ten line news n° 332
L a O r i e n t a c i o n L a c a n i a n a
“tiemblan Las columnas del templo”
JAM prosigue, siguiendo la huella y con los pequeños detalles, el proceso de reconstrucción creadora de Lacan, en la DE y la TDE. Es impresionante asistir a esta operación radical con el entusiasmo y el rigor que él pone en ello. Esta lección me inspira una imagen, la de un cuadro de un pintor manierista Giuseppe Arcimboldo (Milan, 1527 – Praga 1593), Cuerno de la Abundancia. En efecto hay algo de Lacan, hay algo de JAM, por supuesto, pero no solo. Leeremos allí referencias bíblicas, la referencia a uno de los Doctores de la iglesia, a la antropología estructural, a cinecitta, a las mujeres, a los hombres, a la actualidad de la vida política francesa, y esto envuelto en un humor sin igual. ¡Este prodigioso contenido del Cuerno está al servicio del temblor de las columnas del templo”!(From l’Editeur de TLN)
Jacques-Alain Miller
Curso del 23 de mayo de 2007
He comparado la última vez, al muy último Lacan con Santo Tomás, aquel que al final de su vida, rechaza la suma de lo que había podido elaborar, construir, elucubrar, en lo simbólico y lo expulsa como estiércol. Pero también Lacan, lo hizo entender, es quien sacude las columnas del templo, el templo del psicoanálisis, y que hace que se derrumbe sobré él.
La TDE es una revelación
Hay una ventaja en esto, es que, por su sacudida misma, las columnas que parecían estar allí, desde siempre, sostén de la casa que habitamos, estas columnas se tornan visibles. Percibimos todo lo que sostenía esta construcción. Veo lo que se podrá decir a partir de ahora de la enseñanza de Lacan – lo que se podrá decir de ella proviniendo de un cierto lado – , que esta enseñanza se concluye en un fracaso. Tomo las cosas un poco de manera diferente. Esta muy última enseñanza es más bien una revelación, la revelación de un impasse que es consustancial al psicoanálisis. Lo que llamábamos – Lacan puso el acento sobre esto pero Freud es el primero en haberlo formulado -, es que lo que llamaba lo imposible del psicoanálisis, es en esta muy última enseñanza, puesto a la luz, explicitado, hecho visible y casi palpable. Y esto nos da como una descomposición espectral de lo que es la enseñanza de Lacan. A mi entender no hemos terminado de desarrollar las consecuencias de este impasse puesto a la luz. Si fuera necesario, es algo con lo que hay que re- apasionarse, de lo que Freud y Lacan han podido edificar sobre el fundamento de este impasse.
Digo Sansón, porque podría también ocuparme de este detalle que Sansón, era ciego. Lo que consuena con la cuestión planteada la última vez: ¿Cómo reconocer un nudo borromeo en la oscuridad? Había que entender, lo indique, reconocer un saber en la oscuridad. Es la definición que el muy último Lacan daba también al pase, la prueba de validación del fin de un análisis. Pero es también todo un psicoanálisis: ocurre en la oscuridad, una oscuridad, esperamos, surcada por relámpagos.
Este “en la oscuridad” da a mi entender, el sentido del retorno a la “Carta robada” que se realiza en un capítulo del Seminario XXIV.
La “Introducción” al “Seminario de la Carta robada” expone, en efecto, lo que es un saber, en los términos de una cadena determinada o por lo menos parcialmente determinada, una cadena, donde a un cierto nivel de elaboración- no al nivel más bajo donde es lo aleatorio lo que prevalece, siendo el nivel más bajo el que ilustra la moneda donde la aparición de un lado o del otro es imprevisible y sin ley-, en un cierto nivel de elaboración de la sucesión de los más y de los menos, aparece una ley de formación y digamos un algoritmo. El pase, idealmente, sería presentar tal algoritmo – el algoritmo de su inconciente, si puedo decirlo – a plena luz. Sería el hecho de un sujeto que ha podido conocer su inconciente como un saber determinado. Lacan tuvo ternura con la metáfora de las Luces, se presentó a sí mismo como trabajando en una empresa en la que trataba de hacer penetrar las luces en un reducto donde no habían aparecido hasta ese momento.
Cuando vuelve sobre la “Carta robada” y su “Introducción” en el Seminario de L´Insu que sait de l’Une-bévue no reniega de esta definición del saber, sino que califica el saber así definido de saber absoluto. Es un saber absoluto que, como yo lo leo, no tiene nada que ver con aquel de Hegel – en tanto que, dado que no sabemos muy bien lo que es el saber absoluto de Hegel y que se presta a imaginar, no puedo ser definitivo sobre este punto. Si, veo incluso, si me esforzara un poco, que yo podría decir que es el mismo. Pero en fin el saber absoluto, cuando califica esta construcción matemática elemental que está erigida al comienzo de los Escritos, significa primeramente que este saber funciona solo. Es decir que está separado. Y separado de todo el resto. Esto tal como Lacan lo retoma. En la época en que comenzaba, en que se establecía su delirio, no hubiera calificado a esto como saber absoluto. Hacía de ello, por el contrario, como decimos el paradigma, el punto de ideal, sobre lo cual reglar la escucha psicoanalítica: suponía que este saber embragaba en la relación analizante-analista.
Es un acento muy diferente calificar a este saber como absoluto: cuestiona, en los hechos el acceso que se pueda hacer hacia él.
Digo Sansón, porque podría también ocuparme de este detalle que Sansón, era ciego. Lo que consuena con la cuestión planteada la última vez: ¿Cómo reconocer un nudo borromeo en la oscuridad? Había que entender, lo indique, reconocer un saber en la oscuridad. Es la definición que el muy último Lacan daba también al pase, la prueba de validación del fin de un análisis. Pero es también todo un psicoanálisis: ocurre en la oscuridad, una oscuridad, esperamos, surcada por relámpagos.
Este “en la oscuridad” da a mi entender, el sentido del retorno a la “Carta robada” que se realiza en un capítulo del Seminario XXIV.
