publicado en Grama Ediciones #CrónicasXXI-31
Pertenezco al gran grupo de los indignados. Si, mi indignación, como la de muchos, supero al temor, el hastío, la incertidumbre y…… siguen los afectos. Mañana es lunes y me ordenaron primero y me indicaron tiernamente después que no puedo salir a la calle ni a hacer una comprita en la verduleria de la esquina.
Pero, queridos compañeros de infortunio, yo no necesité de esto para sentirme indignado, soy lo que se dice un precursor, estoy indignado desde el primer dÍa , el primer anuncio, la primera prevención, la primera estadística.
Resulta que así, sano como soy, me puedo morir con gran facilidad. ¿Y porque no? Estoy dispuesto a aceptarlo. Es un riesgo y una posibilidad. Más difícil de aceptar es que me lo hagan leer, oir, cada 15 minutos. Es como si preso en el corredor de la muerte un guardia diabólico me dijera “Morirás” Eso es mucho.
Por otra parte,¿ hasta donde se puede tolerar que supongan que mis capacidades cognitivas no alcancen para usar un barbijo, contar hasta dos y lavarme las manos?.
Pero además de indignarme por la prohibición tengo un problema, puedo pedir todo por teléfonomenos ………………..¡los dos cursos de Miller que olvide en el consultorio y necesito para dar mi próxima clase!
Pero seré valiente y mañana iré a por ellos. Mi casa está a solo 7 cuadras de mi consultorio o sea una enormidad que atravesar sin malos encuentros con la autoridad pública, porque estaré muy indignado pero soy un ciudadano respetuoso.
Es así como hoy , el día señalado, al comenzar a despertarme, en estado de duermevela, imagine una escena, tuve una fantasía de deseo diría Freud: como podría ser esa excursión prohibida.
Ahí va:
Ropas de salir a la calle, barbijo como máscara, paso ágil ( en la medida de lo posible), salgo hacia el corazón de las tinieblas, rumbo al cónsul donde hallaré el preciado tesoro. Nada me detendrá.
Pero a las cinco cuadras, (¡ solo faltaban dos!) me detuvo una agente de la policía metropolitana de buen porte y mirada inquisidora ( al menos así me pareció), parada a dos metros de un intimidante patrullero.
Velozmente pensé, algo en mi andar me debe haber delatado, o mejor, es lamentable pero el barbijo oculta la cara pero no el cuero cabelludo. Vaya a saber.
Agente: Buenos días señor, hacia donde se dirige?
Yo: si me permite,¿cual es la razón de su pregunta?
A: ¿me facilitaría su documento?
Yo: ( si digo que no lo tengo seguro voy en cana) por supuesto, aquí lo tiene.
A: ( rápida para la aritmética ) Ud tiene 70 años,¿ no sabe que no puede estar en la calle sin autorización?
Yo: ( si me hago el tontin le estaría dando la razón para no estar en la calle,mejor pongo toda la carne en el asador)
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Néstor Yellati