Síntoma e inconsciente
Lacan introduce el tema de a poco. Lo hace en el Seminario 22, “RSI” donde parte de una definición de síntoma a considerar: “el síntoma es la manera en que cada uno goza del inconsciente…[1]”
Sin decirlo expresamente Lacan junta de esa forma síntoma y cuerpo y la discordia es con el inconsciente en tanto este ex – siste a ambos.
Lo que es seguro: síntoma e inconsciente aparecen disyuntos, separados.
Es sobre el trasfondo de esa definición que Lacan trabaja el síntoma desde distintas perspectivas.
Primero como función F(x), dónde la (x) es “lo que del inconsciente puede traducirse como una letra” que nos remite a la identidad de sí a sí[2].
Miller pregunta: ¿Por qué una letra? Porque el síntoma no depende de lo que en el inconsciente pueda traducirse como un significante. Lo que distingue de la letra el significante es que este siempre es diferente de sí[3]”.
Pero también lo define del lado de los puntos suspensivos. En este último caso la referencia es a la escritura…lógica.
Miller nos recuerda que: “…no hace más que seguir las indicaciones premonitorias de Lacan en su doctrina de la letra. Y es que para Lacan el síntoma siempre estuvo articulado con un proceso de escritura, no de palabra…[4]”
Nos quedamos con estas dos aproximaciones dejando de lado otras (síntoma social, el síntoma de la Père-version) que no hacen al tema que nos convoca de manera directa.
Es sobre ese contexto que Lacan lanza una pregunta: “Para quien está estorbado por el falo ¿qué es una mujer?” La respuesta es ¿simple? “La mujer es un síntoma[5]”.
¿Cómo justifica tan sorprendente definición?
No le interesa a Lacan la perspectiva de la mujer como objeto a, la “parte” fantasma que una mujer puede prestarse-representarle a un hombre.
Por lo que Lacan avanza en la dimensión síntoma afirmando que: “hacerla síntoma, a esta Una-mujer, es decir que el goce fálico es también su asunto, contrariamente a lo que se cuenta[6]”.
Y en ese punto retoma la versión del síntoma como puntos suspensivos para agregar que estos: “son de hecho unos puntos de interrogación en la no-relación[7]”.
De lo que deduce que lo que constituye el síntoma “es que se cree en ello”[8] y agregando que el síntoma se besuquea con el inconsciente.
Entonces es una creencia muy precisa y específica enmarcada en síntoma y no-relación.
Miller nos recuerda que Lacan “articuló la necesidad y la inexistencia”[9]. Entonces: “la necesidad al principio inexiste…la inexistencia está en el principio mismo del síntoma[10]”.
Lo que no cesa de escribirse, el síntoma, se funda en el no hay.
Y esta creencia se demuestra por el valor que cobra una mujer en la vida de un hombre que es algo en lo que él cree.
Creer allí (y croire)
Para Lacan la “fórmula” es: se cree allí (on y croit). ¿Cómo captar, agarrar dicha “fórmula”?
El ubica la creencia en que ella puede decir algo, que no es lo mismo que creer en lo que ella dice, la diferencia es sutil. Lo retomaremos.
Ese “algo” es correlativo a la dimensión de la verdad. El ejemplo, en principio, parece aplicable sólo al hombre y para pensar una mujer como síntoma del hombre.
Creer allí pero no necesariamente en todo lo que dice. Se mantiene la dimensión del medio-decir.
Pero Lacan efectúa un giro que introduce algo nuevo al plantear que “cualquiera que viene a presentarnos un síntoma allí cree” porque “cree que el síntoma puede decir algo[11]”.
De lo que parecía reducirse a una versión sólo para el hombre se deduce un paradigma: la posibilidad de que se pueda obtener una posición analizante.
Si partimos de creer allí es posible articular el síntoma al inconsciente. Si obtenemos el binario síntoma-inconsciente podemos hacer valer que el síntoma que se ubica del lado de la letra pueda leerse.
A partir de la experiencia analítica el síntoma es algo en lo que se cree.