La “Introducción” al “Seminario de la Carta robada” expone, en efecto, lo que es un saber, en los términos de una cadena determinada o por lo menos parcialmente determinada, una cadena, donde a un cierto nivel de elaboración- no al nivel más bajo donde es lo aleatorio lo que prevalece, siendo el nivel más bajo el que ilustra la moneda donde la aparición de un lado o del otro es imprevisible y sin ley-, en un cierto nivel de elaboración de la sucesión de los más y de los menos, aparece una ley de formación y digamos un algoritmo. El pase, idealmente, sería presentar tal algoritmo – el algoritmo de su inconciente, si puedo decirlo – a plena luz. Sería el hecho de un sujeto que ha podido conocer su inconciente como un saber determinado. Lacan tuvo ternura con la metáfora de las Luces, se presentó a sí mismo como trabajando en una empresa en la que trataba de hacer penetrar las luces en un reducto donde no habían aparecido hasta ese momento.
Cuando vuelve sobre la “Carta robada” y su “Introducción” en el Seminario de L´Insu que sait de l’Une-bévue no reniega de esta definición del saber, sino que califica el saber así definido de saber absoluto. Es un saber absoluto que, como yo lo leo, no tiene nada que ver con aquel de Hegel – en tanto que, dado que no sabemos muy bien lo que es el saber absoluto de Hegel y que se presta a imaginar, no puedo ser definitivo sobre este punto. Si, veo incluso, si me esforzara un poco, que yo podría decir que es el mismo. Pero en fin el saber absoluto, cuando califica esta construcción matemática elemental que está erigida al comienzo de los Escritos, significa primeramente que este saber funciona solo. Es decir que está separado. Y separado de todo el resto. Esto tal como Lacan lo retoma. En la época en que comenzaba, en que se establecía su delirio, no hubiera calificado a esto como saber absoluto. Hacía de ello, por el contrario, como decimos el paradigma, el punto de ideal, sobre lo cual reglar la escucha psicoanalítica: suponía que este saber embragaba en la relación analizante-analista.
Es un acento muy diferente calificar a este saber como absoluto: cuestiona, en los hechos el acceso que se pueda hacer hacia él.
Lo real no habla
Y es de este modo que, admitiendo en su comentario último de la “Carta robada”, que hay simbólico en lo real, iremos hasta el punto de decir esto, lo real es el lugar de lo simbólico, y no ocurre menos, y lo subraya, lo recordé la última vez que allí el significante está mudo.
El significante constituye parte de lo real – si lo admitimos – sin embargo ocurre que lo real no habla.
Esta proposición, lo real no habla, me parece que atraviesa toda la última enseñanza de Lacan, estos dos últimos Seminarios que trituro. No es como algunas otras, una proposición sometida a variaciones, no es un ensayo de formulación, les he mostrado, en la ocasión, cómo tesis contradictorias de Lacan debían entenderse a partir de un recorrido que él hace de soluciones posibles probadas para una dificultad. Mientras que: lo real no habla, es con esto que está tratando. Estoy de acuerdo- estoy de acuerdo con ustedes, con lo que supongo que viene de ustedes (risas) – estoy de acuerdo que es muy singular, que es una noción que nos toma a contrapelo.
Es una proposición que hace caer una columna del templo.
Esto ya comporta que solo tenemos que hacer con este real en la oscuridad, y no en la luz. Esto introduce el psicoanálisis como una práctica a tientas, muy lejos, a la inversa, de esta imagen del psicoanálisis como algoritmo, que era la imagen dada por la “Introducción” de “La carta robada”, y que prometía una operación interpretativa, en el fondo plena de seguridad, inflada de una arrogancia cientista. Qué digo, Dios mío! (risas) Es seguro que este muy último Lacan nos conduce a críticas mucho más severas e incluso salvajes de las que nunca se hicieron en su lugar.
Esta práctica a tientas, podemos decir que da el ejemplo de ello el manejo dificultoso de los nudos y de los toros – he señalado que Lacan se abstenía allí de hacer referencia a lo que se hubiera podido elaborar como algoritmo sobre las figuras topológicas.
Lo real no habla – van a ver allí que llego a decir algo claro, simple, pero hay que llegar a esta simplicidad-, lo real no habla nos indica el valor a dar a la primacía de la escritura, que camina en la enseñanza de Lacan, hasta estallar en su muy última. Puesto que, tan sospechoso se vuelve el lugar mismo de plantear tesis, que aparecen en sus dos últimos Seminarios, a menudo tentativas de acomodaciones, transitorias, frágiles, pero mantiene, con diferentes acento que el inconciente tiene que ver con el escrito. Da de ello enunciados, proposiciones diferentes, pero el hilo es ese: es escrito. No es matemática, no es lógica, no es gramática, no es tampoco poesía, pero a pesar de todo es escrito.
Y bien! Esto quiere decir que no es palabra.
Y si es escrito, es en el sentido en que no pasa naturalmente a la palabra. ¡Qué camino recorrido! 180°.
He recordado la última vez la fórmula del inconciente estructurado como un lenguaje, he mostrado rápidamente cómo esta estructura de lenguaje fue sacudida y luego borrada. Pero en fin hay otra gran fórmula lacaniana, columna del templo, por donde había que pasar para entrar al templo: El inconciente es el discurso del Otro.
Toda la ambigüedad está en la palabra discurso. En el contexto, es difícil dudar que esto quiera decir palabra, palabra ordenada, y en efecto, el inconciente lacaniano.- es de allí de donde partió- está hecho, estaba hecho de palabra. Si bien que podía poner de relieve la continuidad entre el discurso del inconciente y el discurso del analizante y por poco que el analista se sitúe en el lugar del Otro, como se expresaba, esta continuidad era la del discurso del analista y del analizante. El emisor recibe del receptor su mensaje bajo la forma invertida, pero la inversión, es el nombre de la continuidad. Esto quiere decir que es el mismo. A un signo de diferencia – que queda por interpretar: ¿es pasar de la negación a la afirmación?, ¿es más bien lo contrario?, ¿es un cambio de dirección?, etc. Inversión supone continuidad. Y a partir de allí se abrían, en efecto, una doctrina de la operación analítica, una teoría, y el manejo, en el pizarrón de las figuras- y ya las dos figuras cuyo modelo, la referencia, era la comunicación. El esquema L, el primer piso del gran grafo, el segundo grafo, todo eso son esquemas de la comunicación. Y lo que en este orden de ideas parecía el colmo de lo que daba como paradigma de la interpretación analítica en sus efectos transformadores del sujeto, era la proposición preformativa, diríamos: Tú eres mi mujer.
