Iván Ruiz
« (…) el descubrimiento por Freud de que el inconsciente trabaja sin pensar en ello, ni calcular, ni juzgar tampoco, y que sin embargo ahí está el fruto: un saber que solo se trata de descifrar, ya que consiste en un ciframiento ».
Jacques Lacan, « Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos », Otros escritos, Editorial Paidós, 2013, p. 582
El desciframiento vuelve a los textos de Lacan en 1972, con el texto al que pertenece esta cita. Parecería no estar tan lejos del desciframiento que ocupó a Freud con la piedra de Rosetta, como inscripción del inconsciente. Entonces se trataba de descubrir un sentido, de descifrar un enigma. Lacan lo dice así: « el colmo del sentido, es palpable que es el enigma » (1). Descifrar un mensaje no asegura, sin embargo, que un enigma deje de serlo. Para Freud, las formaciones del inconsciente revelaban en el análisis su sentido sexual. En cualquier caso, ninguna de estas formaciones llegará a inscribir en el inconsciente el signo de una proporción del sexo.
La cifra funda el orden del signo. Lo constatamos en los más pequeños cuando se inician en el orden de los números. Los números tienen un sentido, un sentido en su función de goce sexual. Y, por otro lado, dan cuenta de la « entrada de algo real en el mundo del ‘ser’ hablante (siendo claro que su ser le viene de la palabra) » (2).
En la orientación hacia lo real, es el goce lo que hace obstáculo al encuentro entre dos seres sexuados. El lenguaje deja un zig-zag infinito como huella de esta proporción sexual que no puede escribirse, y lo que llega a cifrarse es el goce.
Así, hay en el ciframiento una operación de escritura que es relativa a lo simbólico. Lo simbólico es una condición de existencia, pues todo lo que no llega a inscribirse en lo simbólico inexiste (3). En el Seminario El sinthome, Lacan lo dice así: « lo real está en suspenso » (4), en suspenso de ser para el sujeto.
El saber que se trata de descifrar, entonces, pertenece al orden del ciframiento, a la práctica de la cifra que produce, por medio de una metáfora, un mensaje cifrado, un mensaje producto de algunas substituciones regladas. Podemos decir por ello que en la esquizofrenia el ser inexiste, pues « todo lo simbólico es real » (5), como si los significantes permanecieran por fuera de la simbolización.
Pero en la noción del número « hay varias maneras de trazar las cifras. La manera más simple es la que designé con el rasgo unario » (6), una de las incidencias del significante amo que da la cifra de un goce.
Notas:
(1) Lacan, J.: « Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos », Otros escritos, Paidós, 2013, p. 579
(2) Íbid, p. 580
(3) Miller, J.-A.: La ultimísima enseñanza de Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 33
(4) Lacan, J.: Seminario XXIII, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 132
(5) Lacan, J.: « Respuesta al comentario de Jean Hyppolite », Escritos, Siglo XXI editores, 1984, p. 386
(6) Miller, J.-A.: La ultimísima enseñanza de Lacan, Op. cit. p. 62