LA BRÚJULA
Madrid.
¿Cómo suscitar en ustedes el interés por un tema que a priori podría resultar árido? Así se refirió Rosa López en la reunión realizada el miercóles 28 de enero, donde estuvieron invitados los alumnos del NUCEP. Reproducimos para La Brújula una sintesís de lo expuesto.
Para el psicoanálisis de orientación lacaniana la Escuela no es tanto una institución asociativa con sus estatutos legales y su reglamentación (aunque por supuesto los tiene), cuanto un concepto del psicoanálisis, tan atractivo como lo puedan ser los otros conceptos. Podemos hablar de la Escuela sin apartarnos en absoluto de la clínica psicoanalitica y tomar la afirmación de JAM en Torino: “La Escuela es un sujeto barrado” para enfatizar que seguimos en el campo de la experiencia analitica y que como tal sujeto, la Escuela es analizable e interpretable.
A la vez la Escuela se constituye para los analistas como un Sujeto Supuesto Saber porque es en ella que colocamos la causa y el espíritu del psicoanálisis.
Lo que quisiera es poder transmitir alguna cosa que les permita comenzar a subjetivizar este Concepto, pues para pertenecer a la Escuela lo primero que hay que hacer es subjetivizarla. Es decir, que cada uno sepa mediante su analisis cuál es la causa particular de su deseo y de qué manera esta se conecta con la Causa Freudiana por la que se constituye la Escuela.
El descubrimiento del Inconsciente fue la palanca que le permitió a Freud concebir el psicoanálisis como una clínica para el tratamiento de las enfermedades psíquicas, pero desde el primer momento se percató de la enorme fuerza subversiva que esto suponía y, por tanto, del riesgo de que esta fuese sofocada o incluso aniquilada. Freud soñó con crear una asociación de carácter internacional en la que se dieran cita todos los psicoanalistas que defendían la causa del inconsciente, y lo consiguió. En 1910 fundó, junto a Ferenczi la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), rechazando la dirección de la misma, para dedicarse más bien a encarnar la figura socrática del maestro sin mando. Freud cumplió de este modo su sueño, pero, como él mismo reveló en la Traumdeutung, la realización del deseo que se manifiesta en el sueño puede llegar a ser siniestra. Así fue: primero asistió a la traición de algunos de sus discípulos más queridos, que desviándose completamente de su enseñanza pervirtieron el concepto de inconsciente.
Más adelante Freud sufrió el golpe que supuso la institución del psicoanálisis en Estados Unidos. La Asociación Americana transformó lo subversivo del descubrimiento del inconsciente en un instrumento destinado a domesticar almas atormentadas y adaptarlas al ideal de la americana way of life, poniendo al psicoanálisis al servicio del discurso del amo.
Entre otras cosas, la Asociación Psicoanalítica introdujo la novedad de condicionar la pertenencia a la misma a la titulación en medicina, rompiendo así con el espíritu laico que Freud quiso imprimir a su movimiento y situandolo en una lógica absolutamente opuesta a la clínica psicoanalítica como es la de la medicina.
De Freud a Lacan la IPA se convirtió en un aparato fuertemente consolidado, entiendase “petrificado”, en el que primaba el cumplimiento de las reglas con el consecuente rebajamiento de la verdad freudiana. Distintos enfoques doctrinarios cohabitaban bajo las mismas siglas con la condición de mantener el encuadre del dispositivo. La IPA se transformó en una máquina destinada a fabricar notables.
Lacan formaba parte de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, que quería verse incluida en la Internacional. La IPA actuó de tal modo que dividió esa sociedad entre aquellos que estaban a favor de Lacan y los que estaban en contra. Sus propios pacientes fueron objeto de negociación y muchos de ellos dejaron el análisis.
Lacan no fue aceptado como didacta de la IPA por dos motivos:
1) Su rechazo a someterse a la regla de la duración fija del tiempo de las sesiones (50 minutos)
2) Su oposición a diferenciar el psicoanálisis didáctico del psicoanálisis personal (terapéutico) lo que implicaba que el candidato en formación podía elegir libremente al analista y no verse restringido a la lista de los titulares autorizados.
Pero sobre todo si algo molestaba en la IPA era la emergencia de una figura carismática que pudiera parecerse a la que Freud cumplió en el origen.