Y es de este modo que, admitiendo en su comentario último de la “Carta robada”, que hay simbólico en lo real, iremos hasta el punto de decir esto, lo real es el lugar de lo simbólico, y no ocurre menos, y lo subraya, lo recordé la última vez que allí el significante está mudo.
El significante constituye parte de lo real – si lo admitimos – sin embargo ocurre que lo real no habla.
Esta proposición, lo real no habla, me parece que atraviesa toda la última enseñanza de Lacan, estos dos últimos Seminarios que trituro. No es como algunas otras, una proposición sometida a variaciones, no es un ensayo de formulación, les he mostrado, en la ocasión, cómo tesis contradictorias de Lacan debían entenderse a partir de un recorrido que él hace de soluciones posibles probadas para una dificultad. Mientras que: lo real no habla, es con esto que está tratando. Estoy de acuerdo- estoy de acuerdo con ustedes, con lo que supongo que viene de ustedes (risas) – estoy de acuerdo que es muy singular, que es una noción que nos toma a contrapelo.
Es una proposición que hace caer una columna del templo.
Esto ya comporta que solo tenemos que hacer con este real en la oscuridad, y no en la luz. Esto introduce el psicoanálisis como una práctica a tientas, muy lejos, a la inversa, de esta imagen del psicoanálisis como algoritmo, que era la imagen dada por la “Introducción” de “La carta robada”, y que prometía una operación interpretativa, en el fondo plena de seguridad, inflada de una arrogancia cientista. Qué digo, Dios mío! (risas) Es seguro que este muy último Lacan nos conduce a críticas mucho más severas e incluso salvajes de las que nunca se hicieron en su lugar.
Esta práctica a tientas, podemos decir que da el ejemplo de ello el manejo dificultoso de los nudos y de los toros – he señalado que Lacan se abstenía allí de hacer referencia a lo que se hubiera podido elaborar como algoritmo sobre las figuras topológicas.
Lo real no habla – van a ver allí que llego a decir algo claro, simple, pero hay que llegar a esta simplicidad-, lo real no habla nos indica el valor a dar a la primacía de la escritura, que camina en la enseñanza de Lacan, hasta estallar en su muy última. Puesto que, tan sospechoso se vuelve el lugar mismo de plantear tesis, que aparecen en sus dos últimos Seminarios, a menudo tentativas de acomodaciones, transitorias, frágiles, pero mantiene, con diferentes acento que el inconciente tiene que ver con el escrito. Da de ello enunciados, proposiciones diferentes, pero el hilo es ese: es escrito. No es matemática, no es lógica, no es gramática, no es tampoco poesía, pero a pesar de todo es escrito.
Y bien! Esto quiere decir que no es palabra.
Y si es escrito, es en el sentido en que no pasa naturalmente a la palabra. ¡Qué camino recorrido! 180°.
He recordado la última vez la fórmula del inconciente estructurado como un lenguaje, he mostrado rápidamente cómo esta estructura de lenguaje fue sacudida y luego borrada. Pero en fin hay otra gran fórmula lacaniana, columna del templo, por donde había que pasar para entrar al templo: El inconciente es el discurso del Otro.
Toda la ambigüedad está en la palabra discurso. En el contexto, es difícil dudar que esto quiera decir palabra, palabra ordenada, y en efecto, el inconciente lacaniano.- es de allí de donde partió- está hecho, estaba hecho de palabra. Si bien que podía poner de relieve la continuidad entre el discurso del inconciente y el discurso del analizante y por poco que el analista se sitúe en el lugar del Otro, como se expresaba, esta continuidad era la del discurso del analista y del analizante. El emisor recibe del receptor su mensaje bajo la forma invertida, pero la inversión, es el nombre de la continuidad. Esto quiere decir que es el mismo. A un signo de diferencia – que queda por interpretar: ¿es pasar de la negación a la afirmación?, ¿es más bien lo contrario?, ¿es un cambio de dirección?, etc. Inversión supone continuidad. Y a partir de allí se abrían, en efecto, una doctrina de la operación analítica, una teoría, y el manejo, en el pizarrón de las figuras- y ya las dos figuras cuyo modelo, la referencia, era la comunicación. El esquema L, el primer piso del gran grafo, el segundo grafo, todo eso son esquemas de la comunicación. Y lo que en este orden de ideas parecía el colmo de lo que daba como paradigma de la interpretación analítica en sus efectos transformadores del sujeto, era la proposición preformativa, diríamos: Tú eres mi mujer.
Miracolo y la sonrisa de la Gioconda
La fórmula que resume esta orientación, fórmula que es casi una jaculación, es: eso habla. A mí, eso me hace pensar en una réplica que hay en un film de Vittorio De Sica que veía en mi infancia, donde en un momento el pueblo se reúne diciendo: Miracolo ! miracolo ! [risas] Eso habla!
Este entusiasmo está desestimado por la proposición: lo real no habla. Allí, no hay miracolo, no hay Dios para hacer hablar a lo real.
El muy último Lacan está trabajado, incluso atormentado – yo me veo forzado a comunicarles todo esto en un tono alegre (risas) a causa de Luis Solano que me aprecia cuando estoy contento -, Lacan comienza a menudo estos Seminarios diciendo: “Cuanto quisiera no hacerlos”. Porque no es un mensajero de buenas noticias. La noticia que trae es: Eso no comunica. Y cuando comunica verdaderamente no comprendemos porqué, ni cómo (risas) – allí podemos decir: Miracolo.
