reinvenciones–en el orden inverso.
Partí de la “reinvención”, término que encontré en un momento tardío de su enseñanza, en 1978,[7] a propósito de la transmisión en psicoanálisis. No era una palabra cargada de entusiasmo, más bien lo contrario: “el psicoanálisis es intrasmisible”, y agrega Lacan “es muy molesto que cada psicoanalista sea forzado a reinventar el psicoanálisis” para que este perdure. Punto de decepción en aquel momento con el dispositivo del pase. Pero también un punto de estructura, necesario. Así leo el que sea “forzado”.
¿Es lo intrasmisible un fracaso? o ¿es la reinvención un progreso? No está tan claro.
En aquella ocasión me dejé orientar por la idea de la reinvención del psicoanálisis para poder ubicar en tres momentos de su enseñanza – “Función y campo…” en 1953, “El psicoanálisis. Razón de un fracaso” en 1967 y “La tercera” en 1974– cómo era reformulado cada vez el estatuto del inconsciente. Pero también cada uno de estos discursos, siempre en Roma, fue la ocasión de una puesta en forma de la situación del psicoanálisis y de su enseñanza.
En ese recorrido, situé la primera reinvención en 1953 que recibió el nombre de “retorno a Freud”. Allí Lacan se abrió camino con real, simbólico e imaginario, sujeto, función de la palabra y campo del lenguaje. Releído desde 1967 ese primer tiempo de su enseñanza, su comienzo, goza de una “pizca”[8] o de un “grano” [9] de entusiasmo, lo cual es verificado por ejemplo en el “Discurso de Roma” donde leemos que el psicoanálisis queda del lado de la sabiduría y del gay savoir, del saber alegre.[10]
Pero en 1967 el entusiasmo se diluye y Lacan habla de fracaso: “el fracaso de mis esfuerzos para desanudar la detención del pensamiento analítico”.[11] “La suerte dirá si él sigue preñado del porvenir que está en manos de aquellos que he formado”.[12]
En esta ocasión subrayo el término “detención”, y con esto empiezo a abrir la vía no transitada en aquella ocasión, porque revela de alguna manera que habría en Lacan una expectativa de progreso que no se produjo a pesar de sus esfuerzos, ¿pero de que progreso podría tratarse? La fundación de la Escuela, la publicación de sus Escritos y fundamentalmente la propuesta del pase son algunos hitos de este segundo momento de reinvención.
Dejo la pista señalada para retomar luego, y paso al tercer tiempo en esta serie que no sin ironía Lacan ubica en “La tercera” en 1974. Aquí es contundente, el psicoanálisis si quiere perdurar “debe fracasar”.[13] Ha elevado el “fracaso” a la dignidad de un deber. Debe fracasar porque si tiene éxito en desembarazarnos del síntoma, se extinguirá y triunfará la verdadera religión, tal como lo planteó el día anterior en la conferencia de prensa que conocemos bajo el nombre “El triunfo de la religión”.
Esta suerte de sublimación del fracaso, de subirlo al escabel, es lo que reconocemos en Lacan como su política del síntoma. “Eso falla” es una jaculatoria que nos indica en cada ocasión la debilidad del pensamiento para atrapar el goce, en los análisis, pero también en su enseñanza, ¿cuántas veces leemos en sus últimos seminarios que Lacan dice “me rompo la cabeza”?
A su vez, más avanza su enseñanza, más frecuentemente leemos que Lacan insiste en pinchar el globo del progreso: “No hay progreso” se dice de uno y mil modos en los últimos escritos y seminarios. Entonces ¿qué es esto que avanza “en” su enseñanza?, ¿del principio al final de un análisis hay progreso? ¿Le conviene el nombre de progreso o desterramos el término del psicoanálisis? Esa es la vía que quiero explorar en esta ocasión y que no he transitado hasta ahora.
Progressus
“hay una correlación entre la era, llamémosla capitalista, y la extensión de ese discurso analítico. Y el progreso que resulta de eso es ciertamente de otro orden que el del conocimiento: es de lo que llamaría el rigor lógico”.[14]
Jacques Lacan
Primero exploremos brevemente el término y sus derivas.
