Reseña de la presentación del libro: “Locuras y soluciones singulares” de Santiago Castellanos, en la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona, el 28 de septiembre de 2018, por Erick González
Locuras
Salta a la vista en la construcción del libro de Santiago Castellanos una primera virtud. La enunciación del autor en la elección de las referencias, y su entramado.
Se trata en este conjunto de producciones, que el autor ha reescrito, editado y organizado con precisión, de una curada sucesión de los apoyos vigentes a partir de los cuales se sostiene una clínica lacaniana en relación a las psicosis.
Sin embargo, nos corresponde señalar como nos hizo ver Guy Briole en la presentación del libro, realizada en la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona, el viernes 28 de septiembre de 2018, que Castellanos no elige el término Psicosis sino el de Locuras, en plural. Apoyándose en una frase del artículo de Victoria Horne-Reinoso en La Cause du Desir número 98, “Point de folie à l’ère du parlêtre”, Guy Briole insistió en el valor de este término: “La locura, al contrario de la psicosis, es un concepto transestructural, es una de las maneras de perder la razón” y añadió- “podemos encontrar en el libro una coincidencia con esta premisa”.
Estructura del libro
Seguimos el comentario de Guy Briole en la estructuración del libro de Santiago Castellanos: Ocho capítulos, los dos primeros introductorios, nos plantean la constitución de una organizada elaboración, acompañada de un comentario ágil, como si de un mapa se tratase. El primero es un recorrido por las referencias freudianas, y el segundo se centra en un personaje central, el Presidente Schreber, y sus memorias de un enfermo de nervios. En el tercer y cuarto capítulo tenemos un recorrido por la evolución del pensamiento de Lacan en relación a su abordaje de la psicosis. En el capítulo tercero, por ejemplo, Santiago Castellanos dibuja cuidadosamente una línea que atraviesa desde el estadio del espejo, al Sinthome, e incluso a un más allá, el concepto de psicosis ordinarias. En el capítulo cuarto y quinto se consideran los diferentes aspectos de la clínica discontinuista en Lacan, destacando la idea de que la discontinuidad es la normalidad, de que la discontinuidad es lo opuesto de la ruptura de la cadena, o de la disrupción o más precisamente de los efectos de la disrupción de goce. Es en este lugar en donde encontramos la referencia a la cita lacaniana en relación al sentimiento de la vida, y su juntura más íntima, como también el posible pasaje hacia la exploración en la clínica continuista.
En los capítulos 6 y 7, encontramos las referencias más clásicas. Como un gesto necesario, el volver a esas construcciones con un espíritu de revisión: la paranoia y lo imaginario, la esquizofrenia y el goce del cuerpo desencadenado, y la clínica maniaco-depresiva con su dimensión de excitación y de riesgo suicida. ¡Clásica, pero con matices!
En el capítulo 8: “Al final es como un arte” encontramos una elaboración clínica, centrada en un caso, otrora presentado en la Conversación Clínica del Instituto del Campo Freudiano, en Barcelona en marzo de 2014, en el que se trata de una puesta en acto de la singularidad, produciéndose la torsión necesaria a partir de la cual es cada sujeto el que nos enseña. Guy Briole en este punto introduce la noción de Sujeto-supuesto-Interesarse, en relación a la posición de Santiago Castellanos en el caso, y de manera más amplia como una definición que en el lugar del Sujeto-supuesto-Saber va más en la línea del secretario del alienado, del ejercicio de la conversación en el análisis de los sujetos psicóticos.
Cartografía
Con esta breve reseña de lo que fue el encuentro en Barcelona alrededor de este libro, lo que me parecía interesante plantear es una introducción a la estructura de esta producción escrita. Siguiendo la línea antes comentada del mapa, tenemos esta idea que ya aparece en el libro de Vicente Palomera, Pioneros de la psicosis, y que es uno de esos pilares en los cuales se levanta el edificio de este ejercicio que es enseñanza, digo, que es enseñanza porque se trata en buena parte de la formalización de diversos seminarios realizados por Santiago Castellanos en el marco del Instituto del Campo Freudiano.
En el referido libro de Vicente Palomera encontramos en su íncipit la siguiente frase: “Detrás de todo mapa hay siempre la experiencia que se hace del territorio, lo vivido que se sabe con el cuerpo y las distancias que hace falta recorrer”(p. 17). Es desde esta perspectiva que encontramos la singularidad –incluida en el título de Santiago Castellanos- en cada capítulo, cuando nos lleva sutilmente de la elaboración clínica y epistémica a una viñeta breve, producto de una larga destilación. Pero, sobre todo, la encontramos al principio, cuando nos revela Santiago Castellanos en su introducción el índice subjetivo, la vertiente de efecto de su trabajo analizante que este objeto-libro materializa. Y también al final en el ligeramente mencionado caso, del que tomamos un significante que os invito a explorar: cartomagia. Podríamos decir que en el recorrido analítico del sujeto alrededor del cual se organiza la conclusión del libro, encontramos este de la cartomagia a la cartografía.