Pero no nadamos en el milagro nos colgamos de algunas ramas de excepciones. Y eso, eso camina, en la cabeza de Lacan, si puedo expresarme así, luego al menos del Seminario Aun y su última lección que les recordé la última vez – pero ya está en marcha en ese Seminario. En Aun ya ha dicho: Lalengua no sirve al diálogo. Pero lo que quiere indicar con el término mismo de lalengua, escrita en una sola palabra sin distinguir el artículo y el sustantivo, es que sirve al goce.
Es a partir de la promoción del goce en la enseñanza de Lacan que la referencia a la comunicación comenzó a disolverse – el goce se tornó un disolvente conceptual -, y eso se comprende porque, digámoslo así, el goce no comunica.
Es el paradigma que da con respecto a esto, puesto en exergo por Lacan, de las mujeres con su goce: ella no dicen nada de eso, no saben decir nada de eso. Bueno, habría que verificarlo. He tratado, esta semana aún, de suplicarle a una persona que me diga algo de eso: le pareció suficiente hacerme la sonrisa de la Gioconda (risas). Habría que leerse para estar mas seguro del señalamiento de Lacan, toda la literatura erótica femenina, que conoce en nuestros días un cierto desarrollo. De lo que he podido leer, que no es mucho, no me parece aclarado. O agrega un cierto goteo de dulzura y de ternura, si puedo decirlo (risas), o la toma con el sadismo de las descripciones masculinas. Si alguno entre ustedes tiene una referencia para indicarme estaría encantado de leerla.
En todo caso, para Lacan, es el paradigma de la relación al goce: de ese lado, eso no habla. Por el contrario, sin duda, del lado del amor, eso habla, habla y conduce a las mentiras sobre lo simbólico.
Sí, habría que agregar el lado masculino, donde está así mismo muy orientado hacia el goce del Uno, más que hacia el goce del Otro, es decir orientado hacia el falo y hacia la contabilidad.
Este entusiasmo está desestimado por la proposición: lo real no habla. Allí, no hay miracolo, no hay Dios para hacer hablar a lo real.
El muy último Lacan está trabajado, incluso atormentado – yo me veo forzado a comunicarles todo esto en un tono alegre (risas) a causa de Luis Solano que me aprecia cuando estoy contento -, Lacan comienza a menudo estos Seminarios diciendo: “Cuanto quisiera no hacerlos”. Porque no es un mensajero de buenas noticias. La noticia que trae es: Eso no comunica. Y cuando comunica verdaderamente no comprendemos porqué, ni cómo (risas) – allí podemos decir: Miracolo.
Pero no nadamos en el milagro nos colgamos de algunas ramas de excepciones. Y eso, eso camina, en la cabeza de Lacan, si puedo expresarme así, luego al menos del Seminario Aun y su última lección que les recordé la última vez – pero ya está en marcha en ese Seminario. En Aun ya ha dicho: Lalengua no sirve al diálogo. Pero lo que quiere indicar con el término mismo de lalengua, escrita en una sola palabra sin distinguir el artículo y el sustantivo, es que sirve al goce.
Es a partir de la promoción del goce en la enseñanza de Lacan que la referencia a la comunicación comenzó a disolverse – el goce se tornó un disolvente conceptual -, y eso se comprende porque, digámoslo así, el goce no comunica.
Es el paradigma que da con respecto a esto, puesto en exergo por Lacan, de las mujeres con su goce: ella no dicen nada de eso, no saben decir nada de eso. Bueno, habría que verificarlo. He tratado, esta semana aún, de suplicarle a una persona que me diga algo de eso: le pareció suficiente hacerme la sonrisa de la Gioconda (risas). Habría que leerse para estar mas seguro del señalamiento de Lacan, toda la literatura erótica femenina, que conoce en nuestros días un cierto desarrollo. De lo que he podido leer, que no es mucho, no me parece aclarado. O agrega un cierto goteo de dulzura y de ternura, si puedo decirlo (risas), o la toma con el sadismo de las descripciones masculinas. Si alguno entre ustedes tiene una referencia para indicarme estaría encantado de leerla.
En todo caso, para Lacan, es el paradigma de la relación al goce: de ese lado, eso no habla. Por el contrario, sin duda, del lado del amor, eso habla, habla y conduce a las mentiras sobre lo simbólico.
Sí, habría que agregar el lado masculino, donde está así mismo muy orientado hacia el goce del Uno, más que hacia el goce del Otro, es decir orientado hacia el falo y hacia la contabilidad.
El amor es recíproco, el goce no.
Si pensamos en ello, las fórmulas de la sexuación que Lacan elaboró en sus Seminarios XVIII y XIX- y también en Aun – y que transcribió, desarrollo en su escrito titulado “El atolondradicho”, estas fórmulas de la sexuación muestran más bien que el goce encierra a cada uno de los sexos en sí mismo. Es por otra parte una de las tres lecciones que Lacan extrae al final de este escrito bajo la forma: no hay diálogo entre los sexos.
Es esto lo que dice. No es evidente. Hablamos. No faltan discursos que se dirigen indefinidamente e indiferentemente a los hombre, a las mujeres: Trabajadoras y trabajadores! (risas) Electoras y electores! Ustedes notan así mismo que la idea de que hay dos especies allí progresa, embaraza por otra parte enormemente el discurso político: “A todas aquellas y a todos aquellos” (risas), diez veces seguidas…(1)
No hay diálogo entre lo sexos debe entenderse, me parece, a un nivel que apunta al goce que no comunica, y donde el goce del Uno no asegura nada en lo concerniente al goce del Otro. Del amor, Lacan pudo decir que era siempre recíproco, habiendo recibido parece, la fórmula de uno de sus amores de juventud, pero no lo dirá, salvo para hacer reír, que el goce es siempre recíproco.
Y por lo tanto, la promoción en la enseñanza de Lacan, de la categoría del goce va contra la comunicación, sacude la columna, las dos columnas – sí, están las dos columnas y el arco del grafo del deseo -, y pone ya en el horizonte el autismo, del que se plantea la cuestión en su Seminario XXIV para desmentir que el psicoanálisis sea un autismo de a dos. Pero en fin se debate sobre este fondo.