« Progreso » viene de la palabra latina progressus y está formado por el prefijo pro: hacia delante y el verbo gressus: ir o marchar. La raíz de gressus es gradus, peldaño, de allí “gradas” por ejemplo. Así, una traducción afín a la etimología de progreso sería un avanzar a la vez hacia delante o hacia arriba, superando distintos niveles o grados. Un “eso marcha” hacia delante.
En el siglo XVIII se empieza a sustancializar: “El Progreso”, se erige como un S1 (significante amo) de la época en el seno de la Ilustración, con anhelos enciclopedistas y elogios de la razón. Frente a las oscuridades de la fe y la tradición, el conocimiento alumbraría un futuro mejor. Pero en el siglo XX, tras dos guerras mundiales, pocos optimistas quedan en relación con el progreso. Más bien se habla de él como “mito”. Como sea, ya se trate de optimistas o pesimistas, no implica que el discurso del amo no lo sostenga.
Esta versión del progreso, con las torsiones que el discurso capitalista y la tecnociencia introducen –la discordia entre poder y saber[15], el rechazo de lo imposible, el objeto a en el cenit– es la que Lacan recusa, ubicándose en su reverso. En lo que respecta al psicoanálisis, ironiza diciendo que ni siquiera ha logrado inventar una nueva perversión, o un saber-hacer sexual como del que hacen gala algunas sabidurías orientales.
Por más progresista o revolucionario que se sea, por más justicia distributiva o liberación que se reivindique, eso gira en redondo. O en su defecto, librados al discurso capitalista y el frenesí de la ciencia, eso estalla.
De ese progressus no hay. Lo que hay es algo de otro orden.
Coincidir con la tormenta
“No esperen comenzar, no esperen progresar, no esperen comprender […]Déjense poseer, y de inmediato serán poseídos. Abandonen toda idea de dominio, prefieran la coincidencia. En particular, coincidan con la desconcertante enunciación de este seminario”.[16]
Jacques-Alain Miller
Teniendo ese “no hay” presente quiero hilar una serie de lugares en los que Lacan se autoriza a usar el término “progreso” y ver a dónde nos lleva. Es un poco forzado, pero avanzo en la tormenta…
- “El análisis debe apuntar al paso de una verdadera palabra, que reúna al sujeto con otro sujeto, del otro lado del muro del lenguaje. Es la relación última del sujeto con un Otro verdadero, con el Otro que da la respuesta que no se espera, que define el punto terminal del análisis.[…]Todo el progreso del análisis radica en el desplazamiento progresivo de esa relación, que el sujeto puede captar en todo instante, más allá del muro del lenguaje, como transferencia, que es de él y donde no se reconoce.[…] Se trata de que el sujeto descubra de una manera progresiva a qué Otro se dirige verdaderamente aun sin saberlo, y de que asuma progresivamente las relaciones de transferencia en el lugar en que está, y donde en un principio no sabía que estaba”.[17]
- “Cuando en el psicoanálisis se trata del sujeto siempre es esencial retomar el problema de la estructura. El hecho de retomarla constituye el verdadero progreso, es lo que hace avanzar lo que se llama impropiamente la clínica” y agrega “no es específicamente la mención de un caso (trabajó el caso de Helen Deutsch de la fobia a las gallinas) lo que constituye el carácter clínico de lo enunciado en esta enseñanza”.[18] 3. “Cuantos más santos seamos más nos reiremos, es mi principio; es incluso la salida del discurso capitalista –lo cual, si sólo es para algunos, no constituirá ningún progreso”. Lacan propone que el santo y el analista tienen algo en común: “se pone a hacer de deshecho: descarida. Y ello para realizar lo que la estructura impone, a saber, permitir al sujeto del inconsciente tomarlo como causa de su deseo”. Así “el sujeto en cuestión tiene una oportunidad de localizarse al menos en la estructura”.[19]
Estos tres párrafos, que son de épocas y temáticas diversas, anudan el término progreso, a las nociones de “lugar” y de “estructura”. No se trata de un lugar por venir, o al que hay que arribar. El psicoanálisis no es un progreso en el sentido de un viaje en el que se va de un mal lugar a otro mejor
Es, por el contrario, poder captar el lugar en que se está sin saberlo, localizándose en la estructura (llámese Otro, lenguaje o nudo). Y con rigor lógico, agrega Lacan. Desde ese lugar “hay que partir otra vez”,[20] recomenzar pero forzados a reinventar.