Ahora bien, esa creencia de la que habla Lacan ¿es una nueva manera de hablar de la instalación del sujeto supuesto saber?
¿El creer allí será pariente del desciframiento? ¿Del síntoma como mensaje?
Pero el desarrollo que nos propone Lacan parece indicar otra perspectiva ya que, como ya dijimos, es una versión de la creencia sostenida en el síntoma y la no-relación.
Pero una cosa es la creencia (croire) y otra cosa es el “y” (allí).
Tampoco es el síntoma sólo, ni el goce opaco del síntoma. ¿Entonces?
El “y” es el sostén de la creencia, indica al que cree, el creyente, es decir una singularidad, un alguien que cayó en la creencia del…síntoma.
Pensarlo así abriría la dimensión del uso del síntoma, del empleo del mismo. Es: uno con el síntoma. Y no es todavía el saber hacer allí.
Versiones de la creencia
Apenas circunscribimos el creer allí que Lacan agrega dos versiones más en torno al término creencia.
Opone el creer allí (y croire) al creer en (croire à). En esta última se trata de una creencia que se sostiene en una generalidad y no ya en una singularidad. Es concepto y no carne.
Si la mujer es presentada como síntoma del hombre, el pasaje de “creer allí” a “creer en” es el pasaje de una mujer a La mujer.
Pero todavía Lacan utiliza una tercera expresión: creerle (la croire). Y nos da dos ejemplos: el amor y la psicosis.
Ambas parten del creer allí pero además les creen.
En el hombre, creerle, el precio de ese creerle a una mujer, lleva a que lo que ella diga se transforme en superyoico.
Se nota rápidamente la función de tapón que concierne a esta forma de creencia que implica algo en lo que uno se ciega. Tapón del mismo creer allí.
En la psicosis creen en las voces en tanto pueden decir algo pero además les creen, es decir, toman al pie de la letra lo que dicen.
Así Lacan aproxima, hace cercanos, el amor y la psicosis.
El amor es un poco loco ya que cree allí pero además empieza a creerle al partenaire cualquier cosa que diga.
De allí que Lacan establezca una nueva versión sobre lo cómico reducido simplemente al pasaje del creer allí al creerle.
Creer o reventar
Si nos sostenemos de dónde Lacan parte, es decir, el creer allí, nos encontramos con una noción de síntoma que no se deja atrapar por ninguna clasificación.
Aun conservando nuestras clasificaciones y llevándolas a su máxima reducción, neurosis o psicosis, el síntoma le dice algo a cada parlêtre, singular.
Por supuesto que, después, en un segundo momento, se pueden establecer diferencias en si le dice algo en lo real o, a partir del creer allí, alguien queda abierto a un desciframiento posible.
Eso nos lleva a preguntarnos por la época. Lo que se destaca hoy es que toda clasificación, llámese DSM, neurociencias o TCC elimina el efecto de creencia en el síntoma.
Y no alcanza con reenviar al goce del síntoma porque hay que obtener la creencia para poder verificar en qué el síntoma tiene que ver con el goce.
Hay que aceptar esa paradoja: el síntoma sólo daría que hablar; pero puede producirse un cortocircuito entre una cosa y la otra que elimine esa articulación posible.
Es por ello que Eric Laurent nos dice que “hoy empieza a fallar el efecto de creencia que produce el síntoma” y lo llama “el delirio de un síntoma sin inconsciente”[12] o sea, un síntoma separado de toda creencia a leer como creer allí.
El recurso a la medicación, por ejemplo, es correlativo a pensar que el síntoma no nos quiere decir nada.
Es cierto que el síntoma es algo irreductible pero a la vez: “…el síntoma es el diálogo que uno tiene con él, no se trata de reducirlo a un sentido común…[13]”
Ahora bien: ¿creer en el síntoma nos aproxima al savoir y faire? El “y croire” es el antecedente del savoir y faire?
Difícil responder porque en principio sobresalen las diferencias aunque por otro lado parecieran aproximarse.
Es que el “y croire” parece necesario para hacerlo instrumento, consolidar un uso del síntoma.