Lacan se radicalizo completamente como respuesta a la “excomunión”, demostrando que la política de la IPA hubiera sido más inteligente manteniéndole dentro del sistema. Estando fuera sólo tenia dos opciones: desaparecía del mapa o se ponía a la cabeza de un nuevo movimiento, al que denominó freudiano para dejar bien claro que no era precisamente él quien se apartaba de Freud, sino aquellos que lo habían desterrado. Fue una elección forzada “No lo he querido” pero el destino le llevo a ese punto. Habiendo sido expulsado de la IPA decide fundar su propia institución y dotarla de una causa por la que luchar: “La reconquista del campo freudiano”.Desde entonces el sintagma “Campo Freudiano” se ha convertido en la matriz sobre se construyen las distintas Escuelas que en la actualidad forman la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
¿Quienes eran para Lacan los infieles al psicoanálisis?: los psicoanalistas de la ego-psychology que traicionaron la causa freudiana para adoptar la causa del ego y no dudo en ponerles un nuevo significante SAMCDA (sociedad de asistencia mutua contra el discurso analítico).
De manera que cuando en octubre de 1964 Lacan realiza su Acto de Fundación inicia su propio recorrido institucional alentado por la idea de resituar en su legítimo lugar “el filo cortante de la verdad freudiana”. Intento que desde entonces hasta el día de hoy ha estado plagado de avatares: crisis, disoluciones y refundaciones. En un sentido seguimos movidos por la misma causa que incitó a Lacan a crear su Escuela, en la medida que no se ha terminado de alcanzar ese objetivo de reconquista del campo freudiano.
Hay una frase de Lacan muy reveladora de lo que estamos hablando, dice así: “No seré yo quien vencerá, sino el discurso al que sirvo”. Es decir, no se trata del ego de Lacan sino del discurso analítico ante el cual él subordina su propio nombre, es por ello que acuña los significantes Causa Freudiana o Campo Freudiano, delegando en las generaciones futuras el ser “lacanianos”. Nos corresponde a todos aquellos analistas que le sucedemos actuar del mismo modo, dejando de lado el narcisismo y las fascinaciones del prestigio para garantizar la existencia del psicoanálisis en una época que no le es precisamente propicia.
Jaques Alain Miller dio una conferencia en Granada en el año 1990 en la que se pregunta: “¿Cuál es la articulación propia, misteriosa, entre el inconsciente de cada uno y el grupo de los psicoanalistas este grupo atormentado desde hace casi un siglo, dividido contra sí mismo y en el que hay, desde la época de Lacan, una especie de guerra civil?”.
Con esta interrogación Miller apunta a una cuestión absolutamente central, a saber: ¿De qué manera se articula el descubrimiento del inconsciente con la constitución de una asociación de psicoanalistas?. Hay una tensión esencial entre la absoluta particularidad que supone la experiencia de un psicoanálisis y el agrupamiento que implica la vida institucional. “El inconsciente aparece siempre en singular y en oposición, por tanto, con el sueño freudiano de una asociación universal” (Miller). La cuestión es dirimir si el grupo es una especie de quiste que ha crecido sobre el descubrimiento del inconsciente o, por el contrario, es intrínseco a su lógica. La paradoja de la Escuela es que se trata de una formación colectiva en la que cada uno esta solo . La formula del uno x uno quiere decir que la Escuela está formada por una suma de soledades subjetivas que comparten un mismo ideal.
En cierto sentido podemos pensar que los psicoanalistas se asocian para amortiguar los efectos de disrupción que produce el inconsciente, lo que es absolutamente necesario. En este punto conviene distinguir lo que es del orden del inconsciente y lo que corresponde al discurso analítico al cual Lacan dice servir. El inconsciente cuando existe en estado salvaje forma parte del discurso de amo. El discurso analítico apunta a “la estructura de la experiencia” en palabras de Lacan y la experiencia consiste en trabajar la relación del sujeto con su inconsciente. Ese inconsciente salvaje del que el sujeto sin analizar no sabe nada es sometido a un verdadero trabajo de análisis que permitirá al sujeto en análisis ir desprendiendose de los significantes amos que determinaron su vida y cuando esto se consigue se produce lo que Lacan denominó una “destitución subjetiva”.