Así progresa un análisis, pero también su enseñanza.
Abrir camino
« Lacan, como saben, no es un autor. Se trata de una enseñanza, cosa que debemos tener en cuenta. Seguir su estela en la universidad también exige tomar la posición de no sincronizar ni dogmatizar su enseñanza, de no esconder sino acentuar sus contradicciones, sus antinomias, sus callejones sin salida, sus dificultades relativas a la experiencia analítica. De modo que, a propósito de la experiencia analítica, una enseñanza es como un work in progress que implica idas y vueltas entre el texto y la experiencia.
Algunos piensan que se puede leer a Lacan de otra manera que la mía… No hay ningún problema, ¡por favor! ».[21]
Jacques Alain-Miller
El “forzados” tiene el mismo espesor que en la fórmula “elección forzada”. De eso se trata el rigor lógico, es progresar en lo necesario hasta toparse con el límite de un imposible.
En “Iluminaciones profanas” Miller señala que la enseñanza de Lacan es completa, en el sentido gödeliano, porque incluye su contra-enseñanza. En el mismo momento que propone una fórmula o define un concepto explora también sus límites, sus paradojas, sus imposibles.
Un ejemplo paradigmático es el seminario “La identificación” donde propone por primera vez la definición de sujeto: “un sujeto es lo que representa un significante para otro significante”. Inmediatamente comienza a explorar las paradojas del mentiroso, de Bertrand Russell. Todas ellas paradojas que la lógica del significante produce. E incluso, también encontramos la topología con las que intentó sortearlas.
Así, como él mismo lo dice del desarrollo o progreso de los matemáticos, su enseñanza progresa “no por generalización sino por reacomodo topológico, por una retroacción sobre el comienzo tal que borra su historia”.[22]
En la primera clase de “Los no incautos yerran” Lacan insiste en no leer el progreso de su enseñanza en una línea que va de lo peor a lo mejor, del desprestigiado imaginario, pasando por la devaluación de lo simbólico para arribar finalmente al preciado real. A esa progresión lineal Lacan le opone el nudo borromeo, su enseñanza progresa, se abre camino por “puntos de tirón” o de calce. Donde cada uno de los registros le funciona de límite al otro. También allí opone la figura del viator (o no incauto que yerra) a la del incauto. El viator es quien cree que la vida es un camino por el que viajar desde el nacimiento hasta la muerte, y el viaje es un desarrollo, una versión del progreso. En cambio a partir de Sigmund Freud y del surgimiento del inconsciente sabemos, nos dice “que en cualquier punto del pretendido viaje” está la estructura y no da el brazo a torcer porque «el “deseo”, como impropiamente se traduce, es exactamente durante toda la vida el mismo».[23]
El incauto, en oposición al viator es aquel que “se ajusta a”,[24] “calza con” o “se adhiere a” la estructura. Incluso eso nombra su posición enseñante: “me pregunto al recomenzar si ¿soy suficientemente incauto como para no errar? […] Es que me ajusto lo suficientemente al discurso analítico para no errar […] para no distraerme, es decir, no seguirle realmente el hilo”.[25]
En una enseñanza el viajero cree que “hay” un camino a seguir que sólo se trata de reencontrar, un camino que ha hecho o transitado Otro. Por el contrario, el incauto es aquel que, donde eso falla, se abre camino vía un decir que hace acontecimiento. Inventa un saber.
Así reinventar el psicoanálisis, podría ser efecto de un bien decir, riguroso y poético, partiendo “otra vez desde cierto punto, […] como si nada se hubiera hecho”.[26]
MÓNICA BOADA: Psicoanalista. Asociada a la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Sección la Plata
1 Lacan, Jacques: “Lugar, origen y fin de mi enseñanza”, Mi enseñanza, Paidós, Buenos Aires, 2007, pág. 14-15.
2 Ibid. pág.17, pág.81, pág.119-120.
5 Lacan, Jacques: “…O peor. Reseña del seminario 1971-1972”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág.578.
6 Boada, Mónica: «De la primera a “La tercera”», Lecturas de La tercera. Los campos del goce, Tres Haches, Buenos Aires, 2019.