No es una creencia sostenida en ideas, representaciones o imágenes, es una creencia un poco más real, pragmática. Creer en el uso que puedo hacer de él.
Es un diálogo que continúa pero atravesando los desciframientos que se pudieron hacer de él. Y es siempre allí (y).
Creo allí en el síntoma cuando estoy haciendo uso de él.
Volvemos a la paradoja de la cual hablamos: el “y croire” acepta dos direcciones. Hacia el desciframiento y el sentido, en el análisis, pero también hacia el uso, fuera de sentido y fuera de análisis, sin Otro.
Pero creer allí en el síntoma, por más depurado que esté, no es todavía savoir y faire.
Cuando el síntoma pareciera que ya no tiene más nada que decir resta… el “y croire”. Eso da la posibilidad de savoir y faire.
Una cosa es poseer un instrumento y otra cosa es usarlo, saber hacer algo con él.
Cuerpo y creencia
Si el inconsciente está hecho de los equívocos “mediante los cuales el cuerpo descifra el traumatismo como lugar de donde emergen el goce y su escándalo…”[14] se trata de un cuerpo que descifra más que de un sujeto.
Por lo tanto: “el sujeto se articula así con esta equivocación (une-bévue), que es también visión, percepción, mediante una creencia y no una identificación[15]”.
¿Hablaríamos entonces de una creencia en el síntoma como acontecimiento de cuerpo?
Lo que es seguro: no se trata de una creencia sostenida en ningún ideal, ni en ningún nombre del padre, ni en el Otro.
La creencia articula, hace de medio entre el cuerpo y su goce y el desciframiento.
Si releemos los pasos anteriores, llegar a definir una mujer como síntoma de un hombre implica que se trata del encuentro con el cuerpo-goce de una mujer lo que incita al desciframiento.
¿Qué decir del lado de una mujer?
Lacan lo expresa así: “Así pues, individuos que Aristóteles toma por cuerpos pueden no ser nada más que síntomas ellos mismos relativamente a otros cuerpos. Una mujer, por ejemplo, es síntoma de otro cuerpo. Si no se da el caso, una mujer queda síntoma denominado histérico[16]”.
En el hombre el síntoma como acontecimiento de cuerpo es acontecimiento de su cuerpo, en su cuerpo, en una mujer se anuda a nivel de un síntoma que está en otro cuerpo o, mejor dicho, el síntoma de esa mujer no es en el propio cuerpo, es en un cuerpo otro.
Eso permite diferenciar una mujer de una histérica que es, esta última, “mujeres en LOM”[17] que justifica hablar de síntomas en su cuerpo.
Esta presentación se diluye aun conservando sus diferencias en el creer allí (y croire) tal cual lo hemos desarrollado.
[1] Lacan, Jacques: El seminario Libro 22 “RSI” Clase del 21/01/75 Inédito.
[2] Lacan, Jacques, ibid n 1
[3] Miller, Jacques-Alain: “Los signos del goce” Paidós Argentina 1998 Página 299.
[4] Miller, Jacques-Alain, ibid n 3
[5] Lacan, Jacques, ibid n 1
[6] Lacan, Jacques, ibid n 1
[7] Lacan, Jacques, ibid n 1
[8] Lacan, Jacques, ibid n 1
[9] Miller, Jacques-Alain, ibid n 3, Página 231.
[10] Miller, Jacques-Alain, ibid n 3, Página 232.
[11] Lacan, Jacques, ibid n 1
[12] Laurent, Eric: “El delirio de un síntoma sin inconsciente” en “Inconsciente y síntoma”, Bs As, Grama, 2009, pág. 45-57.
[13] Laurent, Eric, “El delirio de un inconsciente sin el síntoma” en “Inconsciente y síntoma”, Bs As, Grama, 2009, pág. 36
[14] Laurent, Eric: “El reverso de la biopolítica” Grama Argentina 2016 Página 77.
[15] Laurent, Eric, ibid n 14
[16] Lacan, Jacques: “Joyce el síntoma” en “Otros escritos” Paidós Argentina 2012 Página 595.
[17] Lacan, Jacques, ibid n 16