Hay que tener en cuenta que en junio de 1964 no había mas que cien personas en la EFP que conformaban lo que Lacan denominó “una base de operaciones en contra del malestar en la cultura” . En ese momento se dió entrada a los muy jóvenes que apenas acababan de acercarse a Lacan, entre ellos JAM que por entonces tenia 20 años. Así que el modo de selección no era en absoluto elitísta.
Lacan utilizó el significante Escuela en lugar de Asociación, Sociedad u otros términos de ese estilo, porque lo que quería crear era una comunidad de trabajo y no una corporación en la que los miembros se reconocen entre sí. No es el reconocimiento lo que se trata de producir sino el ambiente de trabajo necesario para seguir pensando el psicoanálisis y su práctica. Hasta tal punto pretendió subvertir la cuestión del reconocimiento que partió de la base de que no sabemos lo que es un psicoanalista, por más horas de análisis, formación y supervisión que éste pueda certificar. Colocar en el centro de la institución la pregunta “¿Qué es un psicoanalista?” supuso someter toda idea de reconocimiento a un exámen critico.
Es con el propósito de poner a prueba la idea preconcebida de qué es el psicoanalista que Lacan creó el dispositivo del Pase, mediante el cual se puede realizar dentro de la Escuela un trabajo sobre cómo devenir psicoanalista que no esté basado en cuestiones evaluativas, cuantitativas, burocráticas o de prestigio, sino en una demostración abierta con un enfoque fundamentalmente clínico y ético.
¿Qué es el Pase? El Pase consiste en un dispositivo pensado para examinar el psicoanálisis que el candidato a Analista de la Escuela ha llevado a cabo hasta su final, habiendo acabado auténticamente su recorrido analítico o al menos habiendolo llevado suficientemente lejos como para proseguir solo. El pasante es aquel que quiere realizar la prueba del pase y demostrar, primero ante un secretariado y después ante toda la Escuela, cómo ha través de su propia experiencia analítica ha conseguido pasar de la condición de analizante a la de analista. Nada en la Escuela nos obliga a hacer el Pase, y éste únicamente depende del deseo de aquel que quiere dar el testimonio.
Cuando Lacan en 1967 inventó esta nueva modalidad de nominación de los psicoanalistas, muchos se escandalizaron y se opusieron fuertemente considerandolo una verdadera locura. Hasta entonces los analistas demostraban su formación exponiendo su práctica clínica, es decir lo que ellos hacían con los paciente, pero nunca se había concebido que el analista hablara de su propio análisis, de sus síntomas, de su fantasma, de su relación al inconsciente y de la manera en que se alcanzó el final. El pase produjo una rebeldía y hasta una escisión en la base de operaciones de la EFP.
De este modo se subvierten las categorías tradicionales en las que las jerarquías se basan en la experiencia, el prestigio, la antigüedad, etc. Muy bien puede ocurrir que un joven analista, desconocido hasta entonces, entre a la Escuela atravesando la puerta abierta del Pase y obtenga el titulo más preciado: el de Analista de la Escuela.
Por otra parte, el animo innovador de Lacan le conduce a pensar una modalidad de exámen que se diferencie de la estructura clásica, en la que el candidato se presenta directamente ante un jurado que le escucha y después decide si es apto o no. En el pase, el candidato no tiene relación directa con el jurado del Pase sino que realiza su testimonio ante dos pasadores por separado y serán éstos los que se presenten al Jurado del Pase para transmitir lo que han escuchado. Además, los dos pasadores son analizantes que están próximos a finalizar su análisis pero no tanto como lo esta el pasante. Es decir, están un paso por detrás del examinado. Se espera que el pasante pueda comunicarse con los pasadores de una manera mucho menos superyoica que directamente con un jurado del pase.
Lacan añade que lo encantador del dispositivo es que tenga la estructura del chiste. Uno le cuenta a otro un chiste y este a su vez lo cuenta a los demás. Finalmente se intenta que el sujeto que ha acabado su análisis pueda dar un tono de comedia a los aspectos trágicos de su historia personal. Para Lacan la comedia es mucho más profunda que la tragedia. En el pase nada está predeterminado, hay un lugar para la invención de cada uno, el estilo propio de trasmitir lo que ha devenido su historia y su síntoma al final del análisis. Cuanto más grande es la Escuela, el pase tiene más lugar de existencia, porque sería difícil de sostener en una pequeña sociedad en la que todos se conocen.