Vemos bien que trata, en un momento dado, de crear la categoría del goce del Otro – con una O mayúscula – sobre el modelo del discurso del Otro, y llega a la conclusión que esta categoría del goce del Otro, no se sostiene, no va, está vacía. En el fondo, se sostiene, fantasmáticamente, en la relación del goce femenino con la posición de Dios.
El carácter disolvente de la categoría del goce frente al aparato conceptual se ejerce también sobre la noción del objeto a que, como lo decía la última vez, está moldeado sobre el efecto de sentido.
El objeto a, lo sabemos, emergió primero como objeto metonímico en el Seminario V de las Formaciones del Inconciente. Lacan lo integró a los esquemas de la comunicación, y lo reubica como una cierta especie de efecto de sentido, quizá un efecto de sentido real, etc. En Aun, en el capítulo VIII, que es verdaderamente la puerta de entrada en su última enseñanza, Lacan dibuja un esquema en el que desprende las tres letras de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real: I, S, R y da un sentido giratorio al vector que liga a estos tres puntos este:
Atraigo ya vuestra atención sobre la línea horizontal, donde lo simbólico se dirige hacia lo real: S–àR. Es una línea de fondo: confrontar lo simbólico a lo real, hasta verlo desfallecer en su muy última enseñanza, hasta en ciertos aspectos desecharlo. Tenemos ya aquí esta dirección de lo simbólico hacia lo real, que es el movimiento que se realiza en la muy última enseñanza.
Es en este camino que Lacan ubicaba el objeto a como lo que podemos aprehender de lo real en lo simbólico, señalando, ya por esta posición, el carácter ambiguo de esta categoría. Si miramos sus alas y si miramos sus patas, no van del mismo lado. Lado alas, vuela con lo simbólico, sus discursos y sus mentiras, y luego con sus patas, es queda anclado en lo real. Y ya en ese capítulo VIII de Aun, es lo que me había interesado hace tiempo, incluso si estaba hecho en dos frase, Lacan, rechaza el objeto a. Lo rechaza pretendiendo que frente a lo real, se revela como un falso ser – eso no puede, dice, sostenerse en el abordaje de lo real.
Sin duda, precisamente, porque conserva un efecto de sentido. Lacan, en ese capítulo ya está en la vía de una escisión entre lo real y el sentido, que explicitará en su muy última enseñanza diciendo, lo había señalada un poco antes durante el año, que el sentido es el Otro de lo real. Con una O mayúscula porqué no.
Para prenderse a las ramas, podía retomar y validar su fórmula que el analista pone el objeto a en el lugar del semblante, lo que es más conveniente con su modo de existencia – en tanto que tal no es más que un semblante -, y agregaba que es a partir de allí que el analista puede, lo cito, “interrogar como saber lo que es del orden de la verdad”. En esta interrogación hay ya lo que surgirá como problema: ¿Cómo podemos en el análisis pasar de la verdad al saber?
Es esto lo que dice. No es evidente. Hablamos. No faltan discursos que se dirigen indefinidamente e indiferentemente a los hombre, a las mujeres: Trabajadoras y trabajadores! (risas) Electoras y electores! Ustedes notan así mismo que la idea de que hay dos especies allí progresa, embaraza por otra parte enormemente el discurso político: “A todas aquellas y a todos aquellos” (risas), diez veces seguidas…(1)
No hay diálogo entre lo sexos debe entenderse, me parece, a un nivel que apunta al goce que no comunica, y donde el goce del Uno no asegura nada en lo concerniente al goce del Otro. Del amor, Lacan pudo decir que era siempre recíproco, habiendo recibido parece, la fórmula de uno de sus amores de juventud, pero no lo dirá, salvo para hacer reír, que el goce es siempre recíproco.
Y por lo tanto, la promoción en la enseñanza de Lacan, de la categoría del goce va contra la comunicación, sacude la columna, las dos columnas – sí, están las dos columnas y el arco del grafo del deseo -, y pone ya en el horizonte el autismo, del que se plantea la cuestión en su Seminario XXIV para desmentir que el psicoanálisis sea un autismo de a dos. Pero en fin se debate sobre este fondo.
Vemos bien que trata, en un momento dado, de crear la categoría del goce del Otro – con una O mayúscula – sobre el modelo del discurso del Otro, y llega a la conclusión que esta categoría del goce del Otro, no se sostiene, no va, está vacía. En el fondo, se sostiene, fantasmáticamente, en la relación del goce femenino con la posición de Dios.
El carácter disolvente de la categoría del goce frente al aparato conceptual se ejerce también sobre la noción del objeto a que, como lo decía la última vez, está moldeado sobre el efecto de sentido.
El objeto a, lo sabemos, emergió primero como objeto metonímico en el Seminario V de las Formaciones del Inconciente. Lacan lo integró a los esquemas de la comunicación, y lo reubica como una cierta especie de efecto de sentido, quizá un efecto de sentido real, etc. En Aun, en el capítulo VIII, que es verdaderamente la puerta de entrada en su última enseñanza, Lacan dibuja un esquema en el que desprende las tres letras de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real: I, S, R y da un sentido giratorio al vector que liga a estos tres puntos este:
Atraigo ya vuestra atención sobre la línea horizontal, donde lo simbólico se dirige hacia lo real: S–àR. Es una línea de fondo: confrontar lo simbólico a lo real, hasta verlo desfallecer en su muy última enseñanza, hasta en ciertos aspectos desecharlo. Tenemos ya aquí esta dirección de lo simbólico hacia lo real, que es el movimiento que se realiza en la muy última enseñanza.
Es en este camino que Lacan ubicaba el objeto a como lo que podemos aprehender de lo real en lo simbólico, señalando, ya por esta posición, el carácter ambiguo de esta categoría. Si miramos sus alas y si miramos sus patas, no van del mismo lado. Lado alas, vuela con lo simbólico, sus discursos y sus mentiras, y luego con sus patas, es queda anclado en lo real. Y ya en ese capítulo VIII de Aun, es lo que me había interesado hace tiempo, incluso si estaba hecho en dos frase, Lacan, rechaza el objeto a. Lo rechaza pretendiendo que frente a lo real, se revela como un falso ser – eso no puede, dice, sostenerse en el abordaje de lo real.
