del VI congreso de la AMP
los objetos a en la experiencia analítica
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En la Presentación de J-A Miller realizada en el Congreso de Roma en el 2006. Leemos… “Y se hablará también del analista. Si el analista puede ser asimilado al objeto a, es en tanto objeto causa de un análisis y en tanto que ha levantado el desconocimiento del objeto a, es decir, aquí el desconocimiento de su acto”.
Podría usted ampliar esta reflexión…“Si el analista puede ser asimilado al objeto a”…
Estela Paskvan
“Caché”
Para esta conversación digital, se me ha sugerido comentar el párrafo de J-A. Miller que figura en su presentación en el Congreso de Roma. Intentaré hacerlo teniendo en cuenta el texto de nuestro colega Sergio Laia “Cuatro registros del objeto a” (www.amp2008.com) y una cuestión que formula y a la que luego me referiré.
“Caché” es el título del excelente film de Michael Haneke que acabo de ver y lo he elegido porque revela muy bien el objeto “escondido” de uno de los personajes, Georges (interpretado por Daniel Auteuil). La mirada desconocida se realiza en una cámara fija y Georges se entera de su existencia por las grabaciones de video que recibe anónimamente. La intrusión de esta mirada acosadora provoca la búsqueda de sentido y así surgen las cuentas pendientes de su pasado. Todo confluye en una escena infantil: Majid, el niño árabe huérfano que han acogido los padres de Georges, degüella el gallo -inducido por éste y ante sus ojos-. La mentira infantil provoca la expulsión de Majid y el internamiento en un orfanato. Todos los recuerdos se presentan como escenas silenciosas donde las miradas están siempre presentes.
Finalmente Georges en la búsqueda del autor de los videos y objetos que recibe, encuentra a Majid (Maurice Benichou). Pero sigue siendo ciego respecto de aquel goce celoso, ignorante de la mirada “envenenada”, “enlutada”, y entonces Majid realiza el deseo de Caín y se degüella ante sus ojos. Finalmente, mientras en la pantalla pasan los títulos de crédito, esa cámara fija que antes estaba situada frente al hogar del Georges, ahora está colocada delante del colegio de su hijo. Así sugiere un enigma, ¿cómo se transmitirá el pecado del padre?
Haneke revela el objeto escondido que determina el destino del personaje. Éste tiene una segunda oportunidad pero, sin saberlo, elige lo mismo, sigue engañándose. El film muestra muy bien cómo “el objeto causa,…por estructura, está escondido y desconocido” (Jacques-Alain Miller) Sigamos con la cita: “…Si el analista puede ser asimilado al objeto a, es en tanto objeto causa de un análisis y en tanto que ha levantado el desconocimiento del objeto a, es decir, aquí el desconocimiento de su acto”. Primera condición entonces: para funcionar como analista es preciso haber levantado dicho desconocimiento. ¿Cómo? Como resultado de su propio análisis.
Si el analista está como objeto causa de un análisis es porque el analizante realiza su tarea interpretante con él. Lacan no ha cesado de referir este con al sentido instrumental que Aristóteles daba al alma cuando decía que el hombre piensa con ella.
En tanto objeto causa, el analista se ofrece “en corps” a sostenerlo en el lugar del semblante que comanda el discurso y el analizante reinterpretará con ese algo que se le propone. Los dos están comprometidos en el discurso que hacen existir y del que son “efectuados”. Entonces, ¿qué son “sus” analizantes para un analista? “No son sus obras”, dice J-A. Miller, “aún los coronados con el título de Analista de la Escuela”. Sergio Laia sugiere investigar la diferencia entre “obra” y “producto”. Si seguimos a J-A Miller en esta cuestión, él nos ha reenviado explícitamente al Seminario X en su “Introducción…”. Efectivamente, allí leemos (Pág. 342 en castellano) que al tratar la relación de la angustia con la inhibición y el acto, Lacan dice: “Articular el acto en el campo de la realización subjetiva, eludiendo en él la prioridad de a, es el mito personalista”. Y continúa señalando cómo el sujeto se realiza en objetos que son de la misma serie que a, objetos cesibles, “son lo que desde hace mucho tiempo se llama las obras, con todo el sentido que tiene este término incluso en el campo de la teología moral”. Si nos atenemos a la lógica del discurso se entiende muy bien la incompatibilidad entre funcionar a sabiendas como a y la pretensión de realizarse subjetivamente en ello.
Volvamos a la pregunta: ¿qué es el analizante para el analista? En la práctica, es una pregunta que se hace y responde en los controles. Allí tenemos respuestas del orden uno por uno. Pero al final de su seminario “…ou pire”, encontramos que Lacan formuló la pregunta y dio una respuesta argumentando en la perspectiva del discurso analítico: ambos son hijos del mismo discurso. Lacan lo afirmaba así: que somos hermanos. En este sentido, analista y analizante son productos de un discurso. Pero también Lacan advertía sobre la “fraternidad” que el discurso del amo inscribe en los frontispicios. Que aún no hemos visto hasta sus últimas consecuencias lo que da la fraternidad enraizada en el cuerpo, haciendo cuerpo, es decir, el racismo. Se ha dicho del film de Haneke que denuncia el racismo de la sociedad francesa. Es posible, allí se cuenta que los padres de Majid eran dos argelinos que murieron en la brutal represión de aquella manifestación de octubre del 61 en París. El hijo de Majid es presentado como aquel que continúa la marginación del “extranjero” en la Francia actual. Para nosotros, la lucidez de la cinta radica en mostrar de qué se soporta ese drama fraterno, social y político. Y en ese sentido, también nos sugiere acerca de las posibilidades de nuestro discurso.
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En el Seminario « El Atolondradicho » Lacan dirá: « La interpretación, como la formulé en su tiempo, atañe a la causa del deseo, causa que ella revela, y de la demanda que con su modal arropa el conjunto de los dichos. » (« El Atolondradicho », p.45).
¿Qué interpreta el analista del objeto a?
Francisco Hugo Freda
Estimados colegas:
¡¡¡Magnifico!!! Gracias por la invitación. Participaré.
¿Qué quiere decir arropa? ¿Viste? ¿Disfraza?
Leer a Lacan es saber dónde ponemos en acento.
Que sabemos ya que a partir de “El atolondraducho” se produce un cambio en la teoría de la interpretación.
Mismo la idea de el analista como semblante de objeto a se encuentra desplazada.
Además sabemos que se abre una nueva orientación: que se culmina en El Seminario 23.
Bien. ¿Si la interpretación revela la causa? ¿Podemos hablar que la causa de un sujeto sufre por ejemplo de la fuerza de la represión?
¿Podemos hablar de la causa como reprimida, de la misma manera que hablamos de un recuerdo reprimido?
¿Cómo podemos integrar la dimensión temporal en el análisis de esta frase?
¿Causa de deseo y objeto petit a son sinónimos en la frase elegida?
Propongo no salir nunca de la frase.
Abren un problema clínico.
¿Se puede concebir un sujeto sin causa?
¿Puede haber una forclusión del deseo?
Sigamos. Un abrazo.
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STAFF: Responsable Débora Nitzcaner y Luis Tudanca • Colaboradoras Viviana Mozzi,
Alejandra Breglia • Traducciones Maria Cristina Maia Fernández, Carolina Freda,
Graciela Lucci, Susana Tillet