¿Qué quiere obtener la Escuela del dispositivo del Pase? Una enseñanza que sirva para aprender entre todos en qué consiste el fin de un análisis y qué resta del inconsciente.
¿Qué significa pertenecer a la Escuela? Estar dispuesto a trabajar por una causa que va más allá de los intereses particulares.
Lacan quiere ir más allá de este impasse freudiano y apostar por la idea de que la experiencia de un análisis puede encontrar su fin lógico. Pero para ello necesita algún orden de demostración práctica que ratifique sus teorías al respecto.
Bien, vayamos al momento actual de nuestra Escuela, la ELP, a la que Madrid pertenece y en un sentido más amplio la AMP de la que forman parte todas las Escuelas. ¿Cómo están las cosas en este momento? Ciertamente movidas.
En la actualidad, un gran debate vuelve a agitar las aguas de la vida institucional en torno a la cuestión del psicoanálisis puro y el psicoanálisis aplicado. No hay que escandalizarse con esto, pues nuestro saber sólo puede avanzar sobre el filo crítico de aquello que en cada momento se establece como paradigma de verdad.
Hace unos años, Jacques Alain Miller se opuso frontalmente a una enmienda de ley con la que el estado francés iba a regular las práctica psi, que suponía un grave atentado contra la independencia del psicoanálisis respecto al discurso del amo. El psicoanálisis era juzgado mediante una evaluación cuantitativa de sus resultados terapéuticos, el tiempo y el coste económico. Miller respondió a esta ofensiva mostrando “La utilidad pública del psicoanálisis”. Se creó, entonces, el CPCT en París. Muchos psicoanalistas de la Escuela trabajaron y trabajan denodadamente en un proyecto en el que el psicoanálisis sale claramente a la escena social para demostrar que puede curar más rápido, mejor y más económicamente que ninguna otra clínica. La apuesta se extendió al resto de las Escuelas y en los últimos años hemos visto nacer y crecer los CPCTs en muchas ciudades, mientras que el protagonismo del psicoanálisis aplicado se extendía a nuestras Encuentros de trabajo.
En el mes de septiembre del año pasado JAM puso en cuestión la deriva que iba cobrando este extraordinario fenómeno, al que él mismo contribuyó. Poco después, en noviembre, inició su Curso utilizando por primera vez la idea de “un retorno a Lacan”, del que nos hemos alejado cuando nos embriagamos con el efecto curativo del psicoanálisis”.
Esta Escuela posee su historia, su pasado, sus páginas de gloria y de miseria. Pero me interesa fundamentalmente apuntar a su futuro, y en él tenemos que tener en cuenta el papel de una nueva generación de analistas, de cuya existencia depende la supervivencia más inmediata del psicoanálisis. Nuestra pequeña comunidad psicoanalítica puede y tiene que crecer. Es preciso desarrollar un empeño para favorecer la entrada de nuevos miembros, de una nueva generación capaz de interesarse por aprender la doctrina y comprometerse en la experiencia del inconsciente. .
Es por ese motivo que estoy hoy aquí, para intentar transmitirles lo importante que es la pertenencia a la Escuela, tanto más cuanto que están abocados a la clínica del inconsciente. Sabemos que la escucha del inconsciente produce en el prácticante un efecto de adormecimiento, cuando no un entontecimiento, si éste no establece una relación con otros analistas con los que pensar la clínica y su ética.
En ese sentido, creo que la figura de la conversación es fundamental para afrontar el debate actual de nuestro psicoanálisis. Una conversación que este destinada a localizar lo real en juego, diagnosticarlo y encontrar su tratamiento en el funcionamiento de la Escuela misma. Con este animo la nueva Junta Directiva ha organizado un ciclo que bajo el titulo “Conversaciones de Actualidad” tratará de poner sobre el tapete el debate que en la actualidad se ha abierto respecto a la practica clínica (pura y aplicada). Será el próximo martes día 6 de febrero y estan invitados a intervenir Andres Borderias y Gustavo Dessal, yo misma me encargare de la coodinación. Hemos tomado la decisión de abrir la asistencia a aquellos alumnos del Nucep que estén interesados en lo que esta pasando en este este momento.
Rosa López (Madrid)
Extraído de LA BRÚJULA. Semanario de la Comunidad Madrileña de la ELP. Nº 138 En Madrid, a 30 de enero 2009. Directora: Marta Davidovich.