Sin duda, precisamente, porque conserva un efecto de sentido. Lacan, en ese capítulo ya está en la vía de una escisión entre lo real y el sentido, que explicitará en su muy última enseñanza diciendo, lo había señalada un poco antes durante el año, que el sentido es el Otro de lo real. Con una O mayúscula porqué no.
Para prenderse a las ramas, podía retomar y validar su fórmula que el analista pone el objeto a en el lugar del semblante, lo que es más conveniente con su modo de existencia – en tanto que tal no es más que un semblante -, y agregaba que es a partir de allí que el analista puede, lo cito, “interrogar como saber lo que es del orden de la verdad”. En esta interrogación hay ya lo que surgirá como problema: ¿Cómo podemos en el análisis pasar de la verdad al saber?
Lo simbólico habla
Lo simbólico habla. Es la condición para que haya verdad, esta verdad que está rodeada de mentiras, esta verdad a la cual accedemos solo por la mentira, esta verdad que no es más que una especie de mentira puesto que es variable. En todo caso, existe la verdad cuando lo simbólico habla, hay esos relámpagos que iluminan la oscuridad., decía yo hace un rato. Mientras que lo real es mudo, inclusive el saber que incluye. Y con respecto al saber que incluye estamos en la oscuridad. Es un saber absoluto. Absolutamente separado de él.
Entonces, no está mal ese esquema orientado de ese modo para resituar elementos que pertenecen a la muy última enseñanza de Lacan.
Podríamos decir que en efecto lo imaginario se dirige hacia lo simbólico: I-àS, en el sentido en que lo imaginariza, y es lo que nos da el fantasma, la poesía, el deliro de toda construcción simbólica.
Daré también un valor al vector que muestra lo real dirigiéndose hacia lo Imaginario: R-àI, del que he dicho que me parecía ser el movimiento que anima El Momento de concluir de Lacan. Es lo que me hizo elegir como título del último capítulo: Imaginar – en infinitivo – lo real.
Sí, validé ese título, pero me encuentro más complicado con el título del primer capítulo, que responde al vector imaginario-simbólico: IàS, que muestra una continuidad entre lo imaginario y lo simbólico, que trata por lo tanto de delirio, incluida la ciencia, que muestra el carácter imaginario de la geometría euclidiana, sin embargo paradigma de lo simbólico. Terminé por llamarlo: Fantasmas de lo simbólico –en plural. No es que no sea exacto pero no está en el texto mismo de Lacan bajo esta forma y por lo tanto medité aun sobre esta título, quisiera hacerlo mejor y que se sienta también cómo el último capitulo de El Momento de concluir le hace eco a la posición tomada en el primer capítulo.
Entonces, una columna del templo que también es sacudida, es la columna de la necesidad. Y su correlato de imposibilidad. Digamos que es la columna de lo que Lacan llamaba en la “Carta robada” la determinación simbólica, que por lo tanto nos daba, nos ponía en el horizonte el paradigma del algoritmo.
¿Qué es lo que sacude a esta columna? Es la promoción cada vez más acentuada en la enseñanza de Lacan de la categoría de la contingencia.
Es claro ya, en Aun, cuando Lacan descontento con el adjetivo arbitrario que Saussure hacía desprender del significante, dice: “Hubiera valido mejor avanzar el significante con la categoría de contingente”. Y es así como sacude él mismo la primacía, la necesidad del significante fálico, tratando de demostrar que no era más que contingencia, que con el psicoanálisis eso cesa de no escribirse – y por lo tanto lo que llama contingencia es todo lo que somete la relación sexual a no estar más que bajo el régimen del encuentro. También saben ustedes que esta contingencia Lacan la prueba en diferentes categorías o conceptos del psicoanálisis.
El encuentro es un hecho de azar. Dar la primacía al encuentro, es volver al piso más bajo de más y de menos sobre el que construyó el edificio de la determinación simbólica. Y por lo tanto, a medida que Lacan promueve la categoría de la contingencia, en el fondo, como Penélope, deshace su tejido de determinación. Esto quiere decir que el encuentro opera en la oscuridad.
La magia reestablece la comunicaciónEs allí donde podríamos escribir, donde tomaría su valor, la tesis fugitiva sin duda pero que habita la muy última enseñanza de Lacan, la tesis del análisis magia.
Evidentemente la cuestión se planteó mucho tiempo antes a Lacan puesto que bajo este acápite Lévi-Strauss había inscripto a la operación analítica, comparando el psicoanalista con el chamán. Era en esa época, un buen gesto que le hacía a su amigo Lacan, que no se desconcertó y que en esa ocasión había hecho la música de lo imaginario, lo real y lo simbólico. Pero en este último texto de los Escritos, “La ciencia y la verdad”, Lacan vuelve sobre la magia. Y me parece que es lo que lo inspira en su muy última enseñanza a evocar la magia a propósito del psicoanálisis.
Entonces, no está mal ese esquema orientado de ese modo para resituar elementos que pertenecen a la muy última enseñanza de Lacan.
Podríamos decir que en efecto lo imaginario se dirige hacia lo simbólico: I-àS, en el sentido en que lo imaginariza, y es lo que nos da el fantasma, la poesía, el deliro de toda construcción simbólica.
Daré también un valor al vector que muestra lo real dirigiéndose hacia lo Imaginario: R-àI, del que he dicho que me parecía ser el movimiento que anima El Momento de concluir de Lacan. Es lo que me hizo elegir como título del último capítulo: Imaginar – en infinitivo – lo real.
Sí, validé ese título, pero me encuentro más complicado con el título del primer capítulo, que responde al vector imaginario-simbólico: IàS, que muestra una continuidad entre lo imaginario y lo simbólico, que trata por lo tanto de delirio, incluida la ciencia, que muestra el carácter imaginario de la geometría euclidiana, sin embargo paradigma de lo simbólico. Terminé por llamarlo: Fantasmas de lo simbólico –en plural. No es que no sea exacto pero no está en el texto mismo de Lacan bajo esta forma y por lo tanto medité aun sobre esta título, quisiera hacerlo mejor y que se sienta también cómo el último capitulo de El Momento de concluir le hace eco a la posición tomada en el primer capítulo.