7 Lacan, Jacques: “Conclusiones al IX Congreso de la EFP sobre la transmisión”, 9 de julio de1978, inédito. “Tal como ahora alcanzo a pensarlo, el psicoanálisis es intransmisible. Es muy molesto. Es muy molesto que cada psicoanalista sea forzado – puesto que es preciso que sea forzado – a reinventar el psicoanálisis.
Si dije en Lille que el pase me había decepcionado, fue precisamente por eso, por el hecho de que haga falta que cada psicoanalista reinvente, según lo que haya llegado a extraer del hecho de haber sido psicoanalizante durante un tiempo, que cada analista reinvente el modo en el que el psicoanálisis puede perdurar”.
8 Lacan, Jacques: “De Roma 53 a Roma 67: El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 361.
9 Lacan, Jacques: “Del sujeto por fin cuestionado”, Escritos I, siglo veintiuno editores, Buenos Aires, 1988, pág.219.
10 Lacan, Jacques: “Discurso de Roma”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 160. “El psicoanálisis, si es fuente de verdad lo es también de sabiduría […] Toda sabiduría es una gaya ciencia. Ella se abre, subvierte, canta, instruye, ríe. Ella es todo lenguaje. Nútranse de su tradición, de Rabelais a Hegel. Abran también sus oídos a las canciones populares, a los maravillosos diálogos en la calle…
Recibirán el estilo por lo cual lo humano se revela al hombre, y el sentido del lenguaje sin el cual ustedes no liberarán jamás la palabra”.
11 Lacan, Jacques: “De Roma 53 a Roma 67: El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, op. cit. (8), pág.369.
12 Lacan, Jacques: “La equivocación del sujeto supuesto saber”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 359.
13 Lacan, Jacques: “La tercera”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Año X, número 18, EOL-Grama, Buenos Aires, 2015, pág. 17.
14 Lacan, Jacques: “Conferencia de J. Lacan, pronunciada en el Museo de la ciencia y la técnica de Milán , el 3 de febrero de 1973. Aparecida en la obra bilingüe Lacan in Italia 1953-1978. En Italie Lacan, Milán, La Salamandra, 1978, pp. 58-77.”, web de la Ecole Lacanienne de psychanalyse, en http://ecole-lacanienne.net/wp-content/uploads/2016/04/Lacan_Milan_3-fevrier_1973.pdf
15 Lacan, Jacques: “Saber poder”, El Seminario, Libro16, De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008, pág. 271.
16 Miller, Jacques-Alain: “La perspectiva borromea”, Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013, pág, 54.
17 Lacan, Jacques: “Introducción al gran Otro”, El Seminario, Libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 1983, pág. 369-70.
18 Lacan, Jacques: “Saber goce”, op. cit. (15), pág. 282.
19 Lacan, Jacques: “Televisión”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 545-6.
20 Lacan, Jacques: “Lugar, origen y fin de mi enseñanza”, op.cit. (4), pág. 123.
21 Miller, Jacques-Alain: Extimidad, Paidós, Buenos Aires, 2010, pág. 216.
22 Lacan Jacques: “El Atolondradicho”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág.505.
23 Lacan Jacques: “Seminario 21, “Los no incautos yerran”, clase del 6 de noviembre de 1973, inédito.
24 Agradezco a Laura Petrosino el haberme señalado esa expresión en francés y que Lacan usa con cierta frecuencia “pour y coller” o “coller á”, por ejemplo cuando habla del objeto a como lugar de calce del nudo.
25 Lacan, Jacques: “Seminario 21, Los no inacutos yerran”, op. cit. (23), clase del 20 de noviembre de 1973.
26 Lacan, Jacques: “Lugar, origen y fin de mi enseñanza”, op. cit. (1), pág. 123.