Entonces, una columna del templo que también es sacudida, es la columna de la necesidad. Y su correlato de imposibilidad. Digamos que es la columna de lo que Lacan llamaba en la “Carta robada” la determinación simbólica, que por lo tanto nos daba, nos ponía en el horizonte el paradigma del algoritmo.
¿Qué es lo que sacude a esta columna? Es la promoción cada vez más acentuada en la enseñanza de Lacan de la categoría de la contingencia.
Es claro ya, en Aun, cuando Lacan descontento con el adjetivo arbitrario que Saussure hacía desprender del significante, dice: “Hubiera valido mejor avanzar el significante con la categoría de contingente”. Y es así como sacude él mismo la primacía, la necesidad del significante fálico, tratando de demostrar que no era más que contingencia, que con el psicoanálisis eso cesa de no escribirse – y por lo tanto lo que llama contingencia es todo lo que somete la relación sexual a no estar más que bajo el régimen del encuentro. También saben ustedes que esta contingencia Lacan la prueba en diferentes categorías o conceptos del psicoanálisis.
El encuentro es un hecho de azar. Dar la primacía al encuentro, es volver al piso más bajo de más y de menos sobre el que construyó el edificio de la determinación simbólica. Y por lo tanto, a medida que Lacan promueve la categoría de la contingencia, en el fondo, como Penélope, deshace su tejido de determinación. Esto quiere decir que el encuentro opera en la oscuridad.
La magia reestablece la comunicaciónEs allí donde podríamos escribir, donde tomaría su valor, la tesis fugitiva sin duda pero que habita la muy última enseñanza de Lacan, la tesis del análisis magia.
Evidentemente la cuestión se planteó mucho tiempo antes a Lacan puesto que bajo este acápite Lévi-Strauss había inscripto a la operación analítica, comparando el psicoanalista con el chamán. Era en esa época, un buen gesto que le hacía a su amigo Lacan, que no se desconcertó y que en esa ocasión había hecho la música de lo imaginario, lo real y lo simbólico. Pero en este último texto de los Escritos, “La ciencia y la verdad”, Lacan vuelve sobre la magia. Y me parece que es lo que lo inspira en su muy última enseñanza a evocar la magia a propósito del psicoanálisis.
La magia restablece la comunicación.
Restablece una relación entre significantes. Lacan dice exactamente: “supone el significante que responde como tal al significado”, los remito a la página 871 de los Escritos. La hipótesis de la magia, es que tiene que ver con una Cosa, que primeramente no habla, que está enferma, que está en relación con un disfuncionamiento, y suponemos, en efecto que con el significante se va a poder hacer responder a la Cosa que no habla: Sa-àCosa. Aquí la Cosa toma valor de naturaleza y el significante debe tomar una forma de encantamiento para movilizar el significante en la naturaleza: encantamiento-ànaturaleza. Y entonces, explicita Lacan: La Cosa en tanto que habla, responde a nuestras conjuras.
Por lo tanto, llegamos allí a hacer hablar a lo real mudo.
Es notable que lacan, el muy último, rebaja el psicoanálisis a una operación de este tipo. Esto supone que el chamán, del lado del encantamiento, ponga algo de sí, es necesario que se active, como yo, aquí (risas), que moje su camisa. Por lo tanto, eso implica aportar el cuerpo, pagar con su persona, y por ello mismo, en efecto, por el cuerpo, demuestra formar parte de la naturaleza, el emisor forma parte de la naturaleza.
A esto, Lacan opone el sujeto de la ciencia que sería el supuesto de la experiencia analítica, el sujeto de la ciencia que no pertenece a la naturaleza. Y el analista mismo sustrae su cuerpo más bien que agregarlo – aunque haga falta que esté allí, hay incluso este mínimo.
Su razonamiento de la página 871 es completamente válido si ponemos, en relación el sujeto de la ciencia, pero es un asunto completamente diferente cuando hablamos del parlêtre.
El parlêtre es una categoría que incluye el cuerpo. De tal modo que no es suficiente evacuar el cuerpo en el análisis diciendo que es un residuo. El cuerpo, es por el contrario, se trata del parlêtre, un fundamental, como se dice hoy.
Y podríamos decir también que el analista, no solo forma parte de la naturaleza por el soporte corporal que trae, sino que forma también parte de la cultura.
Y por ello Lacan da su importancia a factores como el prestigio o el peso social en la eficacia de la interpretación. Es sin duda también por lo cual dice una vez: Para saber lo que yo entiendo por psicoanálisis hay que entrar en psicoanálisis conmigo (risas). En efecto, no se podía encontrar algo más pesado que el muy último Lacan, lado prestigio y peso.Hay que corregir esto por el hecho que la debilidad mental tal como el prestigio se sostiene muy bien de los semblantes establecidos. En fin, ustedes lo constatan en la elevación de las grandezas sociales, ustedes toman alguno del paquete, lo presidencializan (risas), hace exactamente el mismo oficio que los demás, es capaz de hacerse el Tintin como los otros. El lugar y los semblantes mismos, generan su peso y la admiración que va con ellos. Es esta operación, esta operación que podemos calificar de mágica – llegar a hacer hablar a lo real -, que Lacan arrima con el termino de estafa, con el que decora, en un momento dado, el psicoanálisis, para plantear la pregunta: ¿Cómo superar la escisión de lo real y el sentido, en tanto que esta escisión es lo contrario de la práctica psicoanalítica que supone que las palabras tiene un alcance en lo real?
Por lo tanto, allí, no es el fracaso de Lacan de lo que se trata, es una antinomia, una dificultad propia al psicoanálisis.
Por lo tanto, llegamos allí a hacer hablar a lo real mudo.
Es notable que lacan, el muy último, rebaja el psicoanálisis a una operación de este tipo. Esto supone que el chamán, del lado del encantamiento, ponga algo de sí, es necesario que se active, como yo, aquí (risas), que moje su camisa. Por lo tanto, eso implica aportar el cuerpo, pagar con su persona, y por ello mismo, en efecto, por el cuerpo, demuestra formar parte de la naturaleza, el emisor forma parte de la naturaleza.
A esto, Lacan opone el sujeto de la ciencia que sería el supuesto de la experiencia analítica, el sujeto de la ciencia que no pertenece a la naturaleza. Y el analista mismo sustrae su cuerpo más bien que agregarlo – aunque haga falta que esté allí, hay incluso este mínimo.
Su razonamiento de la página 871 es completamente válido si ponemos, en relación el sujeto de la ciencia, pero es un asunto completamente diferente cuando hablamos del parlêtre.
El parlêtre es una categoría que incluye el cuerpo. De tal modo que no es suficiente evacuar el cuerpo en el análisis diciendo que es un residuo. El cuerpo, es por el contrario, se trata del parlêtre, un fundamental, como se dice hoy.
Y podríamos decir también que el analista, no solo forma parte de la naturaleza por el soporte corporal que trae, sino que forma también parte de la cultura.
Y por ello Lacan da su importancia a factores como el prestigio o el peso social en la eficacia de la interpretación. Es sin duda también por lo cual dice una vez: Para saber lo que yo entiendo por psicoanálisis hay que entrar en psicoanálisis conmigo (risas). En efecto, no se podía encontrar algo más pesado que el muy último Lacan, lado prestigio y peso.Hay que corregir esto por el hecho que la debilidad mental tal como el prestigio se sostiene muy bien de los semblantes establecidos. En fin, ustedes lo constatan en la elevación de las grandezas sociales, ustedes toman alguno del paquete, lo presidencializan (risas), hace exactamente el mismo oficio que los demás, es capaz de hacerse el Tintin como los otros. El lugar y los semblantes mismos, generan su peso y la admiración que va con ellos. Es esta operación, esta operación que podemos calificar de mágica – llegar a hacer hablar a lo real -, que Lacan arrima con el termino de estafa, con el que decora, en un momento dado, el psicoanálisis, para plantear la pregunta: ¿Cómo superar la escisión de lo real y el sentido, en tanto que esta escisión es lo contrario de la práctica psicoanalítica que supone que las palabras tiene un alcance en lo real?
Por lo tanto, allí, no es el fracaso de Lacan de lo que se trata, es una antinomia, una dificultad propia al psicoanálisis.
La promoción del cuerpo
Uno de los intentos de Lacan es, lo he señalado al pasar, superar la escisión de lo real y del sentido por lo que sería la excepción del síntoma, si el síntoma es la única cosa que conserva un sentido en lo real. Por lo tanto, el síntoma, podría responder –como la Cosa del chamán al encantamiento -, podría responder a la interpretación como el cuerpo responde a su resonancia.
Aquí hay que darle su lugar a la promoción que se realiza en la enseñanza de Lacan y que viene a emerger en su muy última, la promoción del cuerpo, que está situado, se los recuerdo en la triplicidad de Lacan, a nivel de lo imaginario.
Y especialmente, El Momento de Concluir está marcado por la promoción de lo imaginario a través de las manipulaciones de figuras que multiplica Lacan. Hay como un tropismo hacia lo imaginario, que es una suerte de retorno a las fuentes para él, puesto que partió de lo imaginario, y retorna allí, bajo una forma diferente, mucho más elaborada, de orden matemático si queremos – digo si queremos porque de hecho esas figuras están muy alejadas de las matemáticas.
Digamos, la promoción del goce, la de la contingencia, la del cuerpo, se conjugan en una promoción de lo imaginario que me hace pensar que es de este modo como responde al llamado que él mismo lanza al final del su Seminario XXIV del L´Insu que sait de l´Une bévue donde espera un significante nuevo. Y yo había dado como título a esta parte, hace tiempo, cuando lo publiqué en Ornicar?: “Hacia un significante nuevo” Y bien! La respuesta, la respuesta última que aporta El Momento de concluir, es que ese significante nuevo no es un significante es más bien una imagen.
Continúo la semana próxima en El Momento de Concluir. (Aplausos)
Aquí hay que darle su lugar a la promoción que se realiza en la enseñanza de Lacan y que viene a emerger en su muy última, la promoción del cuerpo, que está situado, se los recuerdo en la triplicidad de Lacan, a nivel de lo imaginario.
Y especialmente, El Momento de Concluir está marcado por la promoción de lo imaginario a través de las manipulaciones de figuras que multiplica Lacan. Hay como un tropismo hacia lo imaginario, que es una suerte de retorno a las fuentes para él, puesto que partió de lo imaginario, y retorna allí, bajo una forma diferente, mucho más elaborada, de orden matemático si queremos – digo si queremos porque de hecho esas figuras están muy alejadas de las matemáticas.
Digamos, la promoción del goce, la de la contingencia, la del cuerpo, se conjugan en una promoción de lo imaginario que me hace pensar que es de este modo como responde al llamado que él mismo lanza al final del su Seminario XXIV del L´Insu que sait de l´Une bévue donde espera un significante nuevo. Y yo había dado como título a esta parte, hace tiempo, cuando lo publiqué en Ornicar?: “Hacia un significante nuevo” Y bien! La respuesta, la respuesta última que aporta El Momento de concluir, es que ese significante nuevo no es un significante es más bien una imagen.
Continúo la semana próxima en El Momento de Concluir. (Aplausos)
(Cuadro que recapitula los esquemas)
Sa ———> Cosa encantamiento ———> naturaleza
(esquema 2) (esquema 1)
Nota:
(1) Expresiones escuchadas de la boca de los candidatos a la presidencia de la R. Francesa.
(2) Dos últimos esquemas en triángulo, inspirados en el de J. Lacan, Seminario Encore, Livre XX, Chapitre VIII, page 83, Le Seuil, Paris, 1975. Ficha técnica :Autor/intérprete : JAM
Desgrabación: Michel Jolibois
Desgrabación: Michel Jolibois
Sonido y reproducción de los esquemas: Fabienne Henry
Producción y Copyright : TLNDifusión : amp-uqbar
TLN agradece a estos dos valiosos colaboradores , Fabienne Henry y Michel Jolibois
Traducción: Silvia Baudini